Encuentro (del poema también llamado así de la poeta Alfonsina Storni)
Sombreros altos terminados en punta, cabezas despreocupadas hablando por celular, largas túnicas, modernos jeans, magos, muggles. La caída de Voldemort nos había abierto al mundo muggle, y coexistíamos perfectamente. ¡Qué lindo paisaje! Hermosa armonía.
Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Pero algo diferente a toda aquella pequeña alegría caminaba sin más, estropeando el panorama, dejando una estela oscura a su paso.
Más pálido que nunca, distraído como antes.
Vivió aquel episodio de mi vida vestido de negro, como siempre, con la cabeza gacha. Fijó sus negros ojos en la tienda que había a mis espaldas. Lo observé con una sonrisa escéptica y un escalofrio recorrió mi abrigado cuerpo.
Dos largos años hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.
Me acerqué un poco, manteniendo prudente distancia, y me intrigó su interés por aquel negocio. Miré a través de la vidrieray tras los productos añejosreparé en queatendía una joven alta, de pronunciadas curvas y centelleantes ojos. "¡No has cambiado!", me moría por susurrarle al oído.
Avancé más y me apoyé en el vidrio, de espaldas al interior del local, a su lado. Miré la calle y luego volteé a encontrarme con su rostro. Notó mi presencia y giró la cabeza. Posó en mí su mirada penetrante, y borró aquella (tan adorada en otros tiempos) sonrisa despectiva que sabía yo muy bien cuándo usaba. Creo que fui algo más astuta que en otros tiempos.
Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus inconscientes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
—¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?
Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Y con su manga oscura rozar el blanco talle
De alguna vagabunda que andaba por la vía
Perseguí por un rato su sombrero que huía...
"¿Quién te corre, Severus¿Atisbas un nuevo escondite?", le quise gritar. "No ha cambiado, no ha cambiado", me recordé. Reí entre dientes alperseguirlo con mirada. ¡Oh, verte, apreciarte, conmemorarte! Masoquista deberé ser, por añorar tener semejante ser. "No juegues conmigo, no me pidas un perdón descartable"… ¡Tan sencillo suena ahora¡Si se lo hubiera dicho cuando era necesario!
Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre.
Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.
Y esa noche lo lloré de nuevo, sola en mi desvencijada habitación. Me pregunto por qué me entristeció verlo. Me pregunto si es que en realidad no lo olvidé. Pero más me pregunto si lloro por sus ojos eternos o si lloro por su recuerdo resucitado…
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Bueno, de esto no espero nada. Sólo es el poema de Alfonsina Storni que tanto estimo, "Encuentro", con un pésimo agregado mío. Es más bien un arranque que tuve, de conmemorarlo.
