Fanfic: "My World"
Prólogo
Por Sakki Chan
Sakura Kinomoto P.O.V
Levántate y sonríe, me dije a mí misma; mientras observaba mi cara en el reflejo del espejo. Levantarme ya lo había conseguido, pero el sonreír era un poco... difícil, por así decirlo. Mejor dicho, era imposible. Hoy sin duda alguna, era el peor día de mi vida. ¡El peor! Desde el cabello que se negaba a colaborar, hasta los ojos hinchados, me recordé a mí misma que esta pesadilla sólo estaba comenzando.
Sentí náuseas al recordar los eventos de toda la semana anterior. Hoy era viernes, sí, y había clases, pero yo no iría al colegio. Y créanlo, pero cuánto deseé que el horrible lugar al que debía ir fuera el instituto. ¿Qué chica de diecisiete quería ir al instituto? Se preguntarán por mi cordura, pero es la dura realidad.
La relación de mis padres —una que yo había considerado completamente normal— sólo había empeorado. Y hoy sería terminada. Durante el transcurso de la semana, mis padres sólo habían hablado con sus abogados presentes y sucede que están tan mal, tan mal, que han decidido procesar su divorcio por medio de corte.
¡Dios! Cuán humillante me parecía todo esto. Y yo era una víctima. Una triste y patética víctima que sólo se la pasaba gimoteando sobre su lastimera posición.
Desde el momento en que mi madre comenzó a levantar su voz, vociferando sobre cuán descuidado mi padre era con nosotros —y aquello era cierto— presentí que aquella pelea no era una de las pocas que tenían, ya saben, de vez en cuando. Mis sospechas sólo fueron aumentando cuando Touya—mi hermano— me dijo que no era mi asunto cuando le pregunté qué diablos sucedía. Al diablo, me dije a mí misma, decidiendo ignorar cualquier grito que proviniera de mis progenitores.
Cuando las discusiones habían subido de tono y sus argumentos eran cada vez más densos y mi madre lloraba inconsolablemente, me dije que esto no iría a parar a ningún otro lado sino al divorcio. La posibilidad había sido rechazada por mi cabeza con rapidez, y me reclamé por aquella pérdida de lucidez. 'Estás loca' pensé. 'Tus padres jamás se divorciarán'.
Aún así, heme aquí, vistiéndome para asistir a la corte. Siendo la más perjudicada en todo el meollo, porque a diferencia de la vajilla, mis padres no podían dividirme en dos.
Desconsolada, ayer había comprendido por qué Touya no tenía que tomar la decisión que se suponía que yo debería hacer hoy. Él era mayor de edad, y había decidido quedarse con mi padre. Él aún no me explicaba por qué lo había elegido, de hecho, no hablaba con nadie desde que mis padres decidieron por el divorcio.
Yo sabía muy bien los argumentos de mi madre. Sí, y todo ellos me parecían acertados. Fujitaka era un hombre bueno, cuyas historias eran tan intrigantes y sabían transportarte a la época en las que eran relatadas, pero también era cierto que no nos dedicaba demasiado tiempo y yo apenas conseguía verlo en el almuerzo. Siempre se levantaba e iba más temprano que yo y regresaba después de que yo me acostara. Sus clases en la universidad siempre le quitaban tiempo y cuando tenía que dictar alguna que otra conferencia la situación sólo empeoraba.
Mi madre, por el otro lado, aunque era dueña de una reconocida empresa de diseño de modas siempre tenía un momento para compartir con nosotros, para almorzar, para desayunar y cenar con nosotros. Los fines de semana eran intocables para ella, porque los pasaba con sus dos hijos —bueno, eso hasta que Touya decidió que era demasiado adulto como para pasarla con su hermana y madre— y jamás se había perdido una Navidad.
No existía comparación entre mi mamá y papá. De hecho, cuando de vez en cuando veía a Fujitaka, me creía que lo conocía cada vez menos. Su cara me parecía la de un pariente lejano, y no comparto nada con él. Es casi un desconocido, y aún así, no podía evitar quererlo casi tanto como a mi madre.
Y era por esto que esta situación dolía como diablos, porque yo bien sabía que mis padres iban a batallar por mi custodia. Los muebles, el dinero, la casa en la que vivíamos todo podía ser dividido en dos, menos la hija menor de edad.
No soy la tonta que todos últimamente parecen creer que soy. Sé que mi derecho es elegir con qué padre ir. Pero yo no lo veía como un derecho. Era una obligación, y aquel deber me pesaba lo suficiente como para no dejarme tranquila.
Había intentado por todos los medios hablar con Touya sobre el asunto. Sólo Dios sabía cuánto lo había intentado. Pero cada uno de mis esfuerzos se veía frustrados por su ceño fruncido, que me explicaba mejor que mil palabras que él, no me ayudaría a tomar mi decisión.
—"¿Por qué Touya?" Le pregunté hace tan sólo una semana, —"¿Por qué eliges quedarte con papá?" Y él tan sólo había ignorado mi mirada suplicante. Debo asegurarles que no estoy acostumbrada a suplicar.
—"Sakura" Suspiró, mientras yo estudiaba su rostro —"Debes elegir con quien te sientas mejor. El hecho que yo haya elegido quedarme con papá no debe significar nada para ti"
Y analicé cada una de sus palabras. Yo sabía que Touya amaba mucho a Nadeshiko, pero había algo. Algo que él no quería explicarme.
Suspirando, me resigné a aceptar la realidad y terminar de arreglarme para aquel fiasco en el que mis padres si hubieran podido, me dividirían en dos.
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La cara del juez resultaba muy similar a la de un bulldog y apuesto que si la mamá Kero le hubiera dejado venir, nos habríamos burlado de él hasta que nuestras caras explotaran por la risa. Ahora cuánto extrañaba a Kero, mi mejor amigo cuya sobre protectora madre no le había permitido estar en una corte, a pesar de todo él escándalo que había armado por estar junto a mí en uno de los momentos más cruciales en mi vida. Silenciosamente le agradecía a Kaho, su madre, por intuir que yo en verdad no quería que me viera tan miserable.
Hace media hora que me encontraba sentada frente al juez, que como un verdadero bulldog, estudiaba cada uno de mis movimientos. Con exasperación, me dije que después de todo, su cara no resultaba para nada divertida.
—"Señorita Kinomoto" Me erguí en mi asiento al escuchar mi nombre.
Mi madre y su abogado estaban a mi izquierda. Mi padre y su abogado a mi derecha. Sus miradas preocupadas, el rostro firme del juez y el nudo en mi garganta me avisaron que era el momento.
Había tratado de ignorar cómo me sentiría cuando el momento llegara. Le había dado una tras otra vuelta al asunto y aún no podía definir en qué bando quería estar.
Por una última vez repasé con amargura los pros y los contras de Nadeshiko y Fujitaka. Por cierto, así es como los llamo desde mi fuero interno. Nunca permitirían que los tutee.
¿A qué padre veía más? Punto para Nadeshiko.
¿Qué padre me regañaba menos? Punto para Fujitaka.
¿Quién me dejaba salir a fiestas? Punto para Fujitaka.
¿Quién me daba buenos consejos cada vez que los necesitaba? Punto para Nadeshiko.
Tomé una fuerte respiración. Esto definitivamente no estaba ayudándome. Así mismo podría sacar millones de puntos para cada uno y sabía que al final, el resultado se mantendría inalterable.
En ese momento, con mi garganta sellada y con mis ojos que ardían por la necesidad de llorar, el juez hizo la pregunta que marcaría mi vida. Simplemente lo sabía.
—"¿Con quién desea quedarse hasta que cumpla la mayoría de edad?"
Sentí que me ahogaba, ¡me ahogo!, quise gritar, pero mis cuerdas vocales se negaban a dejarme en ridículo.
Quizás fue la desesperación, me dije. Eso tenía que ser, porque me vi obligada a tomar la decisión más irresponsable que hubiera hecho en mi vida.
Saqué una moneda. Cara por Nadeshiko. Sello por Fujitaka.
Sí. Se lo iba a dejar a la suerte.
Precisamente cuando el juez se disponía a repetirme la pregunta, obtuve el resultado del destino. De verdad sueno dramática, ¿no?
Me resigné. Abracé el destino.
—"Me quedo con..." Todos en la sala parecían aguantar sus respiraciones —"...mi madre," Y solté mi propia respiración.
Miré directamente a los ojos del juez, no atreviéndome del todo a enfrentar la segura mirada contenta de mi madre, o la derrotada de mi padre.
Me armé de valentía y me aseguré que eso había sido lo mejor. La responsabilidad, después de todo, no descansaba sobre mis hombros, sino sobre los la moneda. Como segundo pensamiento, ¿cuál sería el equivalente de los hombros en una moneda?
El juez asintió ante mi decisión —o la de la moneda, — y declaró con voz fuerte y precisa.
—"Custodia para la madre,"
Secretamente, yo también solté la respiración que había estado conteniendo.
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Tal y como lo había imaginado, el ver la cara de mi papá había sido lo más difícil. O eso había creído.
La cara de Touya también había sido sombría al saber que no viviríamos más en el mismo techo. Porque eso tenía que ser, ¿no? Encogiéndome de hombros, esperé a que el juicio diera su fin y que el matrimonio Kinomoto se viera disuelto con la facilidad que el juez bulldog daba un martillazo con ese mazo suyo.
Las lágrimas todavía estaban acumuladas en mis ojos, pero el peso que me había perseguido como un molesto equipaje se había alivianado.
La decisión estaba hecha y no había vuelta atrás. Suspirando con pesadez, me aseguré que nada cambiaría, excepto talvez que mi madre y yo nos mudaríamos para el fin de mes a lo que creo yo, sería un departamento en el centro del pequeño pero movido pueblo en el que vivíamos. Tomoeda. Sería igual. Yo todavía iría al colegio y encontraría a Kero a mi lado, haciéndome reír de cualquier cosa. Podría ver a Touya durante los fines de semana, aunque el tonto se opusiera. Y podría ver a mi padre cuando él tuviera unos minutos para dedicarle a su hija.
Mi madre seguramente estaría algo deprimida por toda la cuestión del divorcio, pero se sentiría feliz de tenerme a su lado. Y yo también sería feliz al poder acompañarla a su negocio en Tokio, junto a Sonomi, una prima lejana y socia de mi mamá, pero que más bien parecía su hermana por la proximidad que ambas compartían. De hecho, podía seguir sus pasos dentro del mundo de la moda. Sé que a mi mamá no le gustaban muchos de los pocos diseños que había hecho —demasiado oscuros para su gusto, había dicho una vez— pero eso no me importaría.
Nada iba a cambiar, me dije levantándome de mi asiento, una vez que el juicio había finalizado.
Dios, qué equivocada estaba.
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El primer paso para el cambio había comenzado con empacar mis cosas. Había sido doloroso el guardar todos nuestros recuerdos en cajas, y más doloroso era saber que Touya no me dirigía la palabra más allá de lo necesario y que mi papá huía de mí ante cada uno de mis intentos por disculparme. Sabía que alguien debía ser el perdedor, pero de todas maneras necesitaba disculparme, aún cuando la razón para ello no me era del todo clara.
El Mercedes Benz blanco de mi mamá estaba parqueado justo en frente de la enorme casa que venderían y que sería dividida en dos en sus utilidades. Sí, teníamos dinero. Bueno, mis padres tenían dinero. Yo todavía no tenía nada, a excepción de unos cuantos yenes que tenía ahorrados y que me los había ganado después de modelar para el comercial de la nueva línea de invierno de mi madre. Planeaba ganarme mi independencia, y por eso no daba por sentado que el dinero de mis padres era el mío. En fin, estoy perdiendo el punto, ¿no?
Deposité una de las últimas cajas que nos correspondía a mamá y a mí, mientras ella terminaba de explorar todo para asegurarse que no dejábamos nada atrás.
El segundo paso para el cambio, todavía me era desconocido. Mamá había dicho que sería una sorpresa, y yo calculaba que ésta sería el lugar en donde viviríamos. Tres semanas habían pasado desde el juicio, y yo aún no había podido averiguar cuál sería nuestra nueva casa. Yo presumía que era la cómoda casa que había frente a la tienda de novedades de la señorita Maki. Mi madre y yo la habíamos chequeado pero aún no estaba completamente segura de que ella la hubiera comprado.
Mi celular interrumpió mis pensamientos, mientras vibraba en el bolsillo trasero de mis vaqueros. Al observar el identificador de llamadas, leí el nombre Cerberos, y una sonrisa lenta se dibujó en mis labios.
—"¡Kero!" Lo saludé. Por alguna razón, estaba entusiasmada con esto de mudarme. Seguramente era por el hecho de poder superar al fin todo el drama del divorcio.
—"Hola, Sakurita. ¿Cómo va eso de la mudanza? ¿Ya sabes si serás mi vecina?" Sucede que la cómoda casa de la que les había estado hablando es la que se encuentra a lado de la casa de Kero.
Suspirando, negué —"No. Nadeshiko ha podido guardarse el secreto y verdaderamente me sorprende. No es como si hubiera demasiadas casas disponibles en Tomoeda, ¿no?" Me burlé, de hecho, todo estaba copado. Touya y mi papá habían encontrado un departamento no muy lejano de la universidad en la que papá dicta sus clases.
Kero bufó —"Es verdad. ¿Qué sucede con ella, por qué tanto secreto? Tú y yo bien sabemos que ésa es la única casa disponible en todo este maldito lugar,"
Sí, Kero podía ser rudo y hablar mal del pueblo que tan bien había acogido a su familia. Su familia, entiéndase a él con su madre. Nunca en verdad hablábamos sobre su padre porque podía ser un punto débil que usualmente conseguía enfurecerlo. Yo no hacía preguntas, él no las respondía y así nos entendíamos.
Kero es oriundo de Tokio. El cambio de ciudad a algo más pequeño podía en verdad enfurecer a un joven cargado de testosterona como él.
—"Ah, vamos Kero. El que te hayas mudado aquí no trajo algo tan malo, ¿no?" Me burlé un poco —"Me conociste a mí"
Kero explotó en una carcajada —"Ya sabes cómo te amo, Sakurita"
Sí, ésa era la clase de relación que mantenía con él. Nos burlábamos de todo, incluyendo de nosotros mismos. ¿Ya ven por qué estaba tan entusiasmada de poder ser su vecina? La diversión no tendría los límites del colegio.
Rodé los ojos ante el tono meloso —"Ajá." Nadeshiko de repente apareció, y frunció el ceño al verme prendida del celular y apoyada sobre la hermosa pintura de su adorada Mercedes.
Rápidamente tuve que cortar la conversación con Kero. —"Oye Kero, tengo que irme, ¿está bien? Te llamaré cuando esté cerca,"
—"Okay" Guardé cuidadosamente el móvil en mi bolsillo y me dispuse a escuchar lo que mi madre tenía que decir. ¿Cómo sabía que tenía que decir algo? Su mohín en el labio inferior me lo decía todo.
—"Bien. Habla," La apresuré, sintiendo más curiosidad de la que debería.
Nadeshiko me miró preocupada. ¿Qué diablos sucedía? —"¿Era Kero?"
Yo asentí, mientras ella se volteaba para cerrar la entrada principal de la casa. —"Sí,"
Ella me dio otra vez esa mirada preocupada que comenzaba a comerme los nervios. —"¿Y cómo va todo? Es un joven muy agradable, ¿no?"
Fruncí el ceño. —"Mamá. Kero está como siempre. Ahora, ¿puedes ir al grano?" Quizás era el sol de la mañana que conseguía ponerme más irritable que de costumbre. O quizás era la extraña mueca que mi madre estaba haciendo. Sencillamente el fruncir el ceño no le quedaba bien.
—"Sakura, hay algo que necesito decirte," Bueno, al fin lo aceptaba. Yo ya sabía que tenía que decirme algo, maldición.
Rodando mis ojos, esperé, impaciente.
—"¿No lo puedes hacer mientras conducimos a nuestra nueva casa?" Hey, ella no podía culparme. Ella era culpable de mi impaciencia, por mantenerme en la oscuridad.
Nadeshiko se mordió el labio y bajó un poco la mirada —"Todavía no podemos irnos,"
Volví a fruncir el ceño. Ahora sus dedos jugaban unos con otros. ¿Qué tenía a mi madre tan nerviosa?
—"Mamá, apreciaría mucho que me explicaras qué está sucediendo" Digo, las cajas amontonadas en el Mercedes probablemente explotarían los vidrios. No quería que mi mamá entrara en pánico. Mi preocupación, después de todo, era por su bien. Ajá. Ni yo me la creía.
Ella volvió a mirarme, —"Estamos esperando a alguien"
Yo me crucé de brazos, exasperada —"¿Touya?" Adiviné, poco convencida. ¿Para qué necesitábamos a Touya?
Nadeshiko bajó la mirada, e inspeccionó su vestido con un breve vistazo. En ese momento me erguí, al percatar cuán bien arreglada iba mi madre. No lo había notado, pero su cabello usualmente recogido en una coleta, estaba perfectamente peinado y caía como cataratas sobre su espalda. Su vestido estaba perfectamente planchado y según recuerdo era una de sus creaciones. Su maquillaje era perfecto y resaltaba sus ojos verdes, los mismos ojos que yo había heredado.
Todo lucía demasiado perfecto. Especialmente cuando lo único que habíamos era mudarnos de una calle a otra.
Disimuladamente, comparé mi apariencia con la de ella. Hoy, por algún extraño motivo, no había sentido la necesidad de maquillarme más allá que delineador. Nada de brillo labial. No, para nada. El vestido perfecto de mi madre era nada en comparación a mis desgastados vaqueros que en un impulso, habían sido cortados para pasar a ser shorts. Y mi camiseta, ¡buff! Si quiera era una tres tallas más pequeña de lo que debería ser, por lo que dejaba expuesta la mayoría de mi abdomen y mi obligo. Mi cabello estaba recogido en lo más alto de mi cabeza, despeinado. Lo único decente en mí, era el pendiente en mi ombligo, que parecía ser la única cosa que estaba en su lugar.
Mi mamá sentía un disgusto personal por mi pendiente, pero me sorprendió que esta vez ni siquiera lo haya notado. ¡Vaya que debía estar distraída!
—"No esperamos a Touya, Sakura. Yo había querido hablarte de esto, pero todo esto del divorcio ha sido una verdadera locura y yo no quería añadir más problemas,"
Fruncí el ceño, pero supe guardar silencio.
—"Sakura," Me miró y aquella mirada consiguió helarme —"¿recuerdas a Clow Li?"
Una imagen vaga golpeó mi mente. Era un hombre amable y lo recordaba porque a pesar de ser mayor, sabía mantenerse atractivo.
—"¿El otro inversionista de tu empresa?" Mi madre tenía dos socios, una, era mi "tía" Sonomi, y el otro era Li. Casi no había tenido contacto con el hombre y muy vagamente recuerdo que Nadeshiko nos presentó.
Ella asintió. ¿Qué tenía que ver aquel hombre?
—"Él es a la persona que esperamos,"
Todo pareció encajar, con una terrible y extraña punzada en mi pecho.
Interrumpiendo mis pensamientos, negué mi paranoia.
—"No entiendo, mamá. ¿Para qué estamos esperando a este hombre?"
Nadeshiko lució más meditabunda que antes y yo me estremecí. No.
—"Sakura. Quería decirte que él... vivirá con nosotras," Mis ojos parecían salirse de sus cuencas, cuando al fin mi cerebro asimiló la broma de pésimo gusto que Nadeshiko había acabado de hacer.
No. Esto no podía estar pasando.
En medio de mi estupefacción fui brevemente consciente que un Jeep se parqueaba frente al Mercedes. Del vehículo, descendieron dos personas.
Pero eso no podía importarme más, porque me acababa de enterar el por qué del divorcio de mis padres. El por qué Touya había decidido quedarse con mi padre. El por qué mi padre había lucido tan afectado y me evitaba. El por qué Nadeshiko se había arreglado para mover unas cajas. El por qué había sido forzada a elegir entre mis padres.
Un hombre adulto, cuyas facciones me parecían extrañamente familiares se detuvo junto a mi madre. Había alguien más, pero todo lo que yo podía ver era la cara del ser que despreciaba más que a nadie en el mundo.
Mi madre.
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Shaoran Li P.O.V
Levanté una ceja ante la extraña proposición de mi tío. Se le notaba de verdad desesperado y me pregunté si era demasiado cruel al dejar que esperara por mi respuesta.
—"¿A Tomoeda? ¿Y qué querríamos hacer en Tomoeda?" Aún no entendía lo absurdo que era pagarme para que lo acompañara a un viaje que sólo duraba una hora. Lo de pagarme no me parecía para nada ridículo, puesto que mi madre me había cancelado la mesada de la semana y andaba algo corto de dinero. Sólo quería saber por qué.
Clow me miró con el rostro más compungido que he visto jamás en él.
—"Necesito recoger a Nadeshiko ahí," Nadeshiko era la novia o mujer —como prefieran llamarle, — de mi tío, y como iban las cosas, prometida. Mi madre —o sea la cuñada de Clow— había aprobado a la mujer, y nadie en la familia podía decir que no le agradaba. Era una mujer bella —hey, aunque podría ser mi madre, también soy hombre— y tenía buenos modales. Además, era la socia de mi tío. Tenía dinero y era amable. El paquete completo. Con la excepción que estaba casada y que aún así mi tío no se había alejado de ella. Creo que hasta tenía un hijo.
Encogiéndome de hombros, aún seguía en la incógnita. —"¿Y qué? No creo que a mi mamá le guste que falte a clases para hacer de violinista para los tórtolos, ¿no?"
Clow frunció el ceño, mientras paseaba con nerviosismo por la sala —"Vamos, Shaoran. Necesito tu ayuda,"
Yo fruncí mi ceño. Si de verdad necesitaba tanto mi ayuda sería mejor que comenzara a hablar.
—"Tío, no me estás diciendo en qué pinto yo con que tengas que recoger a tu novia," Me quejé.
Clow se pasó una mano por la cabeza, como si le sacara de quicio el simple hecho que le estuviera preguntando. Había gato encerrado y no se daría por vencido hasta que averiguara el plan de su tío.
—"Bien. ¿Quieres saberlo? Nadeshiko se divorció," Masculló sombrío.
¿No se suponía que eso debía hacerlo feliz? ¿Por qué estaba de tan mal humor?
—"Te diría felicidades si supiera que estás satisfecho," Me senté cómodamente en el sofá de la casa de mi tío. Me había traído aquí, con el pretexto de llevarme al instituto. Me había parecido muy sospechosa su actitud, puesto que el instituto quedaba tan sólo a seis cuadras de mi casa.
—"Oh, créeme. Lo estoy,"
Su voz no sonaba para nada satisfecha.
—"Pues no lo creo. Tío, sabes que puedes confiar en mí,"
Él pareció dudar. —"Bien, voy al grano. Nadeshiko se divorció, pero tiene la custodia de su hija, y ése es mi problema," Suspiró mientras tomaba asiento a mi lado —"Nadeshiko dice que es una joven muy perspicaz pero que no sabe adaptarse muy bien a los grandes cambios. Yo... sé que es muy importante para ella que me lleve bien con su hija, pero... sé que va a ser complicado. Esa niña acaba de atravesar por el divorcio de sus padres. De repente, que venga un desconocido a querer hacerse con el puesto que tenía su padre... no lo sé. Puede causar problemas,"
Escuché atentamente cada detalle que había mencionado Clow. ¿Hablaba en serio? ¿Quería que yo hiciera lo que creía que estaba pensando?
Haciéndome de vista gorda, insistí —"¿Y qué tiene que ver conmigo?"
Clow suspiró, cansado —"Quiero que seas su amigo, Shaoran. Esa niña vendrá a esta ciudad llena de perfectos desconocidos y..."
—"Espera, espera," Lo interrumpí. —"¿Nadeshiko y su hija se mudarán contigo? ¿En Tokio?"
Clow asintió —"Por eso tengo que recogerlas,"
Suspiré, pensando que mi tío en verdad no estaba en una muy buena posición. Ya podía imaginar a la pequeña niña con tantos cambios radicales a su corta edad. Vaya, eso en verdad me hacía parecer un viejo. Demonios, a penas tengo diecisiete y ya sonaba como un vejestorio.
Pero sí podía imaginarme lo que ella estaba atravesando. También podía imaginarme a una niña de más o menos cinco o seis años que una mujer tan joven como Nadeshiko puede tener. Podía imaginarme a la niña llorando y haciendo berrinches porque no quería dejar a su papá, a su casa o a su ¿ciudad? ¿Tomoeda era una ciudad?
Demasiados cambios. Clow tenía razón. Por muy agradable que el hombre fuera, la niña simplemente lo rechazaría.
Pero la situación se escapaba de mis manos, por supuesto. No había dinero en el mundo que pudiera acercarme a una niña llena de berrinches y lloriqueos. No, Señor. Primero el infierno se congelaría.
—"No puedo hacerlo, Clow. Lo siento, pero no." Añadí una excusa que no venía al caso —"Estoy ocupado en este momento. Meiling anda molestándome porque tenemos este proyecto pendiente que debemos entregar la semana que viene y..."
Clow me miró, serio —"¿Cuánto quieres por pasarla con ella este fin de semana? Sólo quiero que la distraigas lo suficiente como para que Nadeshiko no se arrepienta, ¿comprendes?"
Fruncí el ceño —"Tío, tengo un proyecto de ciencias que terminar y..."
—"¿Cien?" Puf. ¿Cien yenes? ¿Me creía tonto?
—"No lo creo, tío" Me levanté. Se me hacía tarde para el instituto.
—"Oh, vamos Shaoran. Quinientos dólares en efectivo. ¿Te parece bien? Es sólo pasar unos cuantos minutos durante el fin de semana con una niña"
La propuesta inmediatamente atrapó mi atención. Demonios, ¿cómo podía comprarme con tanta facilidad? Suspirando, acepté. No podía rechazar ningún dinero, especialmente no cuando me veía desprovisto de mi mesada... por haberle "alzado la voz a mi hermana". Dios, qué ridículo. ¡Fuutie había comenzado!
Recordando con rabia la pelea de ayer con mi hermana mayor, y cómo injustamente mi madre había decidido castigarnos a ambos por faltarnos el respeto y romper la armonía de la casa.
—"¿Y bien? ¿Cuándo iremos?"
La cara de mi tío pareció iluminarse un poco, pero mi entusiasmo se tornó inexistente. No sólo tendría que ir a Tomoeda, también tendría que lidiar con un pequeño paquete, y qué molesto sería. Quizás, mientras la chiquilla lloraba yo podría leer algo. Encogiéndome de hombros, me resigné mientras subía al Jeep de mi tío.
Qué viaje nos tocaría hacer. Al ver tamborilear los dedos a mi tío, mientras entonaba una canción enfermizamente romántica recapitulé mi previo pensamiento. Qué viaje me tocaría hacer.
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Tal y como lo esperaba, el camino a Tomoeda se me había hecho interminable, y procuré pensar en cosas más agradables. Como la vista que tenía fuera, o el elegante rugido del Jeep. Siempre había admirado a mi tío por tener este auto tan poco convencional, especialmente porque él era un hombre de negocios. Claramente lo podía imaginar en un BMW, pero el Jeep había sido su preferencia.
Algún día, me prometí a mí mismo mientras tocaba disimuladamente el reposa brazos del auto, que tendría una máquina como ésta. Definitivamente.
—"Bienvenidos a Tomoeda" Leía el letrero cuando todavía no había nada a la vista. Tragando pesado, me imaginé a la niña a la que tendría que atender por quinientos americanos. La cantidad simplemente parecía injusta. Digo, ¿cuánta tortura atravesaría hasta que se acabara el fin de semana? Dios, ¿quién sabe? Quizás su tío lo convenciera de que el fin de semana se extendiera más.
Fruncí el ceño. Yo no era bueno con niños. De hecho, casi no los soportaba. Nunca me habían gustado y creo que jamás lo harían. Lo cual me llevó a pensar, ¿qué tal si no le agrado a la niña? Demonios, ¿cómo se llama, en primer lugar?
—"Tío, no me has dicho nada sobre mi objetivo," Me burlé, no pude evitarlo. Tenía que sacar diversión de donde pudiera ¿no?
Él me echó una mirada dura —"Su nombre es Sakura. Es muy madura para su edad y bastante inteligente. No te aconsejaría que usaras sarcasmo alrededor de ella,"
¿Una niña sabe lo que sarcasmo significa? De verdad debería ser inteligente.
Me callé, mientras el Jeep avanzaba con velocidad hasta que al fin alcanzamos lo que sería el territorio central de Tomoeda.
El lugar parecía extrañamente calmado, muy diferente de la agitación que siempre se vivía en Tokio. Había árboles de cerezo por doquier y resultaba que el viento esparcía sus pétalos en las calles. Evidentemente éste era un sitio residencial y no habían demasiados locales comerciales. El sol brillaba aún más que en Tokio y las calles estaban libres de cualquier clase de tráfico o congestión.
—"¿Estamos cerca?" Pregunté observando las casas pasar.
Clow sólo asintió. Por el ceño fruncido podía decir que estaba nervioso. Encogiéndome de hombros, me preparé para el show.
Cuando Clow redujo la velocidad, descubrí un brillante Mercedes que estaba repleto de cajas, y supe que habíamos llegado.
Al estudiar con más detenimiento el lugar, me percaté que junto al auto estaban dos mujeres. Una, la reconocí inmediatamente, Nadeshiko. Fruncí el ceño mientras examinaba con cautela a la otra mujer.
Mi tío aparcó el Jeep en la acera contraria a la del Mercedes, y no pude contener mi curiosidad. ¿Quién acompañaba a Nadeshiko? Y más que nada, ¿dónde estaba mi objetivo?
—"¿Quién es ella?" Dios, qué buenos muslos tenía. ¿Era un pendiente eso en su ombligo?
Clow me miró incrédulo —"¿Hablas en serio? Ella es Sakura,"
Mi mandíbula seguramente descendió hasta tocar fondo. ¿Ella era la niña? ¿Era ella con quien tenía que pasar un fin de semana? ¿Y encima mi tío me iba a pagar?
Al salir del Jeep, observé una y otra vez a mi objetivo pero por razones muy alejadas a las que mi tío me había traído. Dios, parecía salida de una pasarela. O quizás de algún sueño húmedo. Tragando en seco, observé a Clow acercarse y vi el impacto de su cara, mientras palidecía súbitamente la joven.
De cerca, podía ver sus ojos, tan parecidos a los de su madre, por el color, pero los de Nadeshiko palidecían en comparación a los de ella. Había fuego, sí mucho fuego que ardía en ellos, y su mirada chocó con la mía por unos breves instantes, para volverse sin inmutarse de alguna manera hacia su madre.
Fruncía el ceño, y apretaba los puños. Y yo todo lo que podía ver era cuán poco cubría su vestuario y cuánta piel estaba expuesta a la luz del sol. Maldición.
—"Clow" Llamó Nadeshiko a mi tío y le saludó con un beso veloz en la mejilla. Nadeshiko notó mi presencia y me saludó —"Shaoran" Pero yo no despegué la vista de la furiosa mirada de ella. Era demasiado intrigante y complejo lo que en esos ojos se reflejaba.
Por lo pálido de su rostro, podía saber que nosotros éramos una sorpresa para ella. Por su mirada de resentimiento podía saber que no éramos sus personas favoritas. Por el odio que toda ella reflejaba, podía saber cuán difícil era esta situación para ella.
Y por aquella pose de determinación con la que se erguía, supe que mi difícil misión había pasado a ser una imposible.
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Sakura Kinomoto P.O.V
No sabía qué hacer. Honestamente, no sabía ni qué pensar. Esto era como una enorme pesadilla en la que estaba atrapada y no podía despertarme por más que así lo quisiera. Sentí que el piso parecía hundirse y hubiera preferido que me tragara la tierra antes de pasar por esto.
Mi garganta estaba seca y mis manos habían comenzado a temblar. Miré con incredulidad cada escena que sucedía ante mis ojos, como si de una película de terror se tratara.
Observé a mi mamá acercarse a aquel sujeto, cuyo nombre ni siquiera recuerdo y decidí estudiar con cautela la situación, a pesar de que la rabia irritaba mis ojos en aquella terrible humillación que me sucedía cada vez que estoy furiosa. Sí, las cosas pueden ponerse feas si empiezo a llorar de coraje.
Apreté mis puños, maldiciendo mi estupidez. Todo había encajado. La antipatía de mi hermano era obvia porque yo ahora la sentía recorriendo mis venas. ¿Por qué no me había dicho nada? ¿Por qué?
Era evidente que mi madre había traicionado a mi padre con este hombre y por eso, su matrimonio se había visto disuelto.
¡Me siento tan estúpida! ¿Cómo es posible que yo haya sido la única ciega? ¡Maldición, por qué nadie me había dicho nada!
Me sentí humillada. Traicionada por mi propia madre. Por mi padre. Y especialmente por mi hermano.
Pero lo que me causó náuseas era pensar en el futuro. ¿Cómo podía yo...? Oh, Dios. Nadeshiko lo había dicho. ¡Él viviría con nosotras! Hice un vano esfuerzo por contener las lágrimas. ¿Era cierto esto? ¡Por favor alguien despiérteme!
Mi amargura no tenía límites. De un momento de alegría, pasé a la más profunda agonía.
Me mordí los labios y bajé la mirada. ¡Dios, quiero golpear algo!
El estómago me dio retorcijones y pude haber caído en mis rodillas si mi orgullo no lo hubiera impedido. La cara de mi madre sólo brillaba felicidad. ¡Era feliz! Y yo no podía recordar un momento más amargo en toda mi vida. ¿Qué clase de madre puede ser feliz con la tristeza de su hija? ¡Por Dios!
Sakura Kinomoto estaba muriendo y su madre sólo podía bailar en felicidad.
¿Por qué? ¿Por qué Nadeshiko había esperado hasta este momento para soltar la peor noticia que hubiera podido recibir?
—"Sakura" Escuché su voz y mis ojos se levantaron, nublados por las lágrimas. Tenía la fuerte necesidad de golpear algo y juro por los Cielos que si esta mujer que se dice mi madre se acerca, no estoy segura de poder contenerme.
Quería arruinar aquel rostro de felicidad. Necesitaba arruinarlo.
—"¿Qué?" Espeté con voz ronca. Su ceño se frunció. ¿En verdad esperaba que bailara y cantara por doquier después de esto?
—"Quiero presentarte a Clow," Susurró para que sólo las dos escucháramos. En ese momento, las lágrimas finalmente cedieron y pude aclarar mi vista.
Dirigí la mirada hacia donde estaba Clow y me percaté finalmente de aquella segunda presencia que había visto antes de perder la razón.
Era un chico, probablemente de mi edad, y que extrañamente se parecía a la segunda persona que odiaba en el mundo.
¿Qué? ¿Encima de todo, el hombrecito tenía un hijo? ¿Y ahora qué? ¿Mi madre esperaba que fuéramos mejores amigos y bailáramos tap y bebiéramos té en lindas tacitas de porcelana?
—"Por supuesto," Sentencié enviando la peor mirada que pude en dirección de mi madre. Me acerqué lentamente hasta que Clow quedó a dos pasos.
Observé sus facciones, era apuesto, claro, y por su forma de vestir deduzco que tenía dinero. Su forma de mirarme me indicaba que era un hombre inteligente y por su altura, estaba forzada a levantar la mirada.
Extendí mi mano en una pose estricta —"Mucho gusto. Soy Sakura Kinomoto, la persona más infeliz sobre la faz de la tierra" Sé que era infantil, y que probablemente mi madre me castigaría severamente —con todo lo que me importaba— y que había sido una malcriada, idiota y una reverenda imbécil pero la mirada de sorpresa en su rostro definitivamente había hecho que valiera la pena. De hecho, si tuviera la oportunidad de repetirlo, lo repetiría mil veces.
Escuché una risita ahogada desde atrás de Clow, el gemido horrorizado de mi madre y el suspiro resignado de Clow. ¿Qué más satisfacción que eso?
Clow fingió no haber escuchado mi frase, y después de haberse recuperado de la sorpresa, me sonrió afablemente. Dios, hubiera dado mi brazo derecho por poder borrarle aquella sonrisilla de sus labios.
—"Es agradable al fin conocerte, Sakura. ¿Puedo llamarte así, verdad? Tu madre ha hablado tanto de ti, que me parece que te conozco," Su voz resultaba agradable para cualquiera y especialmente despreciable para mí.
Con la voz más desdeñosa que tenía, mascullé —"Ah, pues que lástima que no pueda decir que mi madre," Envié una mirada ponzoñosa hacia la implicada —"ha hablado de usted. De hecho, no sabía que usted existía hasta hace tan sólo cinco minutos. Y por cierto," Finalicé con rencor —"No, no puede llamarme Sakura. Señorita Kinomoto para usted"
Sin importar esperar por las reacciones de las tres personas que me rodeaban, salí caminando en dirección de la casa de Kero. Pude escuchar a mi madre llamarme, pero encogiéndome de hombros y con las lágrimas que rodaban por mis mejillas, avancé lo más rápido que pude.
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Shaoran Li P.O.V
Seguramente si hubiera pagado por ver una comedia, en comparación a esto, habría sido estafado. Juro que por el beneficio de mi tío, había tratado de contener la risa. Pero no pude. Vaya, qué carácter. ¡Qué fierecilla! Obviamente lo hacía movida por el dolor —toda su cara reflejaba tristeza, aún incluso cuando era altanera— y el odio.
El rostro de Nadeshiko se veía afligido y el de mi tío era de incredulidad.
Mi tío me miró, mientras fruncía el ceño —"¿Qué esperas para seguirla?"
Clow debía estar bromeando. Estaba bastante equivocado si creía que en verdad yo iba a seguir a la señorita explosión.
Cuando me iba a disponer a batallar mi posición, Nadeshiko nos interrumpió.
—"No," Dijo con voz sombría. —"Déjala. Estará en casa de su amigo. Lo mejor es dejarla sola." Suspiró, —"Fui una estúpida. Debí haberle advertido mucho antes de que todo esto sucediera. Simplemente es demasiado para un día. Dios," Ahogó su cara en el hombro de Clow —"Ni siquiera le he dicho que nos mudaremos a Tokio,"
Fruncí el ceño. ¿Qué diablos sucedía con Nadeshiko? ¿Es que acaso quería matar a su propia hija? Resultaba claro que había temido contarle todo, y se le había ocurrido el perfecto plan de ponerla al corriente precisamente segundos antes de que Clow llegara.
No la culpaba para nada, pero lo que sí podía juzgar era su forma de proceder. No lo más sutil, ¿eh? Resultaría claro incluso para un ciego el saber que despreciaba a su madre y que detestaba a Clow.
—"Tío," Hablé captando la atención de ambos. —"¿No crees que lo mejor sería dejarla sola por ahora y transportar estas cosas? Así Nadeshiko tendrá tiempo para convencerla de que vivir contigo no será tan malo," Sabía que no era un buen momento para recurrir al sarcasmo, pero por lo menos había conseguido distraerlos.
Ninguno de los dos dijo algo, sólo asintieron. Suspirando, me volteé para acercarme al Jeep. Clow no tardó mucho en seguirme y Nadeshiko subió a su Mercedes.
Pronto, pude despedirme de Tomoeda, realmente lamentando haber perdido un día de clases sólo por esto. Y seguramente, como no había movido un dedo por acercarme a la "niña" mi tío no me entregaría un solo centavo.
Encogiéndome de hombros recurrí a la radio del Jeep, en la espera por alguna canción que lograra distraerme de la extraña pero fascinante joven cuyos ojos habían declarado batalla aunque aquella información me la había reservado sólo para mí.
Clow estaría seguramente pensando en cuánto debía estar sufriendo Nadeshiko, y Nadeshiko debería estar sumiéndose en la tristeza y la vergüenza.
Volví a encogerme de hombros. No era mi problema.
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Sakura Kinomoto P.O.V
Cuando Kaho había abandonado la sala y me encontré sola con Kero, había dejado completamente libres mis ojos para darme el placer de llorar. Llorar hasta el punto que la respiración comenzaba a faltarme y en el que Kero se veía obligado a sostenerme para que no perdiera el equilibrio.
No conté cuántos minutos exactos estuvimos así, yo llorando y él consolándome. Tampoco me importaba, porque todo lo que podía ver era la horrible imagen de Nadeshiko junto a Clow, y aumentando la realidad con mi imaginación.
¿Mi padre los habría encontrado in fraganti? ¿Mi madre habría violado nuestro hogar al tener un encuentro con ese hombre? ¿Habría ensuciado la cama de mi padre con sus horrorosos actos? ¿Habría Touya presenciado todo esto? ¡Por qué nadie me había dicho nada!
Pero lo que en realidad más me molestaba y conseguía amargarme era el hecho de que estaba atrapada. Tenía que hacer lo que mi madre me ordenara —porque definitivamente sería una orden— porque aquella maldita moneda había jugado sucio.
Me mordí los labios tratando de acallar mis gemidos, en un vano intento por no mostrarme tan patética. Pero eso era, una imbécil patética que había decidido dejar la decisión más importante que había tenido que tomar en todo lo que llevaba viviendo, a una moneda.
Qué irresponsable. Qué idiota. Qué ciega. ¿Cómo no había seguido mis instintos, y había tomado el mismo camino que Touya? Touya era un hombre inteligente. Él siempre sabía lo que hacía y era muy maduro. Siempre lo había sido. ¿Por qué no se me habría ocurrido seguir sus propios pasos?
Me sentía traicionada por todos. Por mi madre, por las razones evidentes. Por mi padre, por no haber luchado más por alejarme de este horrible futuro. Por mi hermano, por haberse guardado algo así, sabiendo cuánto yo detestaría una situación como ésta.
Dios, yo no era irrazonable. Cierto, talvez me hubiera costado creerlo de mi propia madre, pero me hubiera dado una idea. La semilla de la duda habría estado plantada en mi cerebro.
¿Hace cuánto tiempo se estaba dando esta situación? ¿Desde que Touya, misteriosamente había decidido que era demasiado adulto para compartir su tiempo libre con su familia? ¿Desde que mi papá mágicamente tenía que trabajar los fines de semana, los feriados, o durante las festividades? ¿Desde cuándo? ¿Hace cuánto tiempo había sido una ciega?
Suspirando, sentí la caricia tímida de Kero en mi espalda. Lejanamente, escuché sus suaves palabras.
—"Sakura" Me estaba llamando. Sí, lo estaba haciendo. —"¿Qué sucede?"
No sabía que Kero pudiera tener una voz tan suave. Pero sí la tenía. Quizás no me había percatado antes. Después de todo, si había sido tan ignorante sobre algo tan importante como que mi madre se revolcara fuera del lazo matrimonial, cómo no sería ignorante de un detalle tan pequeño como el tono de voz de Kero.
Traté de contestar, pero mi garganta decidió no cooperar.
—"¿Cuál es el problema?" Kero volvió a acariciar mi espalda y aquella caricia me recordó que al menos, lo tenía a él. No estaba tan sola en el mundo, después de todo.
—"Nadeshiko..." Logré susurrar su nombre. La odiaba. Qué bajo había caído. Odiaba a mi propia madre. —"...tiene" Kero se separó de mí, y me observó desde su altura —si quiera me sacaba una cabeza por lo alto—y sus ojos dorados —eran dorados, por supuesto— me miraban con cautela, y su entrecejo fruncido me indicaba que estaba intentando entenderme —"...un" La realidad me golpeó más fuerte que nunca. —"...amorío"
La sorpresa en la cara de Kero fue gigantesca, y su rostro se contorsionó de una forma casi cómica. Lástima que yo no estaba en ánimo para burlarme.
—"¿Nadeshiko?" Susurró como si estuviera diciendo algo prohibido. —"¿Estás segura?" Seguía susurrando y su última frase consiguió que una risa seca saliera de mi garganta.
—"¿Crees que bromearía sobre algo así?" Pregunté también en susurros, pero mi voz era ronca a diferencia de la suya.
Él buscó la verdad en mis ojos, y después de unos segundos de contacto visual, su mano se acercó a mi mejilla para remover una lágrima.
Nos mantuvimos en silencio, pero Kero pronto lo interrumpió —"¿Eso provocó el divorcio?"
Me mordí los labios, antes de asentir. No pude encontrarme con su mirada. No era yo la había cometido tan barbaridad y aún así me sentía avergonzada por ello.
—"Diablos, eso sí que es un problema," Farfulló él, mientras rompía el abrazo que hasta ahora nos había unido.
—"Sí" Cedí a la tentación de sentarme, escondiendo mi cara entre mis manos.
Escuché a Kero dar algunos pasos por ahí, seguramente juzgando todavía lo que yo le había confesado. Honestamente, ¿creía que yo sería capaz de bromear con algo así? ¿Qué clase de imbécil sería?
Suspirando, me dije que ya era una imbécil. Así que eso no importaba.
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Después de un vaso con agua y una píldora para el dolor de cabeza y después de tres horas de descanso y lloriqueos, fui capaz de pensar con más claridad que antes, pero aún sentía pesadez en mis párpados por tanto llorar. No recordaba alguna ocasión en la cual yo había llorado como lo hice hoy.
Calculaba que eran algo así como las tres de la tarde y las horas se me habían pasado volando contándole cada detalle a Kero. Él me había escuchado pacientemente, sin ninguna pregunta que me hiciera sentir incómoda y por supuesto, haciendo acotaciones de vez en cuando.
—"Debes hablar con Touya," Me sugirió mientras me extendía un vaso con agua. Yo lo acepté pero no pude evitar tensarme desde mi puesto.
Él sabía cuán furiosa yo estaba con él particularmente, y mi mirada le transmitió aquel mensaje.
Él me sonrió con suavidad —"Sé que tiene que haber una razón para que él se guardara todo eso, Sakura."
Yo gruñí —"Nombra una sola,"
Kero levantó la ceja —"Bueno, está esta..." Dudó, —"quizás..." Volvió a dudar. —"Probablemente él..." Negó. —"O talvez..." Volvió a negar.
Yo me reí ante su terquedad —"Sí claro. ¿Te das por vencido?"
Kero se sonrojó por la vergüenza, era evidente que no había ninguna razón lógica para que Touya se guardara algo así.
Suspirando, di un sorbo al agua. —"No hablaré con él. Es inútil gastar el tiempo pensando en tonterías. No me lo dijo, porque no quiso. Quizás no le importo," Me encogí de hombros, —"Al menos te tengo a ti,"
Kero me volvió a sonreír y pareció tener algo que decirme justo antes de que el timbre de la casa distrajera nuestra atención.
Kero no tardó en atender la puerta.
Tras abrir la puerta, observé a Kero entrar en tensión y a dirigirme una mirada de reojo. La voz de su interlocutor no tardó en llegar. Yo también me tensé.
Kero le cedió el paso y pronto pude ver a Nadeshiko junto a él.
Mi ceño inmediatamente se frunció.
—"Sakura," me habló con suavidad. —"¿Podemos hablar?"
No. No podemos hablar. De hecho, no nos podemos ver más. ¿Podrías por favor enviar mis cosas a la casa de papá? Me agradó haberte conocido hasta que supe que eras una cualquiera. Adiós.
Eso era lo que quería gritarle en la cara a Nadeshiko pero como siempre, fui una cobarde.
Asintiendo, y evitando la mirada preocupada de Kero, observé cómo mi madre se acercaba a mí para tomar asiento a mi lado.
Kero suspiró —"Estaré en mi habitación," Me lanzó una mirada significativa, del tipo que te hace entender 'grita para pedir auxilio' y su semblante tan sombrío me alivió e incluso una pequeña sonrisa se formó en mis labios.
La sonrisa se congeló en mi cara al oír nuevamente la voz de Nadeshiko.
—"Sakura," Dijo, captando mi atención —"Lo siento tanto. En verdad lo siento, cariño." Me miró a los ojos, y me pregunté cómo luciría en este momento. Probablemente tenía la nariz más roja del planeta y los ojos más hinchados de la galaxia. Mejor. Quizás así le daba algo de remordimiento.
Sus palabras eran eso, sólo palabras. Y yo nunca más confiaría en ella.
Rodé mis ojos, —"¿En serio?" La curiosidad era poderosa. Siempre había sido curiosa y a pesar de que siempre intentaba recordarme a mí misma, que la curiosidad había matado al gato, no pude evitar preguntar algo que me había estado carcomiendo. —"¿Desde cuándo estás con...Clow?"
Nadeshiko abrió los ojos, seguramente sorprendida. No se esperaba que yo cuestionara algo así, ¿no?
Bajó la mirada, culpable —"Comenzamos a vernos hace tres meses, pero Sakura..." El resto mis oídos no lo captaron, porque un molesto zumbido convirtió las palabras de Nadeshiko en 'blah, blah, blah'.
¿Tres meses? Aguanté una risa histérica. ¡Tres meses! ¡Había estado con el hombre tres meses, sólo 90 días! ¿Y eso era todo lo que lo tomaba a un hombre el cambiarle la vida? Eso sólo consiguió empeorar la baja opinión que tenía de ella.
Suspirando, me dije que tenía sentido. Por supuesto, tres meses atrás todavía no había problemas, pero Touya se había distanciado aún más y habría pasado un mes más para que las discusiones de mis padres estuvieran fuera de control.
Todo tenía sentido ahora, supongo. Me parecía extraño que mi madre comenzara súbitamente a quejarse de la ausencia de mi padre, cosa que él siempre había hecho, al menos desde que tengo memoria.
Otra carcajada quiso surgir de mi garganta, al hacer cálculos rápidos. ¿Tres meses podían reemplazar —no lo sé con exactitud— veinte años de matrimonio?
Quise burlarme de aquella ridiculez.
—"...y ahora que viviremos en Tokio..." Aquella frase me despertó de mi letargo. ¿Había escuchado bien?
—"¿Qué dijiste?" Repetí, intentando borrar aquel horrible pensamiento. Me estremecí.
Nadeshiko repitió la frase pacientemente —"Viviremos en Tokio, en la casa de Clow,"
Me congelé. Seguramente mi cerebro no estaba procesando bien las cosas.
—"¿Qué?" Mascullé, sintiendo cómo la realidad lentamente me tocaba.
Nadeshiko pareció confundida —"¿Sakura? ¿Te sucede algo? ¡Estás muy pálida!" Me presionó una mano en la frente, pero en ese momento pudieron haberme clavado un cuchillo y yo no me hubiera movido una sola pulgada.
Viviremos en Tokio.
Viviremos en Tokio.
Viviremos en Tokio.
Ésa era la única frase que podía oír, repitiéndose una vez y una vez más. ¿Estaba hablando en serio? ¡Hablaba en serio!
Una furia ciega me hizo levantarme abruptamente, por fin reaccionando.
—"¡¿De qué estás hablando?!" Grité, sin importarme que quizás toda la familia de Kero me estuviera oyendo en diferentes secciones de la casa.
—"Sakura. Por Dios, no armes una escena" Miró hacia todas las direcciones, como si sintiera avergonzada.
¿Qué no armara una escena? ¡Que no armara una escena! ¿Y qué diablos ella estaba armando con mi vida? ¿Una comedia? ¡Mejor, una tragedia!
La furia me cegó por completo —"¡Una escena! ¡Nadeshiko, por favor!" Volví a vociferar —"¿Cómo esperas que me tome a la ligera algo así?"
Nadeshiko suspiró. Yo sabía cuánto le dolía que la llamara por su nombre. Pero no había ser en el universo que lograra convencerme que este monstruo que se sentaba frente a mí, era mi madre.
—"No esperaba que lo tomaras a la ligera, hija. Por favor, no armes un escándalo. Tengo a Clow esperándonos afuera," Se levantó —"Tenemos que irnos,"
No podía creer cada una de las palabras que salían de su boca. Simplemente no podía.
—"¿Esperas que me vaya? ¿Con ustedes?" Escupí la última pregunta como si se tratara de un insulto. Esta mujer tenía que estar drogada.
Nadeshiko me miró con el ceño fruncido —"Tengo tu custodia, Sakura. Obedecerás mis órdenes. Esto no es negociable, nos vamos ahora"
Mis pensamientos eran caóticos. Estaba tan confundida y aquella confusión se mezclaba con la ira que me nublaba el pensamiento. No. Me rehusaba a ir.
De hecho, me rehúso a ir. ¡No me voy!
—"No" Dije con un susurro. La miré con todo el odio que pudiera tener almacenado en mi corazón.
—"Sakura soy tu madre y me obedecerás," No, no eres mi madre. ¡Ya no!
Kero apareció como si de un hechizo se tratara y nunca pude haber agradecido más a los Cielos por su presencia. Seguramente si hubiera llegado unos minutos más tarde, me hubiera encontrado ahorcando a Nadeshiko. En este momento, era capaz de eso y mucho más.
—"¿Algún problema?" Preguntó casualmente, y yo en ese momento quise derrumbarme.
Nadeshiko tenía razón. Ella tenía mi custodia y hasta que alcanzara la mayoría de edad, podría llevarme a vivir al mismísimo infierno y nadie podría intervenir porque yo misma era la única culpable.
¿Quería llevarme a Tokio, no? ¿Es que no le importaba que me encuentre a mitad de año escolar? ¿No le importa que todos mis amigos y conocidos se encuentren aquí? ¿No le importaba que fuera a separarme de Kero, de Touya y de mi papá?
Pues bien. Que me llevara a Tokio y a su nido de amor. Pero iba a lamentarlo. De hecho, iba a lamentarlo tanto que aceptaría que había cometido un grave error al querer llevarme a la ciudad de la perdición. Iba a arrastrarse en sus rodillas, suplicándole perdón a mi padre, y se iba a arrepentir cada día de su existencia el haberme hecho tan miserable. El haberme engañado.
Se iba a arrepentir. Y me dejaría libre. Y yo regresaría a Tomoeda, regresaría con Kero, con Touya y con mi padre.
¿Creía que porque yo había cometido el error de elegirla ya tenía libre poder sobre mí?
Pues estaba en un gran error.
—"No, Kero. No hay ningún problema," Dije con la voz más suave que tenía en el arsenal.
Kero levantó las cejas, sorprendido. Nadeshiko interrumpió cualquier comentario que Kero hubiera querido decir.
—"Sakura, despídete. Tenemos que irnos," La odiaba. La odio. Y la odiaré por siempre.
Tragándome el rencor y las lágrimas que comenzaban a formarse en mis ojos, nuevamente, abracé a Kero.
Él sólo me miró estupefacto. —"¿A dónde vas?" Obviamente seguía creyendo que Nadeshiko y Clow vivirían en aquella casa contigua a la suya. Eso era lo que yo había creído, al menos.
Susurrando, afronté la realidad. —"Nadeshiko me lleva a Tokio." Dirigí una mirada despótica en su dirección. —"Seguramente volveré para arreglar las cosas en el instituto,"
Nadeshiko volvió a interrumpir. —"Clow ha sacado ya el permiso para que ingreses al instituto de su sobrino. Terminarás el curso allá, Sakura," Todo esto me parecía imposible. ¿Permiso escolar? ¿Es que también había arreglado en qué capilla me casaría? ¿Había arreglado en qué nicho me enterrarían, todo, sin consultarme?
Ahogándome en miseria, envié una última mirada en dirección de Kero. Él parecía casi tanto o más furioso que yo misma. Sus puños estaban apretados y su entrecejo fruncido. Kero nunca se fruncía. Nunca.
—"Adiós," Me despedí, ya saliendo de la casa y percatándome del Jeep que nos esperaba en la calle.
Kero negó —"Te iré a visitar," Prometió, dándome un último abrazo.
No pude detener las lágrimas y me aparté de él.
Nadeshiko ya había subido al vehículo y sólo faltaba yo. Con último vistazo me despedí mentalmente de mi mejor amigo. Me estremecí mentalmente al saber que no había tenido oportunidad para despedirme de nadie más. ¿Cómo me podía hacer esto? ¿No tenía corazón?
Nadeshiko parecía irradiar felicidad con sólo verse satisfecha en su plan. Eso me dio náuseas. Pues bien. Que disfrutara de su felicidad mientras ésta le durara.
Y yo me encargaría de que no lo hiciera.
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Notas de Autora:
¡¡Chicos, volví!! Sí, sí. Después del final de "Bajo Contrato" me dije que tenía que editar mis otras historias. Y comencé por ésta. Cambié un poco el plot, pero he logrado conservar la esencia de la historia con unos cambios básicos. Si habían leído anteriormente esta historia se podrán percatar de eso, además de que he llenado vacíos en el plot que me traían loca. Si no la han leído anteriormente, no tiene importancia porque pueden comenzar desde cero. Yo estoy comenzando de cero, y he borrado por completo la historia anterior. Borré todo, los reviews y todos los capis.
Espero que esta nueva versión capte la misma atención que tenía la versión anterior. Si no lo hace, la borraré.
Muchos besos y saludos,
Sakki Chan.
