Era medianoche en el castillo Hogwarts de Magia y Hechicería, una estudiante de séptimo curso recorría apresurada los largos y oscuros pasillos para llegar a su sala común. No podía creer que se le hubiese hecho tan tarde, pero es que la guerra no había cambiado eso en ella, todavía perdía la noción del tiempo cuando se sumergía en la biblioteca, aún impresionada por la cantidad de volúmenes y temas que no llegaría a leer aunque pasara 50 años en aquel lugar… Sonrió con nostalgia, extrañaría Hogwarts al terminar aquel año, a pesar de los últimos acontecimientos, aquella enorme estancia guardaba las memorias de la mayor parte de su vida, sus más ocultos secretos, los cuadros la vieron crecer, madurar, llorar, luchar por sus convicciones y finalmente llegar a ser la bruja más inteligente que haya pisado aquel suelo. Estaba orgullosa de sus logros, de sus amigos, de su vida en general. Ese sería su último año de formación académica y luego ingresaría al Ministerio de Magia, en el Departamento de la Ley Mágica. Kingsley le había ofrecido el puesto al concluir la guerra, al igual que les había asegurado a Harry y Ron sus puestos en el Departamento de Aurores. Todo marchaba como debía.
Llegó al retrato de la Dama Gorda y pronunció la contraseña Tiara de Doxy al parecer a la Dama le había dado un fiebre por la joyería, desde que comenzó el curso hacía dos meses no paraba de inventar absurdas contraseñas con anillos, diademas, pulseras, oro y plata. Mujeres.
El interior de la Sala Común de Gryffindor estaba desierta, en la chimenea aún sobrevivían unas pocas cenizas entre rojas y negras, a punto de apagarse por completo, decidió dirigirse inmediatamente a su habitación, pues al día siguiente tendría clases a primera hora.
Ya en la cama se preguntó que hubiese pasado si todo hubiera sido diferente… Si Voldemort hubiese ganado la guerra, seguro ya estarían todos muertos... Sacudió la cabeza, regañándose mentalmente por tan estúpidos pensamientos. No había por qué perder el tiempo con simples "Y si…" Tenía su último año de estudio por delante, con sus mejores amigos, con sus compañeros. Esa noche durmió profunda y felizmente.
Muchos pisos más abajo, más precisamente en las mazmorras, un joven miraba detenidamente el fuego encendido dentro de una ornamentada chimenea negra y verde. No podía creer estar de nuevo en aquel mísero lugar, soportando las acusadoras miradas de todos los demás.
-Si, si, soy un ex-Mortífago desertor y qué- Murmuró en voz baja. Tiró con frustración una copa que tenía en la mano con whiskey contra la pared más cercana haciendo que el vidrió estallara en mil pedazos. Bufó con frustración. "Mantener las apariencias y continuar adelante" Claro, como la mayoría de los buenitos vencedores volvieron a estudiar y a seguir con su vida normal, él había sido obligado a seguir los mismos pasos. Pero adivina qué papá, somos del bando contrario ¿Recuerdas? Pensó con irritación…
No soportaba aquel castillo, no soportaba las miradas inculpadora del resto de los habitantes, a penas sus compañeros de casa le dirigían la palabra, y claro, estaban todos en el mismo barco hundido. Zabini, Nott, Parkinson e incluso el pocaneurona de Goyle. Todos juntos, como buenos compañeros sufriendo las consecuencias de haber nacido en las familias que les tocaron, de haber sido poco menos que títeres a manos de hombres mayores cuya locura se extendía al hecho de seguir misiones suicidas para el Loco Mayor.
La familia es lo más importante. Pensó con sarcasmo, sonriendo de lado. Su padre, queriendo dirigirle la vida de nuevo, como si nada hubiese pasado, su madre intentando guardar las apariencias, vigilándolo de lejos para que no cometa alguna tontería.
Si, como si nada hubiese pasado. Pero esa era la mayor mentira de todas. Si habían pasado cosas, habían pasado muertes, una guerra, torturas, medio castillo destrozado… Todavía tenía pesadillas con aquello. Ya no sabía ni quien era, ni cómo debía comportarse, ni como se suponía que siguiera adelante… Por su culpa habían matado a Dumbledore, por su culpa Snape había muerto, por su miedo Potter y los demás habían escapado de la Mansión Malfoy. Así era, no podía jugar ni para uno, ni para otro bando, era un cobarde para que negárselo a sí mismo.
-¡Basta!- Le ordenó a su cerebro. No importaba nada ya, todo había terminado. Sólo debía sobrevivir al maldito curso y sería libre para hacer lo que quisiera con su vida, irse lejos para nunca volver.
Con la mente agotada decidió irse a dormir, compartía habitación con Theo, Blaise y Goyle… La cama de Crabbe había sido retirada. Sintió un escalofrío al pensar en lo cerca que había estado de morir como su antiguo compañero, al que por lo visto, "la causa" le había tocado de más. Sinceramente, ninguno de sus compañeros, ni él mismo creían en todo el rollo de seres superiores, linaje y bla bla bla. Pero es difícil resistirse al poder… Y el miedo a ser torturado y asesinado sumado a la presión de sus respectivas familias fueron muy convincentes a la hora de tatuarse la marca tenebrosa, marca que había desaparecido ya, gracias a Merlín. O gracias a Potter pensó con amargura.
Ya acostado observando las cortinas de terciopelo verde botella se repitió a sí mismo que sólo debía aguantar unos meses más, estaban en Noviembre, ya había sobrevivido dos, sólo unos pocos más.
Y con semejantes pensamientos felices se durmió, para hundirse en sueños de fuego maldito, ojos rojos y mortífagos.
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Al día siguiente Hermione fue una de las primeras al entrar al Gran Salón a desayunar, habían algunos estudiantes de Ravenclaw comiendo tostadas y hablando entre sí, pero el resto de las mesas estaban vacías.
Tomó asiento y se dispuso a desayunar cuando alguien se sentó en el banco de enfrente, levantó la vista y encontró a su pelirroja amiga. Ginny estaba con el pelo medio revuelto y los ojos brillosos mirándola atentamente. Hermione abrió la boca, pero no salió nada de ella.
-No es lo que piensas- La atajó Ginny dejando el jugo en la mesa y levantando las manos como lo haría un delincuente frente a la policía muggle.
-No sabes lo que pienso- Soltó Hermione medio avergonzada.
-Sí, sí lo sé y tú también- Sonrió la pelirroja. –Pero lamentablemente Harry sigue siendo un caballero…- Y terminó la frase con un suspiro de resignación.
Hermione no sabía si ponerse colorada o regañarla por el "lamentablemente". ¡Estaban en el colegio! Era increíble que su amiga albergara la esperanza de que algo así sucediera en el castillo. A la castaña se le subió la temperatura de sólo pensarlo.
-¿Y a qué se debe que todavía no hayas decidido peinarte? Siempre vas tan arreglada…- Preguntó con curiosidad.
-Es que todavía no tuve tiempo de pasar por mi habitación, Harry y yo nos quedamos en la torre de adivinación toda la noche, ya sabes, las velas y el incienso… Pensé que sería un bonito toque romántico- Ginny le guiño un ojo, tomó una tostada y salió tranquilamente por la puerta derecho a la Sala Común, seguramente a dormir un par de horas supuso Hermione.
La Gryffindor refunfuñó por lo bajo, escandalizada por el comportamiento de sus amigos. Ya tendría que intercambiar unas palabras con el niñito que sobrevivió. Miró su reloj, las 7:20 am. Tenía 40 minutos antes de su primera clase. Bostezó y tomó el vaso de jugo que Ginny no había llegado a ingerir y se levantó dispuesta a irse a la biblioteca a repasar Aritmancia. Ese año darían los EXTASIS y tenía miedo de no llegar con los estudios.
Al salir por la puerta del GS se encontró con Ron que bajaba por las escaleras medio dormido.
-Herminñs- Murmuró el pelirrojo mientras se frotaba los ojos. Ese gesto hizo que a Hermione le revolotearan mariposas en el estómago.
-Ron- Contestó sonriendo la castaña –Todavía es temprano, deberías haberte quedado más tiempo en la cama-
-Es que sabía que segurmnt tu estars desayunndo temprn- Dijo mientras soltaba un gran bostezo. Hermione enternecida lo abrazó y le plantó un suave beso en los labios.
-Así es, pero debo estudiar para Aritmancia, es uno de los exámenes más largos y…-
-Sí sí, ya se- Respondió el pelirrojo mientras la abrazaba por la cintura –Ve, ve a estudiar por los dos- Le dio un nuevo beso y la soltó para dirigirse al Gran Comedor, Hermione llegó a escuchar como le rugía el estómago y riendo emprendió nuevamente su camino.
Al llegar a la biblioteca, paseo por los estantes en busca de los libros que necesitaba. Encontró un volumen particularmente antiguo y grande a unos metros por encima de ella, en el décimo estante, se estiró para alcanzarlo y haciendo puntita de pie trato de agarrarlo, pero sólo llegaba a arañarlo sin la suficiente fuerza para sostenerlo.
Suspiró frustrada y miró a derecha e izquierda en busca de una silla de la cual valerse, pero todas estaban en el sector de las mesas, así que resignada se dirigió hacia allí para agarrar una en la cual poder subirse.
Ya de vuelta entre los estantes, se sintió un poco tonta por tener que recurrir a muebles, si tan sólo fuera unos centímetros más alta… Agarró el libro que para sorpresa de ella pesaba bastante, pero era justo lo que necesitaba. Fijo su mirada en el estante buscando alguno más que le pudiera servir, lo único que faltaría era que tuviese que hacer el viaje de la silla más veces. Por suerte encontró otros dos, más livianos pero igual de grandes que podrían serle útil.
Satisfecha consigo misma, miro su reloj como pudo. 7:40. Sólo tendría 20 minutos de repaso, debería aprovecharlos lo máximo posible. Entre el apuro, y el peso de los tres libros, al intentar bajarse de la silla la Gryffindor perdió el sentido y se precipitó al suelo de la biblioteca.
Cayó de espaldas al piso con un golpe sordo que la dejo sin aire y con los ojos cerrados esperó a que los libros la golperan al caer encima suyo, pero nunca llegaron. Abrió un ojo con miedo y se dio cuenta que había alguien parado junto a ella, enfocó la vista y el pelo rubio platinado llamó su atención. De la sorpresa se quedó callada, tirada en la alfombra de la biblioteca tal como estaba, sin saber que decir.
-¿Te piensas levantar? Yo no lo voy a hacer por ti, si es eso lo que esperas- Soltó Malfoy arrastrando las palabras, mientras sostenía los tres libros con las manos y miraba a la castaña entrecerrando los ojos.
-Yo… Eh…- Hermione se levantó del suelo lo más rápido posible, o por lo menos, lo más rápido que el dolor de espalda le permitió. –¿Qué haces tú aquí?- Preguntó de repente alerta, mirando alrededor como si esperara un ataque mortífago relámpago.
-Salvar a estos pobres ejemplares justo antes de estrellarse con tu dura cabeza, no hubiesen sobrevivido al impacto y la verdad es que otros también tenemos que estudiar…- Miró el título del primero "Numerología Mágica: Historia del 1 al 10" – Aritmancia, que seas una rata de biblioteca, no quiere decir que tú sola vayas a rendir los EXTASIS- Y dicho eso, empujó dos de los libros contra el estómago de la castaña que los agarró justo antes de que la golpearan. –Con este me quedo yo- Y tomando el volumen de Numerología Mágica, Malfoy se dirigió a una mesa en un rincón de la biblioteca donde lo esperaba Nott aburrido que dibujaba sobre un pergamino, perdido en sus pensamientos.
Hermione estuvo a punto de gritarle unas cuantas sarta de cosas, hasta que se dio cuenta de donde estaba y de la hora que era, 8:03 ¡Iba a llegar tarde!. Metió los dos libros que el cretino de Malfoy no le robó en la mochila y salió a paso firme y con la cabeza alta de la biblioteca, sin darse cuenta que el rubio Slytherin la seguía con la mirada.
A la hora de la cena, aquel mismo día en el Gran Salón se elevaba el sonido de múltiples conversación y alguna que otra discusión, pero de un momento a otro, el nivel de las conversaciones bajaron a simples murmullos cuando un grupo de Slytherin entró y se dirigió a su propia mesa, al sentarse echaron miradas asesinas a los demás estudiantes que sorprendían observándolos, hasta que poco a poco las conversaciones se reanudaban nuevamente.
El mismo episodio se venía repitiendo durante los dos meses que llevaban de clases, a pesar de que la mismísima directora McGonagall había dejado en claro el primer día, que todos los estudiantes allí presentes merecían su lugar en Hogwarts y que no toleraría ningún tipo de enfrentamiento causado por los últimos acontecimientos. Aún así, ciertos alumnos de Slytherin día a día debían soportar las peleas en los pasillos cada vez que un profesor no estaba, no es que se quejaran, estaban acostumbrados a las peleas, de hecho antiguamente ellos la provocaban pero ahora era distinto, los alumnos a los que se enfrentaban estaban rotos por dentro habían perdido familiares y amigos y aunque no a manos de ellos, si por su causa, o por la causa que les habían impuesto. Pansy era quien peor la pasaba, normalmente se quedaba en la Sala Común y sólo salía para ir a las clases, se quedaba sentada en los cómodos sillones, acompañada por los de su casa. Pero Malfoy ya estaba harto, harto de todo el mundo y sobre todo de aquellos imbéciles que se creían defensores de la humanidad y pregonaban por todo el castillo todo lo que hicieron por Hogwarts.
-Si claro, esconderse en casa de mami y papi es una gran muestra de coraje- Soltó Zabini en voz alta cuando recorrían el hall hacía las mazmorras después de haber cenado.
Había un grupito de Hufflepuff rodeando a uno de ellos, por lo que Malfoy observó era Perks, el idiota inútil de Eric Perks, un don nadie que siempre había estado detrás del trío dorado, queriendo formar parte de "los chicos populares" pero tenía que conformarse con que sólo los de su casa le prestaran atención.
Al oír el comentario de Blaise, Perks giró la vista hacía los Slytherin que se detuvieron por el tumulto de amarillos.
-Ah miren, todavía quedan alimañas sueltas en el castillo- Expresó el Hufflepuff abriéndose paso entre sus compañeros.
-Sí, y suelen juntarse a farfullar estupideces en los corredores- Contestó Blaise entrecerrando los ojos, lo único que le faltaba, que un ignorante tejón se sintiera moralmente superior.
-Al menos no somos de los que huyen despavoridos de una batalla y regresan con la cabeza gacha- Replicó Eric mirando directamente a Zabini, este último sacó la varita y en un relámpago Perks salió volando contra la escalera principal.
Media docena de varitas apuntaron a los dos Slytherins que sin dudarlo, comenzaron a tirar hechizos a ese puñado de estudiantes.
-DESMAIUS- Gritó Malfoy y un muchacho dos cursos inferiores a él cayó al piso, mientras el rubio esquivaba un chorro de luz roja que le rozo la oreja.
-AGUAMENTI- Pronunció Blaise e inmediatamente los 5 tejones que permanecían de pie, fueron arrastrados por el agua.
-EXPELLIARMUS- Perks ya estaba de pie nuevamente sobre los escalones apuntando a los Slytherins, la varita de ambos saltaron por los aires, pero siendo dos de los magos más diestros en magia, las recuperaron en segundos con un simple hechizo no verbal.
Malfoy fuera de sus casillas, estaba dispuesto a usar un imperdonable con ese perdedor, cuando Zabini se le adelantó.
-PETRFICUS TOTALUS- Perks cayó rodando por las escaleras totalmente petrificado. –Así al menos dejará de decir tonterías y hasta conseguirá amigos… Bueno, tanto así no- Zabini estaba por guardar su varita, cuando algunos Hufflepuff se les acercaron goteando agua con las varitas en alto.
Malfoy alzó una ceja, ¿Es que los iban a obligar a usar Magia Oscura? No podían ser tan inconscientes… En fin, ellos se lo buscaron. Estaba por pronunciar un Imperius cuando una voz detrás de ellos lo detuvo.
-ALTO. ¿Qué se creen que hacen?- Ron salía del Gran Salón hacía su Sala Común con Harry, Hermione y Ginny cuando se toparon la escenita de lucha en el agua.
-Y a ti que te importa- Le soltó Zabini dándose vuelta hacia él mientras guardaba su varita y se cruzaba de brazos.
-Pues si me importa amigo, ya que soy PREFECTO para tu desgracia- El pelirrojo observó a los Hufflepuff que se secaban unos a otros con encantamientos y a Perks en el suelo. –Nunca dejaran de ser unos imbéciles ¿Verdad?- Les preguntó a los dos Slytherin mientras Hermione corría a despetrificar a Perks.
-Y tu nunca dejaras de ser una comadreja segundona ¿Verdad?- Le contestó Malfoy hastiado. Ya estaba hasta la coronilla de todos ellos, lo único que deseaba era largarse, no sin antes lanzarles unos buenos hechizos.
Ron se puso rojo de la rabia e hizo un amague de sacar la varita, pero a último momento decidió que eso no valía la pena, así que simplemente le pegó un puñetazo en la boca a Malfoy. –A ver si así puedes mantenerla cerrada Mortífago de mamá-
Los Hufflepuff aplaudieron al prefecto mientras soltaban carcajadas, pero se quedaron congelados al escuchar un grito.
-¡RON! Co-mo-te-a-tre-ves-a-ha-cer-se-me-jan-te-co-sa- Hermione apretaba tantos los labios que las frases le salían separadas en sílabas. –¡No puedes andar tirando puñetazos así por que si!-
-Es mejor que corran- Le susurró Harry a los tejones que se apresuraron a seguir su consejo, tomó la mano de Ginny que había estado a su lado observando aburrida la ya conocida novela de Slys contra el mundo y ambos siguieron presurosos a los Hufflepuff.
-Como verás si puedo, además se lo merecía- El pelirrojo se encogió de hombros como si fuera lo más normal del mundo.
-Esa la pagas Weasley- Malfoy con el labio sangrando le devolvió un puñetazo en la nariz al pelirrojo que aulló de dolor tapándose la cara.
-¡MALFOY!- Hermione estaba histérica, no podía comprender el comportamiento de esos dos idiotas –BASTA YA, AMBOS- Y se puso en medio para detenerlos, justo cuando Ron estiraba el brazo con el objetivo de atacar nuevamente al rubio, quien lo esquivó fácilmente.
-¡PAREN! 50 puntos menos para Slytherin y Gryffindor- Los tres estudiantes presentes se quedaron petrificados al oír a la castaña. –No me dejaron más opción- Se defendió esta de las acusadoras miradas de los hombres.
-Hermione NO puedes hacer eso, soy un prefecto y no nos podemos sacar puntos unos a otros- Discutió Ron ya olvidándose del rubio.
-Pero yo soy Premio Anual y puedo sacarle cuantos puntos crea convenientes a la casa que lo merezca- Le dijo Hermione altiva a su novio.
-Eso es una tiranía- Soltó Zabini que había estado un rato callado esperando que su amigo destrozara al Gryffindor.
-Pues soy una tirana Zabini, ¿Algún problema?, porque puedo seguir sacándoles puntos- Advirtió Hermione mirándolo a los ojos con toda la autoridad que fue capaz de reunir.
-¡Hermione estás exagerando!- Dijo Ron incrédulo, no podía creer lo que escuchaba ¡50 puntos! A su propia casa… -Que le quites puntos a estos intentos de mortífagos está perfecto, pero a tu propia casa, no lo puedo permitir-
-¿Qué? ¿Crees que hay algo que puedes no permitirme? ¿Piensas que te estoy pidiendo permiso acaso?- La castaña alzó una ceja y se cruzó de brazos, finalmente suspiró. –Ronald, vete a la Sala Común, hablaremos allí.
Ron estaba a punto de discutir que no era quien para darle órdenes, pero si seguían no terminarían más, así que decidió seguir su camino y hablar con ella en la torre Gryffindor. Comenzó a subir las escaleras malhumorado y frustrado.
-Malfoy, Zabini, ustedes también váyanse a su Sala Común- Les ordenó la Gryffindor poniéndose recta.
-¿Es que crees que somos perros falderos o comadrejas sin carácter o qué?- Preguntó Malfoy con una mano sobre el labio que todavía le sangraba.
-Será mejor que vayas a la enfermería a hacerte ver eso- Dijo Hermione ignorando el anterior comentario del rubio.
-No necesito tus consejos gracias, puedo arreglármelas yo solo- Contestó Malfoy irritado. –Vámonos Blaise, antes que la tirana decida ponernos correa como a su asqueroso novio-
Ambos Slytherin se dieron vuelta y se dirigieron hacia las mazmorras, pero antes de bajar por las escaleras que había al otro lado del Hall, Blaise miró atrás y observando que Hermione aún los miraba con cautela, le hizo un saludo militar llevándose la mano a la cabeza. Luego siguió a Malfoy a su Sala Común.
Una vez que la Gryffindor vio que ambas serpientes desaparecían camino a las mazmorras, sonrió por el último gesto de Zabini, e incluso soltó una pequeña carcajada, unos segundos después se dio cuenta de lo que estaba haciendo y sacundiendo la cabeza se dirigió a su torre, preparándose para el enfrentamiento que le esperaba.
Al cruzar el retrato de la entrada Ron le saltó encima como una fiera, diciéndole que como se atrevía a desautorizarlo delante de otros estudiantes, especialmente enfrente de los Slytherin, como era capaz de quitarle puntos a su propia casa, ¿Es que acaso no le importaba perjudicarlos?, que el Premio Anual ya se le había subido a la cabeza en sólo dos meses y fue este último comentario el que hizo a Hermione perder los estribos.
-YA BASTA RONALD. Déjame en paz de una buena vez- Y dicho eso se dirigió a su dormitorio sin despedirse de nadie ni prestar atención a las atónitas miradas de sus compañeros.
Ya en la cama suspiró por su largo día, y el gesto de Zabini se le vino a la mente, sonrió al recordarlo. Quien hubiera pensado que tenía sentido del humor. Se dio media vuelta sobre su costado y acomodando la almohada se preguntó si Malfoy tendría sentido del humor… Después se preguntó porque rayos le interesaba eso, pero se tranquilizó a sí misma con las palabras "Simple Curiosidad". Y aquella noche soñó con Malfoy en un show de chistes muggles.
