Annie y Auggie
—Quiero hablar ahora, Annie
Annie miró a su amigo y sonrió.
—¿Sobre qué quieres hablar?
Entonces sintió cómo su mano se posaba sobre su cuerpo. Empezando por su cintura subió por su brazo. Cerró los ojos al notar el tacto de su piel sobre la suya, todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo temblaron al notar su calor. Cuántas veces había soñado con ese momento. Sabía que iba a besarla, su mano llegó hasta su cara, oyó cómo dejaba caer el bastó y con sus dos manos sujetó su rostro frente a la suya y sintió cómo sus labios se posaban por fin sobre los suyos. Fue un beso tierno y dulce, no podía ser de otra forma, Auggie era así. Cerró los ojos y disfrutó del sabor de su beso. Al abrirlos le vio y supo que era lo correcto.
—Me alegro que estemos teniendo esta conversación.
Auggie sonrió y volvió a besarla. Pero esta vez el beso se fue tornando cada vez más apasionado. Poco a poco la ropa fue sobrando. Annie comenzó a quitarle la chaqueta y la corbata entre besos y caricias a la vez que Auggie se deshacía de su camiseta. Desabrochó los botones de la camisa, dejando a la vista el fantástico torso desnudo de su compañero. Llegaron hasta la cama y se dejaron caer.
—Annie —dijo Auggie entre besos— ¿Estás segura de esto? Sabes que esto lo cambia todo.
—¿Te estás arrepintiendo? —Annie le miró con preocupación, no se iría a arrepentir ahora, después del tiempo que les había costado llegar hasta allí, no iba a dejar que el miedo le atenazara.
—No claro que no —la tranquilizó él volviendo a besarla—, contigo nunca. Solo quiero saber que tú sientes lo mismo, si no piensas que esto puede ser un error.
—Auggie —dijo tomando su cara entre las manos—, estoy total y absolutamente segura de esto. Nunca he estado más segura de nada en toda mi vida.
Sin decir una palabra más Auggie volvió a besarla, mientras que recorría con sus manos cada centímetro de su piel, no podía verla pero sí podía sentir su tacto suave, el dulce aroma que emanaba su cuerpo. Entre besos y caricias fueron descubriendo sus formas, su deseo se transformó en placer y sus cuerpos se unieron en una danza perfecta sobre las sábanas de la cama de Annie.
