Cuando llegué a la casa de los Potter lo primero que vi fue un travieso Albus riendo con Scorpius de forma sospechosa.
-¡Teddy! Qué bueno que llegas, no te querrás perder esto- exclamó entre risas.
-Hola, chicos- saludé -¿Qué es tan gracioso que no me debo perder?- pregunté curioso, y Albus apuntó divertido hacia el ventanal que da al patio trasero.
-James y yo hicimos una apuesta, él perdió- explicó en lo que me acercaba a ver un poco, desde donde estaban se podía ver el cabello cobrizo que caía en dirección al suelo, este sujeto claramente a un James ligeramente rosado en el mismo sentido. Estaba colgando de su escoba boca abajo, sujeto por sus rodillas, con los brazos colgando, mientras su camiseta se levantaba (bueno, técnicamente se bajaba) dejando ver su abdomen -Se supone que debe aguantar 15 minutos así, lleva apenas 6-.
-¿Y qué apuesta perdió?- pregunté divertido viendo al chico colgar con una cara de molestia que ni él mismo se aguantaba.
-Era una carrera, le dije que me aceptaron en el equipo de quidditch y se burló, pues no me creyó, le dije que le podía ganar una carrera, y bueno, allí está- sonrió victorioso y yo reí.
-Te felicito, niño, James es bueno con su escoba, si ganaste debes ser realmente bueno- dije desordenándole un poco el pelo.
-¡Albus! Ven a ayudarme con las bolsas por favor- gritó Ginny quien venía llegando, del mandado probablemente.
-¡Pero mamá! Debo vigilar que James cumpla su castigo, además estoy con Scorpius- chilló Albus de vuelta, Scorpius me miró poniendo los ojos en blanco y reímos.
-¡Albus Severus Potter! ¡Te hablé! Si quieres traes a Scorpius, James se puede cuidar solo- gritó Ginny nuevamente y Al puso cara de espanto.
-Vayan, yo vigilo a James- sonreí y ambos muchachos corrieron a la puerta.
Por más grandes que estén siguen siendo unos niños, que hacen apuestas tontas y temen de su madre. Divertido, me dirigí al patio a ver el espectáculo de cerca. "No te rías" dijo apenas me vió, provocando que no pudiera aguantar la risa, me agaché un poco para estar a la altura de su rostro.
-¿Con que perdiste una apuesta, eh?- pregunté sonriendo divertido, tratando de aguantar la risa una vez más.
-Eres un odioso, Ted, lo sabes- dijo entrecerrando sus ojos molesto, cruzándose de brazos, volví a reír, de verdad se veía muy chistoso.
-Lo siento, pero eres un crío, James. Tú te lo buscaste- dije y me encogí de hombros sonriendo.
-Ya déjame tranquilo, Teddy- refunfuñó molesto.
-Bien, me voy- dije levantando las manos en señal de rendición.
Pero antes de irme, rápidamente tomé su rostro y le di un beso, fue conciso pero intenso, lo suficiente para que al alejarme pudiera ver su rostro ardiendo en rojo intenso, y eso no era solo por la posición, sonreí satisfecho.
-Te detesto- me miró con odio fingido.
-Lo sé, te veo arriba- dije y volví a entrar a la casa sonriendo campante.
