Pokémon no me pertenece - y nunca lo hará…- y no gano absolutamente nada escribiendo esto…
Our Last Summer
Our Last Summer I
Estaba limpiando la biblioteca cuando la foto -ajada por los años- cayó del libro a la alfombra a mis pies. Le di una ojeada, sorprendido de que esta estuviera entre sus hojas, olvidada. 'Biología Marina Pokémon' reza el titulo del libro. Una sonrisa vaga, forzada recubre mis labios.
En la fotografía tomada hace once años en la playa, mamá aparece en el primer plano. Su cabello rayado por canas permanecía oculto bajo un sombrero de ala ancha. Sonríe. A su lado estaba yo. Serio, con mis dieciocho años recién cumplidos. Me miro y no me reconozco. El mismo cabello negro y alborotado, la mirada astuta y altiva. Hay algo forzado en la posición del cuerpo. En ese joven que me mira con fastidio se adivina la incomodidad del momento, de quien en el fondo se avergüenza de su cuerpo que ha crecido tan de golpe y no sabe como acomodarlo. Veo a Tracey con los brazos cruzados a la altura del pecho, mirando desafiante el objetivo. Su cabello por primera vez corto, se notaba húmedo como si acabara de salir del mar. May tiene la vista clavada en mí, sonriendo de esa forma cariñosa que conocía muy bien. Luce una malla enteriza que hace juego con el sombrero rojo que usa, mientras una mano apoyada en la cadera rozaba sutilmente mi brazo.
Del otro lado de mamá - ella estaba en el medio del grupo- aparecía Brock. Serio, imperturbable. Con esa gravedad característica del hermano mayor. Tiene el ceño fruncido mientras observa de soslayo a Gary. Esa actitud de sobreprotección no ha desaparecido con los años, al contrario. Se lo ve más alto y responsable. Gary tiene la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha, dando vistazos furtivos a la pequeña silueta a su costado: Misty. Ella está parada junto a mamá quien la abraza de los hombros. Lleva el cabello suelto y largo. La bikini azul que tiene puesta hace a su cuerpo delgado y frágil como si no pesara. Y aunque sonríe, puedo adivinar el dejo de tristeza en sus ojos verdes que casi no se ven. Eran las últimas vacaciones que pasábamos todos juntos, hacia mucho que el grupo no se juntaba y fue idea de Brock pasar unos días en la playa.
Observo la fotografía una vez y más y siento nostalgia por esos días de locura y juventud que no volverán. De la pasión ya vivida que encenderán otros cuerpos y otras mentes. Sin embargo puedo recordar esa época como si fuera ayer. El viento salino en mi rostro. La arena dorada quemando mis pies descalzos. El agua fría y espumosa del mar. Íbamos muy temprano a la playa, mamá preparaba mucha comida y era ayudada por Brock y Tracey a cargarla. Pasábamos allí todo el día, jugando volleyball o simplemente entrenando nuestros pokémons o retando a cuanto entrenador se nos presentase. Solo Misty se retraía de nosotros. Se quedaba junto a mamá leyendo su infaltable libro de Biología Marina Pokémon o a veces también nadaba en el mar, pero lejos de nuestra compañía, y de la mía en particular. Hablábamos poco y nada. Ella prefería a Brock con quien pasaba largas horas riendo y platicando. O dando caminatas por la costa.
Pero a mi no me importaba en absoluto. May y yo éramos muy buenos amigos en aquel entonces. Ese verano estaba descubriendo lo divertido que era estar junto a ella. Por la tarde solíamos separarnos de los demás y meternos por una gruta alejada de la playa. Era un lugar difícil de llegar por las filosas rocas, pero el destino merecía la pena. Desde allí se veía el mar. Gruesas rocas sembraban su entorno azul-verdoso haciendo de todo ese sitio un inmenso espejo del cielo. No había arena, solo una mullida alfombra del más suave césped. Era un lugar precioso, lleno de perfumada vegetación pese a que se hallaba próximo al océano.
May siempre reía cuando la ayudaba a saltar los filosos obstáculos. Y cuando estábamos muy cerca, y nuestros rostros al mismo nivel, yo la tomaba entre mis brazos y apretándola contra el muro natural la besaba con torpeza, riéndonos de nuestro propio atrevimiento.
Era una relación extraña la que teníamos. Pese a esto, no deseaba llegar a hacer, o a tener algo más allá con ella. Si, sonaba egoísta mi postura, pero en ese entonces tenía dieciocho años y no quería que ninguna chica atara mi libertad.
… Y no quería que ninguna chica atara mi libertad…
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Fue a fines de Julio. No había visto a May durante el día y por consecuente debíamos vernos por la tarde en aquel lugar. Llegué sin mucho esfuerzo hasta la gruta. El sol estaba bajo, y luego de algunos minutos pude oír unos pasos y una fina silueta pasar junto a mí y frente al refugio que había usado para esconderme.
Supuse que era May y la dejé ir con el propósito de seguirla y regañarla por haberse olvidado de mí. La persona en cuestión se sentó en el césped con la vista fija en el agua azulosa que comenzaba a hacerse color plata conforme la luna iba apareciendo. No aguanté más su indiferencia, mi mal humor y fastidio crecían a medida que me le acercaba. Enojado, prácticamente salté sobre ella aprisionándola entre el suelo y mi pecho. Su reacción no se dejó esperar, soltó un grito prepotente que en el lugar alejado en el que estábamos era imposible que alguien la oyera.
Solo cuando giró el rostro propinándome golpes a puño cerrado reconocí que me había equivocado. No era May, sino Misty. Por varios segundos permanecí duro de la impresión. Ella estaba asustada, notaba su corazón palpitando velozmente mientras temblaba. Su cuerpo frágil y menudo se sentía suave y tierno.
- Tranquila Misty, soy yo…- musité débilmente.
- ¿Ash…?- por un minuto dejó de moverse.
- Si…-
Un suave rubor cubrió sus mejillas mientras cruzaba los brazos sobre el pecho -¿Q-que haces?. ¿Pasa algo…?-
A pesar de la tenue oscuridad pude ver sus ojos fijos en los míos. La tristeza era demasiado latente en esas irises que solían mostrar tanta determinación y orgullo. Ladeó bruscamente la cabeza al notar mi inspección.
- Estaba esperando a May- dije incorporándome. Habían pasado varios segundos y yo recién ahora me daba cuenta de que ella estaba vistiendo solo su traje de baño.
- Ah, no la he visto en todo el día- se sentó, tomando su anterior posición antes de que yo la sorprendiera.
Vi sobre su hombro el infaltable libro de Biología Marina Pokémon. La miré de reojo, pues era obvio que con la noche sobre nosotros era imposible que leyera algo.
- ¿Qué haces aquí?- le pregunté
- Descubrí este lugar hace poco… Me gusta venir aquí a leer y a pensar. No sabía que ustedes también lo conocían…-
Mis mejillas ardieron –Ah… bueno, es que nunca te habíamos visto por aquí…-
Alzó la vista unos pocos segundos, luego meneó la cabeza. El silencio se apoderó de nosotros como algo repentino. De pronto me sentí extremadamente tímido junto a ella. Hacia tanto tiempo que no pasábamos un momento a solas que… no sabia que hacer o que decir para quebrar el hielo. Ocho años de amistad y parecíamos extraños. Sintiéndonos inquietos ante la presencia del otro.
- ¿Por qué estas tan triste?-
La miré sorprendido porque la pregunta debí haberla formulado yo en su lugar. Bastaba oír la monotonía en su voz. Misty se había acercado a mí, su largo cabello parecía flotar entre las sombras como una antorcha, dejando su rostro pálido y ceniciento libre para verlo con claridad. Tenía el ceño fruncido y esa expresión de libertad que solía ser tan familiar se perdía en un profundo mar de triste azul. Yo no podía dejar de mirarla. Era tan brusco el cambio operado en ella, la melancolía en sus facciones. Su aire reservado y lejano. Su aspecto frágil.
- Tu eres la única que está triste…-murmuré a mi vez casi sin darme cuenta.
Quizás fue un pensamiento que no debí decir en voz alta, algo que debí guardármelo.
Misty parpadeó visiblemente sorprendida pero no dijo nada durante varios segundos. Luego desvió la vista en un gesto dolido que nuca olvidaré.
- No Ash no estoy triste, solo desesperada…- estalló entre sollozos.
Aquello me asombró. Nunca había oído tal grado de desesperación en su voz. Ella no era una persona que expusiera sus emociones tan fácilmente. Siempre había sido fuerte, seria. Su mundo perfecto y seguro contrastaba con el mío tan endeble y frágil.
Se cubrió el rostro con las manos y se desarmó en llanto. Yo seguía sin poderlo creer, era la primera vez que la veía llorar. Y siguió haciéndolo a medida que la noche avanzaba y su dolor parecía difícil de contener. Haciendo uso de mi caballerosidad, me aproximé más rompiendo ese ambiente extraño entre nosotros y rodeándola con mis brazos atraje su cabeza a mi pecho. Noté que se ponía tensa y creí que me apartaría bruscamente de sí, pero al minuto siguiente había relajado su cuerpo permitiéndose a si misma el estar junto a mí. Susurrando palabras suaves y adecuadas, acaricié su cabello y su cara transmitiéndole serenidad. Tenía la piel tan suave que tocarla era un halago. Poco a poco se fue calmando, su llanto disminuyendo, sin embargo mis dedos no dejaban de acariciar sus mejillas, sus sienes, la palpitante curva de su garganta…
Alzando la cabeza me miró. Sus grandes ojos aún aguados estaban llenos de preguntas respecto a lo que estaba haciendo, y a las que yo atiné a responder con una sola acción: La besé.
Y continué besándola luego de que tras varios segundos de vacilación Misty respondiera cruzando tímidamente los brazos tras mi cuello. Tenía los labios tan suaves como su piel, quizás algo más tibios y húmedos. Y un sabor dulce e intoxicante. Se estremeció mientras la acercaba más a mí, fundiéndola a mi cuerpo. Yo la besaba y ella me devolvía los besos.
Y era extraño. Aquí no había nada semejante a ese tonto juego que compartía con May. Se sentía diferente, único. Como algo aditivo que sin embargo quería repetirlo una y otra vez con Misty. Y nada más que con ella. El sentimiento era difícil de explicar. Un tibio cosquilleo que hacia temblar mis manos mientras la abrazaba y estremecer mi cuerpo a medida que sentía su toque. Su tacto, tan delicado como ella misma.
No hubo más palabras. De repente yacíamos en el césped. Mis brazos la aprisionaban otra vez entre el suelo y mi pecho.
Aturdidos y apenados, llenos de pasión y pudores dejamos que nuestros cuerpos se buscaran saciando su urgente necesidad. Olvidados de todo y todos fuimos descubriéndonos por primera vez…
Por primera vez…
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Continuará…
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Nota:
Este es un fic que tenía escrito desde hace muuucho tiempo, y que por alguna misteriosa razón nunca publicaba :D Y como Sumi Chan planea tomarse unas largas vacaciones, decidió sacar esta historia del polvo de su habitación y publicarla para ustedes.
Originalmente era un one shot pero como era demasiado laaargo decidí cortarlo en 3 capítulos.
En fin, el próximo capítulo lo tendrán muy pronto.
Cuídense mucho y nos vemos prontito!
L' Fleur Noir (a.k.a Sumi Chan :))
Our Last Summer /Nuestro último verano.
Fecha de inicio de este fic: 28 de Diciembre del 2004
Fecha de culminación: 13 de Febrero del 2006.
Basada en la historia de Maria Esther Vásquez.
