Este es mi primer one shot, así que agradecería ver reviews para saber cómo me ha quedado.
Caminando hacia el infiernoDespués de una dura batalla, el grupo de Inuyasha volvía a la aldea de la anciana Kaede. Habían conseguido recolectar dos fragmentos de la esfera. El medio demonio era ahora el encargado de llevarlos, ya que Kagome estaba en su época para ponerse al día con los estudios. Cuando llegaron, la vieja sacerdotisa salió a recibirlos y les condujo a la cabaña donde dormirían aquella noche.
- Gracias por su hospitalidad- dijo Miroku.
Era noche cerrada y todo el grupo dormía plácidamente. De repente, el fino oído de Inuyasha percibió un ruido. Eran los demonios recolectores de almas que siempre acompañaban a Kikyô. El medio demonio los siguió hasta llegar a un claro. En el centro estaba la sacerdotisa.
- Me alegro de que hayas venido, Inuyasha.
- Kikyô, yo también me alegro de verte –dijo hanyou mientras se acercaba a ella.
- Mi amor, te he llamado porque tengo algo muy importante que decirte.
- ¿Qué es tan urgente?- Inuyasha se estaba empezando a preocupar.
- Mi cuerpo se está debilitando. Cada día que pasa estoy más próxima a la muerte.
- ¿¡Cómo?!
- La bruja que me resucitó no lo hizo correctamente y mi cuerpo se va deteriorando poco a poco. No podré aguantar mucho más.
- ¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudarte?- preguntó Inuyasha desesperado.
-¿Estarías dispuesto a hacer cualquier cosa?
- Lo que sea.
-Vente conmigo al infierno ahora.
- ¿Así, sin despedirme de nadie?
- Sí, te he dicho que mi fin está próximo, cada segundo en esta vida es una tortura para mí.
Inuyasha estaba confuso. No quería marcharse de repente sin despedirse de Kagome, Miroku, Sango, Shippo y todas aquellas personas que le habían aceptado a pesar de ser un medio demonio al que mucha gente despreciaba. Pero por otra parte, él amaba a Kikyô, tiempo atrás le había dicho que iría con ella al infierno y hacía unos momentos que le había prometido hacer cualquier cosa para ayudarla.
- De acuerdo, Kikyô.
La sacerdotisa sonrió y levantó los brazos. La tierra se hundió y bajo sus pies apareció la entrada al infierno. Kikyô dio un paso hacia delante arrastrando a Inuyasha con ella. El medio demonio, convencido de que estaba haciendo lo correcto, caminó más deprisa quedando delante de la sacerdotisa. De repente, sintió como una mano le empujaba haciéndole perder el equilibrio y otra le arrancaba los fragmentos de la esfera que llevaba con él. Solo le dio tiempo de volverse para ver a Kikyô y oír sus palabras:
- Que disfrutes de tu estancia en el infierno, amor.
La silueta de Inuyasha se fue alejando hasta no ser más que un punto en la inmensidad. La puerta del infierno se cerró y el claro del bosque se sumió en una extraña calma. Entre los arbustos apareció una sombra.
- Sabría que vendrías –dijo Kikyô.
-No me quería perder este momento, cariño. ¿Has conseguido los fragmentos de la esfera?
- Sí, aquí están- respondió Kikyô entregándoselos.-También he conseguido librarme del medio demonio.
-Eres increíble, Kikyô- dijo Naraku mientras se acercaba a ella y sus labios se fundían en un beso apasionado.
