Hola! Bueno pues, como su nombre indica, esto es un musical en toda regla. He cogido canciones más o menos famosas de musicales (por lo menos que yo conocía) y las he versionado a lo SwanQueen, porque nosotras lo valemos.

Os pongo las canciones primero por si las queréis dejar preparadas aunque también sale el título antes de cada canción para que la podáis poner de fondo mientras cantáis la letra nueva

No tengáis miedo de cantarlas por el mundo, yo lo hago. La gente me mira raro, pero no es la primera vez así que a cantar se ha dicho!

Disclaimer: los personajes de ouat no son míos a mi pesar, la melodía de las canciones tampoco es mía y está hecho con el único y nada despreciable propósito de robar unas risas ;)

Dividido en tres capítulos para que no se haga largo al tener que buscar las canciones y eso, pero ya está terminado así que lo actualizaré pronto. Si os gusta ya tengo otros dos musicales pensados jejeje.

PD: dedicado a todas las lectoras de "Mi Pequeña Emma" a las que haya hecho llorar ;)

Espero que os guste!

Lista de canciones:

1)"Wouldn't it be lovely?" My fair lady

2)"Popular" Wicked live version

3)"Gimme, gimme, gimme" ABBA, Mamma mia

4)"You are the one that I one" Grease

5)"Dancing Queen" ABBA, musical Mamma mia!

6)"Does your mother know?" ABBA, musical Mamma mia!

CAPÍTULO 1

Los murmullos se propagan por la sala. La música comienza a sonar avisando a los presentes de que está a punto de comenzar. Los susurros se van ahogando. Y, por fin, se abre el telón.

Silencio.

La melodía inunda el ambiente y, en escena, tres enanitos caminando por la calle aparecen.

"Wouldn't it be lovely?" My fair lady

GRUÑÓN: Que alguien vigile a la reina, ya lleva mucho tiempo ahí.

FELIZ: empieza a preocuparme, no la veo salir.

DOC:¿Estará tramando algo? ¡O se habrá ido de aquí!

LOS TRES: Mmm mmm, mmm mmm, ¿no sería perfecto?

Mientras, en el interior de la blanca mansión, Regina miraba desde la ventana de su solitaria habitación.

REGINA: Algún día voy a volar

De este pueblo me voy a largar.

Y sin mirar atrás.

Oh, ¿no sería perfecto?

No más idiotas que aguantar

No más piratas que soportar.

Sin héroes, ni magia, ni maldad.

Oh, ¿no sería perfecto?

Fuera de aquí, el mundo es un lugar mejor donde vivir.

Pero yo no me puedo marchar,

Mientras Henry esté aquí.

Algún día me perdonará.

Logrará ver la verdad

Y juntos nos podremos quedar.

Oh, ¿no sería perfecto?

- Ah, ¿a quién quiero engañar?- Susurró la reina para sí misma mientras se apoyaba en el cristal de su ventana, dejando la mirada vagar por el jardín trasero, uno que en otra vida, estuvo lleno de las risas de un vivaz niño. – Henry nunca me perdonará.

- Tampoco es que pongas demasiado de tu parte.

Regina se sobresaltó a escuchar una voz a su espalda. Con la mano en el pecho, para controlar su agitado corazón traidor, se giró para enfrentarse a Campanilla, la antigua hada que la miraba sonriente sentada sobre su mesa.

- ¿Qué haces aquí, luciérnaga?- Espetó la reina.

- Siempre tan simpática. He venido a ayudarte Regina.

- Já. ¿Y cómo pretendes hacer eso? Por si no lo recuerdas, la última vez que lo intentaste fue un auténtico fracaso.

- Esta vez sé qué es exactamente lo que necesitas. – Dijo el hada segura.

- ¿Y qué es eso?- No es que no tuviera fe, confianza y todas esas cosas sin sentido que proclamaban las películas Disney, es que no le interesaba en absoluto malgastar su tiempo con insectos sin alas.

- Quieres recuperar a Henry y a Emma.

- ¿Cómo…- La reina apenas pudo articular palabra al verse descubierta. – Cómo sabes lo de Emma?

- Oh, por favor, soy un hada del amor. Está claro que la quieres y que ella te quiere a ti. Puede que soliera medir menos de un palmo, pero no soy ciega y vi todas las miraditas que os lanzabais en el País de Nunca Jamás. Pero, claro, ahora, en Storybrooke, con sus padres revoloteando a su alrededor todo el día, es un poco más difícil lograr sus atenciones. Mas, no sufras, yo sé exactamente qué es lo que necesitas para que la pequeña Salvadora caiga rendida a tus pies.

- ¿Y qué es lo que necesito?

"Popular" Wicked live version

CAMPANILLA:

Cuando te conocí, te querías matar.

Y no lo niegues, lo sé.

Te querías matar.

Mi corazón te quiso ayudar.

Y aunque no me quisiste escuchar

Y la fuiste a cagar

No importa, no importa.

Te he logrado perdonar.

Olvida el fracaso

Que fue porque no me hiciste caso.

No te preocupes. Yo ya estoy aquí.

Sígueme a mí

Y así, al fin, tú se-rás

POPULAR

Te voy a hacer popular.

Te enseñaré a hablar

Y no a refunfuñar.

Como hacen los demás. UUh

Te enseñaré a sonreír,

A hablar sin rentintín

Todo lo que hacer para ser

PO-PU-LAR

Te voy a hacer popular

Con pájaros hablar,

Por todo cantar,

Y ser una princesa más.

Así que a empezar que

Aún nos queda mucho que cambiar.

No te enfades por mi gran análisis.

Ya veo tu vena a punto de catarsis.

No es que desee que entres en catálisis.

Seré tu aliada

Tu madrina alada

No hay nadie más,

No para hacerte

POPULAR

Te voy a hacer popular.

Confía en mí, para hacerte feliz

En vez de la loca que eras

Bueno, eres.

No habrá quien me amedrente

hasta hacerte

POPULAR

LAR

La la la la

Voy a hacerte popular.

Al ver que frunces el entrecejo

Y con las manos en fuego

Si me permites te recuerdo,

Piensa en…

Blancanieves con enanos y su encantador pichurrín

¿Tienen talento o cerebro?

No me hagas reír.

¡Son populares! Por favor.

Es cuestión de popularidad.

Es solo tu actitud,

Y toda esa acritud.

Aunque te tema todo Dios,

Vas a ser popular como yo.

- ¿Y desde cuándo eres tú popular?- Preguntó Regina cortando el número del hada.

- Era la estrella del País de Nunca Jamás. – Dijo el Hada orgullosa de su logro.

- Querida, era una isla llena de preadolescentes con hormonas y tú, la única mujer.

- Tú solo calla e intenta sonreír.

Regina le lanzó un vano intento de sonrisa.

- Urg, no, así das miedo. – Dijo el Hada. – Prueba otra vez, sonríe. E intenta no mirarme como si quisieras matarme.

- Un poco difícil, puesto que sí que quiero.

- No seas gruñona y sonríe, Regina. Piensa en Henry

CAMPANILLA:

Y aunque no quieras admitir

que el bien puede existir,

Yo sé que lo tienes en ti.

Vas a ser muy popular aquí.

Te va a gustar mucho vivir.

La la, la la,

Serás popular.

Pero admitámoslo,

Nunca tanto como yo.

- Muy bonito. – Regina incluso premió a su hada con un seco aplauso. – Ahora, con respecto a ayudarme con Emma.

- Oh, sí. En el baile, por supuesto.

- ¿Baile? ¿Qué baile?

- ¿No lo sabes? Blancanieves y el príncipe dan un baile en honor a la princesa Emma. Se espera que en él encuentre a su verdadero a mor.

Una vez más, pensó Regina, el mundo se derrumbaba a su alrededor. Justo cuando había recuperado a su hijo, cuando había creído acercarse un poco más a la mujer que había ocupado sus pensamientos desde el día en que pusiera un pie en su maldito pueblo (literalmente), llegaban los padres de dicha mujer y se apresuraban en arrojarla en los brazos de hombres (algunos de esos brazos sin sus correspondientes manos) que no la merecían.

- Regina, - preguntó el hada temerosa. - ¿Te encuentras bien?

La antigua alcaldesa, antigua reina malvada y actual mujer con el corazón roto miraba por la ventana de su habitación, recorriendo los entresijos del pueblo que había creado.

- ¿Cómo no iba a estar bien? Simplemente acabas de decirme que la mujer que amo y madre de mi hijo está a punto de asistir a un baile donde prácticamente se espera que se comprometa con algún patán.

- Precisamente. – Sonrió Campanilla.

- ¿Disculpa?- Aquella hada era idiota. ¿Por qué seguía escuchándola?

- Precisamente. La única condición que le han puesto a la princesa Emma es que elija a un pretendiente. Sus padres han jurado aceptarlo sea quien sea. ¿Lo comprendes?

- ¿Cuántas veces tienes que remover mi herida?

- Arg, Regina. Escúchame. Vas a dejar ese derrotismo impropio de ti, voy a vestirte con un poquito de magia y mucho de mi estilo…

- Em… no gracias…

- Oh, cállate, voy a vestirte, vas a estar preciosa y te va a encantar. Vas a ir a esa fiesta y Emma se declarará a ti en el momento en el que te vea. Y todo será romántico y precioso. – El Hada parecía a punto de echar a volar de la emoción.

- Cada día estás más loca. – Musitó la reina.

Con un gruñido de exasperación, Campanilla la agarró por los hombros.

- Regina, dime una cosa. ¿Quieres a Emma?

- Sí.

- ¿Estás dispuesta a lo que sea para tenerla?

- Am…

- ¡Di que sí!

- ¡Sí!

- Pues cállate y déjame hacer mi magia.

- Oh, está bien. Pero espero que esta vez tus polvos esté mejor orientados. Y nada de usar una calabaza. Está demasiado visto.

- Cielo. Relájate- Dijo Campanilla- ¿Quieres que te cante otra vez?

- No, mejor que no.

Mientras, en la otra punta del Reino, digo, del pueblo…

Los habitantes de Storybrooke estaban extasiados con la noticia del baile. Los pregoneros de los recién restablecidos reyes (y por pregoneros me refiero a los tablones y la página web del ayuntamiento) habían anunciado que en el Baile de Primavera la Princesa Emma escogería a un pretendiente. Se hacía saber, además, que no debía cumplirse el requisito de tener sangre real. La princesa tomaría su decisión y sería inamovible.

Todos los hombres casaderos de la zona se esforzaban por prepararse para la que podría ser la mayor de sus oportunidades para hacer la pesca de sus vidas.

Aunque, el "pescado" en cuestión no estaba tan entusiasmada por la idea.

- Mamá, sigo sin verlo del todo.

Blancanieves se había vuelto loca con las preparaciones del baile. En aquel mismo instante caminaba de un lado al otro del gran salón de actos dirigiendo a los chicos de las flores.

- Esas rosas no combinan. ¡No! Los aperitivos irán después.

Emma la seguía sin estar del todo segura de si su madre la estaba escuchando.

- Mamá, escúchame, por favor. No creo que esta sea la mejor manera de elegir un Amor Verdadera o lo que quiera que sea… En fin…

- No, no, no… poner esos lirios en otra parte. – Le dijo Blancanieves a un pobre joven cargado de flores más grandes que él.

- ¿Me estás escuchando? – Gritó Emma frustrada.

- Oh, cielo. – Dijo Blancanieves al girarse y encontrarse con su hija. – Perdona, esto es una locura. Pero, ¿qué haces todavía así? Ve a vestirte. Yo lo arreglaré todo para esta noche.

- Mamá, por favor, solo dime ¿por qué tengo que hacer esto?

Un repetitivo hilo musical venido de Dios sabía dónde, comenzó a sonar alrededor de Blancanieves. Como si aquello fuera lo más normal del mundo, los chicos de las flores dejaron los jarrones y se pusieron en formación detrás de su madre.

"Gimme, gimme, gimme" ABBA, Mamma mia

BLANCANIEVES:

Mordí una manzana

Y me quedé hechizada

En el suelo tumbada

Por culpa de una absurda maldición.

Otra fue

La que se pinchó un dedo

Por tocar sin dedal

La aguja de una rueca de hilar.

Necesitamos un héroe

Que nos venga a socorrer.

Dame, dame, dame

Un príncipe azul

Que pueda encontrarme y a los malos vencer.

Dame, dame, dame

Un príncipe azul

Que sea encantador

y un buen beso me dé.

La limpieza

Le fastidió el olfato

Pero perdió un zapato

Y ahora es toda una alteza, una princesa.

Mucho nadar

Pero poco bailar

Las escamas oxidadas.

Hasta las sirenas necesitan supermán.

Necesitamos un héroe

Que nos venga a socorrer.

Dame, dame, dame

Un príncipe azul

Que pueda encontrarme y a los malos vencer.

Dame, dame, dame

Un príncipe azul

Que sea encantador

y un buen beso me dé.

- Um… muy bonito, mamá.

Quizás no era exactamente lo que Emma estaba pensando en aquel momento, pero era mejor que los adjetivos que ocupaban su mente.

- Pero me tengo que ir… um… sí, a vestirme y eso.

Quería irse lo más lejos posible antes de que alguien más se pusiera a cantar. ¿Por qué tenían que hacerlo todo tan difícil? Emma no quería un príncipe, ni un pretendiente. Era consciente de que su corazón ya tenía un justo dueño o, mejor dicho, dueña. La primera vez que vio a Regina tuvo la sospecha de que era la clase de mujer que podría anular todos sus sentidos y dominarla por completo; una vez que conoció su verdadera identidad como Reina Malvada y aprendió a conocer a la mujer bajo la máscara y comprendió lo parecidos que habían sido sus sufrimientos, pensó que era la clase de mujer de la que podría llegar a enamorarse; tras viajar juntas al País de Nunca Jamás y compartir con ella la desesperación y el miedo de un encontrar a Henry… bueno, ahí supo que estaba enamorada. Pero era demasiado cobarde. Sí, eso también lo sabía.

El tiempo pasó más rápido de lo que Emma hubiera querido y la hora del baile llegó. Mary Margaret también conocida como Blancanieves, menos conocida para Emma como mamá, se había empeñado en que se pusiera un pomposo vestido rosa. Y no. Pero no, o sea, ni de coña. Podía aceptar el baile, podía pasar por alto los descarados intentos de emparejarla, pero en los vestidos ponía el límite.

Por fin, la noche de la fiesta llegó. El pueblo entero se había congregado allí con sus mejores galas, la mayoría de ellos, esperando poder conquistar a la princesa. Una princesa que, para el comienzo de la velada, ya estaba deseando lanzarse por el balcón. No debía quedar hombre, enano o ser incierto con el que no hubiera hablado y la mayor parte de las conversaciones habían muerto en cuento el supuesto pretendiente se había fiado en el ilegal escote que Blancanieves le había colocado a su hija.

Al menos Emma había logrado salirse con la suya en un detalle: cambiar la pomposa falda por unos pantalones, ceñidos, eso sí, y que dejaban poco a la imaginación. Aunque del corsé, azul marino como sus pantalones, pero con detalles dorados, no había podido librarla nadie. Al menos, y eso la consolaba, sus botas de cuero negro le daban un aspecto más roquero que principesco.

Así que sí, la velada estaba siendo el más tremendo, absoluto e insoportable aburrimiento hasta que una figura apareció por las enormes puertas de la entrada.

El silencio se instauró entre todos los presentes en el momento en el que la atractiva morena de rostro cubierto por un enigmático y misterioso antifaz entró en la sala. Su vestido morado oscuro dibujaba sus curvas ciñéndose en los lugares juntos.

Emma no pudo evitarlo. Por mucho que odiase las salidas musicales de su madre, aquella visión pecaminosamente celestial la atrajo como una luz debe atraer a una polilla. Ella era una polilla rubia y moriría abrasada por aquella luminosa aparición, sí, pero qué manera de morir. Se acercó a ella. Como si los presentes adivinaran sus pensamientos, abrieron un pasillo que la conectaba a la escalera donde la preciosa morena esperaba. El silencio seguía reinando el lugar, pero una música, una nueva música que, probablemente solo sonaba en su cabeza, la dominó.

"You are the one that I one" Grease

EMMA: Te miro y me electrificas

Ese escote no es normal.

Voy a perder la cordura,

Solo por mirar.

Regina, enmascarada y todo, buscó con la mirada a Campanilla buscando indicaciones y, siguiendo sus gestos de aliento, se adelantó hacia Emma sonriendo.

REGINA: Deja de babear,

Y sácame a bailar,

Que he venido a disfrutar.

Sé que has de elegir

Un amor de verdad.

Y he venido a concursar.

EMMA: aquí estás, has venido a concursar.

EMMA Y REGINA: Tú eres la que elijo.

Uuuuu, dale.

Eres la que elijo

Chuga, chuga up

Uuuuu, dale.

Mi final feliz.

Te elijo a ti.

REGINA: Si buscas mi afecto

Y no me puedes resistir

Ven princesa, aquí te espero.

Elígeme.

EMMA: ¡WOW!

EMMA: no voy a cambiar,

Te he elegido ya.

REGINA: Me has elegido ya.

Ya puedes espabilar.

EMMA: ya no voy a dudar,

No te podría olvidar.

REGINA: no me puedes olvidar,

Si este amor es de verdad.

EMMA Y REGINA:

¿Estás segura?

Dime porque siento que es de verdad,

Tú eres la que elijo.

Uuuuu, dale.

Eres la que elijo

Chuga, chuga up

Mi final feliz.

Te elijo a ti.

La mano de la morena descansaba en la suya, cuando Emma acercó sus cuerpos sin pensarlo demasiado y la condujo a la pista de baile.

- ¿Bailamos, pues?- Preguntó la rubia sonriendo, por fin comenzaba la auténtica fiesta.

- Será un honor, princesa.

La música volvió a sonar con normalidad mientras la nueva pareja se movía con pasmosa facilidad y sincronización por la pista, como si sus cuerpos siempre hubieran sido uno solo.

Sin embargo, en otra punta de la sala, Blancanieves miraba la escena ni demasiado complacida por lo que veía. El Hada Azul se encontraba a su lado, así como la Abuelita, ambas haciéndole la misma pregunta que ella misma seguía formulándose.

"Dancing Queen" ABBA, musical Mamma mia!

EMMA: (susurrándole a Regina)

Puedes bailar, puedes cantar.

Pon tu mano en su lugar.

Uuu con tu sonrisa,

Vas a ser la Reina de la pista.

Mientras, unas no tan complacidas alcahuetas…

HADA AZUL: ¿Quién es esa que con Emma está?

¿A quién ha sacado a bailar?

No me suena su cara.

La lleva tapada con una máscara.

Eso es mala señal.

BLANCANIEVES: Podría ser cualquiera.

Una amiga, una conocida.

No significa nada que la saqué a bailar.

Es algo muy normal.

ABUELITA: Sí, pero mírala.

Es la reina de la pista.

Se mueve y baila como una artista.

Es la Reina de la pista.

Menea las piernas como una corista.

(Hablándole a Blancanieves)

Lo puedes negar, te puedes quejar

Pero no lo vas a cambiar.

Uuuu, mira a esa chica

Y su sonrisa

¡Es la Reina de la pista!

Para cuando la canción terminó, Emma no esperó a que su acompañante recuperara el aliento y se la llevó a uno de los balcones por donde la gente tenía prohibido el paso.

No tardaron en estar a solas en la más completa oscuridad. Solo entonces, Emma se atrevió a despojar a la misteriosa mujer de su máscara y sonreír al descubrir el conocido rostro.

- Sabía que eras tú. – Susurró antes de lanzarse a por un beso.

- Espera un momento. – Regina se interpuso entre Emma y su ansiado beso poniendo una mano en su pecho. - ¿Sabías que era yo?

- Um… sí, claro. Ese antifaz tampoco tapaba tanto. Desde luego, no tapaba cierta parte de tu anatomía que conozco bien. – Dijo señalando a sus… bueno, a sus ojos no desde luego.

- ¿Y me has elegido?

- Sí.

- Delante de tu madre.

- Sí.- Emma comenzó a juguetear con su ropa como hacía cuando estaba nerviosa.- Aunque ella no sabe quién eres.

- ¿Y pretendes decírselo?

- Bueno, sí, claro… yo… se lo diré.

- La verdadera pregunta aquí Emma es: ¿sabe tu madre ya que eres gay?

- ¿Eh?

- ¿Sabe que eres gay, lesbiana, homosexual, bisexual, pansexual? No me importa, ¿sabe que te gusto?

- Um… Regina es complicado.

- No me vengas con tonterías.

La música volvió a sonar.

- En serio – dijo Emma- ¿a nadie le preocupa el hilo musical que sale de la nada?

Aunque Regina ya no la escuchaba.

"Does your mother know?" ABBA, musical Mamma mia!

REGINA: Siempre igual, rogándome

Que te dé más tiempo para hablar con tu mamá.

Pero estoy harta de esperar.

Y vas a sonreír, vas a rogar

Pero sé que es una excusa,

lo haces siempre igual.

Oh, y estoy harta de esperar.

Querrás bailar hoy conmigo, porque es divertido

¿Sabe tu madre ya que eres gay?

Y querrás hablar y reír, hacerme sonreír

¿Sabe tu madre ya que eres gay?

Y no me digas (no me digas)

"aguanta un poco más"

Estoy cansada ya

¿lo sabe tu mamá?

Y no me digas (no me digas)

Que esto es lo normal

Sé sincera ya

Díselo a mamá.

- Bueno. – Dijo Emma cuando se terminó la música y le pareció prudencial hablar. – Lo cierto es que no. Pero se lo diré esta noche, en cuanto se acabe el baile, lo prometo.

- Espero que esta vez sea verdad Emma. No puedo pasarme toda la vida esperando a que decidas comprometerte.

Emma tomó las manos de Regina entre las suyas.

- Regina, te quiero. Tú eres la reina de mi corazón. No necesito más tiempo, no queda espacio para dudas en mi alma, pues es toda para ti. Esta noche se lo diré a mi madre y, si me aceptas, pronto he de convertirte en mi esposa.

- Te acepto Emma, claro que te acepto.

Sonrió al escuchar las palabras de Regina. Creyéndose con derecho para hacer por fin lo que llevaba toda la noche deseando hacer, Emma se acercó a Regina con intención de besarla, pero justo entonces…

- ¡Vivan las hadaaaas!

Regina se separó se Emma bruscamente.

- Mierda, Campanilla ya se ha pasado con la bebida. Tengo que irme. Los efectos de su magia no terminan a las doce en punto, si no cuando se coge una buena borrachera. Y no me apetece quedarme desnuda en mitad de un baile concurrido.

- De acuerdo. – La pobre Emma estaba un poco perdida, entristeciendo el rostro cual cachorrito herido que se quedaba sin su besito.

- Nos veremos pronto.

La antigua reina se alejó unos pasos de Emma, antes de pensárselo mejor y volver hacia ella para tomar de las mejillas y posar un tierno beso en sus suaves labios.

- Yo también te quiero.

Y con aquellas palabras, Regina desapareció. Sin embargo, Emma no olvidó su promesa.