Forbidden

Necesita controlarlo. Aún cuando sabe que está realmente mal, Tom necesita actuar como si nada estuviera ocurriendo y ocultar toda esa maraña que siente debajo de la alfombra.

Debe calmar el fuego que se desliza por debajo de su piel cada vez que lo ve. Tiene que suprimir los suspiros que escapan de su boca cada que piensa en él. Y se obliga a acallar las voces en su cabeza que le gritan que lo destruya todo porque, simplemente, no puede hacerlo. No puede quitar sus ojos de Marco.

Y es frustrante, por cierto. Porque se siente tan débil y tan vulnerable en esas horas en las que solo se sienta, sin prestar verdadera atención en dónde, y se pierde en ese río de emociones que parecieran arrastrarlo con más fuerza a cada minuto que pasa. Vaga en su propio mundo, en su propia fantasía en la que a su lado, sonriéndole cálidamente, se encuentra Marco.

Y sabe que, de alguna forma, es un sueño raro y, tal vez, retorcido. Que ese chico es humano y por obvio motivo, él no debe de siquiera mirarlo. Que existe un abismo entre ellos dos que ni todo su fanatismo por Love Sentence puede acortar.

Y a veces no puede entender muy bien cómo llegó a sentir esa extreña necesidad de estar cerca de él. Justamente de Marco Díaz.

Pero cuando lo observa (escondido en algún lugar alejado para que no lo vea), se da cuenta de que todas las respuestas están ahí mismo, en sus ojos.

Porque los ojos de Marco son como esquirlas de algún universo lejano; llenas de magia, de fuerza y misterio. Díaz es como una cajita que guarda innumerables secretos, retazos de mundos desconocidos, sensaciones y sentimientos inexplorados, que Tom se encargaría de develar uno por uno, y tomarlos para sí.

Pero sabe que no debe hacerlo, que el chico no lo dejaría. Tom es un demonio, a fin de cuentas, ¿por qué le dejaría acercarse más de lo debido?, Marco no lo quiere a su lado. (Nadie lo hace, de hecho).

Por eso se maldice tanto y tantas veces, por dejarse caer hasta ese punto, por dejar a su corazón pensar por cuenta propia, y por no haber sido capaz de detenerlo a tiempo.

Tom ahora es puro mutismo, pura confusión andante. Es sordo y ciego ante su propio yo. El que hiere, el que destroza. El que luchaba para mantener encerrado bajo siete llaves.

Desapareció.

Y es libre, en cierto sentido.

Porque sabe que si Marco lo viera y comprendiera, se alejaría. Y Tom no quiere perder esa extraña relación (como un acuerdo de paz, o una tregua) que mantienen.

Se rompería mucho más de lo que ya está. Perdería ese ''algo'' por la que se esfuerza en parecer calmado, estar bien. (Aunque trata de convencerse de que realmente lo está, que por él esta cambiando) Así que sigue atado de alguna forma, para que la situación no se le escape de las manos y todo termine antes mismo de haber comenzado.

Tom ha ido aprendiendo a callarse y a disimular para no perderlo (y perderse a si mismo tambien).

Porque, toda esa maraña de sentimientos que nacen en su pecho y terminan deslizándose en sus mejillas por las noches, son como cadenas que lo mantienen unido a la realidad. A una realidad en la que finalmente él no es el villano, sino un personaje más.

Por que, al final de cuentas, es lo más parecido y lo más cerca que llegará de la felicidad.

Y con tal de protegerla, Tom mentirá, resistirá y se controlará.


Bueno, en mi país son las 3:36 am exactamente asi que... Buenas madrugadas (? Desde hace rato no pude volver a dormir por lo que hice esto (lamento los sinsentidos que pueda tener :'v)

Es la primera vez que escribo algo para este fandom asi que tiene mucho ooc, pero siempre quise hacer algo así, ver sufrir a Tom (soy mala persona?) y mucho mejor si es por Marco. Últimamente estos dos me traen loca...

En fin, gracias por leer^^