Capítulo 1

Capítulo 1. Natsuki

Natsuki Al-Assad se dirigía a la reunión de último minuto que había creado su hermano Ryoma. Nada le irritaba más que una reunión mal planificada. Después de todo, el tiempo era importante para ella y desafortunadamente parecía nunca tener suficiente de éste. Las ocupaciones de la hija de un apoderado millonario árabe no eran pocas. Mantenerse ocupada le encantaba, pero su principal objetivo había sido siempre tener la máxima libertad y el máximo control sobre todos los aspectos de su vida.

Iba a salir de su habitación cuando………..

-Irasshaimase Ojô-sama. Se giró sobre si misma y ahí estaba él. Moreno, alto, musculoso, un adonis, pero no para ella. Según su padre este era el hombre ideal para ella, pero casarse no estaba en la lista de cosas probables de Natsuki.

-Porqué me hablas en japonés. A pesar de mis raíces, aquí solo hablamos árabe.

-Ryoma me dijo que irías a Japón de vacaciones.

-Gomen nasai, lo había olvidado. Adiós.-

Natsuki cortó bruscamente la conversación. Steven jamás cesaría su empeño de acosarla y su padre no dejaba de presionarla para que se casara con él. Para todos Steven era el hombre perfecto, pero no para ella. Levantó su mano para decirle adiós y se dirigió hacia la reunión con su hermano.

- Ya me oirá el maldito- dijo para sí.

Los pasillos de la gran mansión eran amplios. Suntuosos, elegantes, derrochaban poder, tal como sus padres y su hermano Akaya. Por su parte, ella y Ryoma eran muy diferentes. Se amaban. Era su hermano mayor, su confidente y amigo.

- Ohayou gozaimazu, Onee chan -dijo para su hermano

Este la miró frío. El muy maldito de Steven se lo había dicho ya y tendría que lidiar con su hermana y sabía lo que le esperaba.

-Natsuki, antes que nada, necesito que entiendas que he planeado esto por tu bien.
-Contínua, Ryoma, no me hagas perder el tiempo y ve al grano.
Papá te casará en un mes.

Se quedó fría, muda. No es que no le gustaran los hombres, lo que no deseaba era someterse a los deseos de nadie, como había propuesto su padre. Esa era la tradición familiar, matrimonios arreglados, pero a ella le importaba un pepino. Ya tenía 20 anos, dos años más de lo permitido en la tradición de sus familias. Su madre, hermosa mujer, aseguraba que había sido feliz cuidando de su marido.

Su padre, Rachid, era un hombre tradicional y punto. Al conocer a quien sería su futura esposa, Amira, le obligó a dejar la danza familiar, la guitarra y el canto. Amira era japonesa de la familia Meng, y Rachid, árabe de la familia Al Assad. La familia de Rachid suplía de telas preciosas a la familia de Amira, y sus padres habían planificado su matrimonio por conveniencia desde que tenían cinco años. Natsuki se negaba a creer que su madre no se había arrepentido de abandonar su en Tokio, amigos y carrera artística, y ella desde luego no estaba dispuesta a pasar por lo mismo.

- Alá…….
- No te preocupes, he ideado un plan.
- Dimelo, rápido, creo que moriré ahora mismo.
- Como sabes estoy terminando la universidad y debo hacer mi tesis de grado
- Y?
- No puedo hacer el proyecto de investigación sólo, así que tú vendrás conmigo y me ayudaras. Tengo unos amigos, él no sabe donde estarás, es una aldea escondida de ninjas y…

- Queeeeeeeeeeeeeeeeeee.- Su hermana se sobresaltó

- Quieres escucharme o no?

- Continua

- Te acuerdas cuando era niño y fui de vacaciones con el tio Kaídoh? Pues allá conocí un amigo de él. Ellos no se veían desde hace mucho tiempo y deseaban hacer las cosas que siempre le han gustado al tío: jergas, mujeres, sake….

- Pervertidos

- Bien, pues mientras Jiraiya y el tío se fueron me dejaron en la aldea. Allí conocí a grandes ninjas, los mismos que me enseñaron lo que se en defensa ahora mismo.

- A que viene esa explicación.

- Nat, los ninjas son gentes de fiar, increíblemente confío en ellos, sobretodo en su Hokage, ellos te cuidaran. Ya he hablado con ella y m e dijo que te asignará al mejor Ninja que tiene en su equipo para que te proteja. Sabes bien que cuando papá se de cuenta de nuestro plan irá en tu búsqueda. Lo sabes, ¿verdad?

- Si.- Asintió con tristeza. Su hermano como siempre, solo quería protegerla. Lo amaba por eso. – Me iré, Ryoma. Espero no morir de aburrimiento.

- No lo harás, es más aprende a defenderte, con lo buena que estás….

- No seas ridículo o te pego ahora mismo.

Esos eran ellos dos. Su lema de siempre: Ryoma y Natsuki contra el mundo.

Al día siguiente Natsuki hacia sus maletas, mientras pensaba en la locura que estaba por cometer para escapar de su padre. ¡Dios esto no era justo! Era pleno verano, acababan las vacaciones. La justicia se resumía a una soleada playa, baile, música, un poco de tenis para mantenerse en forma y, como no, quizás un amor furtivo.

Su padre aceptó de malas ganas. Ryoma le había dicho que su hermana sería de gran ayuda, que solo sería un mes para la recopilación de datos y que estarían de regreso para el compromiso. Su padre le creyó.

Natsuki ya estaba lista para partir, sabía que Ryoma siempre se salía con la suya. La única persona que puso un pero al asunto fue Akaya, el muy maldito siempre había sido un antisocial, antipático, ¡antitodo! Diablos, lo amaba porque era su hermano, pero no le gustaba su forma. Akaya siempre influía sobre su padre, Natsuki sabía que si lo proponía él podía hacer que su padre cambiara de opinión, pero no le dio importancia al asunto, porque Ryoma si que había elaborado un buen plan.

Hacer maletas la hastiaba. Ropa cómoda, talvez en verdad un poco de ejercicio y defensa personal le vendría bien. Necesitaba olvidar que en un mes su sentencia sería firmada. El muy idiota de Steven se convertiría en su marido y ella lo odiaría por siempre. Necesitaba su libertad, esa era su felicidad, ser libre era igual a ser feliz. Claro que quería una relación, pero no había conocido a un hombre que le pusiera los pelos de punta, hasta el día en que puso un pie en la Aldea Oculta de Konoha.