"1830m+1"

"… Maeda Atsuko, graduada. Eso es todo, disculpen la intromisión…" El público alzó la voz rápidamente antes que aquel hombre pudiera abandonar el escenario.

"¡¿Eh?! Un momento, perdón, ¿en dónde quedé yo…?" Preguntó Mayu mientras miraba a todos lados tratando de procesar la información que estaba recibiendo en tan poco tiempo. Tenían un buen tiempo sin un cambio en los equipos tan drástico, todas las integrantes habían creado un lazo de amistad que pocas personas logran incluso en toda su vida. Ya de por sí la graduación de su Ace era un buen motivo para tener las emociones a flor de piel, el reacomodo sorpresa ya era demasiado.

Ante la pregunta de Mayu el anunciador rápidamente revisó sus papeles. Efectivamente se había saltado a una de las Idols más importantes y el público se lo reprochaba. De inmediato se disculpó y prosiguió con el nombramiento.

"Mil disculpas, Watanabe Mayu, equipo A. Disculpen los inconvenientes. Mayu está en el equipo A. Con su permiso."

"¿Eh?" Fue lo único que pudo salir de los labios de la chica de coletas. Mariko se acercó a ella para abrazarla pero no logró obtener una señal de vida por parte de la susodicha. Tan rápido como llegó el hombre abandonó el escenario, dejando un mar de lágrimas entre los equipos de AKB, SKE, NMB, SNH, HKT y JKT.

Como si fueran imanes, los ojos de Yuki buscaron los de su mejor amiga dentro del ahora reformado equipo B. Fue un momento tan breve como el aliento, pero los encontró. Su mente era un caos, seguramente todas se sentían igual. No, nadie podía sentirse como ella. "¿En qué está pensando la administración? No entiendo… Mayu se va a otro equipo… No me alejen de ella por favor…" Yuki tomó la toalla que tenía sobre su espalda y buscaba inútilmente secar sus lágrimas.

Una vez que las integrantes de los nuevos equipos estaban juntas, Takamina tomó el micrófono de nueva cuenta. Al parecer era la única que podía emitir palabras en ese momento, por algo la eligieron como gerente general. Lo tenía ganado a pulso.

"Equipo A, equipo A… Equipo A, equipo A…" Mayu repetía una y otra vez esas palabras en su mente. De vez en cuando las decía en voz alta sin darse cuenta. Seguía cubriendo su boca con una de sus manos mientras la otra apretaba el micrófono como intentando calmar la ola de sentimientos que por momentos la hacían olvidar que podía parpadear.

Al fin pudo cerrar los ojos, estuvo así unos segundos hasta que una lágrima la traicionó. La secó rápidamente, las cámaras podían verla y no quería demostrar debilidad ante tal situación, al menos no mientras el concierto siguiera. No mientras no estuviera con la única persona que podía ver a través de su escudo invisible. "Ya no estoy en el equipo B…"

Después de las palabras de Takamina se reanudó el concierto. Entre sonrisas y más lágrimas camufladas con el sudor de las Idols por fin algunas pudieron acercarse a sus amigas. Como profesionales sacaron las últimas canciones adelante. Después de un alegre encore el concierto llegó a su fin.

"¡Muchas gracias! ¡Gracias a todos!" Una a una abandonaban el escenario tomadas de la mano, medio abrazadas, las chicas seguían sonriendo a pesar de la tristeza que sentían. Fue entonces cuando se encontraron de frente.

"Mayu…" Dijo Yuki viéndola directo a los ojos con una expresión difícil de describir. La sonrisa que la Cyborg Idol ofrecía a su público mientras se despedía desapareció al instante, mas no dijo palabra alguna al ver a su ahora excompañera. Se miraron unos segundos, tratando de asimilar de nuevo la situación. Al fin una de ellas reaccionó.

Tomándola de la mano, Mayu subió a las puntas de sus pies y acercó el oído de Yuki a su rostro.

"Salgamos de aquí, juntas. Rápido". Yuki asintió con la cabeza y sonrió un poco. Ambas abandonaron el escenario entre bromas y risas. Después de todo estaban felices de haber terminado exitosamente el primer día de conciertos en el lugar de sus sueños. Como buenas Idols su trabajo era sonreír y agradecerle a la gente que acudió a su espectáculo.

Tras bambalinas era otra historia.

En el trayecto a sus camerinos asignados encontraron a varios grupos llorando desconsoladamente, principalmente a las del equipo 4. Algunas se encontraban en el suelo siendo ayudadas con pequeños botes de oxígeno por el staff. Minarun abrazaba a una desconsolada Haruka, se encontraba en muy mal estado emocional. Paruru miraba al suelo junto a Ricchan y Annin, sus rostros estaban muy pálidos. Por otro lado, Sayaka abrazaba a Sae como si no fuera a verla en años. Quienes no tuvieron cambios de equipo mantenían un semblante serio. La tristeza de la mayoría no les permitía actuar alegremente.

"Esto me rompe el corazón. No sé en qué está pensando Akimoto-sensei", la más alta de la pareja dio voz a sus pensamientos de antes. Sin embargo no obtuvo respuesta mas que un apretón al ya bastante prolongado medio abrazo que sostenía con la pequeña desde que comenzaron su camino fuera del escenario. Al voltear a ver a su acompañante notó como esta la miraba con lágrimas en sus ojos. No pudo más. Mayu rompió en llanto. Trataba de decir palabras pero solo salían incoherencias de sus labios hinchados de tanto morderlos en su intento por no llorar.

"No me quiero alejar de ti, Mayu… No quiero", la mayor acariciaba la cabeza de su amor platónico. Lo supo desde hacía varios años. No había sido necesario decirlo porque siempre estaban juntas y eso le bastaba. Pese a que no tenía idea si Mayu también sentía algo más que amistad por ella, existían esas miradas furtivas, una que otra sonrisa especial que nadie veía mas que ella, pero sobre todo los abrazos. La joven Idol nunca abrazaba a nadie a menos que fuera por cuestiones laborales. Aunque seguía siendo muy hermética en el aspecto de los besos, Yuki había conseguido darle uno que otro en las mejillas, muy a regañadientes de la otra.

"Tengo miedo…" Al fin pudo decir algo mientras rompía el abrazo de Yuki.

"¿Miedo? Mayu, no deberías decir eso, todas somos parte de una gran familia, estoy segura que te van a tratar muy bien en el equipo Shinoda." Yuki tomó a Mayu de los hombros. "Además es el equipo en el que estuvo nada más ni nada menos que Acchan, no me digas que no querías estar en ese equipo antes de entrar a AKB". Le dedicó una sonrisa, la mejor que pudo ofrecer teniendo la dueña de sus pensamientos hecha no una Cyborg, sino una chica común y corriente frente a ella.

"No es eso, Yukirin. Eso lo sé muy bien". Los cariños de su 'mamá' habían funcionado y ya estaba más calmada. "Bueno, en parte sí, sé que mi carácter puede ser un poco difícil al principio y ahora hay muchas integrantes nuevas y más jóvenes… temo que mi trabajo hasta ahora no haya sido lo suficientemente bueno…"

Yuki sintió un agujero en el estómago. ¿Toda la tristeza era por eso? Ahora sí sentía verdaderas ganas de llorar. Mayu continuó, levantando su mirada para encontrar otro par de ojos negros profundos.

"… pero lo que más me duele es saber que en unos meses… cuando tenga algún problema no te tendré cerca para darme ánimos… te necesito a mi lado…"

Yuki no estaba segura si el rojo en el rostro de Mayu se debía a tanto tallarlo en su intento por secarse las lágrimas, o si era otra cosa. Esa otra cosa que apenas ayer parecía tan lejana como la vía láctea hoy estaba, aparentemente, al alcance de sus manos. Aun así no podía actuar por instinto, eso podía arruinar todo su esfuerzo hasta ese día. Ahora más que nunca debía actuar con cautela.

De igual manera su rostro fue tomando un tono más oscuro pensando en qué responder a lo que acababa de escuchar. Sus brazos rodearon la espalda de Mayu, quien abrió los ojos ligeramente sorprendida. En respuesta la chica de coletas pegó su rostro al pecho de Yuki, respirando el todavía dulce aroma entre vainilla y fresas que siempre la tranquilizaba. Al mismo tiempo puso sus brazos alrededor de aquel cuello empapado en sudor, cosa que le importó poco pues ambas estaban en el mismo estado.

Lo sabía, sabía que cuando Mayu hacía eso era para calmarse, pero eso tenía un efecto contrario en ella. Le daba pena que su corazón delatara su felicidad. Posó su barbilla sobre la cabeza de la otra y respiró profundo. Soltó el aire.

"Creo que debemos regresar al hotel y tomar un baño, ¿te parece? Este día ha sido demasiado intenso… Wow, vaya manera de destruir el ambiente, Kashiwagi." Mientras Yuki se maldecía la menor dio un último apretón a su acompañante y se separaron.

"… juntas…" Entre tanto ruido no se podían escuchar muy bien la una a la otra. Yuki se acercó un poco a Mayu para poder escucharla mejor.

"¿Qué dijiste, Mayu-chan? Hay mucho ruido aquí".

Apretando un poco sus manos entrelazadas la cuestionada repitió sus palabras.

"Dije que… hay que bañarnos juntas. Quiero pasar cada segundo junto a ti hasta que se formalicen los equipos nuevos…" Su último pensamiento nunca vería la luz. "Ehm, es que estoy tan cansada que tengo miedo de quedarme dormida a medio baño, sí fue un día de locos…", agregó Mayu cuando se dio cuenta de lo que había dicho y pensado. Se llevó la otra mano a su cabeza masajeando su frente como justificándose a sí misma.

"Claro que sí, Mayu-chan. Mamá te cuidará", Yuki sintió un poquito de valor y tomando a su 'hija' de la nuca le besó la frente donde se masajeaba. "Definitivamente el Tokyo Dome es un lugar mágico, ¿verdad?"

Mientras se despedían de las demás chicas notaban que algunas parejas seguían entre llantos y abrazos. La Soukantoku no se separaba de Acchan, sus rostros estaban peligrosamente cerca. Más adelante vieron a un grupo de integrantes nuevas que rodeaban a una apenada Sae. Fue una escena graciosa que alivianó el momento ya que tenían como público a Yuko, Miichan y Tomochin que chiflaban y molestaban como niñas pequeñas. Rie y Aki se fundían en un abrazo que llevaba más de 10 minutos, habían incluso miembros del staff tratando de hablarles pero no tenían éxito en separarlas.

Al fin salieron por la parte trasera del enorme estadio en una camioneta de lujo que las llevaba directo al hotel donde todas se hospedaban. En ningún momento sus manos dejaron de estar juntas. Sus pulgares se acariciaban, era una acción simple pero llena de cariño que llenaba de mariposas sus estómagos. A medio trayecto a Yuki se le ocurrió una idea un tanto peligrosa que si salía bien podía tener consecuencias benéficas en el futuro. Se reacomodó en el asiento pegando su espalda a la puerta de su lado, obviamente a su acompañante no le agradó mucho el enorme espacio que se generó, se notaba en su expresión un tanto confundida.

"¿Yukirin? Lamento ser tan encajosa, creo que no es muy normal que sea así, es solo que hoy fue demasiado y…"

"No es eso tontita, ven aquí, recárgate de espaldas. Tu querida Yukirin te dará un masaje en lo que llegamos al hotel". Una gran sonrisa se plasmó en los labios de ambas.

Sin pensarlo dos veces Mayu giró con un saltito y se colocó a una distancia que consideró pertinente para que su ahora masajista oficial pudiera maniobrar. Nunca pensó que un masaje entre el movimiento de un automóvil pudiera ser tan celestial. Comenzó a relajar sus hombros y su espalda hasta que sintió algo muy suave en su espalda. Sin darse cuenta, Mayu se había recargado en el pecho de Yuki, quien en respuesta aumentó ligeramente la presión en sus manos causando que un pequeñísimo, apenas audible gemido escapara de la garganta de una muy complacida Cyborg. Unas gotas de sudor empezaban a rodar por el rostro de la chica con aroma a vainilla. Después de unos minutos de masaje detuvo su acción y abrazó a Mayu por el cuello dejando sus labios a milímetros de la oreja de la otra. Era ahora o nunca.

"Mayu, te quiero mucho… Eres lo que más quiero en este mundo…" Silencio sepulcral. Uno, dos ronquidos. "¿Mayu?"

Ahora dormía plácidamente, en verdad estaba cansada.

"Bueno, no era lo que tenía en mente en su totalidad, pero saber que puedo romper con tu barrera me hace muy feliz, mi querida Mayu". Suavemente, Yuki la recostó de nuevo en el asiento, tomó esa mano que le era ya tan familiar y cerró sus ojos recostando su cabeza sobre la pequeña Cyborg.

Fin parte 1/2

Basada en hechos casi todos reales presento mi primera historia después de años de no escribir ni la fecha. Espero sea de su agrado.