Bien, aquí estoy con una nueva historia, que se me ocurrió en nada xDD. No hay mucho que contar, salvo que la continuaré poco a poco, o más rápido por el látigo lo acabo de escuchar sonar con furia xDD
Por cierto, Saiyuki ni sus personajes me pertenece, son injusticias que tiene la vida pero que le vamos a hacer. Lo que esta en cursiva en este capítulo es un sueño, por si no queda claro, que todo puede ser.
En fin, que se lo dedico enteramente a mi editora, que aparte de editar y descifrar mis cambios de palabras sus ESCRIBELO ESCRIBELO me acabaron por convencer xDD
Y a mis tios, por comprarme aquel primer tomo de Saiyuki unicamente porqué a mi tía le gusto el monje de la portada y mi tío accedío a gastarse el dinero XDD
FANTASMAS DEL PASADO
Hacía frío, un frío helado que se calaba hasta los huesos. Pero a aquel hombre parecía no importarle. Continuaba su camino sin detenerse ni siquiera un segundo, El ritmo que seguía era apresurado, para intentar preservar algo de calor corporal ya que lo único que lo resguardaba del frío era una capa bastante roída, de un color parduzco y que daba la impresión de haber sido testigo de muchas dificultades.
Después de días de viaje, al fin vislumbró su destino, un pequeño pueblo que se hallaba al amparo de las montañas. Pocos días antes de iniciar su viaje, le llegó el rumor de que el pueblo había sido atacado y nadie había salido con vida de tan cruel ataque. Pero él no estaba tan convencido de ello, le daba la impresión de que aquel balance de víctimas era erróneo. Podía sentirla, podía sentir la presencia de alguien esperando en medio de la nada más absoluta, en medio de la soledad plena. Esperando… esperando a que alguien viniera a por ella, aunque ese alguien fuera la mismísima muerte.
Bajo con decisión hacía el pueblo, acelerando cada vez más el paso. Cuanto más se acercaba a aquel lugar, más fuerte se hacía aquella sensación que lo perseguía y lo atormentaba. Aquella alma en pena debería de estar cerca. Se adentro en el pueblo. Aquello era desolador, había cuerpos sin vida a lo largo de las calles, pero aún así, eran pocos comparados con la inmensidad de aquel pueblo. Revisó el interior de las casas. Nada. No había nada, sólo silencio. Pero aquella presencia le atosigaba con más fuerza. Decidió entonces encaminarse hasta la plaza central de aquel lugar y una vez allí, el paisaje que había ante sus ojos no podía ser más desolador. Cuerpos sin vida se amontonaban unos sobre otros en aquella plaza, tiñendo de rojo la nieve, y allí, en medio de todos ellos, una niña se abrazaba a su peluche, con visibles indicios de hipotermia. Se acerco cauteloso hacia ella para observarla mejor. Su cara y su ropa estaban salpicadas de sangre, tal vez demasiada. Su color de pelo era demasiado extraño para una cría, de un blanco tan puro como la nieve. Suspiró, ahí estaba la presencia que buscaba, al menos, no parecía estar herida físicamente.
- Pequeña…Pequeña¿me escuchas? – Pero de la niña no salía respuesta alguna, ni el más mínimo movimiento, estaba en un claro estado de shock, lo que había presenciado era demasiado para cualquier persona, pero para alguien tan pequeño debería de serlo mucho más. Se acercó a ella y se agachó para que sus ojos quedaran a la altura de aquella personita y volvió a llamarla, esta vez apoyando su mano sobre aquel diminuto hombro – Eh, pequeña ¿Estás bien? – Ante aquel contacto sobre su hombro, la niña despertó de su letargo y clavó la mirada en su interlocutor, para bajarla segundo después y asentir con la cabeza – Bueno, al menos contestas.
Acarició su cabeza y ante aquel gesto, ella pareció relajarse y se atrevió de nuevo a mirar a los ojos a aquel hombre que a su manera, intentaba reconfortarla.
- Y dime¿cómo te llamas, pequeña? – Silencio absoluto, la niña sólo lo miraba sin apenas pestañear, estaba claro que con preguntas directas no le sonsacaría nada de nada. La observó detenidamente, aparte de abrazar el peluche con fuerzas y estar medio congelada, la niña ni siquiera tiritaba, a pesar de llevar sólo su pijama puesto, sin ni siquiera unos zapatos y con su pelito recogido en dos graciosas coletas. También llevaba un colgante con forma de medallón en el cuello. A simple vista no parecía especial, pero aún así el hombre acerco su mano a dicho objeto y lo giró. Sonrió al ver lo que allí había escrito.
- Así que te llamas Skyler… - La pequeña lo miro incrédula y dirigió su mirada a la mano que sostenía el medallón – Pronto cumplirás los 3 añitos¿verdad? – La pequeña sólo giró su mirada hacia su izquierda. El hombre, intrigado, decidió hacer con sus ojos el mismo recorrido que la pequeña, que observaba el cuerpo de un hombre que yacía a su lado, luego, se giró a la derecha para observar a una mujer, que tenía el brazo extendido hacia la niña, como tratando de alcanzarla.
- ¿Son tus padres? – Ante aquella pregunta lo único que hizo fue aferrarse con fuerza a la manga de la capa de aquel hombre. – No te preocupes – Se levantó, colocó aquella capa enorme sobre la niña, dejando al descubierto los ropajes que llevaba y que lo hacía destacar entre el resto como un "Sanzo" y extendió su mano hacia la niña – Te llevare conmigo Skyler – Y a su mano se aferró una más pequeña, dispuesta a recorrer el mismo camino que aquel hombre para salir de aquella pesadilla, dejando atrás la pureza de aquella nieve teñida de sangre.
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"El verano había tocado a su fin. La calida brisa había dado paso a un ligero viento más frío que azotaba las ramas de los árboles, y con ello, sus hojas, ahora marrones, caían al suelo en un grácil movimiento, cubriendo así, aquel inmenso jardín. El otoño había llegado y aquella era la prueba de ello, pero un joven de cabellos dorados como el Sol, insistía en amontonarlas mientras fruncía el ceño y suspiraba.
Acababa de reprender a su maestro por estar fumando a escondidas en el jardín y por dejar caer las colillas al suelo sin tener en cuenta que podía causar un incendio. Pero su maestro sólo le dedicó una sonrisa, un par de palabras y se dirigió de nuevo hasta el templo.
Previamente a esta regañina a su maestro, el joven tuvo que soportar como otros monjes: aunque realmente sólo eran aprendices; se burlaban de él llamándole con la coletilla de siempre.
- "Koryu, al que abandonaron en el río" Se han de creer que no les escucho. Aunque realmente me da igual, me gusta aquel paisaje.
- Koryu – El aludido volteó para observar a su maestro. Era un hombre que ya pasaba de los cuarenta, y aunque las arrugas ya habían hecho acto de presencia en su rostro, este nunca perdía aquella sonrisa. Llevaba el cabello, ya algo canoso por causa de la edad, recogido en una trenza que dejaba sueltos dos mechones que caían a ambos lados de sus ojos. Iba vestido con la ropa tradicional de un monje Sanzo y en su frente estaba el chakra que lo consagraba como tal. A su lado se encontraba otro hombre que lucía las mismas vestimentas y la misma marca en la frente. Era visiblemente más joven que el otro hombre y al contrario de este, su cabello era corto y de color castaño que contrastaba a la perfección con el color verde y profundo de sus ojos. Miró al chico y levanto la mano en señal de saludo. No era la primera vez que ese hombre venía al templo para hablar con su maestro. Era un hombre agradable y bastante cercano con la gente, cualidad que compartía al 100 con el hombre que estaba a su lado, sonriendo como siempre. – Koryu, sé que estás ocupado con tus tareas, pero he pensado que un poco de ayuda no te vendría mal, además – Señaló al otro hombre que en aquel momento sonreía mientras dirigía su mirada hacia atrás, y asintió dirigiéndose a alguien que el chiquillo no podía observar desde su posición.- él esta de acuerdo en que se quede aquí haciéndote compañía. La última vez parecía que os llevábais bien.
El muchacho miró con confusión a su maestro, no sabía a ciencia cierta a quien se podía estar refiriendo. Normalmente no hacía amistad con nadie, ni siquiera se molestaba en llevarse bien con los demás monjes del templo. Por más que buceaba en sus recuerdos, no aparecía en ellos nadie con el que "pareciera llevarse bien" tal y como había dicho su mentor.
Lo observó de nuevo, aún con más confusión en su mirada que antes. Su maestro notó ese deje en su mirada al instante y haciéndose a un lado, invitó a que se mostrara aquella persona que se hallaba oculta tras los dos adultos.
Vaciló unos segundos, pero finalmente se situó delante de los dos hombres. Koryu lo miró examinándolo, claro que lo conocía, era el alumno del otro monje Sanzo. Un niño que tendría al menos unos tres años menos que él. Su color de cabello lo hacía inconfundible. Era de un blanco tan puro como la nieve y poseía unos ojos de un azul tan profundo como el mar, y como el mismo mar, esos ojos escondían más de un secreto.
Sin darse cuenta los dos adultos habían desaparecido y ahora sólo se encontraban los dos niños en el jardín. Koryu miró hacia todos lados, no se había dado cuenta de cuando los habían dejado solos. Y no sólo eso, de repente la temperatura ambiental había bajado. Miro a su acompañante, que lo miraba sin ni siquiera inmutarse. Quiso llamarle, pero, sin saber porque, no se acordaba de su nombre. Solo era capaz de mirarle a los ojos, aquellos ojos profundos como el mar que lo cautivaban. Vio como se acercaba poco a poco hacia él y posaba una de sus manos en su brazo, que aún sostenía la escoba.
- ¿Qué es lo que temes, Koryu?
Se le quedó mirando¿a qué venía aquella pregunta? No tenía sentido. Lo miró extrañado pero en ese instante todo cambió. Ya no se encontraba en el jardín junto aquel niño de blancos cabellos, sino que se encontraba en una de las estancias del templo. Concretamente en la de su maestro. Todo estaba oscuro y había un extraño olor en el ambiente.
Un rayo iluminó la estancia, proporcionándole una visión clara de lo que allí había, El cuerpo sin vida de su maestro yacía a sus pies, todo alrededor estaba cubierto de sangre. Estupefacto, se miró las manos, que también estaban cubiertas de sangre. Todo había ocurrido muy rápido, tan rápido que aquello le parecía irreal. Cayó de rodillas al suelo y gritó. Gritó de rabia, de miedo y de desolación mientras la lluvia caía fuera, acompañándolo en su dolor"
Se despertó sobresaltado, era la tercera noche consecutiva que tenía aquel sueño. Parecía que su subconsciente quería atormentarlo por algo. Encendió un pitillo y le dio una larga calada mientras observaba el paraje en donde se habían detenido a descansar. Llevaban ya una semana durmiendo a la intemperie y dentro de aquel frondoso bosque, que, con suerte, abandonarían al día siguiente. Exhaló el humo y se recostó un poco sobre el asiento, mientras el resplandor de la luna llena se colaba entre la frondosidad del bosque iluminando la zona.
Un ruido en la parte trasera del Jeep, hizo que desviara un poco la vista para observar como Goku, se removía inquieto en su asiento mientras murmuraba algo ininteligible. En una de las vueltas se estiró cuan largo era, dando un pequeño, aunque doloroso puñetazo al chico pelirrojo que descansaba a su lado. A pesar del golpe, Gojyo sólo gruñó sin apenas despertarse, mientras Goku sonreía feliz.
- Hm, idiotas. – Decidió recostarse de nuevo en su asiento dispuesto a seguir disfrutando de su cigarro.
- ¿No puedes dormir, Sanzo? – Miró a Hakkai, que le sonreía como habitualmente hacía. Seguramente llevaba despierto desde el principio. Sanzo incluso podría jurarlo.
Decidió no contestar a aquella pregunta y miró fijamente al frente, su compañero decidió imitarlo, haciéndose un silencio entre ellos, sólo interrumpido por los ruidos que hacían los otros dos ocupantes en sueños.
- Ya hace tres días que te despiertas agitado. Debe de ser una pesadilla bastante insistente – Dicho esto, Hakkai rió por lo bajo y volvió a quedarse en silencio mirando al frente. La oscuridad de la noche estaba desapareciendo y como si eso fuera una señal, en el bosque comenzaron los sonidos que afirmaban que el amanecer había llegado.
- Sólo son fantasmas del pasado – Ante esto, Hakkai miró al monje interrogatoriamente, pero, a pesar de que quería seguir indagando en aquella frase, Sanzo no le dio opción a ello, ya que había decidió que lo mejor sería retomar su camino, no sin antes despertar a sus otros dos compañeros con un golpe de su harisen.
Y hasta aquí este primer capítulo. Cualquier comenterio, queja y similares, dejar un review . El segundo capitulo estará algun día, pero juro que estara XD
