¡Hola hola! ¡Aquí les traigo una pequeña historia de mi santo de oro favorito! A pesar que lo escribi yo (Okami Akai) mi amiga (Zoteria) me dio el visto bueno para que lo publicara en esta cuenta compartida porque es la misma chica que en nuestro fic "Verdades del Corazon" solo que con una historia totalmente diferente a la anterior y con su apariencia ligeramente modificada. Por otro lado Asmita le altere un poco la personalidad (Espero que para bien xD) Realmente deseo que sea de su agrado jeje

¡Dejenme su opinion!

¡Saludos!

Nota: Estos personajes no me pertenecen. Son de Masami Kuramada y Shiori Teshirogi. Sin embargo existen personajes creados por mi.


Capitulo I

Si, definitivamente no estoy hecha para estas fiestas tan elegantes…

Pensó con una sonrisa forzada mientras gente que jamás había visto en su vida la saludaba con humor. ¿Acaso se veía tan incómoda como se sentía? O ¿Era su vestimenta inadecuada? Se hecho un rápido vistazo, y suspiro ante su vestido de tirantes tejido color crema con degradados en marrón en capas y con detalles de flores tejidos a mano también, le llegaba por lar rodillas y se cernía a la cintura con cordones que se amarraban a la espalda, y unas sandalias bajas color plata. No este no era el tipo de vestido para esta reunión.

Observo a las damas presentes y cada una de ellas llevaba ropas más elegantes y exquisitas, perfectamente maquilladas y con joyería de calidad. Ella hizo una ligera mueca con el labio y llevo su mano instantáneamente al collar de un lobo aullándole a la luna en acero. Que sencilla debía de verse. Pero alzo la barbilla y entrelazo sus dedos mientras permanecía de pie. Ella no pertenecía allí y nos les daría el gusto de que eso le afectara, solo estaba allí por su trabajo y ya. Fin del asunto.

Miro de reojo a la mesa de dulces. Donde un gran pastel blanco de cuatros pisos se elevaba en bases de cristal, bellamente decorado con flores en colores primaverales. No pudo evitar sonreír ligeramente con aprobación, debía admitir que era un excelente trabajo, al igual que los pequeños dulces que se distribuían a lo largo de la meza y alrededor del pastel.

Suspiro, estaba exhausta. Había permanecido todo el día en la cocina de aquella residencia trabajando duro para terminar justo a tiempo, menos mal que la noche anterior había adelantado algo. Y luego, su cliente había insistido en que se quedara un rato para que observara los frutos de su claro esfuerzo.

Por lo menos le daba ánimos que las personas se acercaran muy seguido a la mesa y degustaran con deleite sus postres.

Todo sería perfecto si pudiera salir eh irse para su casa y descansar.

Aburrida comenzó a ver que había aún más personas en el jardín. Debía de dar crédito al lugar, era hermoso y estar al aire libre que en un salón encerrado en cuatro paredes era más gratificante. Había varios grupos de hombres y mujeres, charlaban animadamente en sus mesas o simplemente de pie mientras bebían champan. Ella se preguntó si no se vería como un adorno más del jardín. Sola eh inmóvil.

Como deseaba estar en su hogar.

De repente una cabellera rubia llamo su atención. Contuvo el aliento ante el hombre alto que tenía una conversación con un grupo pequeño de hombres y sus acompañantes femeninas a varios metros lejos de ella. Tenía una melena rubia como el oro y sedosa que le caía mucho mas por debajo de los hombros. Su rostro estaba esculpido exquisitamente, con una barbilla fuerte y nariz recta, cejas rubias ligeramente arqueadas, una sensual boca que pedía a gritos un devastador beso. Y unos ojos, violetas que la dejo con las rodillas flojas. Su complexión era fuerte, se notaba por sus hombros anchos y su pecho amplio, debía de hacer ejercicio a menudo, pero tampoco era una muralla de músculos, esa era la impresión que daba su traje negro que hacia contraste con su piel clara… simplemente era perfecto.

Era tan atractivo que la tenía completamente embelesada, y cuando él sonreía cortésmente por alguna broma, juro que ya tenía un charco de baba a sus pies.

Pero entonces el la pillo observándolo. Esos ojos claros la atravesaron como si vieran su alma desnuda. Shae aparto la vista, avergonzada y con el rostro ardiendo. Oh dios mío, la había descubierto devorándolo con la vista.

Ahora más que nunca quería desaparecer de aquella fiesta.

Decidida, se dedicó a buscar al anfitrión y cliente. Esquivando personas y muy lejos del guapo hombre que la había dejado cautivada. Rayos, aun sentía sus piernas temblar y el calor en sus mejillas. Cuando por fin dio con su objetivo se acercó un poco tímida, pero con la meta bien establecida en su mente.

-Disculpe señor Steel, ¿Tiene un minuto?-dijo Shae al hombre de cabello oscuro y algo canoso.

El señor Steel y sus amigos se quedaron en silencio, entonces muy amablemente el hombre le sonrió.

-Claro señorita Shae.

Se apartaron un poco de cualquier grupo de personas. Ella se armó de valor y maldijo su timidez y poca socialización con las personas a pesar que tenía un negocio prospero- Me preguntaba que le ha parecido los dulces hasta ahora-pregunto, algo nerviosa.

-Excelente, todos están encantados con la presentación y el sabor. Y muchos mencionaron que se notaba el amor y el empeño con que se elaboraron- respondió con aprobación mientras bebía un sorbo de su copa.

Shae sonrió aliviada y feliz. Ahora que el cliente estaba contento llegaba la parte de su retirada.

-Me alegra muchísimo señor Steel, ha sido todo un placer. También quería comentarle que es el momento de irme. Tengo unos deberes y no puedo quedarme por mucho más tiempo.

El asintió comprendiendo su situación- Muy bien señorita no hay ningún problema. En otro momento la llamare para futuros trabajos, mi esposa y yo quedamos maravillados. Lamento que aún no esté aquí para agradecerle ella misma en persona.

-No se preocupe, mándele mis saludos a la señora Steel- dijo estrechando su mano.

-Por supuesto. ¿Y quiere que le diga a unos de mis choferes que la lleve?

Ella sonrió ante la invitación, pero no podía darse ese lujo, no quería que una limosina se adentrara a un barrio- Gracias, muy amable por su parte pero debo rechazar oferta, llamare a un taxista amigo mío-dijo mintiendo lo mejor que pudo. Le dolían las mejillas de tanto sonreír con esfuerzo.

El señor Steel volvió asentir- Esta bien señorita, entonces nos vemos luego y espero que le haya gustado la velada. Que tena un buen día.

Shae se despidió con la mano y se dirigió a la salida del enorme lugar. Tenía que darse prisa, aun el cielo estaba claro y si se echaba una buena apuradita podría llegar a la parada del auto bus y llegar a casa antes que oscureciera.

Sujeto firmemente el pequeño morral donde contenía sus cosas, su cambio de ropa con que había trabajo, su delantal, unas zapatillas, el móvil, la cartera y sus llaves. No mucho la verdad. Pero igual no le apetecía que le robara sus pocas pertenencias en la zona peligrosa que rodeaba su apartamento.

Después de una buena caminata y harta de los tacones bajos de sus sandalias, llego a la parada. Y con alivio se sentó a esperar el bus en el banco. El lugar estaba desolado, pero prefería estar aquí que aun en la fiesta. Por lo menos tendría el recuerdo de aquel hombre atractivo…

Observo el pequeño restaurant que estaba al frente y al lado había una panadería casi igualmente desolada. Su estómago rugió, diablos, otra razón para llegar aún más rápido a casa.

Un auto muy lujoso aparco en el pequeño estacionamiento a unos metros de la parada. Boqueo ligeramente al darse cuenta que era un Aston Martin One-77. Uno muy muy costoso por cierto. Se puso derechera como un palo al darse cuenta que el que bajaba del auto y cerraba la puerta con un portazo era nada más y nada menos, que el hombre que la había pillado con las manos en la masa.

Oh genial que suerte la suya.

Ella ladeo ligeramente la cabeza hacia otro lado para que no se fijara más en ella de lo necesario. Pero por supuesto, claro que tenía un automóvil lujoso, todos en aquella fiesta estaban forrados en plata. Todos menos ella, pero eso no le afectaba, no necesitaba vivir con lujos. Aunque nadie le molestaría tener su propio auto aunque sea un cachivache.

Aun así Shae lo observo de reojo. Notando como su caminar era elegante y tranquilo. Tomándose el tiempo con calma mientras cruzaba la calle. Pero él ni siquiera noto su existencia, aunque en todo caso ella no quería darse a notar. Sin embargo estaba clara como el agua que una persona así jamás se fijaría en ella. Se encogió ligeramente de hombros. No importa, nunca en su vida se había desesperado por conseguir el amor de su vida y no comenzaría ahora.

Pero era bonito soñar debes en cuando.

El atractivo peli rubio se dirigió a local de la panadería. Ella frunció el ceño, que raro había dado por hecho que iría directo al restaurant. Un poco más relajada de que no le prestaría atención, se obligó a estar más alerta por si el bus daba acto de presencia.

Pero poco rato después como un radar incrustado en su cerebro, su atención volvió aquel hombre, que salía del establecimiento con una bolsa pequeña y de ella saco un roll de canela. Comenzó a comerlo con un brillo de puro gozo en sus ojos violetas. Joder, era demasiado atractivo. Un furioso sonrojo escalo por sus mejillas al recordar como la había pillado antes. Y se apresuró a desviar la vista, mientras balanceaba las piernas distraídamente. No pasaría por eso de nuevo.

El chillar de unas llantas en el pavimento le hizo saltar el corazón del susto. Cuando volvió la mirada al hombre rubio su alma se vino abajo. Un auto fuera de control se dirigía hacia el hombre que aún seguía concentrado en su roll. Ella no lo culpo, desde que había pasado tanto tiempo sola, estaba muy al tanto de cada ruido por muy inferior o lejano que sea.

Shae se puso de pie de un salto. En que los segundos parecieron ir en cámara lenta cuando ella abrió la boca- ¡Cuidado! –grito aterrorizada.

El hombre alzo la mirada hacia ella, pero no hubo tiempo para más antes de que el auto que había intentado frenar fallidamente, le dio un fuerte y sonoro golpe. Ella cerró instintivamente los ojos para no ver el horror del impacto. Y se llevó una mano a la boca para ahogar el grito que le subió hacia la garganta.

Cuando los volvió abrir, rezando que todo sea una fea pesadilla. Casi se atraganto ante la terrible escena. El hombre estaba tirado casi en medio de la calle, boca arriba y sin ningún movimiento de su parte. Ella corrió a su lado sin importarle que más autos vinieran, aunque lo dudaba ya que esa calle era demasiado solitaria a esas horas.

Con el corazón en la boca llego a su lado y se arrodillo en el suelo examinándolo con la vista- Oh dios mío-dijo con voz ahogada. Con dedos temblorosos toco el fuerte cuello en busca del palpitar de la vena principal. Orando para que no muriera de esa forma tan trágica. Y respiro aliviada, él pulso era lento, pero allí estaba.

Otro rechinar de llantas hizo que su cuerpo se tensara. Y ella giro el rostro atrás de si, observando con mala cara como el auto oscuro que lo había atropellado se había dado a la fuga- Sera desgraciado…-murmuro cabreada con el desgraciado que no se hizo responsable de sus actos.

Ella se ajustó los lentes en el puente de su nariz. Y aun con los nervios a flor de piel, se dispuso a buscar su celular en su mochila para marcar a una ambulancia. Y mientras lo hacía se dio cuenta con horror que nadie se había acercado al lugar del accidente para prestarle ningún tipo de ayuda, se contuvo de entrar en pánico y después de dar la dirección. Colgó, ocupándose de que el hombre no estuviera tan mal como realmente se veía.

Shae hizo una mueca cuando la sangre fresca pasaba por su frente hasta empapar por completo el lado derecho de su rostro atractivo. Ella trago con esfuerzo tratando de que su voz no sonara esta vez estrangulada- Oye, no te vayas a morir…

Un suave gemido fue que le respondió, él se movió un poco y su rostro se contorsiono por el claro dolor que atenazaba su cuerpo. El intento llevar una mano a su cabeza, pero Shae se lo impidió sosteniendo su mano.

-Hey, está bien, no te preocupes yo me quedare aquí hasta que la ambulancia llegue-le dijo suavemente, mientras sostenía su mano fría y ensangrentada.

-¿Que…?-hizo un intento triste para hablar. Pero el dolor era demasiado para poder articular una oración coherente. Sonó más un triste quejido con la voz extremadamente ronca.

Ella le dio un suave apretón en su mano esperando que supiera que no estaba solo. Luego mando al diablo el protocolo de primeros auxilios. Se arrimó y con absoluto cuidado y rezando para que no tuviera el cuello roto ni nada tan fatal por el estilo; sostuvo su cabeza y la coloco en su regazo. El gimió suavemente, lo cual hizo que su corazón saltara acelerado, no quería hacerle más daño del que ya tenía. Pero tenía el leve presentimiento de que si no lo calmaba pronto, bien podría ponerse más inquieto y empeorar sus heridas. Pasó una mano por su cabello ahora húmedo y rojizo con sangre y le valió mierdas que su vestido se manchara. Para ella su meta era ayudarlo en todo lo que estuviera en su alcance.

Se cercioro de que no tuviera fracturas expuestas y que su extremidades estuvieran enteras. Shae se fijó con preocupación cómo su brazo izquierdo comenzaba a inflamarse, su fino traje estaba desecho en esa parte y con manchas de sangre y suciedad por doquier. Pero se dijo que no podría salir casi ileso de aquel choque tan horrendo.

El abrió los ojos con lentitud, parpadeando tratando de enfocar su vista. Esos ojos claros la cautivaron en lo más profundo de su corazón. He inclinado la cabeza hacia él, le sonrió-Estoy aquí contigo-murmuro siguiendo con una caricia suave en su mejilla, tratando de reconfórtalo y diciendo palabras de aliento. El pareció comprenderla y asintió suavemente volviendo a cerrar sus hermosos ojos. Haciendo una mueca con los labios por el continuo y latente dolor de todo su cuerpo.

Shae se sintió extremadamente mal, maldiciendo a la ambulancia que se estaba tardando una eternidad.

El sonido lejano de unas sirenas casi hizo que ella saltara del puro alivio. Poco tiempo después, el vehículo se acercó velozmente y se estaciono unos metros lejos de ellos. Un par de paramédicos bajaron apresurados. Mientras que uno preparaba una camilla; el otro se le acercó para hablar con ella he inspeccionar las heridas de él. Shae dejo la tarea en sus manos cuando comenzaron a prepararlo para el transporte. El solo apretaba los labios en una fina línea cada vez que lo tocaban o movían, pero ni un ruido salió de su boca. Y ella estaba sorprendida por eso.

Cuando finalmente lo tenían listo y bien sujeto en la camilla en una posición adecuada. Ella se levantó por fin y lo miro atentamente susurrando al viento que él se recuperara de eso. Y antes que lo subieran en la ambulancia, una extraña emoción la invadió y con el corazón palpitándole con fuerza llevo su mano a su pecho- Oye no te atrevas a morirte ¿Me oyes? O te buscare, te reviviré y te volveré a matar por el susto de mierda que me has dado.

Ella creyó ver como una ligera sonrisa se formaba en sus masculinos labios. Pero no estaba segura porque ese mismo instante lo terminaban de subir a la ambulancia. Cuando cerraron las puertas y se lo llevaban, ella suspiro y alzo la mano en forma de despedida-Espero que todo salga bien para ti…

Se miró el vestido he hizo una mueca al ver una gran mancha de sangre en él. Y sus manos estaban casi igual. Ella se rio nerviosa, debía parecer salida de una película de terror. Pero no le importaba su vestido arruinado y ni mucho menos. Solo esperaba que nadie le hicieran preguntas incomodas.

Recogiendo su morral tomo la decisión de tomar un taxi finalmente, no sería bueno ir en un bus con esa pinta que llevaba. Pero mientras esperaba a uno se preguntó si al final había sido el destino que ella esperara aquí y ayudara al hombre en apuros.

Ella desecho esa idea rápidamente con un ligero encogimiento de hombros.

Nah, destino claro.

Pero su corazón de verdad quería que él se recuperara.

O se vería obligada a cumplir con su promesa…

'

'

Una semana más tarde, Asmita Relish quería darse a la fuga de aquel hospital. Le aborrecía el olor a medicinas y enfermedad. Y por más que había insistido que estaba en buen estado, nadie lo había escuchado. Pero todos aquellos tenían los minutos contados. Él se los haría saber pronto si no lo dejaban ir.

Se acomodó las almohadas que tenía a su espalda para recostarse en ellas. Estaba harto también de estar tanto tiempo acostado y sin nada de qué hacer realmente, debería tener el culo chato ya. Las visitas habían sido limitadas y despachadas con rapidez. Solo su mejor amigo se había quedado un poco más charlando con él y comprobando su estado. Suspiro molesto, su legendaria paciencia estaba llegando a su límite, no había nada en aquella blanca habitación que no le aborreciera con intensidad. Las cortinas, la mesita de noche, el sofá de color marfil, la silla a su lado. Absolutamente todo lo tenía asqueado porque lo único que quería hacer era cumplir con su agenda y he irse tan rápido como había llegado. Las enfermeras entraban cuando solo era de vida o muerte. Su mal humor les deba un buen motivo por el cual valorar más sus vidas, a pesar que más de una le había mirado con una promesa de lujuria en sus ojos descarados. Pero él no estaba ni remotamente interesado. No a menos que una ellas le dejara ir. Lo cual no iba a pasar claramente.

Distraídamente observo su brazo izquierdo, que estaba firmemente envuelto en yeso y una venda pasaba desde su hombros hasta su brazo herido para sostenerlo. Una mueca curso sus labios. Eso iba hacer un gran problema. Con los dedos se tocó el vendaje que estaba en su frente y quiso arrancárselo, pero se vio obligado a respirar hondo y convocar su paciencia. Unos días más allí y estaría loco de remate.

Realmente destetaba los hospitales.

Una enfermera toco suavemente la puerta antes de entrar. Aterrada de su mirada severa, pero a la vez tan serena que causaba miedo. También estaba aterrada de que luego la mandara a volar de una patada a su ego. Tragando sonoramente entro con una sonrisa que no le llego a los ojos. Se acercó mostrándole un paquete- Buenos días señor Relish, le mandaron un presente- dijo mostrándole el regalo como muestra de son de paz.

Asmita frunció el ceño, la verdad es que quería ignorarla con todo y regalo, pero la curiosidad pudo más que cualquier cosa. Así que asintiendo alzo el brazo derecho y la muchacha le dejo el paquete antes de salir despavorida. Él no le prestó atención a su comportamiento brusco, pero la verdad es que no quería estar allí y todos estaban bastantes consientes de eso.

Coloco la pequeña caja en su regazo. Esta era de color crema y amarrada con una cinta roja. En él vio el logo también en rojo de una pastelería. Y ahora con más curiosidad que nunca deshizo la cinta y abrió el sospechoso obsequio. Se quedó boquiabierto cuando un rico aroma de pan y canela le llego a las fosas nasales. Se le hizo agua a la boca mientras observaba los seis rolles de canelas. Se veían sabrosos con una salsa de chocolate y leche. Pero una pequeña nota en una de las esquinas llamo su atención, con cuidado de no mancharla. Se la acerco al rostro antes de leerla.

Espero que no tengas otro accidente por ellas.

Recupérate pronto o prepárate para volver de entre los muertos.

No supo porque, pero eso le trajo una sonrisa sincera por primera vez desde que había llegado a ese maldito lugar.

La escritura era peculiar, muy diferentes a las letras elegantes de las damas que aún le mandaban cartas persistentemente. Y aparte que al terminar la nota, había un pequeño dibujo de una carita sacándole la lengua. Con ese solo detalle ya sabía quién le había mandado un peculiar regalo así junto con una nota que le deseaba el bien y el mal.

El accidente en si fue bastante confuso para él, pero aun así la recordaba a ella perfectamente de la fiesta la semana pasada. Fue delicioso como se había puesto roja cuando la había descubierto observándolo con descaro, pero luego de eso desapareció sin dejar rastros. Algo le había llamado la atención de la joven, pero aun no sabía el que.

Luego la había vuelto a ver ese mismo día mientas la chica esperaba en la parada. Se había puesto nerviosa al instante y disimulando como si no supiera que existía. Y que evocada había estado. Ya que llamo más su curiosidad. No sabía si era por su forma tan sencilla de vestir o sus ojos chocolate brillantes tras unas gafas.

Se había comprado unos rolles por puro capricho, había pasado varios días antes que siquiera saboreara uno. Y apenas mordisqueo alguno de aquellos manjares, cuando un grito ahogado le había advertido. Sus ojos se encontraron y los de ella estaban presos del pánico. Para luego sentir un dolor insoportable junto con el impacto del auto y luego contra el pavimento. Todo se volvió negro en cuestión de segundos.

Cuando volvió a recuperar la conciencia, cada milímetro de su cuerpo le dolía endemoniadamente, había tratado de sostenerse la cabeza que le palpitaba ferozmente, pero una suave mano lo había detenido y un murmullo femenino intento atraerlo desde las tinieblas del dolor. Allí es donde hizo un intento fallido por hablar, pero la joven muy amablemente lo había acurrucado en sus piernas y con suaves caricias en su cabello y mejilla logro calmar su agonía aunque sea un poco antes de que llegara la ambulancia a socorrerlo.

Su comentario sagaz al último minuto lo había sorprendido tanto que le arranco una sonrisa en uno de los peores dolores de su vida.

Oye no te atrevas a morirte ¿Me oyes? O te buscare, te reviviré y te volveré a matar por el susto de mierda que me has dado.

De hecho aún lo hacía, con esa voz dulce. Pero que en realidad ocultaba un carácter fuerte. Era absolutamente refrescante en su mundo de falsa cortesía y sonrisas artificiales.

Y por si fuera poco le había salvado la vida. Bien podría estar aun desangrándose a mitad de la calle hasta que otra alma bondadosa se hubiera dado cuenta que literalmente le había pasado un carro por encima.

Nuevamente con mucho cuidado dejo la nota aun lado. Y esperando que el doctor no entrara en ese preciso instante para quitarlos ese amado postre. Con anhelo tomo uno, descubriendo su suavidad y el dulce aroma que lo invadía. Probó y quedo encantado con ese pedacito de cielo. Cerró los ojos para saborearlo más apropiadamente. Imaginándose por segundos que era ella misma que se lo llevaba con una sonrisa sarcástica y sus ojos con un brillo de vida.

Parpadeo confundido.

¿Qué?

¿Ya comenzaba a soñar despierto con alguien que ni siquiera sabía su nombre?

Pero una parte de él sabía perfectamente que lo buscaría así tuviera que demoler el espantoso hospital piedra por piedra.

'

'

-Oiga jefa, ¿Está escuchándome?

Shae parpadeo y se volvió para ver a un joven empleado, se obligó a forzar una sonrisa culpable- Lo siento Petter. ¿Qué me decías?

El chico suspiro sonoramente pasando una mano por sus alborotados mechones castaños- Que si va a querer que me quede un poco más en la tienda para reemplazar a Thalia.

Se lo pensó un segundo y luego asintió- Te lo agradecería mucho. Hoy estamos un poco atareados y sin contar que he estados en las nubes últimamente-agrego con una mueca.

Petter tuvo el descaro de reírse abiertamente de ella- Hay jefa ni se lo imagina, ha estado en el más allá que en el más acá-dijo con una perfecta sonrisa con hoyuelo mientras se cruzaba de brazos.

Ella puso los ojos en blanco, pero aun así tuvo que contener su propia carcajada-vale, finjamos que esto no está pasando. Anda a trabajar que para eso te pago- comento despachando al muchacho que era y por mucho; más alto que Shae. Cualquiera diría que es su hermana pequeña y no su jefa.

-De acuerdo, pero no estaría mal un aumento del cien por ciento.

-Petter…

El joven alzo las manos dando a entender que dejaba el tema- Nada de aumento vale.

Pero antes de que Petter se marchara a la barra, Shae lo detuvo con un suave toque en su hombro, él se volvió a mirarla con una ceja alzada.

-Aprecio esto Petter, sabes que te pagare por el doble turno y un bono.

El chasqueo la lengua junto con una sonrisa encantadora- No es por eso por lo que hago jefa.

Ella estaba profundamente conmovida- Gracias.

El asintió y sin más que decir se marchó.

Shae suspiro y se maldijo mentalmente por ese momento de debilidad, normalmente era buena con sus empleados, un poco estricta a veces pero nada grave. Pero últimamente había estado en una situación muy apretada y cada muestra de apoyo hacia ella de parte de su grupo; causaba que su corazón frágil se ahogara de emotividad. En estos momentos Petter debería estar riéndose a solas de su actitud cariñosa muy poco frecuente. Pero debía darle crédito al muchacho, trabaja duro y era sumamente servicial al igual que todos en aquella pequeña pastelería.

No sabía que haría sin ellos.

Comenzó a ocuparse de sus deberes, intentando distraerse lo más posible. Pero mientras preparaba una crema de moras, no pudo evitar que sus pensamientos viajaran por las múltiples complicaciones que se estaba enfrentando y como le pasaba todos los días desde hace unas semanas, estos fueron a parar directo al hombre de cabellos dorados.

Había sido un loco impulso de su parte haberle enviando aquellos dulces. En realidad no sabía a ciencia cierta del porque lo había hecho. Solo se dijo que era una forma de que supiera que de verdad oraba por su recuperación… Aunque su nota no se expresó con tanto entusiasmo al respecto.

Pero así era ella, no podía hacer absolutamente nada.

Y con esa actitud había espantado a la mayoría de pretendientes. Hubo un tiempo que hasta una leve esperanza había aflorado en su corazón, pero el horrible destino le había escupido en la cara mientras se burlaba de ella con sorna.

Era una de las razones del porque Shae no creía en el destino, solo había meras casualidades y nada más.

Probó la crema esperando que eso le quitara el sabor amargo de su pasado y lo inevitable del futuro, que cada vez era más incierto a medida que las semanas pasaban. Lo que realmente quería es que aquellos jóvenes que trabajaban allí tuvieran otro buen lugar al cual acudir para un empleo inmediato. Y con eso ella estaría totalmente tranquila, sin importar lo que le pasara después de un desastre inminente que a pesar de las circunstancias estaba tratando por todos los medios evitar como la plaga.

Trago con esfuerzo por el nuevo nudo en la garganta, solo esperaba que todo saliera bien.

¿Pero por qué la vida la odiaba tanto?

Guardo la crema recién hecha al refrigerador. Y se dispuso hacer un poco más de pan dulce.

Cuando de la nada Petter apareció en el área de cocina, con la boca abierta en 'o' como un pez fuera del agua.

-Jefa, alguien la busca afuera.

Shae frunció el ceño ante las suaves y atropelladas palabras del muchacho.

-¿Sabes quién es?

El negó con entusiasmo- No tengo la menor idea, pero parece importante. Dijo que era urgente. Así que Elena lo sitio en el cubil mientras yo la llamaba.

-Vale está bien, pero no escogió buen momento para esto-gruño por lo bajo mirando su delantal y parte de su ropa cubierta por harina.

Petter se encogió ligeramente de hombros- Es pastelera, la harina es parte de usted.

Ella se rio ante la pura verdad. Alcanzo a lavarse las manos antes de ir con todo lo que tenía hacia el desconocido que esperaba con tanta impaciencia. Pero justo antes de que atravesara la puerta, Petter la detuvo con su rostro joven lleno de preocupación.

-Estaremos cerca si necesita algo.

Shae sonrió ante su amabilidad- No hay de qué preocuparse, se defenderme sola-dijo lanzándole un guiño.

Petter resoplo con un brillo de humor en su mirada acaramelada- Y por eso es la jefa.

Ella le dio unas palmaditas en su brazo- Tranquilo, si me saca de quicio lo mando a volar de una patada-Agrego con una sonrisa maliciosa, luego lo miro sobre su hombro antes de salir- y Petter cierra la boca más seguido, hay mocas por aquí- dijo recordando lo perplejo que había entrado el chico hace poco.

Este descarto su mal chiste con un movimiento de su mano dando a entender que se apresurara.

Shae camino con paso firme y decidido hacia quien quiera que fuese el visitante. Con la barbilla en alto, pero en el fondo suplicando que no fuera otro problema más de los que ya tenía hasta el cuello.

Pero sinceramente hubiera preferido toda una tonelada de ellos antes de lo que sus ojos veían cuando llego al cubil donde se entendían los clientes que querían hacer encargos grandes y que estaba situado a un lado de la barra.

Ya comprendía perfectamente por que Petter se había quedado boquiabierto. Hasta ella misma se le aflojo la mandíbula.

Esto no podía ser posible.

Ante ella se encontraba el misterioso hombre sexy y rubio del accidente. Cómodamente establecido en la silla ligeramente ladeada y con un brazo enyesado apoyado en la pequeña mesa.

De repente tenía el impulso de salir corriendo hacia la dirección contraria. Y esa sensación se acentuó aún más cuando él la observo curioso con esos ojos violetas tan misteriosos y hermosos.

Oh dios mío. Hasta se le había secado la boca. Debería parecer una perfecta idiota en su máximo esplendor.

Carraspeando suavemente se obligó a ponerse derecha y con una actitud totalmente profesional y serena a pesar que por dentro moría en vida.

-Buenos días señor- dijo amablemente mientras ocupaba el asiento de enfrente, solo por pura cortesía a pesar que quería que el desaparecía de su vista- Veo que esta estupendamente- paso sus mirada por su brazo lastimado- Bueno la mayor parte de usted.

El alazo una perfecta ceja dorada y Shae procuro que ese gesto tremendamente sensual no la derritiera de adentro hacia afuera.

Estaba impecablemente vestido con un traje oscuro con camisa blanca y una corbata a juego. Pero incluso se podía adivinar los músculos atreves de la apretada prenda. Ella se mordió la lengua, regañándose mentalmente. Nunca se había comportado así tan descarada observando el sexo masculino.

Pero claro, nadie se podía comparar con este ser tan maravilloso.

A pesar del accidente reciente. Solo había pocas muestras de que realmente lo tuvo, el yeso y un pequeño corte en su sien que pasaba desapercibido gracias a unos mechones de su cabello dorado, estaba guapísimo como el demonio con su melena lacia que caía más allá de sus hombros enmarcando su rostro atractivo.

Excelente por lo menos podía verlo sin babear abiertamente, eso era un avance.

-Bien señor, me alegra que este relativamente bien y lamento ser grosera. Pero ¿Que hace aquí? ¿Quiere hacer un encargo?-pregunto precavida.

El rio, un sonido profundo y rico- No, realmente vine aquí hacer un par de preguntas señorita Wulf.

Agradecía profundamente que estaba sentada. Su voz ligeramente ronca y con un acento extraño pero muy llamativo hizo que se le erizaba el bello atrás de la nuca. Joder, podía ser contratado fácilmente para una radio de eventos eróticos. Trago saliva aterrada, ¡La estaba corrompiendo nada más con su presencia!

Parpadeando callo en cuenta de algo curioso- ¿Cómo sabe mi apellido?

No pareció muy preocupado por la pregunta- Tengo contactos.

A por supuesto, estaba forrado de plata recuerda tonta.

-¿Me permite saber el nombre al que fue hecho un puré de papa?-Se sonrojo ligeramente al darse cuenta que su mal carácter salía a la luz.

Sin embargo el tomo su pregunta con una sonrisa devastadora- Me llamo Asmita Relish.

Anabell asintió aun algo avergonzada, él era rico, no podía burlarse de él, con una simple llamada podía demoler su pequeño establecimiento- Entonces señor Relish, ¿A qué se debe esta visita?

Asmita se puso un poco más serio lo cual ella trato de no ponerse demasiado nerviosa- Me han comunicado que usted ha rechazado mis obsequios de agradecimiento.

Ella se encogió de hombros en una sutil muestra de que no le daba mucha importancia- Gracias, pero no tiene por qué. Hice lo que hice por ayudarlo de corazón y no por beneficiarme a mí misma señor Relish -dijo sin emoción en su voz mientras se ajustaba los anteojos en el puente de su nariz. Un gesto nervioso que la caracterizaba muy bien. Daba gracias que él no supiera eso.

Esta vez Asmita la detallo un poco más desde el día en que sus caminos se habían cruzado. Ella era menudita, piel de un color caramelo. Ojos castaños y cabello oscuro recogido en una cola alta. Tenía salpicaduras de harinas por todos lados, en su camiseta purpura hasta sus pantalones vaqueros, ni se diga del delantal blanco. Pero su perfume dulce opacaba al de los postres de la pastelería. Era algo llamativo para él, y a pesar que no era una belleza de curvas prominentes, tenían un encanto en su cintura estrecha y amplias caderas y pechos pequeños, parecía una muñequita exótica.

Y con sus labios rosados llenos y plenos para ser besados lo tenían levemente distraído.

Pero prosiguió a enfocarse en sus palabras tranquilas. Cuando su mensajero le había comunicado que ella había rechazado cada presente que él le había mandado lo dejo sorprendido. Nadie había negado un regalo suyo, y no precisamente porque fueran sencillos o de poco valor… Su curiosidad había aumentados varios grados más. Hasta el punto de el mismo ir a su local, que a pesar que era pequeño era muy acogedor y los mangares que vendían al público provocaría diabetes de solo verlos. Pero se había dicho así mismo que lo hacía solo por puro agradecimiento. Diablos le había salvado la vida ni nada más ni nada menos, cualquiera lo estaría.

Aunque estaba secretamente encantado por aquella pequeña criatura.

Shae hizo una mueca con su labio cuando lo descubrió observándola como ella había hecho con el hacía unos instantes, pero la gran diferencia era que ella no era una supermodelo salida de una revista- Está bien señor Relish, no tengo veinte años o menos si es lo que se está preguntando.

Esta vez el pareció perplejo por la forma en que se expresó, como si era totalmente normal. Como si se lo preguntaran a diario- ¿Por qué lo dice?

Ella sonrió de mala gana- Es natural, muchos me preguntan si tengo suficiente edad para dirigir un negocio o si debería seguir chupándome el dedo.

Asmita tuvo que morderse la parte interna de la mejilla para no estallar en carcajadas. Quizás la dama se sintiera ofendida después y no podía darse el lujo de que eso llegara a pasar, le debía la vida. Literalmente…

Carraspeo y trato por todos los medios ocultar su diversión- No es eso señorita Wulf, solo sentía curiosidad por la joven dama que me salvo ese trágico día.

Presencio con deleite como nuevamente un ligero rubor cubría sus mejillas redondeadas.

Shae fingió desinterés- Oh… está bien-murmuro algo incomoda. Sabía que no estaba en sus mejores momentos, debería de parecer una cría recién salida de una travesura en una explosión de harina. Luego volvió a su postura profesional, bien derecha en su asiento- No hay de que en serio, estoy totalmente segura que otro en mi lugar hubiera hecho lo mismo señor Relish. Sin embargo estoy encantada que este recuperándose, si necesita de algo más, sabe dónde encontrarme- Se mordió el labio después de que las últimas palabras fueran pronunciadas. Claro que ese hombre no iba a necesitar nada de una simple pastelera con mal carácter.

-De hecho, me gustaría invitarla a cenar si no es molestia.

Asmita no pudo evitar sonreír ante la mirada perpleja de Shae.

-Este… gracias nuevamente, pero tengo mucho trabajo y estoy segurísima que su agenda es más apretada que la mía- balbució nerviosa, maldiciendo su conducta. Normalmente tenia nervios de acero, pero este hombre la ponía los pelos de punta. Y para agregar solo la idea de salir como una mujer civilizada cuando eso casi nunca había pasado a lo largo de su vida, la aterraba.

-Es lo menos que puedo hacer, quiero conocerla más.

Ella rio- No, la verdad es que no quiere conocerme en lo más mínimo- dijo con un gramo de sarcasmo, trato de buscar las palabras adecuadas- Digamos que se llevaría una gran decepción- como varios otros, pensó con una pequeña espina maliciosa en su corazón y recuerdos.

Ahora Asmita estaba genuinamente sorprendido. Entrecerró los ojos tratando de descubrir todo sobre ella. Pudo jurar como un brillo de dolor había pasado fugazmente por su mirada chocolate.

Que extraño…

-No creo que eso llegara a pasar sinceramente…

Simplemente Shae se encogió de hombros restándole importancia al asunto. Luego se puso de pie dispuesta a macharse hacer su trabajo-Que tenga una buena y plena vida señor Relish.

Pero antes que ella se marchara totalmente, él se levantó de su asiento, tomándola suavemente del brazo- Espere señorita Wulf…

Totalmente en contra de cualquier reacción que esperaba, la joven lo volteo a ver con fuego líquido surcando sus ojos y con los labios firmemente apretados. Su expresión era feroz y le sorprendió inmensamente.

Shae aparto su agarre de un tirón- Le pido que por favor que no me toque-dijo casi escupiendo las palabras con mucha amargura. Luego ella se inclinó ligeramente hacia el con una mirada maliciosa- Si disfruta tener sus pelotas en donde están, no va a insistir- murmuro con una sonrisa ejemplarmente fingida-Gracias.

Pasaron varios minutos después que ella se hubiera marchado antes de que Asmita reaccionara. Su actitud había pasado de una joven tímida y sagaz a una fiera con garras que se morían por desgarrar todo a su paso. Esa muchacha estaba muy marcado por un pasado turbio.

Uno que el mismo conocía demasiado bien por su parte.

Su cerebro le dijo que continuara con su vida y dejara pasar todo lo relacionado a la pequeña criatura, pero algo más profundo dentro de él le transmitió que eso no se quedaría así. Era como un instinto primitivo que se abría pasó y se instaló junto con otras sensaciones que no supo ponerle nombre en ese momento.

Que lo aspen si Asmita Relish se daba alguna vez por vencido.

Continuara...