EL DIARIO DE JANE FOSTER
There's a fine line between love and hate.
And I don't mind.
Just let me say that
I like that
I like that. (…)
Desperate, I will crawl
Waiting for so long
No love, there is no love.
Die for anyone
What have I become?
Breaking Benjamin –The Diary of Jane
…
1
Dentro de la esfera, la nebulosa giraba; toda, revuelta en sus colores destellantes que viajaban ondulando como olas, cargando en su interior invisible los parpadeos de las estrellas y los recovecos de los mundos, en aquel baile perfecto que pocos tendrían jamás el placer de contemplar. De esos mismos pocos, eran aún menos los que conocían su capacidad para disfrutar y utilizar a su gusto aquélla habilidad, y de esos contados individuos era él, y solo él quien sabía sacarle verdadero provecho a lo que percibía.
Giró sobre la superficie sus dedos, forzando a las nebulosas a moverse más aprisa apretujándose unas a otras, estirándose y deformándose hasta que se hiciera visible lo que quería ver. Sonrió ufano, divertido, aguantando la risa, ¡cuántas veces había jurado el guardián que era él, y solo él, el único con el derecho de mirar el universo entero! Qué estúpido, él apenas y podía ver una parte del largo camino de los mundos, pero el viajar entre ellos con libertad era un don que recaía en su menospreciada persona. Se regodeaba en sus pensamientos cuando la nebulosa más pequeña, de brillante color azul apareció en la parte más externa de la esfera, y con unos golpeteos la nebulosa se abrió, dejando paso a las galaxias y constelaciones que giraban como llenas de diminutos diamantes. No era algo que le importara mucho, así que con una sacudida apartó las estrellas y se concentró en una esfera menor que se acercaba rápidamente. Un bonito planeta, patético, sí, pero con maravillas, y que si tan solo le hubiera funcionado el plan de meses antes habría sido totalmente suyo.
Alargó la mano y con el índice pinchó la esfera pequeñita, y ésta se abrió ante él con un destello dejándole ver lo que buscaba. Caras y caras, cientos de miles de criaturas débiles que no le interesaban, niños, ancianos, mujeres, todos diferentes según la parte del mundo e interesantes… curiosos, mejor dicho, a su modo.
Y entonces por fin la vio. Sonrió como de costumbre, malicioso y siniestro, mirando el ir y venir nervioso, como de un gorrión, de la mortal; le había costado su trabajo dar con ella y estaba muy orgulloso de su resultado, a sabiendas que era él ahora quien sí podía verla pero no así quien se moría de ganas de encontrarla, el inútil de su hermanastro, bruto e imbécil. ¿Cómo podría haber caído tan bajo por la influencia de esa muchachita estúpida? Ni siquiera podía decir que era hermosa, inteligente tal vez según dedujo de los vaivenes diarios de la criatura entre su trabajo y su vida cotidiana, pero más allá de eso era una persona cualquiera.
Ahora mismo Jane Foster estaba recargada contra la mesa de su departamento, pinchando sin mucho interés sus huevos revueltos y leyendo un artículo de esos en blanco y negro que tanto le interesaban sobre sus "cosas"; a él le enfadaba sobre todo verla así, con las mejillas llenas como un roedor especialmente flaco y los ojos embotados frente a esas hojas sin sentido, si lo que ella quería aprender eran las verdaderas artes del poder no iba a encontrarlas en flojas redacciones escritas por mortales ancianos y aburridos, eso lo decía él…
"Patético".
-¿Ah? –Jane levantó la cabeza, mirando asustada a su alrededor. No era la primera vez que esa vocecita insidiosa venía a fastidiarla y ya empezaba a ponerse nerviosa; no se lo había contado a nadie, y de todos modos la voz no repetía las mismas cosas siempre, pero un día por probar le comentó a Darcy, de manera encriptada, que sentía una leve molestia en la cabeza, y ésta de inmediato abrió los ojos como platos y le había dicho que dejara de trabajar tanto o se dejaría los sesos en el espacio. Era la típica respuesta de la chica pero no era la adecuada, dejar de trabajar o no no haría que la voz se marchara. De nuevo se concentró en el artículo pero las palabras le parecían volátiles: campos, atracción, gravedad, epicentro, magnetismo… ¿de qué hablaba? Volvió a concentrarse, entrecerrando tanto los ojos que parecía miope, magnetismo, luz, temblor… No, eso no tenía nada que ver con nada… ¿y en qué momento se había pasado de leer una epístola sobre la atracción gravitacional reciente a una noticia sobre un terremoto en Stone Henge?
Arrojó sobre la mesa la revista, al demonio con la gravedad y con Inglaterra, sería mejor ir a darse un baño antes de volverse loca. No tenía idea que del otro lado del universo había alguien mirando muy entretenido cómo se levantaba con el plato a medio vaciar y caminando en dirección a la ducha, dejando tirados en el camino el suéter y las botas; él se repantigó mejor, preguntándose divertido si podría aumentar el tamaño de la esfera para verla mejor, nunca antes la había mirado en situaciones tales. La había visto dormir, comer, pasearse por ahí con la chillona de su amiga, escribir, ver televisión acurrucada en ese feo sofá con el cabello revuelto y la cara pálida, pero hasta él tenía el prurito de no verla en algo más íntimo, pero hoy justamente decidió dejar ese prejuicio a un lado. Era divertido poder disfrutar de lo que su hermano no habría de ver nunca.
Jane abrió la ducha, pasando una mano dentro esperando que el agua se entibiara; en silencio terminó por quitarse las demás prendas, los pantalones cayeron justo donde habían caído las botas, se arremangó los calcetines dejándolos sobre un revistero rebosante, mal dobló la camiseta y se puso a quitarse el sostén cuando, de improviso, dio un salto y miró a sus espaldas con nerviosismo. No había ventanas, apenas y el estrecho espejo delante de la ducha que le devolvía su reflejo asustado.
-Jane, te estás volviendo loca. –le dijo a su reflejo antes de buscar los broches del sostén. Por un segundo tuvo la sensación de que alguien estaba mirándola.
La última prenda cayó. Desde su muy adecuada posición, él podía ver perfecto el contorno de la espalda de la chica, apenas y sombreada por su cabellera castaña; paseó los ojos un poco más abajo criticando en silencio su silueta; era bastante esbelta, al menos en comparación con las mujeres que él solía ver, pero supuso que para el gusto de los mortales estaba muy bien, al menos sus caderas eran suaves y redondas, las piernas igual de esbeltas y largas… pero no vio mucho más porque ahora estaba concentrado en la parte superior ya que había entrado por fin al agua.
Jane tomó un jabón de su estuche y lo restregó por su cuerpo con algo de rabia contenida, y eso él lo sabía porque estaba torciendo los labios en un mohín que la primera vez lo hizo reírse; supuso el motivo de su enojo, estaba de malas porque no había leído bien el artículo, porque no terminó de cenar, porque hacía frío y estaba sola y porque contando llevaba ya casi dos años sin saber nada de… alguien. Alguien a quien ella extrañaba y que él sabía bien que paseaba por su mente muy seguido; aún al lado de su cama, donde otra persona tendría un libro, ella había puesto su máquina de censor, esperanzada de que empezara a pitar anunciándole que su espera no había sido en vano.
No supo porqué, pero la idea lo molestó y frunció el ceño. A esas alturas no sabía quién era más idiota, si su hermanastro odioso por soñar despierto con una criatura tan ridícula, o ella por desear la vuelta de aquél bruto descerebrado; volvió a concentrarse en Jane, ahora estaba lavándose el cabello. Viéndolo bien eso le gustaba más, al menos no estaba tratando de arrancarse las hebras castañas con la misma furia que se frotó el cuerpo, parecía incluso disfrutar de esa parte del baño a juzgar por la mueca de felicidad que se dibujaba en sus labios. Él se concentró más, fijando la vista y pasándola desde los pequeños dedos de Jane atrapados en sus cabellos hasta su estrecho cuello por el que resbalaba la espuma usada, viendo con un brillo juguetón el resto de la burbujeante sustancia blanca bajar hasta sus inquietos pechos y de ahí más abajo, rozando su vientre duro y luego por el interior de sus muslos.
Hubo un respingo doble, el de Jane que abrió los ojos de golpe y sin pensarlo mucho abrió la cortina y se asomó al pequeño pasillo del baño, y el de Loki que por poco se vio descubierto en falta cuando notó a su lado un cosquilleo que le anunciaba visita. La esfera reventó, y Jane, mirando de nuevo su cara en el espejo, frunció el entrecejo y se regañó por paranoica antes de volver al baño.
Los ojos verdes del observante se fijaron en la imagen tranquila de la mujer que, con las manos entrelazadas, lo miraba con la misma compasión tierna de siempre.
-Hola, madre. –saludó sonriendo indiferente.
-¿Has estado bien? –le preguntó la mujer.
-Estaría mejor si me dejaran salir de aquí.
-Esto es lo más que he podido conseguir. La indulgencia de tu padre…
-No es mi padre. –le cortó de mal talante. Notó de reojo la expresión cansada de Frigga.
-Bien… la indulgencia del padre de todo no se extendió más allá de la preservación de tu vida. Debes entender que tus acciones no ameritaban algo mejor.
-¿Y esa indulgencia como tú la llamas viene por mí… o por ti? –preguntó malicioso. En ese momento el único disfrute que le quedaba era poder desahogarse, como fuera y con quien fuera, de la rabia que lo consumía por dentro. No le pareció extraño ver a la mujer inclinar la cabeza antes de contestar, con un hilo de voz:
-Si tan solo fueras un poco más diferente y entendieras que existen cosas que van más allá de tu control…
-No las necesito. ¿De qué me servirían esas cosas fuera de mi control, cuando puedo tener muchas más? Sería lo justo –repuso tercamente. –si me devolvieran mi derecho a ser rey.
-Ese derecho no es tuyo.
-¡Claro que lo es! Nací príncipe, ¿no es así? ¿Había alguno antes o después de mí? No.
-No tienes ese derecho aquí. –replicó Frigga perdiendo los estribos por un momento, incluso Loki lo notó y dejó de sonreír. –Existen poderes supremos que ninguno de nosotros puede dominar, poderes contra los que no tenemos defensa y por el que al final conoceremos nuestro lugar… Destino, muerte, amor… -hubo algo que titiló dentro de los ojos del joven prisionero, pero fue tan breve que Frigga apenas lo percibió. –No importa lo que pase o lo que pienses, siempre habrá algo más allá de ti, y espero que al menos eso te enseñe el camino que debes tomar.
-¿Destino? ¿Amor? –Loki soltó una risita con sorna. –Ésas cosas no sirven realmente… ¿o sí?
Cuando levantó la cabeza, sin embargo, Frigga ya se había ido. Bufó enfadado y volvió a echarse sobre el diván, volviendo a aparecer la esfera que hizo girar más aprisa; en aquella plática había perdido algunos entretenidos minutos y se moría de ganas por saber si la pobre mortal había conseguido tener algo de paz sin él respirando sobre su cuello.
Jane estaba sentada con las piernas cruzadas sobre la cama, leyendo de vuelta un cuaderno pequeño forrado por una tela brillante y azul que crujía al tacto de sus dedos; parecía distante, mucho más tranquila que cuando revisaba sus notas y revistas. Se extrañó, no recordaba haber visto antes ese cuadernito, o tal vez sí pero no le había prestado atención; Jane suspiró, cerrando el cuaderno y dejándolo a un lado, junto al censor, y luego se arrebujó en las mantas apagando la lámpara. Era hora de dormir, y por lo tanto hora de que él pudiera ver algo más, mucho más interesante que el andar diario de la mortal.
Apretó con ambas manos la esfera y la acercó a su rostro, concentrándose hasta el límite; poco a poco la esfera pareció cubrirlo y una sensación de vértigo lo invadió, sintiendo como si girara sobre sí mismo a toda velocidad pese a saberse sentado dentro de la celda. Sus pies, o algo que parecían sus pies, tocaron el suelo justo sobre la alfombra junto a la cama de Jane; miró abajo y sonrió burlón al ver junto a ésta un par de pantuflas con cara y orejas de conejitos, luego ignorando a la durmiente estiró una mano y abrió con un fluido movimiento el cuaderno. Adentro descubrió la letra de la mortal, a la que ya se había acostumbrado por incursiones parecidas entre sus aburridas notas científicas, solo que en ese género de cuero azul no había números ni ideas repentinas.
Leyó aprisa, dejando que las palabras saltaran solas a sus ojos sin prestarles demasiada atención; leyó sobre Darcy, la otra mortal chillona, sobre el profesor Selvig que tan bien le había servido meses atrás, sobre un par de mortales aburridos que la habían invitado a salir, sin éxito, sobre lo aburrida que estaba… sobre Thor… sobre el idiota Thor y lo mucho que lo extrañaba…
Sintió una punzada de enfado y apartó con tanta brusquedad la mano que el cuaderno resbaló y cayó despatarrado en el piso haciendo un estruendo que hizo saltar a Jane de la cama. A tiempo se había apartado él antes de que su presencia, invisible pero tangible pudiera ser percibida por ella, quien encendió la lámpara y vio su diario tirado junto a las pantuflas y se apresuró a recogerlo, mirando con interés la hoja en que había quedado abierta.
-"...Porque si tuviera que hacerlo, me pondría justo a tu lado, pero quisiera saber ¿te gustaría eso?... ¿Te gustaría eso?"… -dejó de vuelta el cuaderno en la mesa, cerrándolo con un golpe. –Qué tontería. –apagó la luz de nuevo y se acostó, con la sombra del pesar cubriendo su cara.
Loki ladeó la cabeza; se sentía enfermo, y no por el vértigo del viaje sino por lo patético que le parecía todo eso. Un libro sobre su hermanastro, ¡su ego volaría más alto que el techo del Valhalla! Aquéllas palabras empalagosas y suplicantes iban más allá de su interés, eran banalidades de los mortales, estupideces cursis a los que los acostumbraban para soportar mejor su frágil condición. Muerte, destino, amor…
La esfera cayó y pareció partirse en mil pedazos sin ruido, envolviendo todo de un tenue color esmeralda. Loki se acurrucó en el diván apretando los labios, de pronto se había sentido más abandonado que nunca.
…
Holi n.n le yo en un nuevo fanfic de una de mis parejas (medio) canon favoritas. El mundo necesita más Lokane, eso digo yo. Bueno comencemos con el consabido:
Disclaimer: como es obvio, Thor y sus respectivos personajes no me pertenece, porque si así fuera habría mucho Lokane pululando en los comics. La historia aquí presentada se encuentra ubicada entre el final de Los Vengadores y el inicio de Thor the dark world, PERO no sigue la línea de la película. ¿Qué si saldrá Malekith? Ah claro, lo necesitamos. ¿Qué si Jane tendrá metido el Éter? Hmm… sí, pero nos saltaremos la descripción de esa parte porque ya nos la sabemos y habrá otras cosas. ¿Habrá lemon? No sean golosos (?) hay más que ofrecer en el Lokane… mucho más :D
