Estoy con otros aires, realmente, denme un tiempo para poder construir mi ritmo again -si es que tenía alguno - sarcasm- Bueno.
Echando de lado todo eso, un nuevo fanfic, Ichiruki. ¿Alguien vio el 425? xD ah me sorprendió tanto.
Btw. Este fanfic se situa después de la muerte de Aizen.
Pude haberlo hecho, sin embargo, pensé que lo mejor era tener que decir adiós.
Karakura – Japón.
5 años después de la partida de Rukia.
—¿Crees que es lo mejor?
—Vuelves a repetir lo mismo y juro que esta vez si te hundo el puño en la cara Ishida. —Repitió hasta el cansancio un joven de ceño fruncido.
—Vale vale, dimito, contigo no se puede, no has cambiado ese peor mal humor desde hace un buen tiempo así que era cuestión de acostumbrarnos…Supongo. —Agregó.
Su receptor soltó un bufido luego de escuchar aquellas palabras y cerró con fuerza el maletín atestado de ropa y chucherías que pretendía darle uso ni bien llegase a su destino.
—¿Al menos se lo dijiste a ella? —Cuestionó al observarlo intentar acomodar algunos retazos de prenda que habían quedado afuera del contenedor.
—No tiene por qué enterarse todavía.
—No sé si te habrás dado cuenta, pero estás haciendo las maletas. ¿Cuándo pretendes decírselo?, ¿Cuándo estés en el avión?
Kurosaki observó lo que quedaba de su habitación, estaba dejando muchas cosas atrás pero no tenía ninguna intención de conservar todo, siempre había sido el tipo de persona que no le pegaba la onda de tenerle afecto a las cosas materiales.
—No.
A pesar de haber sido corta y directa la respuesta, el muchacho no se atrevía a darle la cara, revisaba despreocupadamente su armario viendo si es que restaba alguna cosa importante.
—Si no se lo vas a decir tú entonces…
—Ni se te ocurra decir ni una palabra mas ¿entendiste?, no tienes ningún derecho Ishida.
—Como si lo fuera. —Espetó el doctor novato. —Inoue-san siempre será una persona valiosa para mi, no tiene por qué soportar tus desplantes…
—Yo no le he hecho ningún desplante.
—¿Qué no?, déjame recordarte las veces que la has cancelado por algún asunto trivial…
—No eran asuntos sin importancia Ishida,¡sabes perfectamente que…!
—¿Que qué?, ¿otro grito de hollow?, ¿otro shinigami?.
El aire se tensó.
—¡¿Pero qué carajos…? ¡¿Desde cuándo vienes tú a decirme qué o que no hacer?, ¡he estado dos años acostumbrándome a la vida de Shinigami y es normal que aún tenga ese tipo de…!
—Dos años siendo shinigami y cinco años sin serlo después, ¿un poco obvio Kurosaki no? Es lógico que lo que estás esperando no son exactamente sonidos de hollows.
El joven lanzó una risotada.
—No esperarás a que termine agarrándome a golpes contigo ¿o si?, no soy un niñato.
—Entonces compórtate como si no lo fueras. —Increpó ácidamente. —Llama a Inoue-san, dile de tu decisión y todo estará bien.
Detestaba que le diesen ordenes, gruñó un poco al saber que tenía razón, después de todo, Inoue le había brindado tres años y medio de relación sana en la cual lo único que él hacía era estar atento de algún movimiento paranormal, aún con la estúpida esperanza de que tuviese poder espiritual.
Sin embargo, la charla que tuvo con su padre una semana después del incidente de Aizen le había hecho pisar la tierra de una forma muy dura y directa, no tenía posibilidades, si su padre que era un grandioso Shinigami se demoró cerca de diez años en recuperar algo de sus vestigios, ¿por qué el tendría que hacerlo en menos tiempo?.
¿Y para qué?
Sus servicios como shinigami sustituto, lógicamente y a juzgar por la tranquilidad del lugar, ya eran imprescindibles. Hasta quizás ya lo hayan olvidado.
La falta de contacto con lo paranormal y su imaginación se encargaron de hacerle creer en la terrible posibilidad de que el tiempo en la Sociedad de Almas pasaba más rápido que en el mundo humano.
Podría decir que se pasó una gran cantidad de meses tratando de salvar a Ru…
—Ya, lo haré, si con eso te vas a callar.
Ishida suspiró.
Tan cabezota como siempre, y con el peor humor. Se preguntaba ¿cómo es que Inoue-san le había podido soportar?
Se estaba demorando.
Habían quedado justamente encontrarse esa tarde para tomar un poco de café, usualmente había desistido de invitarle a su casa, aún sentía vergüenza inocente al sentirse observada por su hermano mayor y con Ichigo en la casa.
Miró con algo de impaciencia su reloj. Jugueteó un poco con sus pies, sentada en el sofá de la salita de estar.
Se demoraba.
¿Si le llamaba?
Aunque lo mas probable es que no conteste.
A lo mejor está en exámenes y se le olvidó mencionar el hecho de que llegaría tarde o que no llegaría.
¿Sería imprudente de su parte ir a su casa?
Quizás no debería ser tan exagerada. Ichigo siempre había sido el tipo de persona que odiaba que se preocupasen por él…Al menos eso le hubo mencionado una vez cuando, de forma inconsciente, había llenado su teléfono de llamadas perdidas.
Orihime, discúlpame pero detesto que hagan eso. —Mencionó de forma tranquila observando como la peliroja se ruborizaba.
—L-lo siento Kurosaki-kun…Yo sólo…
—Olvídalo, ya pasó —Posando una mano en su cabeza para tranquilizarla, quizás estaba siendo demasiado rudo, ella solamente cumplía su rol de pareja, preocuparse, y se lo agradecía aunque seguía siendo extraño. —Ah y, me gustaría que ya comenzases a llamarme por mi nombre. —Agregó de forma media incómoda.
Tenía que aceptar que, a pesar de haber estado hace unas cuantas semanas, aún seguía llamándole por su apellido, él había cumplido con su parte de referirse a ella por el suyo.
Volviendo a la realidad, ella tenía que pensar tranquilamente sobre estas situaciones.
"Seguramente tuvo algún asunto importante" —Pensó de forma convincente, aunque era más para si que para otra persona.
Decidió que lo mejor sería no insistir y simplemente esperar, ya él se contactaría con ella.
Shinigami.
¿Cómo es que se encontrase extrañando serlo?
Tenía que aceptarlo, había pasado un buen tiempo, tiempo suficiente como para poder tener la capacidad de echarle tierra al asunto y poder pasar la página.
Sin embargo.
Por alguna extraña, o quizás, no tan extraña…Aún sentía la necesidad de saber que era del otro mundo que había dejado atrás.
Pudo, lógicamente ir a contactar a Urahara, pero el mercader no le daba más información que la que necesitaba.
—Están todos bien.
Y aún así, a pesar de haberse percatado de sus miradas insistentes, el sujeto no decía nada más, simplemente esbozaba una sonrisa y siempre terminaba diciendo entre tantas cosas, que deje de estarse preocupando por banalidades y que mejor se concentre en su vida.
—Aprovéchala, después de todo, cuando eras un shinigami sustituto, siempre te andabas quejando del trabajo que se te encomendaba.
Cierto, siempre se quejaba, pero no es lo mismo andarse quejando que odiarlo ¿o sí?
¿Qué sería de Rukia?
Y tenía que aceptarlo, su vida empezó a pintarse en blanco y negro desde que la pequeña shinigami había desaparecido.
En el instante en el que comenzaba a desaparecer frente a sus ojos, las últimas miradas que se dieron, todo…
Pasó tan rápido que no le había dado tiempo a reaccionar, a aprender a decir:
No te vayas.
Despertó bañado en sudor. Era la tercera noche consecutiva en que su mente se había empecinado en recrear esa escena.
La sensación de querer decir algo, pero que las palabras no salgan de tu boca era tan terrible…Pero sobretodo, la pesadilla se volvería llevadera si es que no pudiese mirarle a los ojos.
Esos ojos…
Los ojos azules profundos en los cuales lo único que podía ver era tristeza lograban enloquecerlo, hacerle sentir un vacío en el pecho que no quería ni recordar a qué se sentía.
"Maldición". —Susurró sujetándose la cabeza con ambas manos mientras se sentaba en la cama.
¿Por qué aún no podía sacarla de sus pensamientos?
—¿Por qué Rukia?
Se levantó, totalmente convencido que esa noche no podría volver a conciliar el sueño.
Dentro de cinco horas estaría parado en el aeropuerto esperando su vuelo.
Aunque la idea no le pareció del todo buena a Ishida, Ichigo había decidido tratar de rehacer su vida, o bien, lo que quedaba de ella; había llegado a la conclusión que las cosas no podían seguir así, por su propio beneficio y por el de los demás. Le apenaba en el alma dejar a Orihime de esa manera y sabía que estaba actuando como un total bastardo pero…Sinceramente, él sentía que ella merecía a alguien mejor, no a un sujeto que se la pasaba la mayor parte del tiempo amargado.
Porque eso se había vuelto, una persona poco sensata y enfocada en los estudios.
Sin embargo, tenía que aceptar y agradecer el apoyo de su padre y hermanas ante su cambio de actitud, que si bien contra ellos no chocaba mucho, si con los que eran sus amigos.
Y estaba completamente decidido, tenía que cambiar de rumbo, tenía que ver que nuevos aires le esperaban, había aceptado una beca para terminar sus estudios de medicina en Italia y pensaba que ir a un país Europeo podría ser, de paso, un momento oportuno para poder, totalmente, completar el intento de dar vuelta a la página.
Observó una foto en la cual él se podía ver a si mismo abrazando a una bella chica de cabellos largos y naranjos.
—Lo siento Inoue.
Lo presentía, aquella tarde ni bien hubo puesto un pie en la calle saliendo de la casa de Kurosaki.
Lo que iba a suceder.
Aquella misma tarde ella había llamado.
No se encontraba en su departamento en ese instante pero ya podía entender de qué se trataba el asunto.
—Ishida-kun, di-disculpame por haberte llamado de improvisto, es que…Ichig-, Kurosaki-kun me dijo…—Se escuchaba un sonido en silencio—Me dijo…que se iba…Yo no sabía nada y….Qu-quería no sé…Alguna fiesta de despedida….No quiero que Kurosa-Kurosaki-kun se sienta mal con nada…Yo…¿Me devolverías la llamada? Je je, ¿por favor?...
Pudo percibir como se le quebraba la voz en las últimas líneas. Inoue-san siempre había sido del tipo de persona que se le daba mal el arte de la mentira. Dado que ella misma era como un libro abierto no sólo para él, sino para todos.
Canceló todas sus consultas de ese día, y aunque la decisión era poco razonable –en estos casos era mejor dejarla sola-, había decidido que no tenía por qué necesariamente escuchar lo que le dictaminaba el cerebro.
-Pasajeros con destino a Roma por favor sírvase a pasar con su equipaje en la puerta de abordaje número cinco-
Y así, la voz femenina que se amplificaba en el gigantesco lugar invadía cada rincón avisando a los tan ansiados pasajeros.
Se encontraba tomando un café y a pesar de que el tiempo se estaba acabando, aún seguía sentado observando como el líquido negro se movía de forma sinuosa dentro del vaso.
—Vaya estupidez. —susurró el ex shinigami sustituto mientras se levantaba pesadamente de su lugar para dirigirse en marcha luego de unos minutos en los cuales había quedado en estado de letargo interno.
Varios pensamientos zurcaron en su mente mientras observaba como poco a poco, el avión se despegaba del suelo para tomar rumbo en el amplio cielo.
No cansaba de pedir disculpas de forma interna a Inoue, sabía perfectamente que ella debería de tener todo el derecho del mundo de ir, al menos, despedirle, más sin embargo él era consciente de cómo es que actuaria la chica de orbes plomas al decirle adiós.
Quizás esa sea la razón por la cual no contestaba sus llamadas, no informó más que lo necesario en su casa — Luego de muchos sollozos y abrazos por parte de Yuzu—, y había decidido cambiar de celular.
Si iba a comenzar, qué mejor opción que desligarse de todo lo que le unía al pasado —Se preguntó.
Recordaba con una nostalgia amarga como deseaba salir de ese lugar que parecía un infierno, ciertamente los primeros días no habían sido nada placenteros ni cómodos. Cada rincón del sitio le hacía rememorar de forma inconsciente cada uno de los sentimientos de desesperación y pesadumbre que sentía al pasar las horas. El lejano techo le tomaba por advertencia cuán frío era el suelo y cuanto había soñado con estar afuera. Las finas aberturas que simulaban ventanas eran el claro anuncio de una mañana o una tarde soleada, o tal vez, una noche de luna llena.
Pero por sobre todas las cosas, nunca esperaba que volviese a usarlo, el típico traje blanco que representaba la purificación del alma total. La representación de la demanda por justicia.
La justicia de la Sociedad de Almas.
Y sin embargo, a pesar de estar encerrada, ella había decidido que sería mejor estar ahí.
Estando en casi un estado de ensueño, la muchacha abrió sus orbes improvistamente al escuchar el sonido de las puertas del sitio.
—He venido a visitarte…—La voz se escuchaba claramente incómoda. —Salí de mis obligaciones para ver como andabas. —Agregó al no escuchar ningún tipo de respuesta.
La otra persona que se encontraba en la misma habitación se movió para luego esbozar una sonrisa cansada.
—No creo que sea necesario que vengas.
El pelirrojo observó por unos instantes los rasgos de su compañera e intentaba descifrar lo que quería realmente decir. Apretó los puños de forma casi inconsciente al ver tal templanza en ella.
—Deja de decir pura basura, estúpida. —Habló al ver como la morena movía la cabeza de un lado a otro y se sentaba al borde de una cama que tenía aspecto de no haber sido usada en semanas. —Hace dos meses que sigues aquí y no muestras ningún signo de querer ser razonable. —Reprochó.
—Renji…Aquí nadie está siendo razonable. —Endureció la mirada.
Hubo un silencio que logró tensar el ambiente agradable que se estaba formando entre ellos dos.
—Detesto que seas tan cabezota, no deberías de estar acá, no nuevamente.
—Sin embargo, ya te dije que ni tu ni Nii-sama deben de interferir en esto.
—¡Te estás condenando maldita sea!, ¡Por un estúpido recuerdo!
—No solo es un recuerdo, es una persona quien deberíamos de agradecer por habernos ayudado en la guerra contra Aizen. —Alzó la voz.
—Sabes que no nos referimos a eso.
—Me niego a aceptar que Ichigo haya sido capaz de semejante cosa, ¡había perdido sus poderes de Shinigami, soy testigo! —Guardó una pausa, tratando de formular la oración que se estaba formando en su mente— ¡Desaparecí frente a él!
—Urahara reportó que el objeto que ayuda a recuperar energía espiritual se encuentra como no habido. Deja de mirarme así —Espetó— yo también dudo que ese imbécil tenga cabeza suficiente para trazar un plan de esa magnitud pero…—Se rascó la cabeza nerviosamente—Hay muchas pruebas que apuntarían a él.
—Deberían de enfocarse en dirigir su investigación hacía otro rumbo, tal vez si…
—¡Basta, por ser tan terca es que terminaste con este castigo!, ¡Fuiste muy impulsiva al gritarle semejantes tonterías a los representantes de la Cámara 46!.
—Bueno…No me arrepiento, alguien tenía que hacerles ver que, después de tomar una decisión tan poco lógica como condenar a Aizen a dos mil años a pesar de su inmortalidad, su forma de pensar estaba mal. —Sonrió de forma cómplice.
—Buscaré la forma de que te saquen de aquí lo más pronto posible. Ukitake- taicho está buscando la manera a su estilo. Y creo que otras personas más…—Recordando a su Capitán.
—No te molestes, al menos estoy libre de responsabilidades. Deja tú de meterte en problemas.
—Rukia…—Cambió el tono de su voz. —Pasando el tema, vine a informarte que te retiraron de tu cargo de Fukutaichou de la división treceava.
Tuvo la impresión de haber visto la sorpresa cruzar en los profundos ojos azulmarino de su amiga de la infancia, sin embargo, podía decir con toda certeza que ella estaba haciendo lo posible para ocultar sus emociones al recibir aquella noticia.
Ese era uno de los puestos que sin duda, había llegado a anhelar después de la muerte de Kaien.
La muchacha desvió la mirada a una de las ventanas que tenía el lugar, apreciando como el rayo de luz iluminaba el sitio.
—Bueno, eso ya me lo esperaba.
—Sabes que estás sacrificando bastante por seguir en tu posición Rukia.
—Lo siento, sabes que soy una cabezota. —Se excusó de forma falsa la shinigami.
Sin más que decir, el pelirrojo se retiró del lugar no sin antes darle un último vistazo.
Al escuchar el sonido de la puerta cerrarse y escuchar el típico sonido de que se aseguraba por completo todo a su alrededor, pudo dejarse caer al suelo de la impresión.
Le habían removido del cargo que más había ansiado con todo el corazón estar.
Los de la sociedad de almas actuaban de la misma forma que la otra vez. Siguiendo sus estúpidas reglas y tomando todo según su conveniencia.
Maldición
Tenía que esperar cinco años para poder salir de ahí. Y sin embargo, aquel tiempo le parecía efímero al momento de haberlo sentenciado.
Agradece que hayan intercedido por ti para reducir el castigo.
Le dijeron, y pudo comprender quién había sido la persona que se había tomado semejante molestia.
Gracias Nii-sama
Miró el cielo despejado bajo sí mismo, increíblemente, ni una nube era vista desde el avión. El clima se encontraba pasivo y tranquilo. Pudo acomodarse en su asiento mientras pedía otra copa de licor.
En estos últimos años, había cogido la mala costumbre de tomar licor cuando sentía ansiedad. Aunque tal hecho, en esta ocasión, lo ameritaba dado que ni bien pusiera un pie en el suelo europeo, sus rutinas de vida hasta ahora conocidas tendrían que cambiar de forma abrupta.
Dentro de poco procederemos a aterrizar, por favor procedan a tomar las medidas de seguridad necesarias que serán indicadas por nuestras azafatas, gracias.
Ni bien se hubo procedido a informar a los pasajeros, el pelinaranjo pudo ver como una simpática y sonriente muchacha explicaba las instrucciones.
Seguro es nueva.
Dentro de unos cuantos minutos tendría que enfrentar la realidad, nada había cambiado, ni aunque lo haya soñado nuevamente aquella noche, todo seguía igual, su curso.
El mundo seguía girando y él sentía que se quedaba atrás.
Más curiosamente, sentía que algo andaba mal desde hace unos años.
Desde que ella se fue de su lado.
El salón donde se hallaba era totalmente tenebroso, sin obviar lo último que estaba viendo de manera sorprendida, ¿Tantas personas de la cámara de los 46 frente suyo?, ¿solamente para el proceso de rutina de término de sentencia?
Se sentía, extrañamente, sola y la sensación de que fuese observada se incrementó de forma alarmante en ella cuando los murmullos cesaron y un anciano de miles de años —calculó—, se paró frente a ella y empezó a hablar a lo demás.
—Kuchiki Rukia —Dijo con voz estoica y monótona—Se encuentra aquí dado que se cumplió satisfactoriamente su penitencia de cinco años de encierro.
Muchos volvieron a murmurar.
Aquello no le daba buena espina.
—Sin embargo, —tosió un poco el viejo— después de una reunión en la cual se expuso los motivos de su castigo, se decidió que la zankapatouh de la cual es poseedora, será confiscada por tiempo indefinido.
—¡¿Pero qué?
—¡Silencio!
¿Qué pretendían quitarle a Sode no Shirayuki?, ¿Desde cuándo la sociedad de almas tomaba decisiones de tal índole?
—Veo que, por el rostro de desconcierto que tiene, no puede entender el por qué se le quitó su zankapatouh —Habló el viejo, mientras el primer capitán de los trece escuadrones tomaba asiento en su lugar. — Sin embargo, deberá de comprender, que se toman medidas así por motivos de fuerza mayor que esperamos que comprenda.
¿Motivos de fuerza mayor?
—Entiendo.
Por ahora no podía hacer nada, le habían incapacitado de poder luchar, lo cual daba a entender que…
—Como ya habrá notado, también quedará, temporalmente, incapacitada para poder ejercer su cargo de shinigami. Sin embargo, se le otorgará otra misión de la cual no tendrá necesidad de usar sus poderes a ese extremo.
Guardó silencio, esperando y observando cómo los integrantes del lugar, cuchicheaban con más fuerza.
—Tendrá la misión de custodiar a Kurosaki Ichigo. —Dijo
¿Qué tal? ...¿Tomatazos? (:
