Disclaimer: Los personajes pertenecen a S.M; la historia es de mi propiedad.
Este fic participa en el Reto Especial de San Valentín "¡Cupido está borracho!" del foro "Sol de Medianoche".
Jane desabrochó la hebilla de la falda de Rosalie, moviendo su otra mano hacia el interior de sus piernas. Rosalie suspiró, dejando caer la cabeza contra la almohada. Las paredes de la sucia habitación parecían juntarse cada vez más. Sintió una fuerte quemazón por toda su piel, volviéndola una llama.
—Jane…—gimió suavemente, cuando la chica se inclinó y dejó una línea de besos en sus muslos una vez que la falda cayó al suelo. Inmediatamente se avergonzó. Ella no gemía de ésa forma, no se rendía de ése modo. Se levantó de la cama, tomando el brazo de Jane, y en un movimiento rápido, ella estuvo encima de la otra mujer.
—Oh, vaya—se burló Jane, arqueando una ceja.
El rostro perfecto e infantil de Jane hizo que la rabia que Rosalie le guardaba celosamente se encendiera. Presionó a la mujer contra el colchón y se acercó a sus labios.
—Dime por qué Aro no me quiere en su guardia.
La risa de Jane chocó contra sus labios, enfureciéndola. Presionó el pequeño cuerpo de la mujer aún más, y metió una de sus piernas entre las suyas, inmovilizándola.
— ¿Aún lo preguntas, muñeca? —musitó Jane, abriendo la boca y atrapando el labio inferior de Rosalie entre sus dientes y dándole un suave mordisco—. No tienes nada especial.
— ¿Ah, no? Ya lo veremos.
Rosalie abrió la camiseta de Jane; la capa había sido despojada metros más allá. Admiró el sujetador de la morena, jugueteando con el corpiño durante un rato. Deslizó una mano por su pecho, frío y suave.
—… Y sabemos que querrás proteger a tu familia—susurró Jane, con un hilo de voz. Rosalie arqueó una ceja, y la otra continuó: —. Sé que Edward tiene algo con una humana. Los he visto. No sirve negar nada…
—No quiero negar nada—gruñó Rosalie, con el ceño fruncido—. No me hables de la asquerosa humana. No me hables de Edward.
En un rápido movimiento, metió las manos bajo la falda de Jane, los dedos esquivando las bragas. Miró a la mujer medio segundo antes de acariciarla. Vio cómo Jane contrajo la expresión, removiéndose sobre la cama. Estaba húmeda, empapada.
— ¿Tú quieres negar esto?
—Cállate—dijo Jane, con tono hosco, girando la cabeza.
Rosalie sujetó su barbilla e hizo que la mirara. Los ojos de Jane, ahora oscuros, le recordaron a la noche. En un momento de distracción, Jane se inclinó y tomó uno de los dedos de Rosalie y le encajó los dientes, para luego lamerlo.
Rosalie se rió.
— ¿Sólo eso tienes?
Jane entrecerró los ojos, y la rubia pudo ver un amago de sonrisa.
—Oh, ya lo verás.
Las manos de Jane se aferraron a su cadera, y otra vez, ella quién estuvo al mando. Inclinó su cabeza hacia Rosalie para besarla, y ésta, olvidó todo sobre la guardia, Edward, la asquerosa humana, y con quién estaba, permitiéndose soltar un gemido que hizo que Jane sonriera genuinamente.
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Un beso,
Rohe.
