Uuuf c: Hola fileles lectores, así como mis nuevos (: ¿cómo han estado? Espero y se encuentren de maravilla. Como verán, hay nueva historia, ¡yey! Sinceramente ya tenía el deseo de hacer un AU de Spiderman, y sin embargo no me animaba :0) Hasta esta semana que fue un salto de fe, en realidad, esta historia es un salto de fe () Cuando la escribía, me sentía feliz y al releerla me convenció mucho, tanto que hice la portada (っ◕‿◕)っ¡espero que les guste mucho! Sin más preámbulos, ¡a leer!
1. LET HER GO
–¡Hey, supongo que aún podemos tomar ese vuelo! –exclamó el chico enmascarado. Su novia, Jo Taylor, estaba de pie a diez metros de él, fuera del edificio de control de la planta de energía de Zevon Industries. Le dirigió una sonrisa mientras su rubio cabello le caía por la espalda. Vestía con una gabardina azul cielo muy claro con detalles blancos, un vestido fucsia, mallas que cubrían sus piernas, y botas de piel color carbón.
–Supongo que si –respondió Jo mientras el muchacho se acercaba. Entonces su hermoso momento fue interrumpido por una maniática risa que resonó por toda la planta de energía. El chico giró sobre sus talones, puesto que la risa provenía de sus espaldas.
–Jo, quédate ahí –le advirtió. La muchacha se detuvo en seco y ahogó un grito cuando una figura con armadura metálica negra sobre un aerodeslizador apareció frente a ella. Su piel era verdusca, y su hermoso cabello había desaparecido. Sus orejas eran puntiagudas, y sus dientes astillados y pútridos.
El individuo observó a Jo y después al enmascarado un par de veces, comprendiéndolo todo al instante. Él había conocido a la chica en el ascensor de la torre de Zevon Industries, ya que era pasante en el ámbito de bioquímica. El terrorífico individuo volvió rápidamente hacia el enmascarado.
–Kendall –confirmó–. Por supuesto… Cuando me dijiste que el Hombre Araña no me daría su sangre, realmente tu dijiste "no" –le exclamó el individuo, quien le había pedido la sangre del Hombre Araña para sanarse de una extraña enfermedad generativa. Kendall se negó, puesto que las propiedades no funcionarían en él y sólo empeoraría la enfermedad.
–Dak, realmente lo hiciste… usaste el veneno de las arañas para comprobar si funcionaba… –el veneno de las arañas que Kendall había adquirido hacía más de un año, sólo funcionaba con el ADN de una persona en específico, o en su contrario genética. El padre de Kendall había sido creador de las arañas mutantes que podrían curar enfermedades como la que padecía Dak, sin embargo después de una traición por parte de la empresa, decidió cambiar la estructura interna del veneno para que sólo pudiese funcionar en él.
–¡Tú me hiciste hacerlo! –Le gritó Dak–. ¡ERAS MI AMIGO, Y ME TRAICIONASTE!
–No es verdad. ¡Intentaba protegerte! –confesó Kendall.
Dak soltó una carcajada como malévola.
–¡Mírame! ¡Mírame en lo que me he convertido! –le sonrió, mostrando sus dientes astillados–. No le das esperanza a la gente, tú sé las quitas. Por lo tanto, yo te quitaré la tuya –le gritó Dak, girando hacia Jo y avanzando hacia ella con gran velocidad en su deslizador.
–¡Jo, corre! –La muchacha ni siquiera lo pensó, giró sobre sus talones y corrió. Sin embargo, no fue tan rápida puesto que el deslizador del Duende Verde era veloz. La cargó de forma nupcial y se elevó por los aires. La muchacha gritó el nombre de su novio, suplicando ayuda.
Kendall los persiguió por toda la planta de energía, esquivando las torres eléctricas. El chico se sorprendió por el deslizador junto con el traje que su amigo Dak llevaba, extremadamente avanzado en tecnología de armas militares. El muchacho trepó la torre de control, hasta una cúpula de cristal. Saltó allí mismo, lanzando balas de telaraña hacia su nuevo enemigo. Este las esquivaba puesto que daba círculos sobre el aire.
–¡Dak, bájala ahora mismo! ¡Tú no eres así! ¡Déjala! –gritaba el muchacho desde la cima de la cúpula.
–Dak, escúchame… –le dijo Jo entre sus brazos, con el corazón palpitándole por estar a aquella peligrosa altura. El Duende la fulminó con la mirada.
–¡Dak ya no existe! ¡ÉL MURIÓ! –gritó a todo pulmón.
–¡Esto es entre tú y yo! ¿Quieres pelear? ¡Pelea contra mí! ¡Pero suéltala ya! –gritó Kendall.
El Duende sonrió y susurró:
–¡Como quieras! –la soltó y Jo cayó por los aires. Kendall pudo ver todo en cámara lenta por sus múltiples habilidades. Así que dio un gran salto recto hacia arriba, atrapando a Jo.
Sin embargo, cayeron. Mientras estaban abrazados, giraron y atravesaron la cúpula de cristal. Kendall fue quién recibió el impactó al estrellarse contra una plataforma de metal. Jo estaba sobre su cuerpo, ocultando su cara en el cuello de su novio.
–¿Estás bien? –le preguntó Kendall, y Jo sólo tuvo la capacidad para entrar con la cabeza y gemir por lo bajo. Kendall miró hacia un lado cuando escuchó que una esfera había caído a unos centímetros de ellos. Una en forma de calabaza.
La plataforma explotó y Jo se vio expulsada. Empero, Kendall le sostuvo por su brazo.
–Te tengo, Jo. ¡Te voy a bajar! –con una telaraña, la bajó unos metros, dejándola sobre unas gigantescas tuercas que hacían funcionar el reloj del edificio de control.
Kendall combatió con su enemigo a tan sólo unos metros a la cima de Jo. La muchacha intentaba llegar hasta la escalera que se encontraba en el extremo. Sin embargo, los engranajes se movían constantemente. Procuró no mirar hacia abajo, puesto que la altura en donde se encontraba era alrededor de 700 metros. El chico le pegó a Dak cientos de veces, y con un estratégico movimiento obligó a que la armadura se soltase de su deslizador. El deslizador cayó en dirección de los engranajes y los destruyó. Jo gritó. Kendall la atrapó con una red. Comenzó a halar de la telaraña para que su amada estuviese en tierra.
Esta acción se vio interrumpida cuando Dak le dio la vuelta a Kendall. Aún sostenía la red en una mano, aunque Jo no aguantaría mucho estar sostenida con un brazo. Dak sacó un cuchillo y estaba por enterrarlo en la frente del hombre araña, la reacción del ojiverde fue lanzarle una de sus balas de telaraña a la mano. Se pegó contra el engranaje y lo inmovilizó
La red de la cual Jo de una inminente caída se encontraba en uno de los dientes de la tuerca, y estaba a un giro de ser destruida.
–¡Kendall! –le gritó. Su novio reaccionó y con la misma telaraña que sujetaba a Jo, ahorcó a su enemigo. Colocó un pie sobre una tuerca, deteniendo todo el ciclo de los engranajes. Sin embargo, las tuercas no soportaron. Dio un giro y la red de Jo se partió a la mitad.
Soltó un suspiro, cayendo por el precipicio. Dak se vio impulsado hacia un muro, golpeándose la cabeza con múltiples gruesos metales. Kendall miró hacia bajó y se lanzó para rescatar a Jo. Caía con los engranes alrededor suyo. La velocidad era extremadamente rápida, y Kendall se encontraba lo bastante lejos como para atraparla entre sus brazos.
El tiempo se ralentizó ante sus ojos, viendo como Jo caía hacia el precipicio, con lágrimas en sus ojos y conteniendo la respiración. Lanzó una red y todo el tiempo volvió a su velocidad normal. La telaraña la atrapó por el abdomen. Kendall sólo pudo ver los ojos de su amada, suplicando ser rescatada. Ella cerró los ojos.
El muchacho rubio se sostuvo por un tubo con una mano, y por este movimiento, la telaraña se tensó. Sin embargo no consiguió frenar la velocidad, por lo que la red provocó un rebote, haciendo que el cuerpo de Jo formase una curva y al mismo tiempo, su nuca se golpease contra el suelo. Quedó suspendía sobre el piso a tan sólo un metro de altura. Kendall pegó la telaraña al mismo tubo del que se había sostenido, y se lanzó hacia la chica. El impacto contra el suelo fue sordo y al tocar el suelo, se quitó la máscara y la liberó del agarre de la red. La sostuvo en sus brazos, llamando su nombre.
–Jo… oye, Jo –algo en su corazón le decía que eso no iba nada bien. Ella no abría los ojos, y su cabeza estaba hacia atrás–. Respira, Jo –le tocó su cara, acariciando su piel aún con su guante. Sus verdes ojos comenzaron a humedecerse–. Estarás bien –no soportó más y rompió en llanto, acarició su cabello y su frente con delicadeza–. No te vayas… no te vayas… ¡que no te vayas! –un hilo de sangre salió emanó de su nariz, y resbaló por su mejilla–. Jo… ¡JO! –Kendall ocultó su enrojecida cara en el cuello de su novia–. ¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR, NO TE VAYAS! –sintió su corazón apretujado, y lentamente la destrucción del mismo. Roto –. No puedo hacerlo sin ti –susurró en un hilo de voz–. Lo siento…
Kendall Knight estaba de pie sobre la lápida de su primer y verdadero amor, Jo Taylor. Ya habían pasado seis meses, y aún seguía llevándole rosas. No tenía planeado volver a ser el Hombre Araña, y sin embargo, gracias a la grabación del discurso de graduación de la misma, volvía a ejercer su trabajo. Aún sentía un vacío en el pecho, y plan extrañaba todos y cada uno de los días que transcurría y temía que ese vacío se convirtiese en un problema permanente.
Cuando pasó una hora, se alejó del panteón y se dispuso a regresar con su hermana Katie y su madre, Jennifer. Al llegar a casa, su madre lo envolvió en un abrazo.
–¿Visitaste a Jo? –le preguntó y Kendall se limitó a asentir. Jennifer lo volvió a abrazar y lo obligó a que se sentase en la mesa del comedor. La casa no era muy grande, era de una planta con tres pisos y dos baños, una cocina, un comedor y una sala–. Kendall, sé que esta pérdida fue muy dura para ti, y todavía lo estas sobrellevando. Pero creo que es momento de dejarla ir…
–Me es muy difícil –aseguró Kendall.
–Nada es la vida será fácil, Kendall.
Entonces Kendall escuchó un grito que nadie más podía hacerlo. Provenía de cientos de kilómetros de distancia, en el centro de Manhattan. Kendall se puso de pie instantáneamente y corrió a su habitación, poniendo como excusa que debía estudiar para su próximo examen para la universidad. Cerró la puerta de su habitación con cerrojo que nadie más podría abrir. Abrió su armario y sacó el traje del hombre araña. Se desvistió y se colocó el traje.
–¡Aquí vamos! –dijo para sí.
…
Logan Mitchell, un chico de mediana estatura, piel clara y suave, cabello oscuro, ojos color chocolate, con hoyuelos en las mejillas cada vez que sonreía; estaba en la fila del banco para entregar un cheque que su padre le había entregado. Sólo faltaban quizá dos personas para poder hacer el movimiento bancario, cuando las ventanas del banco explotaron y todos los presentes gritaron, incluso algunos se vieron expulsados. Logan sólo pudo arrojarse pecho tierra, cubriéndose la nuca. Su corazón palpitaba agresivamente contra sus costillas, y su respiración estaba entrecortada, el sudor frío le caía por la espalda mientras unas figuras con pasamontañas entraban empuñando metralletas.
–¡NO SE MUEVAN, O DISPARAREMOS! –gritó la persona al mando del grupo; una mujer gritó con toda su energía, protegiendo a un niño entre brazos. Uno de los asaltantes la tomó por la parte posterior de cuello, obligándola a callar e hincarse sobre sus rodillas. El líder se acercó a uno de los bancarios, amenazándolo con el arma–. ¡ABRE LA CAJA FUERTE SINO QUIERES QUE AQUELLA MUJER Y EL NIÑO MUERAN! –el tragó saliva y se reincorporó de su asiento, el líder dio una orden para que sus compañeros rodeasen todo el banco. El hombre disparó hacia el cristal, haciéndose añicos y saltó hacia dentro, para ingresar a la caja fuerte.
–¡NO TE MUEVAS, INFELIZ! –amenazó el hombre que apuntaba a la mujer y al niño. Ella lloraba desenfrenadamente mientras acataba las órdenes del asaltante.
Entonces, Logan sintió como lo halaron desde la parte trasera de su playera, obligándolo a hincarse.
–Eres lindo… ¿cuál es tu nombre? –preguntó el hombre, acariciando la mejilla de Logan. Su voz era peligrosa, por lo que Logan tragó saliva con dificultad. Al no haber respuesta alguna, el hombre se exaspero y postró la punta del arma en la sien del muchacho. De sus ojos emanaban saldas lágrimas, e intentaba no perder la compostura ante ello–. ¡DIME TU NOMBRE!
–L-Lo-gan –respondió con voz temblorosa, y divisó como el líder y el trabajador salieron de la caja fuerte. El asaltante llevaba un par de bolsas de dinero, e hizo un ademan para que un par de sus compañeros robasen las bolsas que faltaban. Entraron rápidamente y salieron con las bolsas.
–Jefe –comentó uno–. Los policías ya rodearon el perímetro.
–Bien –respondió el líder, quien estaba de pie a un lado del su compañero que custodiaba a Logan. El líder miró hacia abajo y sonrió para el muchacho–. Nos llevaremos a este –confirmó, tomando a Logan por el cuello de la camisa.
Lo arrastró hacia la salida, colocando un cuchillo a la garganta de su rehén. Lo obligó a salir primero, para que los oficialices detuviesen el fuego. Uno de los compañeros le entregó un altavoz al hombre y habló, entregándole la custodia del cuchillo a su compañero.
–¡NO DISPAREN, A MENOS QUE QUIEREN PRESENCIAR LA MUERTE DE ESTE MUCHACHO, Y LA DE LOS CIVILES DENTRO DEL EDIFICIO! –los oficiales apuntaban hacia los asaltante, no movían ni una articulación de sus cuerpos. El líder sonrió bajo el pasamontañas y miró a sus compañeros–. Vámonos de aquí.
Sus subordinados subieron el dinero en un par de vagonetas sin ventanilla. Hasta que la última bolsa de dinero, ellos subieron a los mismo vehículos.
Logan sintió como quitaron el cuchillo de su garganta y sintió que volvía a respirar. Sin embargo, el líder negó con la cabeza y esposaron las manos del muchacho por detrás de su espalda. Esta acción fue la gota que derramó el vaso. Él se puso a gritar desenfrenadamente, intentando liberarse del agarre de su secuestrador.
–¡AYÚDENME! –gritó cientos de veces, llorando. Sin embargo, los asaltantes lo metieron a meterse a la vagoneta aplicando fuerza. Cuando entró al vehículo, cerraron las puertas de la cabina y se puso en marcha. Seguía gritando aún dentro, y el líder se exaspero por el chico, por lo que le metió un puñetazo en el labio y lo apuntó con el dedo índice.
–Será mejor que te calles, o tu destino será mucho peor de lo que he planeado.
Logan tragó saliva, callándose de forma inmediata. El líder sonrió, y sin embargo le apuntó con el arma.
–No intentes hacer algo radical –amenazó, quitándole las esposas–. Te mataré al instante.
La persecución había comenzado, con cientos de patrullas persiguiendo a los asaltantes por las calles de Manhattan. Ya habían informado al FBI, y las camionetas ya se habían unido a la persecución. Fue cuando el hombre araña hizo su aparición, viajando por las calles a través de sus redes. Las portezuelas de una de las vagonetas se abrieron a la par, mostrando como un asaltante sostenía un lanzacohetes. Kendall observó que la trayectoria del cohete se dirigía hacia él. Con una red, hizo girar el cohete, lanzándolo una vez más a los asaltantes.
–"¡Tienen a un civil allí dentro!" –escuchó en la radio de uno de los vehículos policiacos. Pero fue demasiado tarde, puestos que el inferior de ambas vagonetas explotaron y se volcaron con rapidez. El tiempo se ralentizó y observó a los presentes dentro de las vagonetas, intentando encontrar al civil. Cuando lo divisó, antes de que se pudiese dar un golpe contra uno de los muros metálicos de la vagoneta, arrojó una red a su cuerpo y lo haló hacia fuera.
Logan gritó al sentir como lo halaba la redujera del vehículo. Por unos instantes, estuvo en el aire, creyendo que todo había acabado. Vio como los vehículos explotaban y se incendiaban, y la calle estaba a cien metros bajo a él. Cerró los ojos para que su muerte fuese rápida, y sin embargo, el hombre araña lo atrapó mientras caía, abrazado su cuerpo.
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-Josué (◡‿◡ )
