CAPÍTULO 1.
Cogió la primera calle que salía a la izquierda intentando despistarla, sabiendo sobradamente que estaría desierta. Notaba calambres en las piernas y cómo sus pulmones ardían con cada bocanada de aire. No podía seguir corriendo, necesitaba parar. Miró hacia atrás, ¿la había despistado?
Se detuvo para intentar recuperar la respiración. Sin poderlo evitar, las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Apoyó su espalda contra la pared y se dejó caer poco a poco hasta sentarse en el suelo, con la cabeza entre las piernas mientras las lágrimas seguían saliendo de sus ojos y su corazón palpitaba con fuerza contra su pecho.
Unos pasos avanzaron hacia ella. No podía levantarse y seguir corriendo. Ni podía, ni quería. La mujer llegó a su lado y se plantó en frente.
— Dispara— dijo con la voz rota sin levantar la cabeza.
Oyó como la mujer cargaba la pistola.
— Dispara — repitió, levantando la mirada y clavando sus ojos en los de la otra mujer, sin dejar de llorar.
Aquellos ojos le devolvieron la mirada. Su mirada no era en absoluto como la recordaba, había cambiado, había algo que no estaba tiempo atrás… O más bien al contrario. No había nada. Eso la rasgó por dentro.
— ¡Hazlo! — gritó Root mientras detenía las lágrimas que caían por sus mejillas con la palma de su mano.
La mujer se limitó a dar un paso hacia ella, manteniendo su fría mirada sobre sus ojos marrones.
— ¿Qué te han hecho? — dijo Root, empujando su espalda contra la pared para coger impulso y levantarse
La mujer empuñó el arma con más fuerza al ver a Root incorporarse y de dos rápidos pasos acortó la distancia que las separaba, apretando el cañón de su pistola contra el pecho de Root, preparando un tiro a quemarropa.
— Siento que hayas tenido que pasar por lo que sea que esa gente te haya hecho, nunca debí permitirlo… Durante casi un mes, deseé con todas mis fuerzas que estuvieras viva. Pensé que podía encontrarte… Pero pasaban los días, y me di cuenta que prefería pensar que estabas muerta antes que pensar que alguien te estaba haciendo daño y yo no podía hacer nada para evitarlo. En el fondo, sabía… sentía, que estabas viva… Pero me rendí, dejé de buscarte… No debí hacerlo… Ojalá algún día puedas perdonarme… — dijo Root, totalmente sorprendida de que la mujer que apretaba una pistola contra su pecho la hubiese dejado decir lo que quería decir, y volviendo a notar las lágrimas calientes por sus mejillas
Algo parecido a un ceño fruncido se reflejó en su cara, algo parecido a confusión se reflejó en sus ojos. Fue solo un instante, antes de volver a su mirada vacía.
— Completa la misión, Sameen —dijo Root, volviendo a agachar la cabeza.
Sameen… Un fuerte dolor de cabeza la aturdió y la inundó de ira. Un disparo. Un fuerte quejido. Otro disparo. Silencio.
