Disclaimer: Todos los personajes de la saga de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.
Dos hombres caminaban, charlando, a lo largo de un pasillo del Ministerio de Magia.
– Mira, yo creo que lo mejor es mandar solos a los novatos a sus misiones.
– ¿Estás loco?, sé que son capaces, pero aun les falta práctica para poder capturar a magos por su propio cuenta.
– ¿Entonces qué propones, Prongs?
– Mandar a un novato con un auror que ya trabaje, sin embargo, no uno con mucha experiencia, no puedo darme ese lujo, uno que lleve un año o dos. ¿Tú qué crees, Padfoot? – Padfoot, se rascó la barbilla mientras entraban al cuartel de Aurores.
– Creo que es buena idea.
El cuartel de aurores era una gran sala circular, ampliada por magia; había unos lugares especiales donde entrenaban combate los aurores; eran una especie de cubos de cristal, pero en realidad eran escudos protectores que se alimentaban de los hechizos que en ellas caían, en total eran 5 cubos de combate, como les solían llamar. En el centro se alzaba un gran pilar de piedra donde estaban grabados los nombres de aquellos aurores caídos en combate. Las paredes de la sala estaban llenas de ventanas y puertas, algunas conducían a salones y otras eran oficinas, la más alta de ellas era la del jefe y subjefe del departamento de Aurores, que fue a donde se dirigieron James y Sirius, para poder llegar a la oficina subían a una pequeña plataforma hechizada que los llevaba flotando.
Al entrar ahí Sirius se puso a ver una revista pornográfica, con las piernas encima de su escritorio. James lo volteaba a ver cada tanto con aspecto enojado, porque estaba escribiendo en unos pergaminos.
– ¿Te gustaría ayudarme, perro holgazán?
– En realidad no, estoy ocupado. – Le decía mientras daba vuelta a la página y se ponía a comer palomitas. James lo fulminó con la mirada. Iba a decirle algo pero en ese momento entraron volando por una pequeña rendija unos pequeños avioncitos de papel de colores al despacho: memorándums. Uno de ellos se posó en la mesa de Sirius, el cual lo vio de reojo y lo intentó alcanzar. Cuando sus dedos rozaron el papel, este se incendió y ¡PUUUUM!
Sirius, de la sorpresa, intentó levantarse pero terminó tirando su silla hacia atrás, James se había protegido la cara con un folder. Una vez que pasó todo el ruido, siguió escribiendo mientras leía un memorándum. Sirius con la cara un poco chamuscada se levantó furioso y se dirigió a la puerta.
– ¡¿SE PUEDE SABER QUIÉN DEMON…? ¡AAAAAAAAAAaaaaaaaahh!
Había abierto la puerta furioso y había salido de ella olvidando por completo que se encontraban a una altura de unos 5 pisos. La plataforma mágica lanzó a Sirius un pequeño colchón morado para evitar lesiones por la caída. Sirius se levantó con gran dificultad de él. Una vez que logró salir de ahí, el colchón desapareció con un pequeño ¡plop!
Cerca de ahí unos cuantos jóvenes se revolcaban en el piso muertos de risa. Sirius estaba completamente desaliñado y despeinado.
– ¡Malditos demonios! – Sacó su varita y empezó a lanzarles hechizos a los jóvenes. Uno de cabello muy negro y el otro pelirrojo.
– ¡Vamos, padrino!, no puedo creer que cada semana caigas en la trampa. – Le decía Harry mientras evadía con facilidad los ataques del auror.
– Así… ¡Así es!, la señora Potter te ha… dicho que dejes de "leer"… pornografía pero no entiendes. – Le seguía el juego Ron, pero con un poco más de dificultad en esquivar los ataques del animago. Sirius, de pronto se transformó en un gran perro negro y se lanzó contra Ron, éste intentó retroceder y cayó. El perro le quitó la varita con la boca y cuando tocó el suelo se transformó nuevamente. Con un hechizo, desarmó a Harry y volteó a verlos con una gran sonrisa. Algunos aurores se asomaban desde algunas ventanas y aplaudían. Sirius hizo una gran reverencia.
– Y yo no puedo creer que sigan sin ganarme, par de inútiles – Les lanzó sus varitas a cada uno – aunque van mejorando. ¿Cuánto tiempo fue, Sasha?
– Tres minutos con veintinueve segundos – Le contestaba una aurora de unos treinta años, tenía en su mano un cronómetro.
– Al principio los derrotaba en diez segundos. – Decía Sirius con calma, Ron y Harry se sacudían las ropas riendo. Sirius se dirigió al baño. Los novatos conversaban con gran entusiasmo del duelo que habían presenciado.
Hasta el momento sólo había diez aurores jóvenes, de los cuales, dos eran del curso de Harry y Ron con un año de experiencia, otro con dos años de experiencia y los otros cinco novatos. Sin embargo, Harry y Ron eran los aurores más prometedores, esto, en parte a su talento y por otro lado porque habían sido entrenados por el jefe y el subjefe del departamento.
James bajó a la gran antesala del cuartel y llamó a los jóvenes aurores. Tenía un semblante serio, lo cual no era raro ya que era menos pasional e impulsivo que Sirius y por ello tenía su jefatura.
– Les tengo una misión a todos ustedes, nos han llegado casos de Shrewbury y Wolverhampton, acerca de incidentes que algunos muggles han tenido, sin embargo creemos que se tratan de bandas de magos que intentan instaurar un poco de caos. Me gustaría que hicieran unas misiones de rastreo para que los encuentren. Ahora, irán en grupos de dos y tres personas y estarán en diferentes sectores de las poblaciones para que investiguen. Tienen una semana a partir de mañana para mandarnos informes de estos malhechores. Y una vez que los localicen, y quiero plena certeza de ello, mandarán llamar a aurores más calificados para que los orienten y con la ayuda de ellos los capturen sin inquietar a los muggles. ¿Queda todo claro?, – Los jóvenes asintieron. – Bien, los equipos son como sigue: – James extendió un pergamino y leyó – señorita Zibelli con el joven Dyer – ambos se voltearon a ver y sonrieron en señal de aceptación – joven Weasley, joven Silcox y señorita Beckett, ustedes juntos y ustedes cinco irán a Shrewbury y se dirigirán al auror Shacklebolt. – Ron volteó a ver a Harry con cara de decepción, Harry levantó los hombros y torcía un poco la boca. Su padre siguió hablando – Señorita Sessa, señorita Durand y joven Hadley serán un equipo – se volteaban a ver entre ellos mientras asentían, no había mucha amistad entre ellos. Sin embargo lo que más llamó la atención fueron las dos últimas personas que quedaban… – y por ultimo joven Potter y la señorita Weasley serán el último equipo y todos ustedes se dirigirán al auror Black en Wolverhampton. –James enrolló el pergamino y se dirigió a su despacho.
Harry y Ginny se quedaron pegados al suelo viendo con los ojos muy abiertos a su jefe. Estaban en los extremos del grupo que empezaba a dispersarse; era sabido por todos en el cuartel que no se llevaban bien, y su enemistad no era desde ahí sino de años atrás, cuando aun estudiaban en Hogwarts. Ron también se encontraba sorprendido, eran los mejores amigos, él y Harry, pero sabía perfectamente que su hermana y Harry se odiaban, volteaba a verlos un poco asustado y sorprendido. Iba a avanzar hacia Harry cuando ambos salieron corriendo tras su jefe.
– Pap… Sr. Potter.
– Sr. Potter.
Ambos habían hablado al mismo tiempo. Se voltearon a ver con furia mientras James se giraba a verlos con cara de cansancio.
– No los voy a cambiar, ya es tiempo de que ambos maduren y aprendan a trabajar en equipo, a pesar de sus problemas personales. – Les decía con extrema frialdad, volteándolos a ver a ambos y es que desde que Ginny había ingresado a trabajar al ministerio los problemas entre Harry y ella se habían agravado. Se volteó y siguió caminando hacia su despacho, dejándolos un poco avergonzados. Se quedaron un momento pensativos cada uno en su lugar.
Sonó una conocida campana que les anunciaba su hora para comer. Ginny salió por la puerta un tanto contrariada mientras Harry la veía con un semblante enojado y un tanto triste. Ron se acercó a él y salieron por otra que conducía a la oficina Internacional de Leyes Mágicas, donde trabajaba Hermione. Al llegar ahí, ella levantó la vista de algunos pergaminos y les sonrió. Acabó de escribir y salió con ellos. Primero saludó a Harry con un leve beso en la mejilla y luego le dio un beso más pasional a Ron. Harry bufó y se adelantó un poco, mientras los tortolos se decían piropos.
– ¿Qué le pasa? – le pregunto Hermione a Ron, éste suspiró.
– Lo van a mandar a una misión con Ginny, él y ella solos. – Hermione abrió a los ojos sorprendida. Sin embargo sonrió un poco, lo cual le extrañó a Ron. – ¿Por qué te pone feliz?
– Ah, bueno Ron, ya lo sabes, yo creo que detrás de ese gran odio que dicen tenerse, hay algo más.
– ¿Otra vez con eso? Hermione, se detestan, no pueden estar uno al lado del otro sin gruñirse. – Le decía Ron en voz baja, Harry iba caminando adelante con la vista en el suelo y las manos en los bolsillos. Hermione sin embargo negó con la cabeza pero no dijo más. Llegaron con Harry y decidieron salir a comer al Londres muggle.
Ginny estaba en una cafetería un poco alejada del Ministerio, no tenía muchos amigos en el ahí y hacía tiempo que no tenía novio, por lo que la mayoría del tiempo comía sola, a veces comía con Hermione pero como era novia de su hermano y donde estaba su hermano estaba Harry, prefería no ir con ellos. Estaba dándole vueltas a su té con su cuchara mientras veía por la ventana. Se había sentido avergonzada ante las palabras de su superior. Y es que las peleas con Harry siempre habían sido constantes pero, todo había empeorado en los últimos meses, no sabía que pensar, muy en el fondo algo le decía que lo quería pero la actitud de él…
Cerró los ojos mientras recordaba…
A él no parecía interesarle ella, siempre había andado con otras chicas, (Cho Chang, Parvati Patil, Laura Madley…) mientras ella lo veía esperando ser la siguiente, pero es que él lo había dicho muy claro. Aun le dolía pensar en aquella noche de su tercer año, que los había escuchado en los vestidores del campo de Quidditch, ella se estaba cambiando pues era una suplente de cazadora.
– ¿Y qué te parece Ginny, Harry? – Le preguntaba Seamus, que había ido para ver como entrenaban junto con Dean pero ahora se habían quedado charlando animadamente. Ron estaba en las duchas. Harry se había reído despectivamente.
– Ginny es una niña, me gustan chicas más grandes, además no es tan hermosa ni tan simpática como Cho.
Ginny se había quedado de piedra cuando había escuchado eso. Recordó que había esperado que se fueran ellos para poder quedarse a llorar sola. Después de unas horas llegó Hermione por ella pero nunca le dijo porque estaba tan triste. Y desde ese día decidió olvidarse de Harry Potter, el presumido Potter que cada semana cambiaba de chica, Potter que no la consideraba bonita ni simpática.
Y pensar que se llevaba de maravilla con su hermana Layla, la pequeña y dulce Layla, cuatro años menor que Potter. Le recordaba mucho a ella misma, pelirroja con ojos color avellana. Aun después de salir del colegio seguían escribiéndose cartas.
Recordaba su último año de Hogwarts cuando Layla la había salvado de una situación un tanto peligrosa en Hogsmeade, Ginny salía con un chico de Ravenclaw de su mismo curso que le gustaba, Jeremy Stretton. Era un chico guapo y le agradaba conversar con él, conocía muchos lugares e historias. Estaban cerca de la Casa de los Gritos, besándose. Al principio le había gustado a Ginny, se sentía bien en los brazos de chicos, hasta que sus manos empezaron a moverse por su cintura y luego intentaron subir su blusa.
– No, – le había dicho separándose de él, intentó suavizar el momento con una sonrisa; el chico la observó con pasión y una sonrisa un poco malévola en sus labios. – no me siento cómoda.
Se acomodó la blusa e intentó jalarlo para seguir caminando; quería a Jeremy pero aun no lo conocía lo suficiente ni se sentía cómoda con él en esas situaciones. El joven caminó unos cuantos pasos pero después la empujó a unos arbustos, Ginny rio y se intentó zafar de sus brazos pero el chico tomó sus mano y las aprisionó contra el suelo.
– No te preocupes, linda, te haré sentir cómoda – Le había dicho mientras se abalanzaba a besarla de nuevo.
– N…
Jeremy la estaba besando de una manera muy brusca que le hacía daño, Ginny se intentó mover pero la tenía firmemente sujeta, en un momento el chico se separó de sus labios y empezó a besar y morder su cuello.
– ¡Suéltame, imbécil!, no… – Ginny había logrado soltar una mano del agarre de él y lo empujaba, pero el chico ahora si había logrado subir su blusa, Ginny se sentía expuesta mientras él aprisionaba su piel. – ¡BASTA!
De pronto el chico se quitó de encima de Ginny, porque la pequeña Layla Potter de 14 años le había dado una patada en el estómago, tenía cara de enfado y había sacado la varita, Ginny volteó a ver a la chica y luego al joven. Se levantó y acomodó sus ropas.
– Vámonos Layla, G… gracias – la había tomado del brazo para alejarse cuando Jeremy había jalado de la pierna a Layla haciéndola caer. Ginny intentó sacar su varita pero no la tenía.
– ¿Buscas esto, linda? – Le decía Jeremy mostrándole su varita, se había puesto de pie y tenía un pie sobre la cabeza de Layla. La joven lloraba e intentaba quitar el pie de su cabeza. Su varita había salido volando cuando cayó. Estaba indefensa.
– ¡Déjala, le haces daño! – Le gritó Ginny intentando acercarse a ellos. Pero el joven le apuntó con su propia varita.
– Se lo merece por estúpida; nunca me han caído bien los Potter, ¿sabes? – Se agachó sin dejar de apuntar a Ginny, quitó su pie de la cabeza de la chica y la tomó del cuello. Corría un poco de sangre y lágrimas por la cara de Layla cuando el chico la levantó. Lo miraba con odio y al mismo tiempo un poco de temor. – Él imbécil de tu hermano me quitó a mi novia ¿sabes?, me pregunto qué sentiría él si yo le hiciera algo a su linda hermanita.
Se acercó a la cara de la chica y con su mejilla acarició la de la chica mientras mordía el lóbulo de su oreja.
– ¡NOOO!, SUÉLTAME – Layla lo había empujado y Ginny había aprovechado para intentar quitarle su varita. Habían caído al suelo los dos mientras Layla ayudaba a Ginny. De la varita de Ginny salieron chispas rojas mientras ella y el chico peleaban, Layla lo jalaba de su brazo. Ahora fue Jeremy el que le dio una patada en el estómago a Layla, que cayó un poco sofocada.
– ¡Layla! – Ginny se había distraído y Jeremy aprovechó para empujarla. Él se levantó ágilmente y lanzó un desmaius a Layla la cual se desplomó, luego volvió a apuntar a Ginny.
– ¡Expelliarmus! – alguien le había lanzado el hechizo a Jeremy dejándolo desarmado, huyó mientras se acercaban dos personas corriendo, unas cuerdas lo tumbaron en el suelo a pocos metros. Parecía que tenía un ataque mientras intentaba zafarse de las cuerdas. Las personas que habían llegado a auxiliar a Layla y a Ginny habían sido Ron y Harry.
– ¡Ennervate! – dijo Harry mientras apuntaba al pecho de su hermana, Layla abrió sus ojos y se intentó incorporar.
– ¡Harry, Ginny está... Auch! – Decía con prisa mientras se levantaba, Ron ayudaba a su hermana.
– Tranquila, está bien, ¿qué te hizo ese imbécil, estás bien? – Harry movía la cabeza de su hermana.
– Estoy bien, auch, – se inclinó – es que me pateó. – Harry levantó a su hermana en brazos, estaba pálida, ambos voltearon a ver a Ginny.
– ¿Estás bien, Ginny? – Le decía Ron mientras la ayudaba a levantarse, la blusa de Ginny tenía unas cuantas gotas de sangre pero se encontraba mejor que Layla.
– Si. – Le contestó Ginny sin verlo, porque sus ojos estaban fijos en los de Harry que la miraban con curiosidad y preocupación.
Al poco tiempo llegaron algunos profesores, entre ellos Lily Potter que daba clases de Aritmancia. Llevaron a Ginny y a Layla a la enfermería. Harry observó como curaban a su hermana y de vez en cuando le lanzaba miradas a Ginny. Ginny estaba siendo interrogada y regañada por Ron.
– Sólo a ti se te ocurre andar con semejante imbécil.
– Mira quien me viene a dar consejos de amor, quien tardó seis años en declarársele a Hermione.
– No estamos hablando de mí, renacuaja, sino de ti. Agradece que Harry y yo hayamos venido a saludar, sino quien sabe que les habría hecho a las dos.
– Quien me salvó fue Layla, a ustedes no les debo nada.
Harry se acercó a la cama de Ginny mientras Ron se alejaba para saludar a Layla y a Lily. Ginny lo observó y lo miró con recelo. Harry se quedó un momento callado, se sentó en su cama y la tomó de la mano, pero sin mirarla. Ginny se sorprendió pero no retiro su mano de la de Harry. Harry acariciaba algunos rasguños que tenía.
– Gracias, Gin. – Comenzó Harry sin mirarla. – Por cuidar de mi hermana, ella te adora. Yo también…– volteó a verla a los ojos – yo también te quiero. Perdón por todo lo que ha pasado entre nosotros – Agregó en voz más baja, Ginny se sonrojó un poco. Pero era mayor el resentimiento que sentía hacia él, por lo que sonrió tranquila. Harry tomó esa sonrisa como una buena señal.
– Yo también la quiero, Potter… – Harry se acercó a ella para besarla, Ginny habló de nuevo cuando los labios de él la rozaron – lástima que sea hermana de alguien como tú.
Harry se alejó sorprendido. Ginny sonreía con maldad y burla. Quitó su mano de la de él y en voz baja agregó:
– Porque yo nunca podría querer a un imbécil como tú.
Ginny abrió los ojos. Aun recordaba ese día y algunas veces se arrepentía de haberle dicho eso, otras no tanto. Y es que justo unos días antes de aquel incidente, en su cumpleaños en la Madriguera, Harry le había presumido su más reciente "adquisición", una hermosa morena de ojos verde agua. La chica a pesar de ser bonita tenía un carácter detestable que no merecía ni recordar su nombre. Era una joven que estudiaba junto con él y Ron en la academia de Aurores.
Había embriagado a Harry un poco más de la cuenta y estaban haciendo unas demostraciones de pasión no muy bien vistas por nadie. Mucho menos por Ginny. Harry al ser regañado por James, se había llevado a la chica dentro de la Madriguera haciendo creer a todos que se habían ido, Ginny se había sentido un poco decepcionada del chico, pues últimamente no se peleaban tanto. Se disculpó con Lily y Layla, con quienes platicaba en ese momento y se dirigió a su cuarto. Subió los escalones con calma y abrió la puerta. Se sintió completamente abochornada cuando vio lo que ocurría en su cama. Harry y la tipa no se habían ido. Estaban besándose de una manera muy apasionada, Harry ya no traía su playera y la chica se había quitado el vestido. Ginny encendió la luz de su cuarto. Harry se separó de su novia y volteó a ver a la puerta, cuando los ojos de Harry y Ginny se cruzaron, Harry se ruborizó y bajo la mirada a su novia y nuevamente volvió a ver a Ginny.
– Váyanse a revolcar a otro lado. – Les decía Ginny mientras se hacía a un lado en la puerta. La chica se levantó y riendo se puso el vestido y salió no sin antes decir:
– Como digas, Gina, ¡Feliz Cumpleaños! – Ginny la fulminó con la mirada mientras bajaba por los escalones. Sabía perfectamente que la chica le había dicho otro nombre para hacerla enojar más. Volteó a ver a Harry, él la observaba con aflicción; no se había puesto su playera por lo que Ginny pudo ver que estaba en forma, debido a los entrenamientos en la Academia, pero además de eso, algunos chupetones en su cuerpo.
– Sal de mi cuarto Potter.
– Ginny, yo…
– Sal de mi cuarto. – Le decía Ginny señalando de nuevo la puerta. Harry la observó con calma y se dirigió a la salida; una vez que estuvo frente a ella la besó.
Al principio la besó con calma y luego la acercó a su cuerpo jalándola por la cintura. Ginny lo había empujado con fuerza pero Harry no la había soltado. La encaminó hacia la cama pero Ginny logró zafarse. Harry la miró y ella le dio una fuerte cachetada. Harry la volteó a ver con enojo e intentó volver a besarla pero Ginny se alejó de él.
– ¡¿Qué te pasa? ¿Quién te crees para besarme? – Harry abría la boca para responderle pero Ginny no lo dejó hablar – ¡No soy una más de tus conquistas!, eres un patán venir a revolcarte en ¡mi cama! con la zorra de tu novia y luego besarme. ¿Qué clase de hombre eres? – Ginny tomó aire y volvió a señalar la puerta de su cuarto – lárgate de aquí.
Harry la miró y la tomó de las manos acercándola a él. Ginny se intentó soltar pero Harry la acercó más a él.
– Vamos, – le decía en su cara por lo que Ginny pudo oler su aliento alcohólico – ¿crees que no se qué te gusto?, te estoy haciendo un FAVOR. Tú también me gustas, ¿Por qué no andarías conmigo? – La volvió a tomar de la cintura y la besó, Ginny se resistió al principio pero después con lágrimas en los ojos aceptó su caricia. ¿Era tan obvio?, ¿de verdad todos sabían que lo quería a pesar de su actitud de rechazo? Harry la besó con pasión y mordió un poco su labio inferior. Rio mientras se separaba de ella. Ginny lo vio un poco confundida. Harry la empujó a su cama, ella cayó y lo observó ponerse la playera mientras salía de su cuarto sin voltear a verla.
Por actitudes y humillaciones como esas lo odiaba. Primero portándose como un idiota y luego intentando componer las cosas con un te quiero. Aun no entendía por qué la había besado en su fiesta, era verdad que estaba embriagado pero al principio la había visto con vergüenza… No sabía que pensar.
Y ahora iba a viajar con él, ella y él, solos, en una misión de una semana. Bufó y tomó su té. Ya no sabía que sentía por él, no sabía que era más, el odio o el amor. Aunque intentaba sentir por él indiferencia, siempre, siempre acababa adorándolo. Siempre en silencio y siempre odiándose por sentir algo…
N.A: Hola, esta es una idea que se me ocurrió pensando en que escribir, la fui maquinando y me gusta un poco por que es diferente. Espero les guste. Suplico un review les guste o no para mejora ;)
FreyaF.
