Durmiendo plácidamente a la sombra de un árbol, un hombre de cabellos obscuros sueña con una persona en especial, una persona a la que se ha dedicado a cuidar durante algún tiempo ya… ¿Qué tenía esa persona que cuando dormía aparecía en sus sueños y cuando estaba despierto, albergaba sus pensamientos? Pudiera que era la única persona que después de mucho tiempo al fin lo trataba con cariño y aprecio pero… ¡No! Había algo más pero… ¿Cómo atreverse siquiera a acercarse a ella con esas intenciones cuando Tonbee andaba en las cercanías? ¡Sería un desagradecido si actuaba de esa manera!

— ¡Maestro Utakata!

Sus ojos se abrieron lentamente ante el llamado de una voz familiar. Lo primero que vio al despertar fueron un par de orbes verde oscuro que lo miraban con entusiasmo. ¡Si! ¡Esa era aquella persona con la que soñaba!

Ver tan cerca a la chica lo sobresaltó, estaba tan cerca de su rostro, tan cerca de tocarse, tan cerca de… besarse…

— ¡No vuelvas a llamarme maestro!

La chica retrocedió, lo miró levantarse del pasto para después retirarse, ella seguía sin entender por que odiaba tanto esa palabra y sin embargo insistiría en que él por fin la nombra su alumna… lo seguiría hasta que su sueño se cumpliera por que a pesar de su corta edad ella estaba segura de lo que sentía, ella estaba enamorada.

Cuanto más esperaba alejarse de ella parecía que más se le apegaba ¿Qué acaso el destino estaba jugando con él? La casa donde se refugiaban, aquél lugar que compartían con el abuelo de la joven al fin fue penetrado, él se vio en la necesidad de ayudarla a escapar a través de su jutsu burbuja flotante.

Ambos flotaban en el cielo, estaban solos dentro de esa delgada pero resistente burbuja y Hotaru ya había tranquilizado el llanto provocado por haber abandonado a su abuelo. La burbuja era grande, pero muy estrecha para dos personas, cuando la joven se levantó y quedó parada frente a él, sus alientos chocaron contra sus rostros… ¡Ahora estaban solos! ¿Quién más podría descubrirlos? Bastaba acercarse unos centímetros y era todo pero… ¡No! Acaban de escapar del peligro, la chica había estado llorando ¿No sería eso aprovecharse de sus sentimientos?

—Maestro Utakata yo…

— ¡Que no me llames así! —exclamó dándose la media vuelta y apresurando la esfera a tierra firme. Una vez abajo la burbuja estalló dejándolos en el suelo— Te llevaré a tu aldea y ahí nos separaremos.

—Pero…

—Vámonos.

Él siempre había desconocido la razón de que ella y su único familiar vivieran aislados y fuera de su aldea. Jamás preguntó y jamás preguntaría, él nunca había dicho las razones de su estadía fuera de su villa y preguntar sería tener que justificarse por cortesía.

Llevaban un rato caminando, él contestaba las preguntas de la chica de la forma más cortante, si se iría de su lado, lo que menos quería era acrecentar ese lazo que sin querer, ya se había formado. Para lo único que se alteraba, eran las veces que ella insistía para ser instruida en algún jutsu y decía aquella nefasta palabra "maestro"

—Descansa aquí —anunció el chico a las orillas de un río— Buscaré comida.

—Utakata-san ¡Por favor entréneme!

—Hotaru…

— ¡Necesito hacerme más fuerte para proteger a la gente que me importa! —Lo interrumpió bruscamente—. Quiero proteger a mi abuelo y… Utakata-san… hace tiempo que quiero decirle que mis sentimientos…

— No… no digas esas cosas…

—Utakata-san, hay algo que quiero que vea —musitó la joven desabrochando su blusa para descubrir sus hombros—, quiero mostrarle mi…

— ¡Espera Hotaru! ¿Qué… qué haces? No…

—Hace algún tiempo tomé una decisión —ella sostenía sus prendas a la altura del pecho haciendo a un lado cabello—, es algo muy importante en mi vida y quiero que seas parte de él…

— Ho… Hotaru por favor… —tartamudeaba cubriendo sus ojos para evitar ver lo que suponía que ella le mostraría, no sin antes echar un vistazo a sus delgados labios—, piensa las cosas…

—…para proteger el secreto de mi familia acepté llevar conmigo el jutsu de mi clan —ignoró los nerviosismos de aquél que consideraba su maestro—, se llama Furia y es un jutsu prohibido —su tensión se fue, pero ahora miraba con preocupación a aquella chica que regresaba sus ropas a su lugar y regresaba le regresaba la mirada—. Por eso quiero ser más fuerte para poder defenderlo sin tener que depender de nadie y poder proteger de mis seres queridos.

—Hotaru…

Llovieron cientos de kunais atacándolos, el joven jinchuriki se interpuso para defender a la joven. Una batalla se libró siendo ganada por Utakata, sin embargo, durante todo el camino continuaron los ataques de aquellos ambiciosos por el poderoso jutsu.

Habían hallado un lugar donde esconderse, una cabañaza abandonada pero en buen estado. Todo el día habían sido perseguidos y necesitaban reposar, especialmente el manipulador de burbujas que tras varias peleas se hallaba herido. Bastaron algunas horas de sueño y buenos cuidados de Tsuchigumo para que él volviera a levantarse con suficientes energías.

—Utakata-san sea mi maestro por favor —se inclinó para suplicar por ese favor—, pondré atención y me esforzaré mucho, así no tendrá que volver a sufrir por protegerme.

— ¡Cállate! ¡No sabes lo que me pides! —Exclamó furioso— ¡Me rehúso! ¡Deja de insistir!

—Quiero ser tu alumna, por favor —se levantó con ojos suplicantes acercándose a él—, hazme tu discípula y te obedeceré como mi maestro yo…

— ¡Calla! —Abofeteó a la rubia— ¡No lo repitas!

Miró su rostro lleno de lágrimas, había olvidado por completo esos labios que no dejaba de mirar cuando la veía de frente. Ella salió corriendo de la pequeña cabaña y Utakata no se atrevió a seguirla, estaba arrepentido por lo que hice, pero no de lo que dijo.