Spectral: Esta historia no es nueva, la primera vez que la subí fue el 2013. Quise concluirla y me di cuenta de que era imposible retomarla desde donde la había dejado, así que aquí la tienen, misma esencia, pero mejorada. Para l s que la recuerdan, disfrútenla nuevamente y para los nuevos, pasen y amen, rían, sufran, lloren y odien. Hay de todo. (Todos los reviews anteriores y quienes los escribieron los llevo en el corazón, ojala sigan por aquí)


Determinación

Capitulo 1: río y peces

Me remonto a los días que la conocí. Siempre le dije que hiciera lo que quisiera, nunca le exigí obediencia, ni devoción, ni servidumbre. Jamás interferí en sus decisiones, salvo una vez.

He dejado pasar bastante tiempo meditando sobre esto… ¿por qué? Jaken interrumpe mis cavilaciones con uno de sus torpes tropiezos, volteo para darle una de mis miradas y así deje de disculparse pomposamente, pero caigo en la cuenta del lugar en que me encuentro, otra vez en un río.

Ignoro por completo a mi sirviente, pero no funciona cuando trato de ignorar la turbación que me causa el sonido del agua; me dejo apoyar sobre un árbol y vuelvo a mis pensamientos.

No esperaba ninguna retribución, no esperaba nada de hecho… Salvo una cosa, que siguiera con vida; pero después de aquel día en el que utilicé Tessaiga para salvarla de la muerte, me seguía y yo Sesshomaru, quien desprecia a los humanos, no se lo impedí. Hasta que decidí que ya era suficiente.

¿Esperaba pagarme de algún modo? ¿Mostrarme su agradecimiento con una devota lealtad, al igual que Jaken? Nunca se lo pregunte, era lo que hacía y no significaba que estuviera bien o mal, solo que dejaba que hiciera lo que quisiera.

Mi vista se agudiza en el río y diviso los peces, si quisiese alguno bastaría en que agitase mi látigo. Hago un ademán con mi mano como si lo hiciese, soy consciente de la mirada perpleja de Jaken, pero no me importa. Lo cierto, es que nunca me ha gusto el pescado, pero aquella niña hizo que me interesara, no en comerlo, pero si en atraparlo. Tengo la vívida imagen de sus manos en el agua, sus hábiles manos. Sí, más hábiles que mi látigo.

—Sesshomaru sama, ¿viene algún enemigo poderoso, porqué sonríe? —.

La pregunta de Jaken me toma desprevenido. Así que sonreía… Maldito río. Me levanto y le doy una mirada molesta a mi sirviente, y escucho su repetida perorata de disculpas.

—Jaken, ve a ver a Totosai, dile que afile a colmillo sagrado —Le lanzó la espada y camino en dirección opuesta—.

—Pero amo bonito ¿No íbamos a ver a la pequeña Rin? —.

Me asalta con la pregunta como si no pudiera retenerla. Ya no me sorprende su atrevimiento, desde que Rin nos acompañaba —aunque ya no fuera el caso— muchas cosas eran diferentes, años antes no habría hecho tal, ni yo lo habría permitido; era una orden directa, no una pregunta. Lo miro de soslayo y veo como se aferra a la espada, preso del miedo. La echaba en falta, quería verla. Sí, le había tomado un cariño especial, por más que hiciera en ocultarlo.

No le respondo y veo salir mil gotitas de sudor en su rostro.

—¿Podría llevarme a Ah-Un conmigo? —Pregunta más temeroso y veo el entusiasmo de la bestia, ansioso de verla—.

—Cuando regreses pasa a la aldea de Inuyasha y asegúrate de que Rin esté bien —Le digo ya sin mirarlo y bajando el tono de mi voz— …Que nadie te vea, —Achico mis ojos y le doy una ligera mirada— ni si quiera ella. —No se mueve y traga saliva buscando el coraje para hablar— ¿Qué esperas? Vete—.

—¿Y… Ah-Un… —Casi me suplica— …Amo bonito?—.

—No —Respondo fríamente y siento el desfallecimiento de Jaken y Ah-Un—.

Sé que sin Ah-Un demorará unos días en llegar, no es un castigo, pero es lo que Jaken piensa y dejaré que eso haga. Me vuelvo hacía él y doy un paso, pero esta vez entiende y sale corriendo con completo pavor en dirección opuesta.

—¡No le fallaré amo!—.

Finalmente solo, en compañía del río y de los peces me permito disfrutar del silencio y del sol, no quiero divagar más en el pasado, pero no dejo de pensar que los planes que tenía para el futuro se vieron truncados desde que dejé que Rin nos acompañara.

¡Cómo había berreado Jaken!, una semana entera estuvo de mal humor por la chiquilla, hasta que un día explotó culpando a Inuyasha de todo, que el daño que me había hecho cortándome el brazo había sido gravísimo. No se explicaba el porqué de la compañía humana y Rin a pesar de las malas palabras de mi fiel sirviente solo era más divertida y dulce con él. Creo que aquella vez le di una patada que lo hizo volar por los aires, cómo si el causante de mi apego a la niña humana fuera por mi medio hermano.

Hasta que un día, Jaken dejó de cuestionarse mi decisión. Una sonrisa vacila en mi rostro, pero no la permito. Rin, siempre desinteresada comenzó a ganarse a Jaken, tal cual pasó conmigo. No es algo de lo que sienta orgullo, pero es la verdad. Mi Padre debe reírse de mí, pero qué importa.

Nunca me ha afectado el qué dirán, sin embargo, no dejo de recordar las caras atónitas de quienes me veían en compañía de una humana. El imponente youkai junto a una niña, siempre tratando de encontrar una explicación, mi madre llegó a preguntarme si me comería a mi compañía humana. Ridículo.

Igual de ridículo como hago ahora, agitando mi mano derecha como si tuviera a colmillo sagrado. En ese momento solo quería que viviera, no había más. Nunca se lo dije a nadie, y no lo haré. No es soberbia, pero son mis asuntos, y mis asuntos son solo míos.

Tengo un momento de calma, un respiro de los recuerdos… No tengo ganas de analizar mis decisiones. Hasta que un pájaro enorme se abalanza sobre el río para obtener un pez, y falla.

Bendito pájaro, vuelvo a pensar que Rin se quedó, se quedó y no se iba. En cada aldea por la que pasábamos ella no decidía a dejarnos… Y yo seguía permitiéndole hacer lo que quisiera, que siguiera conmigo.

Cierro los ojos un momento.

¿No íbamos a ver a la pequeña Rin? la pregunta de Jaken de hace unos momentos.

Es cierto, le había dicho a Jaken que viajaríamos a la aldea de Inuyasha, había pasado tiempo de la última visita y quería asegurarme de que no le faltara nada, que se encontraba bien, de la misma manera como cuando se encontraba conmigo.

Pero había visto el río, los peces chapoteando… No quería pensar ni recordar, pero lo necesitaba. Recojo una de mis piernas y relajo mis músculos, pero no bajo la guardia, nunca.

Lo siento Jaken, pero ya la he visto, por eso te envié solo donde Totosai, a afilar una espada que no necesita filo. Para que la veas y entiendas. Siempre lo haces.

Yo también quería verla y no solo eso...

Abro los ojos y me avergüenzo de mi propia confesión. Era cierto, quería verla y así lo había hecho.

El sol me escoce los ojos, y es tan agradable como el recordar. Yo, un poderoso demonio me escabullí para ver a una humana, una sonrisa de burla se dibuja en mi rostro.

Ríete padre, yo también río.

Desaparecí una mañana —de eso hace una semana— dejando sin explicaciones a Jaken y Ah-Un. Simplemente lo decidí esa misma mañana, no llevaba un kimono ni una invitación para que regresara con nosotros. No, era el solo hecho de verla. Me tomó menos de una hora llegar volando, sabía que mi medio hermano no se encontraba en la aldea, no había rastro de su olor, el resto si se encontraba, no era importante.

No hice aparición en la aldea, me quedé entre los árboles, observando el río, con la certeza de que se presentaría. Y así lo hizo, no tuve que esperar demasiado.

Percibí el inconfundible olor de su sangre, sabía que había pasado tiempo, pero jamás imaginé que habían sido años, el tiempo para un youkai es infinitamente distinto para un humano. No soy un tonto, sé que no me encontraría con una niña, pero nunca imagine que vería a una jovencita. Estaba de espaldas a mí, sujetando una fuente de bambú en sus caderas. Ya había alcanzado su altura máxima y sus formas de mujer eran visiblemente notorias… Me desmoraliza recordar mi ansiedad por ver su rostro en ese momento, se había quedado estática viendo el río.

Y yo no dejaba de pensar que la pequeña Rin había desaparecido. No, no era cierto, su pelo seguía igual de alborotado que antes, dándole un ligero aire de desatino. Pero su rostro seguía atormentándome, ¿sus ojos aún tendrían ese brillo travieso? me contuve de llamarla.

Me tranquilice como solo yo sé hacerlo, no permití que mi ansiedad me delatara, tuve mucho cuidado de no dejarme ver y, Rin finalmente comenzó a moverse, dejó la bandeja sobre la arenilla y comenzó a canturrear una canción. Típico, pensé en ese momento y presté atención a su voz, sí, también había cambiado.

Quise irme, ya era suficiente y no esperaría a que se volviese para ver su rostro. Pero Rin, como si adivinará que me iba comenzó a moverse, moviéndose al son de su simpática tonada. De haber sabido antes cómo reaccionaría, no me habría quedado, pero lo hice.

Noté hasta qué punto había dejado de ser una niña. Antes sus movimientos atolondrados tenían una característica infantil, inocente, me divertía. Ahora sus movimientos eran rítmicos, pero había algo más. Estaban impresos de una invitación. La seguí observando y vi como tomaba su pelo con suma delicadeza, dejando ver su nuca, como si siguiese lanzando su invitación silenciosa a ser contemplada. Pero no fue todo lo que hizo; se atrevió a tomar su kimono y subirlo hasta sus rodillas, iba descalza, tal cual la recordaba, puse mayor atención en su kimono y pude ver los jirones y el desgaste de una chiquilla aventurera… Al recordarlo casi sonrío.

Algunas cosas nunca cambian.

Vuelvo a cerrar los ojos. Su nuca descubierta, sus brazos menudos y la manera en la que disfrutó en meterse al agua en busca de peces… ¿Cómo unos simples tobillos desnudos iban a causarme tal turbación? Pero no fue turbación…

¿Qué fue entonces Padre…? ¿Qué fue…? Tú lo sabes mejor que nadie.

En ese momento me preguntaba si esos movimientos no los hacía para alguien, un alguien que estuviese ahí para ella, tal cual yo lo estaba…

Seguí pendiente, mientras jugueteaba en el agua, zarandeando los peces, con sus manos pequeñas. Insistía tozudamente en no darse la vuelta, cuando lo único que quería era ver su rostro… Rin, la llame en mi cabeza, una y otra vez. Pero seguía mostrando más su cuello, recogiendo de vez en cuando su kimono… atrayéndome.

Hasta que se dio la vuelta, hasta que miró el sol de frente y posó su brazo en su frente para secar el sudor. Era ella, era completamente ella, sus facciones de niña definitivamente no existían, pero eran sus ojos, sus mismos ojos castaños vivaces y sinceros que me miraban como hace unos años atrás.

Por unos momentos, unos segundos Rin miró en mi dirección, pudo haber sido casualidad o quizás buscaba al que le regalaba esos movimientos… No tengo como saberlo porque al instante me esfumé del lugar, avergonzado, sintiéndome por primera vez como un humano.

Aprieto la mandíbula, nunca me había sentido tan patético. De seguro Inuyasha se siente así a cada momento. Me pongo en pie y me acercó al río, el sol comenzaba a esconderse. Ah-Un se acuesta a mi costado y por primera vez en mucho tiempo me recuesto en su tibio lomo.

Una simple humana, eso es lo que es, una simple humana. La más sencilla que me he permitido conocer, ni siquiera tiene poderes, como la sacerdotisa de mi medio hermano.

Rin me seguía, yo la protegía, pero eso no podía continuar. Tuve que dejarla en la aldea de Inuyasha, ella no tomaría la decisión por sí misma, y yo no quería ser participe en su maduración, no quería ver la lenta transformación. Y ahora la dejaría de nuevo, pero esta vez para siempre.

Otro la cuidará, de eso estoy seguro. Que siga la vida ordinaria que le corresponde seguir, yo Sesshomaru seguiré mi camino de Youkai. Pero si es lo que debe ser ¿por qué me siento tan furioso?

¿Qué esperaba que pasara? Yo no cometería los mismos errores de mi padre. Fui su protector, lo menos parecido a un padre, pero el que la cuidaba, nada más… La chiquilla se había convertido en el punto débil del invencible demonio, todos mis enemigos me atacaban a través de ella, pero siempre manejaba la situación y ella confiaba ciegamente… Hasta que un día estuve a punto de perderla, y no por terceros si no por mi propia ambición. Después de aquel episodio me dije que la dejaría en una aldea humana.

¿Pero estará segura? ¿La dejo al cuidado del inepto de mi medio hermano que cada tanto se transforma en humano? ¿de una exterminadora que una vez intento matarla, y de un monje que ya no tiene arma? Debería haberle enseñado a defenderse, pero para qué, si yo estaba ahí.

He vuelto a sonreír, algo me sucede, pienso con calma sorpresa. Seguramente si hubiese visitado a Rin junto a Jaken, habría tomado otra decisión. Pero soy cauto, y he meditado suficiente, Jaken ya debe saberlo, pronto verá lo mismo que yo y entenderá que Rin ya no puede ser tratada como una niña.

Dormi lo suficiente, Jaken sabrá encontrarme, siempre lo hace. Me adentraré en el bosque para alejarme lo más posible del río. Pero algo me detiene, es un aroma en el ambiente, un aroma totalmente conocido.

—Jaken…—.

Pronuncio con furia contenida y veo como desciende del gato-bestia, ayudando a bajar a la que era la pequeña Rin. Jaken se esconde tras ella incapaz de articular palabra. Dejo de observarlo para poner mi atención en su rostro. Había estado ansioso por verlo, ¿no?, ya ni discernía las emociones que tomaban forma en mí interior. No expreso nada en mi mirada, me muestro tranquilo, pero con un rictus en mis labios que hicieran notar mi molestia.

—Sesshomaru sama… —Comenzó mi sirviente seguramente para pedir perdón—.

—No Jaken sama —Lo cortó Rin, con el mismo respeto de años atrás. Me pregunto si tendría el mismo trato conmigo—.

Rin quedó observándome con sus grandes ojos castaños, no me decía nada, pero la determinación estaba latente en su mirada. Y cómo conocía yo su determinación.

Lamenté ver que su kimono no iba recogido y que su pelo tapaba su cuello, pero sus manos se encontraban desnudas, a la vista. No esperaría a que hablara, nada de lo que dijera haría que cambiara de opinión o, mejor dicho, no quería darle esa oportunidad.

Jaken estúpido creí que entenderías. Se lo dije dándole una dura mirada, la más fría que pudiera dar. Sí, lo entendía y lo pagaría caro.

—No fue a buscarme Sesshomaru sama —Lo dijo sin rencor, pero con demasiada seriedad, casi un reproche— …Por eso he venido yo por usted—.


Spectral: Pronto viene el siguiente, la verdad es que el fic está terminado, ahora si que no tienen que temer que no terminaré la historia. Estoy pasando por un enamoramiento de Sesshomaru al igual que me paso el 2013. Los leo en los reviews!

SpeCtrAl FaiRy!