-Contrato-
Cayó de rodillas al suelo, estaba consumada en llanto y con el alma hecha pedazos.
Desde el día que recibió aquella carta, anunciando que él había muerto, se encerró en su habitación, permitiéndole la entrada solamente a Paula; ¿Cómo era posible que él haya muerto?, un día antes, la había invitado a bailar, sin embargo, ella vio algo diferente en su mirada, sus ojos azules, los que siempre adoraba ver, ahora habían tomado un color más oscuro, algo maligno se había apoderado de su querido Ciel y lo había llevado a la muerte.
Pero en ese entonces, ella tenía 14 años, ahora se había convertido en toda una dama, había dejado los juegos y los lloriqueos, su mente estaba concentrada en un solo objetivo, encontrar el motivo o al culpable de la muerte de su Ex prometido.
-Lady Elizabeth, aquí traigo los libros que me pidió- Paula entró por la gran puerta y dejó unos libros realmente pesados sobre un escritorio en la habitación de la joven.
-Gracias Paula- Se levantó del suelo, secó sus lágrimas y se destinó a leer los libros
-Señorita, me gustaría preguntarle algo, sé que será muy entrometido de mi parte y le pido que no se vaya a enfadar- Paula cambió su mirada a una que enternecería a cualquiera
-Sabes que puedes preguntarme lo que sea, me estás ayudando más que mi propia familia, ni Edward quiere ayudarme- Le brindó una sonrisa con las pocas energías que ahora poseía.
-Me preocupa la obsesión que ha contraído por encontrar al conde Phantomhive, ¿Por qué lo hace?, si se enfrasca mucho, Lady Elizabeth jamás podrá encontrar a un esposo- Paula preguntó lo más cautelosamente posible.
-Es algo que nadie podrá entender Paula, amé a Ciel como jamás podré amar a nadie, es injusto que lo haya perdido- Respondió la joven con una mirada triste
-Discúlpeme Lady Elizabeth, no debí entrometerme- La castaña se lanzó sobre los pies de su ama
-No tienes que disculparte, comprendo que estés confundida, pero necesito que me ayudes, estoy tan cerca de averiguar que me ocultaba Ciel, aun cuando me prometió que jamás habrían secretos.
-Por supuesto que le ayudaré- Paula hizo una reverencia ante su ama.
Aquella noche, Elizabeth Leyó todos los libros que Paula le había dejado en el escritorio y descubrió que Ciel poseía unos indicios de tal vez, hacer un contrato con el demonio, pues decía que las personas que pactaban con estos seres, siempre aparecían con alguien realmente extraño, capaz de hacer cosas que nadie podría y que además, siempre había una marca en alguna zona del cuerpo.
Entonces recordó, aquella vez que fueron de Picnic y Ciel se durmió en su regazo, se le veía tan indefenso, tan tierno, como el Ciel de antes, el que le brindaba esa sonrisa que ella amaba, el que jugaba con ella, el que la quería… Y le decía que quería ser su esposo… Pero ya no quedaba más ese niño y en su lugar había algo parecido a un adulto frívolo… Además ese parche, ese parche era demasiado extraño, por lo que decidió apartarlo y poder apreciar la hermosa cara del Conde.
Sus ojos cerrados y su respiración calmada, Elizabeth no pudo dejar de sonreír, agradeció no ver a Sebastián por allí, pues él siempre les interrumpía, anunciándole al Conde una nueva tarea.
Acercó sus labios a los de él y le dio un beso, se sonrojó y se sintió muy tonta, ella era una dama de la realeza y aquellos comportamientos no eran dignos de esa clase social, sin embargo, por Ciel podía hacer lo que fuese, el amor de su vida.
El Conde abrió sus ojos y vio una expresión completamente extraña en su prometida, estaba algo asustada, pero después, le sonrió, no quería asustarle.
-¿Qué ocurre Lizzy?- Ciel se apartó de ella y la observó, luego vio su parche tirado en el suelo.
-N-nada Ciel- Tartamudeó, sin quitar su vista de aquel ojo de color rosado, con una estrella en el centro.
-Elizabeth yo…- El Conde trató de buscar una explicación lógica, antes de decir la verdad
-Mira Ciel, está cayendo el atardecer- Elizabeth se levantó del pasto y observó el Cielo.
-P-pero- Ciel se quedó impactado ante la poca concentración de su prometida, ¿O lo estaba dejando pasar?
-Vamos Ciel, dormiste casi todo el día, ¿podrías apreciar esto conmigo?- Lo miró a los ojos, ahora, él tenía puesto el parche, escondiendo un secreto bastante complicado.
Ella en ese entonces no quería entrometerse en los asuntos de su prometido, que tuviese algo extraño en su ojo, despertó curiosidad, pero "Lo dejó" pasar, porque sabía que si Ciel lo ocultaba ante el mundo, debía ser realmente difícil de explicar y ella no quería verlo en esa situación tan penosa.
Pero ahora, ese recuerdo que ella dejó empolvándose en su memoria, era la pieza clave para el rompecabezas, que descifraría la extraña muerte del Conde.
En su último libro leyó acerca de cómo hacer un pacto con el demonio, explicaba que el humano debía estar al borde de la muerte y debía tener un deseo bastante fuerte para llamar la atención de un demonio; Por lo tanto, el maléfico ser se convertiría en su sombra, hasta cumplir su deseo, después, podía tener la dulce alma del humano.
Lizzy pensó bastante en lo que había leído, ¿Y si hacía un pacto con el demonio?, ella tenía un deseo tan grande que sería capaz de entregar su alma, lo único que quería era tener a Ciel a su lado, lo deseaba realmente, enfermaba por verle.
Así que lo decidió, necesitaba hallar una forma de estar al borde la muerte, para poder invocar a la entidad demoniaca y poder hacer un contrato con él.
Trató de muchas maneras quitarse la vida, pero tenía dudas, ¿Y si todo lo que leyó fuese falso?, ¿Estaría dispuesta a perder su vida?, eran tantas cuestiones las que la hacían retroceder; Primero trató de cortar sus venas, tenía un corto período de tiempo para invocar al demonio, pero cuando el cuchillo tocaba su fina piel, ella se negaba a continuar, rompiendo en llanto, diciéndose a sí misma que era completamente débil y que su amor no era tan verdadero. Así que desistió y no siguió intentando atentar con su vida.
Cierto día, ella iba en su carruaje, junto con Paula, rumbo a una fiesta que el nuevo Perro Guardián de la reina había hecho, se trataba del Conde Collins, quien anteriormente, había conocido a Elizabeth en su fiesta de cumpleaños.
El Conde Collins recibió el papel de Perro Guardián de la reina, Después de que el Conde Phantomhive muriera, sin dejar heredero, Por lo tanto, Collins tomó su lugar, para arreglar las cosas que le ocasionaban problemas a la reina.
Collins estuvo por mucho tiempo, rogándole al padre de Elizabeth, Alexis Midford, que le diera a su hija en matrimonio, petición que fue rechazada, pues su hija, estaba solo para amar a Ciel hasta la muerte.
Durante el Recorrido, Elizabeth recordó uno de sus muchos momentos con Ciel, ella recordaba a su querido Conde con amor, cada expresión, cada palabra, su voz y su mirada, que con el tiempo, se fue tornando apagada, prometiéndose a sí misma, juntarse con él nuevamente de alguna forma, en su ser, ella sabía que él no podía haber muerto.
-Vaya, el Conde Collins es muy amable al invitarnos- Paula trató de romper el silencio, sabía que Lizzy siempre pensaba en Ciel y lo que ella quería era que su ama pensara tanto en él.
-Si… Él es muy amable- Respondió sin ánimos
-Lady Elizabeth, ¿Jamás ha pensado en casarse con alguien más?, el Conde Collins es un buen hombre- Comentó, nuevamente cuidando sus palabras
-¡No!, Sabes muy bien que Ciel me está esperando, ¿Y si regresa?, él podría enfadarse conmigo si se entera que me casé- Elizabeth parecía haber perdido la cabeza, pero Paula no quiso comentar nada, por el afecto que le tenía a su joven ama.
Elizabeth nuevamente regresó a su silencio, cuestionándose sus palabras, ella no quería parecer loca, pero las personas no comprendían lo que ella sabía.
El carruaje perdió el control, los caballos comenzaron a patinar en el piso, pues en el camino, llegaron a un lugar repleto de lodo, Elizabeth y Paula se sacudieron, tratando de sostenerse a sus asientos, pero no sirvió de nada, el Carruaje cayó al suelo, trayendo con esto, un suceso muy devastador
-Trataré de sacarla Lady Elizabeth- Paula gritó alarmada, observando como todo un carruaje, aplastaba a la joven rubia.
-Paula, ¿Estaré muriendo?- La joven solo pudo decir, el peso del carruaje oprimía sus órganos
-No diga eso, ¿Dónde está el conductor? - La Castaña estaba alarmada, buscando por todos lados al jinete de los caballos
-Paula, ¿Veré a Ciel?- Sus ojos se estaban tornando cristalinos, que ironía, ella estaba buscando la muerte y llegó por si sola.
Parado sobre una rama, observó como la rubia estaba siendo vencida por el carruaje, su mirada estaba seria, pero tenía un plan ante todo.
-Vamos Lizzy, di mi nombre- El ex Conde observaba a su Ex prometida luchar por su vida, sabiendo que aquella situación la estaba esperando
-Sus deseos por tomar su alma son realmente altas, Bochan- Sebastián se sentó a su lado, observando el espectáculo
-Ella desea algo, yo como un demonio también- Se limitó a responder
-Tiene más almas por robar… Además, ¿Por qué la de Lady Elizabeth?- Le cuestionó
-Porque ella deseó verme hasta el punto que su alma se convirtió en algo totalmente deseable por otros demonios, ella es mía… Su alma también- Respondió con la mirada Fría
-Es verdad, Bochan, si no estuviera atado a usted, haría un contrato con ella
-El problema es que otros imbéciles también pensaron lo mismo, ellos no podrán tenerla- Observó como otros cinco demonios se postraban en la rama, saboreando el alma de su ex Prometida.
-Pues debería pelear por ella, pero debe actuar rápido, por lo que veo, la Joven ama está en problemas- Sebastián tornó su mirada nuevamente al carruaje, Paula estaba jalando el brazo de su ama, mientras ella solo gritaba de dolor.
-Ella debe decir mi nombre o hacer algo que me obligue a hacer un contrato, yo la podré salvar
Lady Elizabeth estaba luchando por su vida, sus ojos ya reflejaban la muerte cercana y la falta de aire no la dejaban pensar con claridad, tenía sobre ella varios Kilos, que la enterraban más y más al piso.
-S-sabes Paula, mi único deseo es ver a Ciel- Trató de hablar, tal vez para no hacer la muerte más terrible
-¿Ese es tu deseo?- Lizzy escuchó una voz… Pero no era la de Paula, era una voz gruesa y profunda
-¿Quién?- Elizabeth trató de buscar con lo poco que podía ver
-Mi nombre es Kyou, yo te daré a Ciel… Si me das a cambio tu alma, piensa rápido, o perderás la oportunidad- Un cuervo se paró en frente de ella
-¿Cuervo?- Preguntó sin alientos
-Deja de molestarla, ella es mía- Ciel bajó del árbol y observó al demonio que se disfrazaba de cuervo
-Bochan, salve a Elizabeth, ella está…- Sebastián le aconsejó
Ciel corrió y observó bajo el carruaje a su querida Elizabeth, quien ya parecía estar más adulta.
-¿C-Ciel?- Los ojos de la joven estaban ahora rodeándose de color rojo
-Elizabeth, rápido, te sacaré de aquí, solo dime tu deseo y acepta que me darás tu alma a cambio- Dijo rápidamente el demonio, estaba más alarmado que nadie.
-Quiero que estés conmigo hasta el fin de mis días… Después podrás tomar mi alma- Sus ojos comenzaron a cerrarse, aquel pacto estaba fuera de las expectativas de Ciel, pero no quería dejarla morir.
Rápidamente, el Demonio levantó el carruaje con todas sus fuerzas, salvando a la Joven.
-Vaya… Tenemos al Conde aquí- Los demonios de la rama bajaron.
-Váyanse, ahora tengo un contrato con ella…- Tomó a Elizabeth en sus brazos, haciéndoles entender su propiedad
-Pero recuerda, los tratos siempre tienen letras pequeñas…- Uno de ellos se burló
-Hay alguna cláusula para romperlo y entonces… Nosotros vendremos, para saborear su dulce alma- Otro de ellos sacó su lengua, tratando de provocar a Ciel
-Sebastián, hazlos callar, es una orden- Gritó Ciel enfadado
-Sí, Mi Lord- Sebastián sonrió de lado, complacido, aquellos demonios eran los más pesados del inframundo
-Bien… ahora me concentraré en mi cometido- Tomó a Lizzy y la sacudió para despertarla, para su suerte, la joven no había muerto.
Elizabeth despertó, observando a alguien que la tenía rodeada con sus brazos, la imagen era borrosa y ella aún estaba aturdida.
-Vamos a proceder a hacer el contrato, ¿Dónde quieres la marca?- Le preguntó algo aliviado de no haberla perdido.
-¿C-Ciel?, ¿Enserio eres tú?- Preguntó con una voz débil
-Elizabeth… Enserio soy yo- Suspiró, él era un demonio que ya no podía sentir.
-Te dije que me dijeras Lizzy- Le dio una sonrisa cálida, a pesar de lo débil que se encontraba
-Ahora dime, Lizzy…-¿Dónde quieres la marca del contrato?- Preguntó nuevamente
-¿E-eres un demonio?- La joven tenía tantas preguntas
-Dime… ¿La marca del contrato?, si no te apuras, otro tomará la oportunidad y yo quiero ser quien tome tu alma- Trató de apresurarla.
-Ponla donde quieras, estoy feliz de tenerte… Haz crecido mucho Ciel, al igual que yo- La chica volvió a caer en un sueño profundo
-Realmente había olvidado lo distraída que era- Replicó el joven demonio
-Pues yo propongo que Bochan, ponga la marca del contrato en el pecho- Interrumpió Sebastián, con un demonio agarrado del cuello
-¿En el Pecho?, además, ¿Ella me querrá de mayordomo?, tú fuiste mi mayordomo, sin embargo no es una obligación, ¿O sí? – Le cuestionó a su fiel mayordomo
-Como usted era de la realeza, era bien visto ser su mayordomo, pero no es una obligación, la joven ama puede escoger su papel para servirle.
-Lizzy, despierta… No puedes desmayarte en un momento crucial como este- Le dio una palmada en el cachete, tratando de despertarla
-La joven ama siempre hace que el Bochan sea así de calmado, algo que aún me cuestiono de usted, que es un demonio con sentimientos humanos- Agregó Sebastián
-Cállate, no estamos para discutir, necesitamos despertar a Elizabeth… El tiempo corre y debemos hacer el contrato- Ciel comenzó a sudar, llegaban varios demonios, atraídos por el aroma de un alma en disputa
Para la suerte de Ciel, Elizabeth despertó.
-Ahora dime, ¿Qué papel quieres que haga?
-¿Qué?- Preguntó ella confundida- ¿Papel?
-Yo soy un demonio que te servirá, estaré contigo hasta tus últimos días, te protegeré, pero debo ejercer un papel… ¿mayordomo?, compañero… Solo responde y rápido- Explicó el apurado
-Quiero que seas mi esposo, ejerce ese papel- Se acurrucó en su pecho, volviendo a caer en un sueño
-B-Bueno- El demonio se sonrojó ante aquella petición- Entonces… Lizzy.
La Joven se despertó, estaba envuelta en sábanas blancas, haciéndole dudar del accidente.
Se incorporó en la cama y revisó todo su cuerpo, en su pierna había un vendaje y su pecho le ardía; Levantó un poco el camisón con el que ahora estaba vestida y observó que en su pecho, había dibujada una estrella, la misma que tenía Ciel en sus ojos…. ¿Pudo haber sido cierto?
Retiró las cobijas y se levantó, pero una mano fría la devolvió a la almohada.
-¿Qué?- levantó su mirada y allí estaba él, quien había añorado durante años, quien parecía haber muerto y reencarnado, Su querido Ciel estaba de vuelta.
-Lizzy, si haces mucho esfuerzo te lastimarás- El demonio la observó, quería decirle tantas cosas, pero el ser un demonio implicaba un alma dura como piedra.
-C-Ciel, ¡Eres tú!-olvidó su condición y apretó el cuello de su querido Conde
-Elizabeth, ¿Desde cuando tienes tanta fuerza?- Ciel se separó del abrazo y le preguntó
-Lo lamento Ciel, lo olvidé- Agachó la cabeza
-Tenemos muchas cosas que hacer hoy, deberías dormir un poco más- Ciel se acercó a y le habló muy cerca de su oído, tal vez para no ser tan duro con ella
-¿Eh?, no comprendo, actúas como mi mayordomo, pero te dije que actuaras como mi esposo…- Le cuestionó
-Soy tu esposo, quien se preocupa por ti, Como esposo de la marquesa Midford, ¿Qué sería de mi si no me preocupo por mi dama?- Replicó lo mismo que hacía Sebastián
-¿Y Sebastián?- Aquella frase de Ciel le hizo recordar al fiel mayordomo
-Él será nuestro mayordomo, podrás pedir lo que sea, al firmar un contrato conmigo, él tuvo que recibir el mismo destino, estamos para servirte- Posó su mano en su pecho, donde se encontraba la marca del contrato
-¿Por qué apareciste?, ¿Me extrañaste alguna vez?- Ahora ya satisfecha de hablar con Ciel, comenzó con los reclamos
-Soy un demonio que no puede sentir, tuve que alejarme de mis personas, porque no quiero que sufran… Sin embargo, tuve que salvarte la vida, porque a pesar de todo, prometí protegerte- Respondió, haciendo honor a la promesa que algún día le hizo, "Jamás mentir"
-Eres caprichoso Ciel… ¿Por qué tuviste que hacer un pacto con un demonio?- Se cruzó de brazos molesta
-Creí que habías comprendido todo… Las personas que están al borde de la muerte pueden invocar al demonio…
-Ah- Ella lo comprendió- Lo lamento Ciel- Se levantó nuevamente y le abrazó
-Duerme Elizabeth- Ciel la rodeó con sus brazos y la acomodó para que volviera a dormir
-¿Y Paula?, ¿Dónde está?- Tenía tantas preguntas y su "Esposo" lo único que hacía era hacerla tratar de dormir
-Eres realmente impresionante e inquieta, duerme un poco, tenemos toda la vida para hablar- La cubrió con la sábana y se quedó un rato a esperar que ella no se despertara, aún no tenía fuerzas como para caminar.
Después de que Elizabeth concilió el sueño, se levantó y bajó hasta el salón principal, allí estaban todos reunidos, Alexis, Frances, Edward y Sebastián, sentados, impacientes, esperando una explicación.
-Elizabeth ya se durmió, es bastante inquieta- Comentó
-Dime ya estúpido, ¿A qué viniste?- Edward no se pudo contener, creyó que había salvado a su hermana de un destino oscuro con Ciel, pero el tal parece, había regresado de la muerte
-Edward, ten más respeto con tu Primo y Cuñado- Alexis siempre había tenido mucho afecto con Ciel, por lo que le alegraba la idea de tenerlo, aunque era muy extraño.
-Ciel… ¿Qué es todo esto?- Frances añadió
-Bochan les explicará todo, mantengan la calma y abran sus mentes- Anunció Sebastián.
Ciel comenzó a Explicarlo todo, al final, Los Midford se quedaron de una sola pieza, sin embargo, el Ex conde había salvado la vida de su hija, así que tenían que ser agradecidos.
-Como demonio, mi papel es ser el esposo de Lady Elizabeth, hasta que ella llegué a la muerte, tomaré su alma y saldaremos la deuda- Ciel postró su mano en el pecho
-Vaya… Pero si tú estás muerto para toda Inglaterra, ¿Cómo pretendes ser anunciado como esposo oficial de Elizabeth?- Preguntó Alexis
-Eso lo veré luego, por ahora, Sebastián y yo pensaremos en una buena coartada
-Pues bueno Ciel Phantomhive, serás un buen esposo - Alexis se levantó junto con su esposa a darle la bendición a su sobrino, que ahora tomaría el papel de esposo de su hija
-¿Están locos?- Gritó Edward
-¿Qué te pasa?, Ese no es el comportamiento digno de un Marqués- Su padre le gritó
-¿Entregarán a mi querida Lizzy a un demonio?- Se opuso
-Este demonio, es nuestro sobrino y la alegría de tu hermana- Añadió frances.
-Amo Edward, si le sirve de consuelo, El bochan dará todo a Lady Elizabeth- Sebastián hizo una reverencia
-Me retiro- Solo pudo decir el molesto marqués.
-Realmente te odia Ciel- Dijo Alexis
-Edward solo está teniendo problemas, dejará está oposición luego- Dijo Ciel completamente tranquilo
Edward salió de la mansión, su querida hermana, la que había decidido proteger durante toda su vida, ahora estaba casada con un demonio, que era algo así como su enemigo, aquello no iba a quedarse de esa manera, haría que ese contrato del que habló su ahora cuñado, se cancelara.
-Maldito Phantomhive- El rubio golpeó una piedra, la cual chocó contra las botas de alguien- ¿Eh?
-Marques Midford, noto que tienes problemas… ¿Algo que pueda hacer yo?- Un hombre completamente vestido de negro trató de atraerle.
-Vete extraño o te mataré- El Marqués apretó los puños
-Creí que necesitaba ayuda… Acerca de incumplimiento de contratos… Yo podría ayudarle… - Dio una pequeña risilla
-¿Quién eres?- Preguntó nervioso
-La persona que necesita para salvarle la vida a su querida hermana… Lo demonios son seres muy falsos… Y sanguinarios…
-Si me ayudas… Te daré todo el dinero que quieras
-No quiero dinero, Solo quiero que ese contrato se anule…. ¿Aceptas?- El hombre estiró su mano
-Acepto- Edward tomó la mano del extraño, llevado por la ira y el odio, sin saber que estaba sellando un destino aterrador.
Continuará.
Bueno, este es mi primer Fic acerca de Kuroshitsuji, espero que les haya gustado, Próximos capítulos vendrán más dramáticos, nos leemos luego.
Próximo Capítulo: -Un esposo Celoso y un conde enamorado-
