Nota de autor: Queridos, después de mucho tiempo decidí publicar una historia más que nada porque el tiempo me lo permite jajaja será algo corto y ligero, no pienso superar los diez capítulos, pero estaré atenta asus comentarios. ¡Espero que pasen un grato momento leyendo!
Disclaimer: Shaman King no me pertenece.
Prólogo
Hao subía las escaleras de una forma bastante tranquila. Bueno, tenía que llegar al octavo piso y era una horrible coincidencia que el elevador estuviese en mal estado. Si subía muy deprisa le daría un paro cardiaco antes de llegar al departamento en el que su novia lo esperaba.
Lo irónico, es que a pesar de lo relajado y tranquilo que se veía, cada vez que veía una ventana al llegar a un nuevo piso consideraba la idea de lanzarse por ahí. Él no solía tener pensamientos suicidas, ¡no! Él amaba la vida, sobretodo su vida. Pero el pánico que sintió una vez que Marion le contestó el teléfono y confirmó que sí estaba embarazada, sólo lo ayudaba a olvidar cómo respirar.
-¡Dio positivo! –escuchó gritar horrorizada a la rubia por el teléfono. Y en ese minuto quedó helado. No supo que decir, no supo cómo reaccionar. Simplemente escuchó cómo se cortaba la llamada, y luego le seguía el molesto pitido que confirmaba que ella ya no estaba ahí.
-Vaya forma de arruinar un viaje…-pensó el joven al recordar el momento y observar otra tentadora ventana.
No era divertido que Marion le hubiese dado esa noticia en medio de un viaje familiar. Tampoco era divertido que ella no le hubiese contestado el teléfono durante esos tres días restantes del viaje. Y por supuesto, era muchísimo menos divertido que su gemelo lo conociera tan bien, y le preguntara cada vez que se cruzaban qué mierda le pasaba. Bueno, no con esas palabras. Yoh no suele decir groserías, pero ese no es el tema.
El tema es que Hao había estado pensando en qué demonios iba a pasar. Pensó en sus escasos diecisiete años. Pensó que aún no estaba listo para recibir a un niño. Pensó en que ya iba en el séptimo piso, y que aún tenía la opción de lanzarse por una ventana. Pensó en muchas cosas.
Pensó si sería un niño o una niña. Tal vez serían gemelos, como él y su hermano. Luego lo consideró y pensó que esa sí sería una desgracia. Durante esos horribles tres días en que Marion no le contestó el teléfono, pensó aún más. ¿Cómo le llamaría? ¿Sería rubio o castaño? ¿Sería fuerte y energético o reservado y delicado? ¿Ojos verdes como Marion? ¿Entraría a su primer año de escuela mientras él aún no terminaba la universidad? Tal vez ambos podrían ver las estrellas juntos. Podrían hacer fogatas y contarse historias el uno a otro.
Pensó en por qué Marion no le quiso contestar en todos esos días, así habrían pensado juntos.
Hao pensó, hasta que llegó al octavo piso y se encontró frente a la puerta del departamento de Marion. Recordó que la última vez que escuchó su voz sonaba asustada, lloraba sin consuelo. Casi sentía su cuerpo temblando desde el otro lado de la línea telefónica, pero ¿Por qué? Él estaba ahí después de todo. Podía hacer que dejara de temblar, y de llorar. Le diría que todo estaba bien, que ya había pensado suficiente. Le diría que con cada pensamiento, algo hermoso y desconocido crecía en su corazón.
Hao golpeó la puerta y esperó a que su novia abriera. El Asakura suspiró y puso la mente en blanco. Ya no era hora de pensar, sino de sentir. Dejó que esa calidez inundara su pecho y una sonrisa escapó de sus labios. Una vez que Marion abrió la puerta, Hao la miró con una inmensa felicidad. Era la madre de su futuro hijo. Era la hora de decirle que todo estaba bien, que ambos lo lograrían. Miró a sus hermosos ojos verdes, que por alguna razón estaban rojos. Su maquillaje estaba corrido, y su blanca piel lucía enferma. Hao no logró articular palabra antes de que ella lo mirara sin emoción alguna y le dijera
-Aborté.
