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Desde hace siglos existe una raza humana, por llamarlo de alguna manera, superior a las demás, se los conoce por el nombre de Vampiros.

Según los humanos, normales, los vampiros son seres que viven en la oscuridad, seres aterradores que para mantenerse vivos necesitan chupar la sangre de los humanos, los no vampiros. Los vampiros usan sus colmillos afilados para succionar la sangre y así poder alimentarse. ¿Pero los vampiros son así realmente? ¿De verdad son tan aterradores? Las ideas que tienen los humanos de cómo son los vampiros es por culpa de las novelas que se publican sobre ellos. Pero en cada novela los vampiros son distintos. Pero a pesar de todas las diferencias que pueda haber, a los vampiros siempre se les reconocerá como los chupa-sangres.

Existen leyendas escritas en las que se cuentan las historias de vampiros, vampiros que vivieron en algún castillo que según la leyenda está maldito. Otras cuentan que un vampiro devoró a todos los habitantes de la ciudad más cercana al castillo en el que vivía. Pero solo son leyendas, novelas que se escriben para asustar a la gente, o simplemente para entretener.

Había una novela que habla de una familia de vampiros que vivían en el bosque de una pequeña ciudad. Estos vampiros no podían mostrarse en el sol ya que su piel comenzaba a brillar. Otra curiosidad es que se alimentaban de animales para vivir. Y además uno de ellos se enamoraba de una humana. No os dejéis engañar por todas las cosas que leáis en esta novela ninguna es verdad, bueno la de que se alimentan de sangre, es cierta a medias. Los vampiros no pueden vivir a base de sangre animal, para poder vivir los vampiros necesitan la sangre humana, por que si únicamente te alimentas de sangre de animal tienes que estar continuamente alimentándote de ella no podrías sobrevivir dos horas si te alimentaras de un animal, además es muy indigesta, la sangre humana proporciona mayor energía. Si te alimentas de un humano puedes estar hasta dos días enteros sin probar su sangre estas débil, pero sigues vivo.

¿Con la luz del sol brillan? Que tontería, si un vampiro recibe la luz del sol demasiado tiempo, se convierte en cenizas. Otra cosa que ocurre en la historia es que los vampiros y los hombres lobo ¡son enemigos!, mentira otra vez, tanto los hombres lobo como los vampiros viven pacíficamente, por que como dicen los humanos, son seres de la oscuridad. Es verdad que no se llevan a las mil maravillas, pero tampoco se llevan a matar, solo tienen los roces que tienen todas las especies. Los verdaderos enemigos de los vampiros son los caza-vampiros, humanos entrenados para matar vampiros, podría decirse que son los únicos humanos que saben de la existencia de los vampiros. Y esa historia de amor entre un humano y un vampiro, eso jamás ocurriría, por que los vampiros tienen mucho odio a los humanos, solo les gusta comérselos, además los humanos normales ignoran la existencia de estos seres, además de que cualquier humano puede ser un caza-vampiros y preferimos no arriesgarnos, más que nada por que lo que queremos es proteger nuestra existencia.

Mi mejor amiga, Juvia, una chica delgadita con el pelo azul, estaba en un bar bebiendo un vaso de sangre mientras miraba a la mesa con la mirada perdida como era costumbre en ella desde hacía días.

-Juvia ¿estas bien? Hace días que no dices nada, me tienes preocupada- me senté en frente suya.

-¡Oh!, hola Raisa, no, no me pasa nada, solo estaba pensando.- me miró pero enseguida bajo la mirada, de nuevo hacía la mesa.

-Eso no suele ser una buena señal. Dime ¿en que piensas?

-Es solo que… matar a personas, no creo que pueda acostumbrarme nunca a este tipo de vida. Matamos a gente, bebemos su sangre y así nos mantenemos con vida. Vivimos a costa de la vida de otras personas.

-Si, ya lo se- miré mi vaso.- pero por algo decidimos hacer lo que hacemos, aunque todos nos miren raro, no creo que ninguno de los que están aquí sepan como somos. Ellos no tienen ni idea de por que hacemos lo que hacemos.

-Sí, tienes razón, no somos como os demás, algo me alivia, pero aún así me resulta difícil.

-Si, a mi también.

Entonces alguien entró por la puerta, y todos los que estábamos allí nos giramos. Era un chico de unos 20 años, con el pelo rubio más o menos largo, y el flequillo le caía por el rostro. Entró y con la mirada comenzó a buscar a alguien. Y se dirigió con paso firme hasta la mesa en la que estábamos sentadas Juvia y yo.

-¿Vosotras sois Juvia y Raisa?-dijo con seriedad.

-Así es.

-Genial, venid conmigo, la Reina os espera.

-¿La reina?

-Así es y no la gusta que la hagan esperar, así que daros prisa.

Nos levantamos y les seguimos, llegamos a la sala del trono, una sala muy grande iluminada por velas que estaban colocadas en las columnas que sujetaban el techo. Y al final de la sala había cinco personas. Los que estaban a los lados eran los consejeros de la Reina, y la que estaba en el medio, era la propia Reina. Llegamos hasta estar en frente de la Reina.

-Mi reina, estas son las chicas que mandaste llamar.

-Gracias Sebastian, puedes retirarte- hizo una reverencia con la mano derecha en el pecho, y se marchó, perdiéndose en la oscura habitación.

Nosotras nos inclinamos también. Cuando nos levantamos pudimos ver por primera vez a la Reina, ciertamente esa mujer daba algo de miedo. Tenia los ojos muy rojos, parecían fuego y no paraba de mirarnos con deseo, deseo seguramente de hincarnos el diente, literalmente. Los colmillos la sobresalían de sus labios rojos. A pesar de la poca luz que había pudimos verla por completo, tenia el pelo anaranjado y ondulado con la raya en medio que le caía por los hombros, hasta antes de llegar a su pecho. Su piel era pálida, consecuencia de no tomar el sol tenía los ojos perfilados en negro. A pesar de tener miles de años lucía una figura de veintipocos. En la frente llevaba una especie de corona, negra con un diamante, un rubí en el centro. Tenia un brazo a poyado en el trono. Mientras que con el otro, solo apoyaba el codo, y sostenía pegado a su cuerpo una copa, de sangre imagino. Estaba sentada en un trono, en una postura extraña, estaba de medio lado apoyando su peso en el brazo que estaba apoyado y tenían las piernas dobladas, y a sus lados sus consejeros, los cuales tenían una sonrisa, que también daba miedo.

-Así que sois vosotras las vampiras que matan únicamente a prisioneros, las asesinas de la cárcel, como os conocen los humanos.

-Si señora, somos nosotras

-Y ¿a que se debe esa extraña acción?

-Alteza si me permite- apoyó su mano debajo de su barbilla- nosotras no somos capaces de matar a civiles. No somos capaces de matar a gente que tiene una familia.- dije con miedo de lo que nos podía decir después. No la miré a los ojos, permanecí con la cabeza agachada.

-Así que sois buenas vampiros, después de todo.-dijo la reina.

-No exactamente, aún matamos a gente y…-no terminé, Juvia me cortó.

-Alteza- Se puso por delante de mí-La única razón por la que no matamos a esas personas, es que hemos visto muchas familias destruidas cuando muere uno de sus seres queridos. No queremos que vuelva a pasar.- las dos miramos al suelo.

-Es eso… ¿lo que les pasó a vuestras familias?

-Si, señora.- la dije en tono triste – cuando fuimos convertidas en vampiros, a los pocos días, decidimos que era mejor desaparecer. Cogimos nuestras cosas y nos fuimos.

-Ya entiendo. Pero ¿seríais capaces de matar a alguien que no estuviera en la cárcel?

-¿A que se refiere?- las dos estábamos confusas, ya la habíamos dicho a que clase de personas matábamos, ¿por que insistía?

-Me refiero a gente de a pie, a gente que está en la calle.- las dos nos miramos. Después a la reina

-Podríamos si la persona es, mala, por decirlo de algún modo.

-Así que podríais matar a un violador o a un ladrón, que no estuviera en la cárcel.- volvimos a mirarnos, y después a la reina de nuevo que no paraba de mirarnos.

Cuando las miradas de Juvia y la mía se cruzaron, las dos pensamos lo mismo

-Si señora- dijimos más dos decididas.

-Excelente.- dijo la reina sonriendo tanto que se le veía por completo los colmillos.

Tanto yo como Juvia nos estábamos asustando al ver a la Reina sonreír de esa manera

-Señora, si no es mucha molestia, ¿podría decirnos por que nos ha llamado?

-Supongo que sabéis que el clan de los vampiros no es el único que existe.

-Si señora, lo sabemos.

-Pues bien, me reuní con los reyes de los clanes de los hombres lobos y el de los demonios de agua, son los clanes más fuertes. Debatimos sobre las zonas de caza, los hombres lobo se quedaran con la zona de los bosques. Y los demonio acuáticos, como es normal, se quedaran con las playas y los lagos. Nosotros tenemos las ciudades, por lo que podemos actuar tanto en la noche, como en el día.

-Pero… señora, los vampiros no podemos salir cuando hay sol, el sol nos mata.

-No os preocupéis, por eso, ya está todo controlado.

-Pero alteza, ¿a que se refiere?- las dos estábamos muy confundidas, como vamos a salir de día.

Entonces, giró su rostro hacia atrás, hizo un suave gesto con el dedo. Y por detrás de ella apareció Sebastian con una caja.

-Con esto no tendréis problemas, podréis caminar por las calles a plena luz del día.- Abrió la caja, pero no pudimos ver lo que había dentro debido a la posición en la que estábamos. Venid aquí.- nos hizo un gesto con la mano, y nos acercamos.- con estas pulseras podréis pasear bajo la luz del sol.

-¿Está segura?

-Completamente, pero debéis prestar atención.- puso una mirada muy seria-. Si en algún momento el sello de la pulsera se rompe, quedareis desprotegidas del sol, por lo que tendréis que ocultaros.

-Si Alteza.- nos puso las pulseras, una a cada una.

-Muy bien ya estáis preparadas, ahora id a descansar, mañana necesitareis fuerzas.

Salimos de aquella sala, y cada una se fue a su habitación, me metí en la cama y dormí hasta el día siguiente. Imagino que sería la mañana del día siguiente por que en el lugar donde estaba no había ventanas, era de esperarse, si hubiera ventanas no podríamos vivir allí, el sol nos mataría.

Cuando me vestí, un vestido negro con algún detalle en rojo, salí de la habitación y me dirigí a la habitación de Juvia. Llamé a la puerta y me abrió.

-Hola Juvia, ¿quieres que vayamos a desayunar?

-Si, por favor, estoy hambrienta.

Salio de la habitación. Nos encaminábamos hacia el bar cuando escuchamos que nos llamaba alguien.

-Raisa, Juvia.- Miramos hacia atrás y Sebastian venia hacia nosotras con cara seria. Paró justo en frente de nosotras.- debéis venir conmigo, la Reina os busca.

-Pero ahora íbamos a desayunar.- las dos teníamos hambre.

-La Reina, os llama, debéis contestar inmediatamente, sin excusas.- nos dio la espalda, y comenzó a caminar.

Le seguimos, ese tío daba miedo, tenía una voz muy profunda, y asustaba.

-No es bastante excusa que tengamos hambre.- me dijo Juvia en voz baja. Las dos nos encogimos de hombros al mirarnos.

Volvimos a la misma sala del trono donde habíamos estado hacia poco tiempo, creo, realmente no sabía cuanto tiempo había pasado desde que nos fuimos a dormir. Pero en la sala algo había cambiado. Seguía siendo oscura, pero en el medio de esta había una mesa con sillas alrededor. En la sala nos dimos cuenta de que no estaban ni los consejeros ni la propia reina.

-Siéntense por favor, la reina vendrá en seguida.- dijo Sebastian, con un ligero movimiento de muñeca, invitando a que nos sentáramos en las sillas.

Nos sentamos en las sillas más cercanas a nosotras. Después Sebastian desapareció. Entre la oscuridad aparecieron los consejeros y la reina. Todos ellos se sentaron en las sillas que quedaban libres, la reina estaba enfrente de nosotras, al otro extremo de la mesa.

-Bien chicas, os he hecho venir aquí para que conozcáis el método que seguimos nosotros para cazar, y para conocer el vuestro también por supuesto.- dijo la reina sentándose.- el consejo está ansioso por saber cual es vuestra manera de matar, una manera muy peculiar.- ambas nos miramos. Y después volvimos la mirada a la reina.

-Alteza-me levanté del asiento-en realidad nosotras no tenemos un método concreto de caza, simplemente observamos a… - las palabras me desaparecieron, pero pude seguir.- observamos a nuestra presa durante un período de tiempo, el tiempo suficiente para poder trazar una estrategia y que los guardias de la prisión u otros prisioneros no nos vean. Solemos atacar cuando… -otra vez- cuando la presa está a solas. Eso es todo Alteza.- volví a sentarme.

La Reina no paraba de mirarnos.

-Excelente, bien pues apartar de ahora os dedicareis a cazar a aquellas personas que… hieren a las familias, según he entendido. Pero esta vez no matareis por propia voluntad y a quien elijáis. El consejo elije a esas personas y este será vuestro primer trabajo.-pulsó un botón.

Ante nosotras y en el centro de la mesa apareció un holograma de un hombre, mas bien el holograma que veíamos era de la cabeza del hombre.

-Este hombre es Akainu Nochi, nuestros vampiros llevan varios días vigilándole, según él es un hombre de negocios. Pero los negocios que con los que trabaja es el de vender mujeres a cambio de dinero, se las vende a hombres ricos. Después de eso no se vuelve a saber nada más de las chicas, según nuestras fuentes, son criadas de los hombres que las compran, hacen todo lo que las dicen para poder llevarse algo a la boca. Es un personaje bastante peculiar, y por lo que parece está en vuestro terreno. Está bien protegido por lo que es difícil acercarse a él.

-Pero señora, cualquier vampiro podría ocuparse de él.- dijo Juvia confusa.- es decir, los vampiros son rápidos y pueden ocuparse de él.

-Realmente la razón de traeros aquí y elegir a este hombre es para saber si sois capaces de cumplir con lo que se os manda. Además por lo que puedo ver en vosotras es que debéis tener hambre.- comenzó a caminar hacia nosotras. Tenia razón, estábamos bastante hambrientas, la sangre del bar no es igual a la sangre humana.- ¿no queréis probar la sangre de un humano que hace daño a esas chicas? Seguro que para vosotras resultará muy sabroso que una persona como él desaparezca.-se puso detrás de nosotras. Nos estaba tentando, y con el hambre que teníamos.- esa persona resultará sabrosa, y a la vez podéis si queréis ir a por los compradores, de cualquier modo si no queréis siempre podéis seguir bebiendo la sangre de ese bar… pude que no sea igual que la sangre de un humano.- Juvia y yo nos miramos, la Reina seguía detrás de nosotras, tentándonos, más y más… de repente llegó hasta nosotras olor a sangre. Olía deliciosa. Miré a Juvia sus ojos se habían vuelto rojos.

En la mesa comenzaron a aparecer distintos hombres.

-Estos hombres que veis en el holograma son aquellos compradores que maltratan a las chicas, y se divierten haciéndolo. Se necesita que alguien los pare.- el olor de la sangre era cada vez mas intenso. Juvia y yo nos miramos, estábamos hambrientas y esos hombres eran las presas que Juvia y yo necesitábamos.

-Alteza, promete usted que podemos con todos.- dije de parte de las dos.

-Son todo vuestros, pero el que realmente tiene que morir es él.- señaló al holograma que había aparecido al principio.-Akainu Nochi debe desaparecer del mapa. ¿Lo habéis entendido?

-Si, señora.

-Excelente-. El holograma desapareció al igual que el olor a sangre.- prestad atención ya que esta es la primera vez que salís, debéis mantener el símbolo a salvo, y debéis tener cuidado de que no os vean, las calles por la mañana, no son iguales que de noche. Ahora iros. Devitt os enseñará el camino.

Seguimos a Devitt, era uno de los consejeros de la Reina. Todos los consejeros de la reina tenían la piel muy pálida, más que cualquier otro vampiro, a partir de eso cada uno tenía rasgos distintos, Devitt tenía el pelo negro y corto. Tenia marcas en los ojos. Él nos condujo por todo el edificio, hasta que subimos unas escaleras. Esas escaleras daban al nivel superior, donde estaban los humanos, había escaleras como esas repartidas por todas las instalaciones que comunicaban con las distintas partes del planeta. Encima de cada puerta había un cartel en el que decía el país al que se salía.

-Esta es la salida que debéis tomar. Según nuestros informes.- nos dio una carpeta con unos cuantos papeles dentro de ella.- Akainu suele ir siempre al mismo café, siempre a la misma hora, a partir de allí podéis seguirle. Y hacer lo que creáis conveniente. – Abrió la puerta pero en el exterior aún era de noche, ni siquiera se veía el comienzo del amanecer.- aún está oscuro, podéis tener aproximadamente unas dos horas antes de que salga el sol. – salimos al exterior y tras salir volvieron a cerrar la puerta.

Ningún humano había encontrado nunca nuestro escondite. La entrada al mundo, por así decirlo, de los vampiros era un almacén abandonado, que solo podía ser abierto por vampiros ya que se requería una fuerza sobre humana. Ningún humano podría abrirla, ni siquiera cinco humanos podrían con ella. De esa manera estábamos protegidos, no de los humanos, ya que si alguien entraba podía convertirse en la cena, nos protegíamos especialmente por los caza-vampiros, aunque ninguno de ellos había descubierto jamás nuestro escondite, era mejor estar prevenidos.

Juvia y yo aprovechamos a ojear la carpeta que nos dio Devitt. En ella estaban todos los datos de ese hombre, los vampiros trabajaban bien. Miramos todo, su casa, su trabajo, sus compradores, todo lo que había en esa carpeta.

Por el horizonte se comenzaba a asomar la luz del sol.

-Después de tanto tiempo.- comencé

-Ocultas en la oscuridad.- siguió Juvia. Las dos nos levantamos.

-Por fin, vamos a ver la luz del sol.- nos miramos, nos cogimos de las manos que estaban en el centro, ambas llevábamos la pulsera que la Reina nos había dado.

-Tenemos que confiar. –Juvia me miró y le devolví la mirada.

-Confiar…

Nos quedamos levantadas mirando al horizonte mientras el sol comenzaba a salir. Poco a poco la luz del sol que bañaba el suelo se nos iba acercando. Teníamos que confiar que aquel símbolo nos protegiera. Poco a poco la luz nos daba por los pies, iba subiendo por las piernas. Las dos teníamos los ojos cerrados. Las dos abrimos los ojos y teníamos el sol de cara, pero aun estábamos vivas.

-Funciona, Juvia realmente funciona.- nos abrazamos. Y nos quedamos viendo el sol, quien podría imaginar que echaríamos tanto de menos el sol.

-El sol, es realmente precioso, jamás me había parecido tan hermoso.

-Sabes Juvia, tienes razón.

Cuando amaneció por completo nos pusimos en camino. Nos dirigimos al café, donde Akainu suele ir todas las mañanas.

A las 7 de la mañana la gente ya se había puesto en movimiento, abrían sus negocios o iban a ellos. Otras personas entraban en las cafeterías a desayunar. Entonces mientras caminábamos por las calles encontramos la cafetería que buscábamos, y por delante de nosotras vimos a nuestra presa. Miré a Juvia las dos sonreímos con deseo. Vimos que entraba a la cafetería así que le seguimos. Esperamos a que saliera. Cogió el coche y se dirigió al puerto. Durante todo el camino no le perdimos de vista, le vigilábamos desde los cielos. Saltábamos por los distintos edificios que había por el camino. Nos paramos encima de unos contenedores, desde allí podíamos ver todo lo que ocurría. Ese hombre había quedado en el puerto con unas cuantas personas, que por las ropas que llevaban eran ricos. Reconocimos a esas personas por los hologramas que la reina nos había enseñado hacia solo unas horas. Esas personas eran los compradores.

-¡Cabrones!- dije, dirigiéndome a ellos, pero Juvia me escuchó.

-Como pueden hacerles eso a unas chicas y quedarse tan tranquilos.- dijo Juvia en tono enfadado.

-Mira, se dirigen a los contenedores- les seguimos con la mirada.

Vimos que abrían el contendor, desde donde estábamos no podíamos ver nada. Así que nos movimos a un contenedor que quedaba enfrente, para poder ver lo que había dentro. Comenzaban ha abrir las puertas. La oscuridad de dentro del contenedor hacia imposible que pudiéramos ver algo. Akainu se metió dentro del contenedor y cuando salió no iba sólo, había cogido a una chica de los pelos y la sacaba fuera. La chica estaba atada de brazos y muñecas y amordazada. Cuando vimos aquella espantosa escena tanto Juvia como yo nos sorprendimos, nos miramos, por que era cierto lo que la Reina nos había dicho.

-¿Cómo puede ser? Realmente dentro de ese contenedor hay chicas.

-Tenemos que salvarlas.

Según nuestros métodos de caza nunca mataríamos si hay mas gente mirando. Comenzaron a sacar a las chicas del contenedor. Era un contenedor marítimo, uno de los grandes, podía medir fácilmente 14 metros de largo, las chicas que salían estaban aterrorizadas., se podía ver en su mirada

-Pobrecitas, tenemos que sacarlas de ese infierno.

-Tienes razón. Fíjate, las están dividiendo.- dijo Juvia

Las chicas estaban siendo divididas en cuatro camiones distintos.

Cuando aquellos hombres se marcharon, después de pagar a Akainu, él se quedó en el puerto. Entró a una habitación pequeña y empezó a contar el dinero que le habían entregado. Era hora de actuar.

Con fuerza saltamos desde el contenedor en el que nos encontrábamos hasta el techo de la habitación en la que se había metido. Sonó bastante como para darle un pequeño susto, miramos por la ventana. Pero no sirvió de nada, en ese mismo momento enfrente de nosotras se había caído uno de los contenedores, así que actuó como si nada.

Así que plan B. Juvia usó el poder que tenia. Posó con delicadeza su mano en el techo de la habitación y sólo con pensarlo comenzó a congelar el techo, después bajó a la puerta, y de ahí al resto de la habitación. Esta vez si que estaba asustado… por que no entendía nada de lo que estaba pasando.

-¿Que? ¿Qué está ocurriendo?- dijo atemorizado

Bajamos a su nivel y nos pusimos enfrente a él.

-¿Qui…quienes sois vosotras?

-Tu peor pesadilla…- dijimos las dos con la ira acumulada por lo que habíamos visto hacia unos instantes en el puerto.

No le dijimos nada más y nos abalanzamos sobre él. Le mordimos en el cuello, cada una por un lado distinto. Después de no haber comido nada durante todo el día, morder a un humano sentaba bien.

Le habíamos dejado seco, por así decirlo.

-Pues ya esta, ahora hay que salvar a esas chicas…

-Si venga, antes de que las ocurra algo.

-Espera, tengo una idea.

Cogimos a Akainu que estaba en el suelo sin sangre en su cuerpo y le llevamos a un lugar donde la policía pudiera encontrarle. Después de eso, nos fuimos a por los demás, dejando pistas a la policía para que encontraran a las chicas. Nos dividimos, dos para ella y dos para mí. Después de matarles nos quedamos en la última casa para asegurarnos de que la policía encontrara a las chicas, cuando la policía llegaba a una casa, nos dirigíamos a otra y esperamos.

Quedamos en unos acantilados que había en la ciudad. Cuando llegué Juvia ya había llegado y estaba mirando el mar. Perdida en sus pensamientos.

-Es precioso ¿verdad? El mar… hacia mucho que no lo veía, lo echaba de menos.

-Si, tienes razón, es precioso.- Me senté a su lado y nos quedamos mirando como las olas chocaban contra las rocas. Cuando empezó a anochecer nos levantamos y volvimos la puerta en la que entramos.

Al entrar a la puerta, Jasdero, otros de los consejeros de la reina nos estaba esperando. Tenia el pelo rubio y largo, se sujetaba el pelo con una cinta era el hermano de Devitt.

Nos condujo de nuevo, como su hermano, por todo el edificio hasta que llegamos hasta la sala del trono. Tras las puertas estaban la Reina y el resto de los consejeros.

-Majestad, han vuelto. – le dijo Jasdero

-Excelente. Bien sentaros.-nos invitó la Reina.

Nos sentamos en las dos sillas que quedaban libres.

-Señora, la misión a sido un éxito.

-Si, eso he oído, ahora sois maquinas de matar, ya estáis preparadas

-¿Perdón?- preguntó Juvia, las dos estábamos sorprendidas por lo que nos había dicho.

-¿Maquinas de matar? ¿Qué quiere decir?

Todos vampiros del consejo estaban callados, no se movieron de su sitio y no paraban de mirarnos. Todos sus ojos eran rojos, sus pieles pálidas como la nieve y daban algo de miedo cuando nos miraban fijamente.

-Lo que la Reina quiere decir- comenzó a decir Jasdero- es que la misión que os encomendamos, no existía.

-¿Cómo? ¿Qué quiere decir con que no existía?- dijo Juvia.

-Nos está diciendo que… ¿nos ha mentido?

-La Reina os tiene en el punto de mira.- dijo Devitt

-¿Que quiere decir?-dije, sorprendida por lo que dijo

-Parece que no os habéis enterado, pero vosotras sois las únicas vampiras que tienen poderes, los tenéis por alguna razón que ni siquiera nosotros entendemos.

-Pero ¿Qué tiene que ver eso con nosotras?

-Los poderes que poseéis son especiales para nosotros.

- Con vuestros poderes podemos ganar la guerra…- dijo otro de los consejeros. La Reina no había hablado.

-¿Qué guerra?- dijo Juvia asustada

-Desde hace siglos existe una guerra entre los vampiros y los caza-vampiros. Hemos perdido muchos vampiros en esta guerra y ellos cazadores, pero con vosotras podremos conseguirlo, podemos acabar con la guerra, podemos ganar.

-Pero nosotras no…

-Según los rumores cuando vosotras vinisteis aquí y supisteis de la existencia de los caza-vampiros los odiasteis por no haber a parecido cuando os convertisteis.- nos dijo la Reina.

Las dos agachamos la cabeza. Y nos cogimos de las manos

-Vosotras debéis ser las que más queréis acabar con esta guerra, las que mas queréis matar a esos caza-vampiros.

-Si, ellos, hubieran, aparecido, Nosotras no seriamos…- dije entrecortadamente, debido al odio que les tenía y que no podía ni pensar.

-¿vampiras?- dijo la reina, entre risas.- ahora, no hay vuelta atrás. Ahora que las dos habéis probado lo que se siente no querréis dejadlo, lo necesitáis. Necesitáis la libertad de la que os han privado durante todos vuestros años humanos. Ahora tenéis libertad para hacer lo que queréis…

Después de que la Reina y sus consejeros nos dijeran todo aquello de la guerra, los caza vampiros, sobre nosotras y los poderes que poseemos, después de todo aquello y sin poder rebatir nada de lo que nos decían, Juvia y yo nos marchamos, cada una a su habitación.

Abrí la puerta y para cerrarla apoyé la espalda en ella. Estando aún de pie fui poco a poco escurriéndome para poder sentarme en el suelo. Doblé las rodillas y puse los brazos sobre ellas, y escondí la cara entre el hueco que quedaba entre mi cuerpo y los brazos. Cerré los ojos y lo primero que me vino a la mente fue aquella noche de invierno en la que nos convirtieron en vampiros. Aquella noche en la que Juvia y yo habíamos salido del cine y nos disponíamos a irnos a casa, mientras hablábamos de nuestras cosas. En pocos minutos pasamos de ser humanas a ser vampiros, maquinas de matar, como nos había llamado la Reina.

Levanté la cabeza y la apoye en la puerta, y miré a mi alrededor, a la habitaron, una habitación pequeña con lo necesario, una cama, un armario y un espejo, pero sin ventanas, la habitación estaba iluminada por una pequeña bombilla. Me levanté del suelo y me dirigí al espejo. Aparecí en el espejo, pero era diferente a las veces que me miraba en el espejo y cantaba al son de la música, como lo hacia en mi casa, en los cuales podía reconocerme, sabia quien era y lo que hacia. Pero en este momento, no sabia quien era, me sentía vacía. Lo único que veía era una chica con el pelo rosa largo y suelto hasta la mitad de la espalda, con la cara pálida por la poca luz del sol, o ninguna. Ojos morados… era lo único que veía pero no veía a la chica que fui una vez, enamoradiza y loca, que solía ser antes de ser vampiro, sentía que algo me faltaba.

Poco a poco apareció por mi boca cerrada, sangre, mi sangre. Los vampiros tenemos la habilidad de esconder los colmillos y sacarlos a voluntad. Los colmillos iban aparecieron poco a poco por encima de mi labio inferior, rajando la piel con la que rozaba. Los colmillos eran muy duros y afilados por lo que al rajar la piel comenzaba a salir la sangre con facilidad. Los dos ríos de sangre llegaron hasta la barbilla y comenzaron a gotear cayendo al suelo. Los ojos comenzaron a cambiar de color, de morado a rojo en apenas unos segundo, es el instinto asesino de los vampiros. Los colmillos paran.

Allí estaba yo parada frente al espejo sin poder moverme, y la sangre cayendo.

-Esta soy yo ahora… un vampiro.- dije con tristeza.

Escuché que alguien venia corriendo, pero no me moví. Abrieron la puerta. Era Juvia, sin cerrarla se acercó rápidamente a mí.

-Raisa, estás bien… madre mía si estas sangrando.

-Juvia…- recuperé el sentido y pude moverme.

-Tranquila, estoy aquí.- me giré hacia ella y las dos nos quedamos mirándonos.

Pude ver que sus ojos también eran rojos, su voluntad era muy fuerte. Entonces por la puerta aparecieron vampiros, atraídos por el olor de la sangre. Es cierto que la sangre humana es mas apetitosa, pero cuando se trata de sangre cualquiera vale, incluso la de un vampiro. Juvia corrió a la puerta y la cerró dejando a los vampiros fuera y echó el pestillo. Pero se quedó mirando a la puerta apoyada frente a ella.

-Raisa, será mejor que guardes los colmillos y te quites la sangre por que no podré aguantar mucho más. Por favor.- su voz sonaba extraña, era por la sangre.

Me apresuré a limpiarme. Guardé los colmillos, me limpié y quemé el pañuelo para que el olor desapareciera. El color rojo de mis ojos desapareció y el barullo que había en el pasillo también desapareció, todo se quedó en silencio. Juvia se giró hacia mí y se aproximó.

-Gracias por venir- la dije

-Raisa, eres mi mejor amiga, y además si no llego a venir esos vampiros sedientos te devorarían antes de que pudieras decir una palabra.- nos miramos y las dos nos reímos.- pero dime ¿que te ocurre?, por que esta es la segunda vez que haces esto.- agaché la cabeza

-¿De verdad?

-Si, la primera vez fue hace unos meses, me dijiste que solo querías probar tu sangre y lo dejé pasar, pero esta vez no. Dime ¿Qué te ocurre?

-Nada. No es nada.- me senté en la cama

-Raisa…- se sentó a mi lado. – no puedes engañarme, algo te pasa… dímelo.

-Es que, he estado pensando en todo lo que hemos pasado.

-¿A que te refieres?

-Al cambio al que hemos tenido que adaptarnos cuando nos convertimos en vampiras hace ya siete meses. Tuvimos que abandonar nuestras casas, cogimos las cosas y nos fuimos. Nuestras familias, puede que nos estén buscando y no podemos decirles donde estamos. A nuestros amigos…- vi en sus ojos mucha pena y recuerdos…

Me levanté de la cama y me senté en el suelo para estar frente a ella.

-Dejamos a todos nuestros amigos allí- me dijo con la cabeza agachada.

-Si.

-He oído a muchos vampiros hablar de sus amigos, pero siempre acaban sus conversaciones con un brindis, entre risas y diciendo "ellos eran un estorbo" o "estoy mucho mejor así", y todos los que están escuchando le dan la razón.- dijo sin levantar la cabeza.- desde que estamos aquí nunca he sentido que nuestros amigos fueran un estorbo.

-Yo tampoco- dije- gracias a ellos pude llegar aquella noche en la que nos convertimos en asesinas.- río por no llorar, y mientras agacho la cabeza mirando al suelo. Juvia se levantó de la cama y se sentó conmigo en el suelo.

Nos abrazamos. Nuestras lágrimas empezaron a caer. Ambas habíamos guardado nuestros sentimientos durante mucho tiempo y esas lágrimas eran prueba de ello. Los echábamos de menos a todos. Al separarnos, nos quedamos apoyadas en la pared

-Recuerdas que no parábamos de hablar de nuestras cosas… nos podíamos pasar horas y horas hablando.

-Si, lo recuerdo.- comenzó a decir.- Recuerdo que nos tiramos una buena temporada hablando de un chico italiano que conocimos y que a las dos nos volvió locas, ¿Cómo se llamaba? Ahora no recuerdo su nombre.

-Si, se de quien hablas, pero ahora no recuerdo su nombre.-pensamos.

-Squall.- Dijo

-Si, y tenia novia, muy guapa, y con mucha suerte…- me quedé pensando en el nombre.- Rinoa, Rinoa se llamaba.

-Si es cierto, Squall y Rinoa, recuerdo que estábamos muy celosas de ella.

-Con razón lo estábamos.- nos miramos y nos echamos a reír.

-Y todas las veces que hablábamos de los chicos famosos, tú con Jared Leto…

-Y tú con Billie Joe Armstrong… cada loca con su tema. Teníamos mucho peligro cuando empezábamos ha hablar.

-Si…que recuerdos, me gustaría escuchar algo de ellos, lo hecho de menos… mi Billie, aún recuerdo el cuadro que me hiciste de ellos, seguro que estará colgado en mi pared, al igual que todas las fotos.

-Y tú me regalaste el colgante.

Las dos comenzamos a recordar los buenos momentos que pasamos juntas.

-Jaja…-comencé a reírme cuando recordé cosas.

-Que te ocurre, ¿de que te ríes?- me preguntó.

-Recuerdo que Zaru pasaba de nosotras cuando nos poníamos ha hablar.

-Si, es verdad, pobrecito lo que le hacíamos sufrir.-también se rió.- y los ratos que pasamos con Erza, con Elle, Misa y Usopp.

-Y los chicos de tu academia, y los de clase.

-Si, hay muy buenos recuerdos con todos ellos.

Estuvimos un buen rato recordando todos los momentos que pasamos antes de que nos convirtieran en vampiras.

-Sabes.- miré al techo.- a pesar de que ya no estamos con ellos, y los echo de menos, me alegra no haberme separado de ti Juvia. Si también te hubiera perdido no sabría como seguir, y probablemente yo ya no, puede que ya no estuviera…

-¡Raisa!- la miré, estaba enfadada.

-Lo siento…- las lagrimas comenzaron a caer por si solas, aunque tampoco hice nada para pararlas. Juvia me dio con su puño en la cabeza, pero suavemente. Cuando la miré ella también lloraba.

-¡Baka!… no quiero que vuelvas a decir o pensar esas cosas. ¿ME HAS OIDO?

-Está bien, lo siento… mientras levantaba los brazos en son de paz. Las dos acabamos sonriendo.