Los personajes de Boku no Hero no me pertenecen.

Sus derechos reservados a su autor

Advertencias: lenguaje explícito, violencia y contenido R18, una historia un tanto cliché.


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"Nos enamoramos de lo que nos mata, y matamos a lo que nos ama."

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Las manos de Todoroki se pasean por sus costados, necesitado, hambriento y asfixiado por el calor que emana su cuerpo. Midoriya gime, suspira y desliza sus manos al cabello bicolor de Shouto, jalándolo con fuerza, susurrando su nombre tantas veces que se podría pensar que no conocía otra palabra.

–Basta Todoroki...– Dice finalmente Midoriya. Apenas ha recuperado el aliento y un pequeño hilo de saliva es lo único que los une. –Tengo que meter las flores...– indica el de cabellos verdes. Todoroki insiste, acerca su rostro de nueva cuenta al más bajo, pero Izuku ríe y niega con su cabeza– no–Afirma. Todoroki dibuja un puchero, pero de todas maneras lo deja ir.

Ambos se encuentran empapados debido a la lluvia.

Midoriya Izuku es un Omega nacido de un hombre Omega y una mujer Alfa de clase baja. Un verdadero milagro a palabras de su madre. Lamentablemente, su padre se había ido tiempo después de que había nacido, sin embargo, no era algo que le quitará el sueño. Su madre había aprendido a cumplir ambos roles a la vez, era papá y mamá al mismo tiempo. Y, con la ayuda de una pequeña florería que había pertenecido a su familia por tres generaciones, habían salido adelante sin ningún tipo de problema económico. Al menos hasta la fecha.

–Dejame ayudarte– menciona el de cabellos bicolor. Se quita el chaleco negro (mojado) y se remanga su camisa carmesí, luego, toma una de las tantas columnas de plástico donde se encuentran docenas de rosas y claveles. Midoriya no se niega a la ayuda y, juntos, empapándose bajo el sereno que aún flota en el aire, meten cada uno de los recipientes al local. Resguardan las flores y Midoriya esboza una sonrisa que hace que el corazón de Todoroki estalle de alegría.

Todoroki, estrecha entre sus brazos al de cabellos verdes e inhala con fuerza, impregnando su nariz con el olor a menta y tierra mojada que rodea al de pecas.

Todoroki adora cada parte de Midoriya. Su voz, su cuerpo, su cabello, sus pecas, su sonrisa, las cicatrices en su manos (debido a que a trabajado desde pequeño) su piel, su ser. Cada parte de él. Por qué no hay nada, absolutamente nada que no le guste de Izuku.

– Todoroki...–Midoriya tiembla, cuando el calor de los brazos del bicolor lo acoge. Izuku sigue con la ropa y el cabello húmedo, pero por alguna extraña razón, el olor de Todoroki lo ha impregnado con fuerza. Su cercanía hace temblar su voz. Sus manos se deslicen por su pecho, jugueteando con los botones que separan su mano con el tacto de la piel del Alfa. Todoroki lo embriaga y no hay un motivo aparente para ello.

Con la delicadeza que siempre lo ha distinguido, el de ojos bicolor deshace los nudos del delantal del menor, la prenda cae al piso, exponiendo la delgada tela de algodón (húmeda) que cubre el pecho y torso del de hebras verdes.

Todoroki, Todoroki, Todoroki

La mente de Izuku se impregna de su nombre. Midoriya no entiende por qué en ese momento se siente tan necesitado por el toque de sus manos.

El índice y el pulgar de Todoroki rodean las coronillas de su pecho, un gemido florece de sus labios y siente sus piernas temblar cuando los labios del bicolor comienzan a repartir delicados besos sobre su cuello.

– ¿Estas en celo?– Pregunta el Alfa. Midoriya niega, pero sus acciones demuestran todo lo contrario. Sus manos han desabrochado los primeros tres botones de la camisa ajena. –No lo parece–susurra contra su oído, presionándolo un poco más entre sus brazos. Midoriya jadea y Todoroki siente sus ojos nublarse poco a poco.

Midoriya fue claro desde el inicio: Siempre que estuviera en celo, no se permitía tener relaciones con Todoroki y como tal, el Alfa respetaba la decisión que el chico había tomado.

– No lo estoy– Afirma el de cabellos verdes. Su mano derecha se desliza por el abdomen de Todoroki y sus ojos le miran suplicante.

El sentimiento es abrazador, más que cualquier otra de las veces en que habían llegado a esa situación.

Ninguno de los dos puede parar. (Y tampoco quieren)

Todoroki, suspira ante el toque de las manos de Midoriya… Sus manos están calientes y queman todo a su paso, eso incluye la cordura de ambos.

No pueden detenerse, porque, no solo se trata del calor que se desata desde su interior, sino, es también el amor y la necesidad que los consume, clamando su pertenencia.

Afuera sigue lloviendo, el tiempo corre, las personas se refugian en sus casas y, al mismo tiempo, las prendas de ambos caen poco poco al suelo. Ajenos al mundo, a todos. Solo existen ellos en ese momento, nadie más.

Todoroki lame su cuello, lo muerde, desliza sus manos por sus hombros y acaricia cada tramo de piel expuesta, la cual se estremece ante el roce.

Midoriya se siente amado, cubierto de una sensación indescriptible, el calor del cuerpo ajeno lo abraza, lo hace gemir y temblar desde la punta de sus pies hasta su cabeza.

– Shouto – Su nombre burbujea de sus labios cuando dos de los dedos de Todoroki se hacen espacio en su interior.

– ¿Te duele? – Pregunta, cuidando que la preparación sea cuidadosa. Midoriya es la posesión más preciada que tiene y por lo tanto, nunca se perdonaría lastimarlo.

El de ojos verdes suspira y niega. A pesar de estar tendidos en una manta, contra el piso dentro de la florería, no duele. Al contrario, como respuesta abre las piernas un poco más, exponiéndose por completo a los ojos bicolores que lo miran lleno de deseo y sobre todo: Amor.

No es su primera vez ni estará cerca de estarlo, luego de casi un año de estar juntos y aceptarse mutuamente como pareja, no es nada nuevo para ellos estar en esa situación.

Son un Alfa y un Omega enamorados, con un lazo que no podrá ser roto, incluso sin una marca de por medio, ya que, los une un lazo más fuerte, uno invisible que conecta ambas almas y que a diferencia de lo que muchos pueden creer, es más real que cualquier muestra física de pertenecía.

– Voy a entrar– Dice el de cabello bicolor. Midoriya suspira y asiente. Cuando Todoroki comienza a fundirse con su cuerpo, los ojos bicolor no dejan de verlo ni un segundo y Midoriya no puede sentirse más querido, más completo, mas amado. Todoroki es diferente a cualquier Alfa que haya conocido.

Desde que tiene memoria, ha vivido en una sociedad que poco a poco a progresado, donde, aunque en la mayoría de los casos, los omegas siguen siendo tratados como el escalón más bajo en la sociedad, en otros lugares el respeto se hace poco a poco presente y las decisiones se convierten en autónomas. Su madre le enseñó cómo vivir con valor, con orgullo, con amor. Le mostró, incluso siendo un Alfa, que un Omega es un ser humano como todos y que por lo tanto, merece el respeto y el trato como tal, también, que sin importar los resultados, tienen derecho a decidir con quién desean compartir el resto de su vida.

Claro, no es una opinión popular y aunque no se niegan los avances, la mayoría de las personas, hoy en día, piensan que un Omega no es más que una maldición, o bendición, al menos cuando estos son vendidos al mejor postor.

Midoriya siempre se consideró afortunado, más ahora, que era envuelto en los brazos de Todoroki y este susurraba palabras dulces y llenas de amor a su oído.

Sus labios se buscan frenéticamente, mientras las caderas de Todoroki y las propias se mueven en un compás armónico. Sus voces hacen eco, llenando y exponenciando sus sentidos con fluidez, dejándose arrastrar por las sensaciones llenas de placer y, deleintandose con el latir de ambos corazones que bailan sincronizados.

Midoriya enreda sus dedos en la nuca de Todoroki, ahoga suspiros y su nombre en un vano intento por anclarse en la realidad, pero es estúpido, es imposible hacerlo.

La luces centelleantes del cielo, salpican las ventanas y las atraviesan, dibujado en la piel de ambos sombras que, incluyendo las pecas de la piel del de cabello verde, Todoroki piensa que se encuentra con el universo y con galaxias que nadie tiene- ni tendrá la dicha de conocer. Solo él. Midoriya le pertenece, aunque, probablemente, si Izuku escuchara sus pensamientos, se enojaría lo suficiente para no dirigirle la palabra en un tiempo.

Nunca olvidara la primera vez que intentó pagarle para salir, ni mucho menos cuando probó hablar con la madre de Izuku, para que esta le cediera los derechos del Omega. No, Todoroki no puede olvidar cada tropiezo desde que lo conoció, como tampoco la primera vez que sus ojos verdes se encontraron con sus iris bicolor.

En aquel callejón oscuro, donde se tira la basura (desperdicios, cosas inservibles) todo se había teñido de carmín y negro, Todoroki lastimado, con hipercromía debajo de sus ojos, sentía como la vida se le iba, tan fácil como agua entre las manos, como si su fin estuviese cerca de llegar y que probablemente su padre, quien había vertido tantas expectativas sobre el, jamas lamentaría su muerte, porque alguien débil, no estaba ni siquiera cerca de merecer el apellido de su familia.

Cuando sus ojos estuvieron a punto de cerrarse, se encuentra con los iris esmeraldas de Midoriya, quien lo salva de lo que parecía su eminente fin.

Una y mil cosas han pasado desde entonces, sin embargo, cuando regresa a la realidad y siente las uñas de Midoriya recorrer y apretar sus hombros, se da cuenta que todo el amor que llegó a sentir e imaginar, se materializa con los sollozos y gemidos del menor que declaran su amor al bicolor, justo antes de que ambos tocaran con la punta de sus dedos el nirvana. Donde su conciencia se pierde y su amor, se consume.

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El sonido de la lluvia sobre el metal, es estresante. No puede creer que luego de tanto, Todoroki siguiera encerrado en la mugrienta florería.

– Todo parece indicar que la información que nos dio Hatsume, es verdad. – La tranquila voz de un joven pelirrojo, que ocupa el lugar del conductor llega a los oídos de un rubio, quien frunce ligeramente el ceño, cuando el ruido de la lluvia aumenta.

Estaba cansando, habían pasado más de dos horas y el bicolor parecía no tener intenciones de salir.

– No quiero perder más el tiempo – Indica el rubio, chasqueando los dientes. Demostrando su descontento. El pelirrojo le observa por el retrovisor y suspira. Su amo, nunca dejará de tener ese carácter explosivo y frustrante que a más de uno a cansado.

Quien diga que un Omega es dócil, se equivoca demasiado – Piensa el conductor asignado, dibujando una pequeña sonrisa. Después de todo, podían tachar a Bakugou de lo que quisieran, menos de un Omega que entraba en las características usuales o el estereotipo que la gente solía tener de su subgénero.

– Mierda...– Bakugou chasquea los dientes y y observa la ventana, molesto. La lluvia empaña los vidrios. – Ya estoy harto– Dice con la voz impregnada de fastidio, dispuesto a dejar ese estúpido teatro de lado.

– Ahí están– Señala el pelirrojo, reincorporándose en su asiento, Bakugou reconoce la figura de Todoroki, como también la figura más pequeña que logró ver alguna vez en fotografía y efectivamente, cuando la lluvia comienza a menguar y las siluetas son visibles, un nudo se forma en su garganta y el descontento burbujea desde sus entrañas, cuando observa al bicolor reclinarse, besando sutilmente los labios del chico de cabellos verdes, quien sonríe como idiota cuando Todoroki se separa de su lado.

A Bakugou no le queda duda, es el chico con el que su futuro prometido le ha estado engañando.

No le interesa para nada el amor, o eso se hace creer y eso le hace creer al resto del mundo, sin embargo, él sabe mejor que nadie que eso dista mucho de la realidad y, que Todoroki prefiera a ese pequeño Omega de clase baja en vez de a él, es algo que su orgullo y que su madre no dejaran pasar.

–He visto suficiente–. Bakugou, cierra los ojos, cruza su pierna derecha, dejando que la delgada tela del Kimono que lleva, se deslice por la misma, revelando el tatuaje en forma de dragón que enrolla toda la extensión.

El pelirrojo que mira la escena por el retrovisor, traga saliva y niega con su cabeza, tratando de alejar, cualquier pensamiento innecesario que se aloje en su mente, al notar la piel descubierta de quien es y, ha sido siempre, el amo al que ha servido desde que tiene memoria.

– Kirishima.

Bakugou suspira, Observa como Todoroki desparece a la lejanía y de sus labios, brota una orden clara y concisa.

– Quémalo todo.

Silencio.

El auto avanza en un lluvia estrepitosa, al igual que el destino.

Fin del capítulo 1

Continuara


Notas del autor: ¡Hola! aquí Shinobu. Dios mío, este capítulo debió salir desde la semana pasada, pero como muchos saben o se enteraron, mi computadora murió así que he escrito esto desde el celular y me llevó bastante tiempo, pero es que de verdad es muy difícil hacerlo desde un aparatito, por eso de ante mano disculpen los errores, no está beteado y hasta que tenga Pc poder corregir. Espero que este primer capítulo fuera de su agrado, así como lo fue para mí escribirlo. Se supone yo no debería estar comenzando este fanfic, pero la idea me rondaba en la cabeza y pues el TodoDeku y KiriBaku me llamaba fuertemente.

¿Qué les ha parecido? yo la verdad creo que deben disfrutar este cap lleno de algo de cursilería pero no esperan tanto de esto más adelante, porque las cosas se pondrán algo feas.

¡en fin! ¿Dudas? ¿Preguntas? ¿Comentarios? ¿Tomatazos?

Espero seguirlas viendo por aqui, siguiendo esta historia como de igual forma las invito a leer todo el material que he estado subiendo a mi cuenta y el que estoy por subir ¡no se les olvide seguirme en Wattpad para las actualizaciones y nuevos trabajos!

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