Capítulo 1: Limpiar el honor Malfoy
Una nariz empinada y a la mente de Harry Potter la cruzó, de pronto, la imagen de un recuerdo de hace doce años atrás, cuando se vio a sí mismo rechazando la mano extendida de un diminuto Draco Malfoy, quien lo miraba con ojos incrédulos y con su naricita respingona alzada, pese a la humillación del rechazo, con orgullo y gracia. Algunas cosas no cambian, pensó Harry Potter mientras estudiaba con mirada inexpresiva la cara de Malfoy hoy, doce años después, frente a los despachos del Departamento de Seguridad Mágica. Después de la guerra, el hijo de Lucius Malfoy se había dedicado a administrar la fortuna familiar luego de que el apellido familiar y la figura de su padre hubieran caído en desgracia. Poco y nada se sabía de los Malfoy luego de la guerra, sólo que Narcissa había muerto unos años atrás, que Lucius se dedicaba a practicar el modesto papel del anonimato (pues nadie quería cerca a un ex mortífago que, por arte de magia, se había librado de toda pena durante los juicios se guerra) y que Draco, el único hijo del matrimonio, se dedicaba con talentoso esmero a mantener la fortuna familiar y limpiar, de paso, el apellido Malfoy. Tarea, más que difícil, imposible.
-Con que quieres cooperar...- dijo cauto Potter, su mirada viajando de unos papeles que descansaban sobre su escritorio a la cara empinada de Malfoy, quien lo estudiaba con expresión indescifrable.
-Así es – dijo Malfoy por fin, su barbilla empinada bajando lentamente – No es que antes no haya querido hacerlo, pero ahora me encuentro en una posición más... dada -
-Ajá...
Potter hizo como si los papeles que tenía ante sí fueran la cosa más interesante del universo, e ignoró por unos segundos la mirada fija de Malfoy sobre él.
-Bien, entonces puedes ir donde Hermione para que tracen los pasos a seguir.
Malfoy dejó escapar un sonido bajo, mitad queja, mitad gruñido.
-No. Esos documentos sólo te los pasaré a ti y a nadie más. Es más, los estudiaremos juntos y sólo si aparece algo relevante ahí, levantaremos el secreto de sumario y pasarán a otras alas del Ministerio -
-Mira, Malfoy -comenzó Potter tranquilo, aunque su voz escapaba con algo de irritación creciente – Este no es un favor que nos estás haciendo, sabes que debes cooperar si no quieres que el Ministerio levante una acusación contra ti por obstrucción a la investigación. Las cosas se harán de acuerdo al conducto regular, es decir, mediante Hermione, que es la encargada de revisar esa clase de documentos. Ahora, si no es mucho pedir, me gustaría seguir con mi trabajo... en paz.
Malfoy rotó sus ojos grises, que de pronto parecieron velados por una mezcla de rabia y contrariedad.
-Potter, yo... - dudó unos segundos, su labio inferior apretado por sus dientes- yo necesito que tú revises primero esos documentos... por... favor...
"Por favor..." Oh, qué encantador. Potter alzó la mirada y disfrutó para sus adentros del débil sonrojo de Malfoy.
-¿Por qué?
Malfoy entrecerró sus ojos, pensando por unos momentos cómo responder a ello.
-No quisiera hablar sobre esto aquí -sus ojos vagaron por la oficina, como si estuvieran buscando algún rastro de espionaje en el lugar -¿te parece si nos encontramos en mi casa a eso de las siete de la tarde?
Potter sostuvo la mirada de Malfoy que, luego de vagar por el lugar, se había detenido con cierta insistencia en la de Harry. Potter suspiró al cabo de unos segundos, llevó su mano a su pelo enmarañado, rascó fuerte en un punto indeterminado de su cabeza, y asintió levemente.
-Gracias-
Potter vio cómo Malfoy daba una vuelta sobre sí y desaparecía con elegancia de su oficina. Volvió a rascar su cabeza e intentó concentrarse, sin éxito alguno, en esos papeles que yacían sobre su escritorio.
La Mansión Malfoy era un lugar majestuoso por donde se lo viera, pero a Harry Potter ese lugar le traía oscuros recuerdos y no podía evitar mirar esa majestuosidad con algo de repulsión. Repulsión y admiración. Tomó aire profundamente antes de levantar su mano y golpear con determinación la imponente puerta de entrada. Al cabo de unos brevísimos segundos, un elfo doméstico abrió con premura la puerta, mientras se echaba a un lado para darle paso a Harry Potter.
-Señor Potter, el señor Malfoy lo está esperando en el Salón de Té. Por favor, permítame acompañarlo- dijo el elfo con voz aguda aunque con innegable elegancia, mientras dirigía a Potter por un amplio hall iluminado con luces cálidas. Harry sonrió con sorna ante el hecho de que hasta los elfos domésticos de la mansión tuvieran ese aire de presumida elegancia, de arrogante buenas maneras.
El elfo se detuvo ante una puerta de vidrio y tocó con un cuidado expectante dos veces.
-Adelante -se oyó la voz de Malfoy al otro lado de la puerta.
El elfo abrió la puerta, se hizo a un lado para que Potter pasara y desapareció sin hacer el menor ruido. Potter miró con cuidado la pequeña sala al momento de cruzar el dintel de la puerta. En medio de su recorrido se topó con la delgada figura de Malfoy, que estaba de pie en medio de la sala. Vestía unos pantalones de tela negro ajustados y un chaleco de hilo delgado, negro también.
-Gracias por venir, Potter- dijo Malfoy como bienvenida, al tiempo que extendía su mano derecha hacia uno de los sillones de la sala, en un claro ademán para que Harry tomara asiento - ¿Quieres beber algo? ¿te? ¿café?... ¿o quizás un Brandy?
-Estoy bien así – dijo Potter cortante, al tiempo que tomaba asiento en el lugar señalado por Malfoy -Y bien, ¿qué era eso tan importante que tenías que decirme y que no podías hacerlo en mi oficina?
Draco Malfoy se había acercado a una pequeña mesita que contenía un jarro de cristal finísimo junto a unas copas del mismo material. Pese a la negativa inicial de Potter, vertió en dos de las copas el líquido que el jarro contenía y le pasó una a Harry.
-Es un brandy añejado durante décadas, te va a encantar -le ofreció a Potter una copa y una luminosa sonrisa. Harry parpadeó entre contrariado y confundido, y aceptó en silencio la copa ofrecida. Un poquito de alcohol a nadie le viene mal, pensó mientras llevaba el cristal a sus labios y bebía un corto trago de brandy.
-Oh, dulce Merlín, esto está...-
-Delicioso, ¿no?- canturreó Malfoy, bebiendo también un poco del suyo. - Para que te conste que la famosa hospitalidad Malfoy no es un mito- Malfoy volvió a sonreír, casi como si estuviera relajado y compartiendo con un viejo amigo. Potter volvió a sentirse confundido.
-¿Y bien? -volvió a preguntar Hary, sus ojos fijos en Malfoy.
Draco Malfoy tomó asiento en un sillón ubicado al frente de Potter y bajó por unos momentos sus ojos, sus pestañas trazando sombras sobre sus pálidos pómulos.
-No pierdes tu tiempo, ¿eh? -suspiró Malfoy mientras sorbía un poco más de su copa -supongo que esa es una virtud...- se dijo más para sí.
Harry lo observaba en silencio, cierta impaciencia inundándolo, pero no quería presionar -aún- a Malfoy. Esperó callado a que Malfoy soltara lo que tenía que soltar, mientras lo miraba con cierta libertad. Ambos tenían veintidós años, pero sentía que Malfoy se veía mucho menor que él. No era sólo porque Malfoy seguía teniendo el cuerpo de un adolescente delgado, sino porque su cara todavía conservaba esa lozanía de la adolescencia. Su palidez seguía siendo cremosa y lampiña, mientras que a él una creciente barba siempre amenazaba con invadirlo si no se afeitaba a diario. Sonrió mentalmente con algo de desprecio al pensar que Malfoy podría parecer perfectamente una mujer si dejara su pelo largo y se vistiera como tal. Pero el tipo acostumbraba a llevar su pelo rubio corto y con un travieso flequillo que a veces caía sobre sus ojos, lo que le daba un toque no femenino, sino que, simplemente, juvenil.
-Creo que tienen razón, Potter – soltó Malfoy despertando a Harry de su repentina cavilación- mi padre ha desaparecido-
"Lo sabía" pensó Potter, una mezcla de triunfo y preocupación creciendo en su pecho.
-Lleva casi un mes así -continuó Malfoy hablando en voz baja, como si temiera ser escuchado por alguien más que Potter – al principio creí que era una de sus típicas desapariciones por viaje, pero él nunca deja pasar más de una semana para avisar dónde está o qué está haciendo. Además, no se llevó nada de su habitación, ni siquiera una maleta con ropa, nada.- Malfoy suspiró un poco, evaluando qué más decir sin decir mucho -yo manejo dos hipótesis, pero ninguna termina de convencerme.
Harry miraba en silencio cómo los finos dedos de Malfoy jugaban entre sí, mientras esperaba en silencio esas dos hipótesis.
-O alguien lo secuestró o él arrancó de algo -
Harry negó con la cabeza inconscientemente, su pelo negro desordenándose aún más.
-Difícil que Lucius Malfoy haya sido secuestrado-
Malfoy asintió ausente.
-También hay una tercera hipótesis -dijo Malfoy casi en un susurro. Levantó su mirada gris hacia Potter -que se estén reagrupando de nuevo y que padre los esté organizando-
Eso sonaba tan probable que Harry Potter tomó un largo sorbo de ese brandy que, pese a lo maravilloso que era, le supo agrio. Hizo una mueca con la boca cuando sintió el calor del alcohol bajar por su garganta y aclaró su voz antes de hablar.
-Es probable- dijo encogiéndose de hombros.
Malfoy lo miró entre sorprendido e indignado, su palidez manchada por un leve rubor de irritación. El rubio rodó sus ojos grises y, de pronto, su cara volvió a un estado de inexpresión absoluto.
-Eso es todo lo que sé-
-Que no es mucho- repuso Harry con expresión seria.
-Potter, como te dije recién, él desapareció de la noche a la mañana, no se ha contactado conmigo ni tampoco dejó rastro de nada- el rubor volvió a cubrir esas pálidas mejillas- yo de verdad quiero colaborar, por eso te he citado aquí. Pero necesito que todo esto quede entre nosotros por ahora, hasta que no sepamos a ciencia cierta qué es lo que está pasando. Mi familia no puede pasar por un nuevo escándalo, no ahora que por fin he logrado limpiar un poco mi apellido después de estos cinco años.
"Con que eso es" pensó Potter, "no es que le interese el futuro del Mundo Mágico, sólo quiere evitar a toda costa un escándalo que termine de sepultar el de por sí ignominioso apellido Malfoy". Malfoy miraba a Potter con ojos grandes y expectantes, apurándolo en silencio para que dijera algo.
-Prometo colaborar en lo que sea contigo para resolver esto, pero necesito que esto quede entre nosotros -la voz de Malfoy, exultante de elegancia, sonaba casi implorante -yo puedo investigar contigo, podemos resolver esto juntos -la voz sonaba como una invitación -sólo dame un mes y luego puedes revelarle esto a quien quieras.
Harry estaba atrapado. Por una parte, sabía que había ciertos protocolos en el Ministerio que no debían ser violados y, por otra, sentía la extraña adrenalina de embarcarse en una investigación secreta luego de cinco años de aparente paz y trabajo de papeleo a falta de una real amenaza. El dilema del deber ser y el de dar rienda suelta a su pulsión por la aventura. Su propia vocación de auror lo inclinaba por lo segundo.
Malfoy miraba a Potter con cautela, pues sabía que ese silencio que había invadido al Héroe del Mundo Mágico era una buena señal para sus propias intenciones. Esperó paciente a que Potter terminara de debatirse consigo mismo, porque sabía que ya había conseguido lo que quería, sabía que había dado en el punto débil del Niño que Vivió.
-Sabes que no puedo hacer eso- dijo Harry por fin. Malfoy abrió grande sus ojos por un momento, para luego entrecerrarlos con cuidado.
-Sabes que el Ministerio dejará a un lado a su precioso héroe para protegerlo mientras no comprueben la real magnitud de la amenaza – la voz de Malfoy sonaba limpia y fluida, como si no lo invadiera en esos momentos la desesperación – volverías a ese mar de papeles en el que te sumerges a diario, mientras los demás barren por ti la amenaza antes de que ella se materialice.
-Y quizás sea lo mejor – repuso Harry con diversión ante la sombra negra que pareció cruzar los ojos de Malfoy - ¿dónde están esos documentos, Malfoy?
-Están en la oficina de mi padre, resguardados en un cajón sellado con magia oscura -respondió Malfoy mecánicamente, sus hombros caídos levemente en una clara señal de derrota. Se sentía cansado y frustrado.
-¿Tuviste acceso ya a ellos? -preguntó Harry al ponerse de pie.
-Te dije que están sellados con magia oscura – respondió Malfoy en un tono algo áspero, casi agresivo.
-¿Y?- Harry no entendía nada de lo que Malfoy le estaba hablando.
-Potter -Malfoy rodó los ojos convocando toda su capacidad de autocontrol que de suyo no era mucha– yo no utilizo magia oscura desde hace cinco años y dudo que la vuelva a utilizar, salvo que quiera tener encima mío a esos perros sabuesos del Ministerio.
Harry quiso soltar una carcajada ahí en frente de Malfoy, pero se mordió la lengua para no hacerlo. Malfoy realmente estaba jugando bien su papel de niño bueno-limpia-apellidos.
-Llévame a ellos, yo los liberaré – la voz de Potter sonó serena, pero su tono era de inequívoca orden.
Malfoy obedeció en silencio, guiando a Potter por los solitarios pasillos de la mansión. Harry iba a exactos dos pasos más atrás de Malfoy, lo que le permitía mirar la nuca y espalda del rubio mientras caminaba con soltura por los pasillos. Caminaron en silencio hasta que llegaron a la oficina de Lucius Malfoy. Malfoy hizo pasar a Potter y le señaló dónde estaban guardados esos documentos. Harry miró un pequeño cofre de roble que Malfoy le señalaba. El pequeño objeto despedía una carga de magia fuerte y oscura, sin duda atribuible a Lucius. Harry llevó su mano al bolsillo en donde descansaba su varita y luego la alzó con ella en sus manos. Justo antes de apuntar al cofre, la mano de Malfoy se aferró a su muñeca con suavidad, aunque con firmeza. Volvió sus ojos verdes hacia los de Malfoy, que parecían algo así como suplicantes.
-Por favor, Potter – Malfoy lo miraba fija e intensamente, había en él una determinación casi imposible de desatender – sólo un mes y nada más.
Harry suspiró de repente y convocó casi en un susurro un encantamiento para abrir el cofre, que se agitó violentamente, pero que, sin embargo, no se abrió. Harry frunció el ceño y probó con otro hechizo. Tampoco dio resultado. "Maldito seas, Lucius Malfoy", su mente gruñó. Hizo un tercer intento, pero tampoco hizo efecto. Con un bufido, se giró hacia Malfoy.
-Bien, Malfoy, te daré sólo un mes -dijo con los labios apretados y los ojos entornados, su ceño fuertemente fruncido -primero tendremos que averiguar cómo mierda abrir esta pequeña cosa y luego nos reuniremos a diario para evaluar qué secretos esconde tu padre- se pasó su mano derecha por su pelo con brusquedad, Malfoy sólo fue capaz de asentir -Si intentas cualquier truco sucio, juro por Godric Gryffindor que yo mismo te llevaré a Azkaban sin mediar juicio, ¿oíste?
Malfoy volvió a asentir, sólo que esta vez una sonrisa de satisfacción y alivio se atrevió a asomar por su delicado rostro.
