¿Será amor?
Otra triste tarde de invierno lluviosa paseando por los corredores de Hogwarts. No podía quitársela de la cabeza. ¿Sería amor? Y si lo fuese ¿porque a él? Ella solo era una mas entre la multitud, pero lo que mas le molestaba era que jamás podría aspirar a rozar con un leve besos sus labios. Ella era.... ella. No se salía de lo común, pero no se la podía considerar como normal, y no es que tuviera algo malo, sino mas que ella era... diferente. Siempre había intentado ridiculizarla para crear en mi mente un sentimiento de superioridad, pero cuento mas lo hacía mas inferior me sentía. Ella es una gran montaña que no se inclina por mas fuerte que sople el viento. Había estado en peligro, y de muerte, pero siempre había alguien detrás.
Su pelo brillaba con rayo que acariciaba se melena. Al girar la cabeza el pelo se hacía a un lado para que por una centésima de segundo pudiese disfrutar observando esos preciosos ojos sin ser descubierto. En ocasiones quiso acariciar su cuerpo como si de una coincidencia o accidente se tratase, pero la evidencia era inmensa. Bajo aquel aspecto se chica sumisa y buena, se daba cuenta al mirarle a los ojos que bajo su disfraz era todo lo contrario.
Había tenido miles de sueños en ,os que ellos dos se encontraban a solas en una habitación, pero cuanto mas se acercaba mas lejos parecía estarle ella.
Las gotas de agua caían sobre la blanda nieve inmaculada. Al igual que se estado de animo, el también estaba triste por soñar con algo que jamás conseguiría. Al principio la observo como otra chica que estaba en Hogwarts estudiando, pero con el paso del tiempo eso hizo mella en el.
Solo con pensar que jamás la tocaría, lo hería, con una herida que nunca cicatrizaría, ya que los sentimientos no se pueden curar con una tirita. ¿Por qué a mi? Esa pregunta retumba en mi mente día tras día. La vida había dejado de tener sentido y la muerte era la única solución a ello. ¿qué había hecho el para merecer esto? Todo el mundo tiene defectos, y el no iba a ser el angelito.
Pasó por delante del comedor, allí estaba ella, sentada y concentrado sobre un libro. Que hermosa podía llegar a estar solo con mirar un libro. En ese momento se imagino tomándola en sus brazos y besando aquellos labios.
En aquella situación hubiese inmolado por conseguir una sola caricia de ella. Todas las noches al cerrar los ojos solo podía ver su rostro rodeado de oscuridad.
Cada mañana al despertar, deseaba antes de abrir los ojos que aquel cuerpo delicado, blanco y cálido se encontrase a su lado, pero como todas las mañanas nada sucedió.
Dentro de su ser experimentaba una gran angustia al no poder dejar salir sus sentimientos y reprimirse las lagrimas. ¿Para que vivir, si he nacido para esto? ¿ Para sufrir? El mal de amores es un mal desesperado, hubiese deseado que cualquier loco hubiese venido por detrás y le hubiera clavado un cuchillo así terminando con la vida.
El dolor le concomía. Hacía semanas que había perdido el apetito por causa de una opresión en la boca del estomago. Estaba pálido y delgado.
Se metió en la ducha y espero que el agua arrastrase todos aquellos sentimientos que por dentro lo desgarraban, pero como el agua, solo se llevó lo superficial dejándole a el mas desesperado cada vez.
Otra triste tarde de invierno lluviosa paseando por los corredores de Hogwarts. No podía quitársela de la cabeza. ¿Sería amor? Y si lo fuese ¿porque a él? Ella solo era una mas entre la multitud, pero lo que mas le molestaba era que jamás podría aspirar a rozar con un leve besos sus labios. Ella era.... ella. No se salía de lo común, pero no se la podía considerar como normal, y no es que tuviera algo malo, sino mas que ella era... diferente. Siempre había intentado ridiculizarla para crear en mi mente un sentimiento de superioridad, pero cuento mas lo hacía mas inferior me sentía. Ella es una gran montaña que no se inclina por mas fuerte que sople el viento. Había estado en peligro, y de muerte, pero siempre había alguien detrás.
Su pelo brillaba con rayo que acariciaba se melena. Al girar la cabeza el pelo se hacía a un lado para que por una centésima de segundo pudiese disfrutar observando esos preciosos ojos sin ser descubierto. En ocasiones quiso acariciar su cuerpo como si de una coincidencia o accidente se tratase, pero la evidencia era inmensa. Bajo aquel aspecto se chica sumisa y buena, se daba cuenta al mirarle a los ojos que bajo su disfraz era todo lo contrario.
Había tenido miles de sueños en ,os que ellos dos se encontraban a solas en una habitación, pero cuanto mas se acercaba mas lejos parecía estarle ella.
Las gotas de agua caían sobre la blanda nieve inmaculada. Al igual que se estado de animo, el también estaba triste por soñar con algo que jamás conseguiría. Al principio la observo como otra chica que estaba en Hogwarts estudiando, pero con el paso del tiempo eso hizo mella en el.
Solo con pensar que jamás la tocaría, lo hería, con una herida que nunca cicatrizaría, ya que los sentimientos no se pueden curar con una tirita. ¿Por qué a mi? Esa pregunta retumba en mi mente día tras día. La vida había dejado de tener sentido y la muerte era la única solución a ello. ¿qué había hecho el para merecer esto? Todo el mundo tiene defectos, y el no iba a ser el angelito.
Pasó por delante del comedor, allí estaba ella, sentada y concentrado sobre un libro. Que hermosa podía llegar a estar solo con mirar un libro. En ese momento se imagino tomándola en sus brazos y besando aquellos labios.
En aquella situación hubiese inmolado por conseguir una sola caricia de ella. Todas las noches al cerrar los ojos solo podía ver su rostro rodeado de oscuridad.
Cada mañana al despertar, deseaba antes de abrir los ojos que aquel cuerpo delicado, blanco y cálido se encontrase a su lado, pero como todas las mañanas nada sucedió.
Dentro de su ser experimentaba una gran angustia al no poder dejar salir sus sentimientos y reprimirse las lagrimas. ¿Para que vivir, si he nacido para esto? ¿ Para sufrir? El mal de amores es un mal desesperado, hubiese deseado que cualquier loco hubiese venido por detrás y le hubiera clavado un cuchillo así terminando con la vida.
El dolor le concomía. Hacía semanas que había perdido el apetito por causa de una opresión en la boca del estomago. Estaba pálido y delgado.
Se metió en la ducha y espero que el agua arrastrase todos aquellos sentimientos que por dentro lo desgarraban, pero como el agua, solo se llevó lo superficial dejándole a el mas desesperado cada vez.
