Algunas partes de la trama están basadas en la película de "El mundo mágico de Terabithia", pero de allí en más, todo lo que no reconozcan salió de mi rara imaginación.
Prólogo.
Corría lo más rápido que sus pies le permitían, pero aún así la lluvia le entorpecía la visión haciéndolo tropezar de vez en cuando. Tenía sólo dos minutos para llegar a casa antes de que sus padres supieran que había salido y evitarse un castigo por haber dejado a sus hermanas menores solas.
Dobló una esquina de la empedrada y sucia calle y siguió su camino entre resbalones. Ya podía ver la destartalada casa alejada de todas las demás, irguiéndose de una forma casi escabrosa.
Siempre le había gustado correr, pero ahora eso era como su única válvula de escape de su triste realidad.
En vez de dirigirse a la desvencijada puerta de la entrada, salió disparado hasta el patio trasero, donde había una enredadera que daba hasta su ventana, la cual había estado usando mucho los últimos meses; ya que sus padres no consentían sus amistades.
Al fin estaba en su habitación. Suspiró con alivio, con su rubio cabello pegado a la cara y sus ojos grises destilando adrenalina. Inmediatamente después, fue hasta su pequeño armario (una de las pocas cosas del mobiliario) y sacó ropa seca; de nada habría valido correr tanto si su madre se daba cuenta de que había estado fuera.
-Copius- dijo una vocecita al otro lado de la puerta mientras daba ligeros toquecitos. Aún no sabía pronunciar el nombre de su hermano mayor.
-Ya voy, Lynn- contestó Scorpius apurado, mientras pasaba las piernas por el raído pantalón de mezclilla- ¿Lyra está bien?- preguntó entrando en tensión. Generalmente sus hermanas (gemelas) nunca se separaban.
-Sí- contestó la tierna vocecita de Lynn.
Resoplando de alivio terminó de pasar los brazos por las mangas del suéter y acomodó un par de libros para simular que había estado leyendo (lo que no era nada raro en él).
Abrió la puerta de un tirón y se encontró con una pequeña niña rubia, con los ojos más azules que el mismo mar, cargando una vieja muñeca de trapo.
-¿Qué pasa?- preguntó Scorpius tomándola de la mano. Apenas hace poco que se llevaba mejor con sus hermanas.
Pero vamos, él sólo tenía once años y sus padres trabajaban casi todo el día para tratar de mantenerlos, pues después de la segunda guerra mágica, el apellido Malfoy no era para nada bien visto y Draco se había tenido que esforzar para salir adelante. Aparte de todo, Scorpius se había hecho cargo de sus hermanas cuando su madre (Astoria), decidió que era buena idea trabajar para ayudar con los gastos de la casa.
Lynn estaba a punto de contestar a su hermano cuando se escuchó el familiar ruido de la chimenea cuando alguien aparece por la red flu.
-¡Mami!- exclamaron las gemelas y enseguida fueron a abrazar a una mujer de cabello castaño y ojos azules.
Scorpius sólo observó la escena, y antes de que Draco apareciera, subió de regreso a su habitación.
Se tiró en la cama sin los remendados zapatos que siempre portaba y miró al techo con una sonrisa.
Faltaban sólo dos semanas para poder largarse de ese lugar en el que se sentía rechazado. Tal vez se enfrentaría a la discriminación de su apellido, pero era mejor ser refutado por gente que no conocía que por su propia familia. Ya tenía listo el material del colegio, todo era de segunda mano, pero no le importaba.
Miró al otro lado de su estrecha habitación, donde encontró su más preciada posesión: una guitarra. Debía recordar que sus clases con su mejor amiga seguían en pie.
Y allí estaba el otro motivo por el que tenía esa enorme sonrisa en el rostro, su única amiga, Maya; quien había llegado recientemente a su vida.
Flash Back
Scorpius caminaba directo a su casa, como todos los días después de ir a la escuela muggle para complacer a su madre. La economía en casa había estado bastante limitada, por lo que tenía que caminar al menos un kilómetro por el enlodado camino.
Ese día había llegado una nueva alumna a su clase y todos comenzaron a atiborrarla a preguntas, pero cuando vieron que ella no contestaba a lo que le decían, sino que sacaba otros temas, la tacharon de rara. Y lo cierto era que Scorpius pudo distinguir algo anormal, algo que los muggles comunes no poseían.
Pasó por la orilla del mismo río que recorría todos los días, arrastrando los pies por el peso de su mochila. Si supiera hacer magia, ya habría aligerado el peso de su espalda. Desgraciadamente, tendría que esperar unos meses más.
De repente, escuchó un fuerte golpe y un grito de dolor. Miró a todos lados para encontrar el origen del ruido, pero no vio nada. Esperó otro momento más y oyó como unos arbustos, del otro lado del río, se movían.
Cruzó sin problemas por el gran caudal (que casi nadie visitaba), ya que había una cuerda atada a un gran árbol, que permitía el acceso al otro lado.
Luego de darse unos cuantos arañazos en los brazos y romper un poco más su pantalón con las plantas, logró llegar hasta el ruido que lo había intrigado.
Allí estaba ella, la chica nueva del colegio. Mirándolo con sorpresa.
-Hola- dijo la niña desde el suelo, aunque una sonrisa asomaba por su rostro. Tenía el corto cabello color miel, y los ojos haciendo juego; era más o menos de la estatura de Scorpius y muy delgada. Al parecer, se había caído de un árbol, pues tenía hojitas en el pelo.
-Hola- contestó Scorpius devolviéndole la sonrisa-, ¿necesitas ayuda?- preguntó hincándose a su lado.
-Nahh, me gusta estar aquí, en el suelo, observando a las hormigas ¬¬
Scorpius soltó una risita y la ayudó a incorporarse. Se había hecho algunos rasguños en la cara y un brazo le sangraba.
Sin saber cómo, ambos eran conscientes de que ese sería el inicio de una gran amistad.
Fin de Flash Back
Esa niña tan extremadamente loca, había confiado en él, le había hecho ver que cada ser humano era importante sólo por existir, y que la imaginación no tiene límites.
A cambio, él le había enseñado el maravilloso mundo de la música, donde una guitarra puede aliviar tantos problemas que pareciera que no los tienes. Él siempre fue un chico reservado, pero gracias a ella, ahora hasta se le veía sonreír.
A pesar de que sólo llevaban escasos tres meses de conocerse, habían creado un vínculo muy estrecho. Sabían todo del otro, y con una sola mirada podían entender mil cosas que las demás personas no podrían descifrar por nada.
Sin embargo, los señores Malfoy estaban descontentos con su hijo, pues decían que esa niña estaba haciendo estragos en él, porque ya casi no hablaba por estar sumido en sus pensamientos. Razón por la que el rubio había corrido varias cuadras esa lluviosa tarde.
Lo que pasó, fue que se enteró de que ambos eran magos, y compartirían siete años de educación mágica en el mejor colegio del mundo.
RSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRSRS
Hola!!
Aquí me tienen de nuevo, con el prólogo de una nueva historia. No será muy larga, pero bueno, eso dije de las demás y me extendí un poco xD
No desesperen, que el R/S vendrá pronto.
Por favor, dejen reviews para saber si les gustó y si continúo.
Nos leemos!
