Renuncia de derechos: Harry Potter y todo su universo son propiedad de J. K. Rowling, empleo parte de ello sin fines de lucro. Por otra parte, trama y algunos personajes sí son míos, por lo que me reservo su uso.
El presente texto participa en el Mini Reto de febrero de "La Copa de la Casa 2014–2015", del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Amor naciente.
No eran buenos tiempos. Todos temían por sí mismos, por su familia y sus amigos; por lo tanto, enamorarse estaba en el último lugar en la lista de prioridades para todos aquellos que, de una forma u otra, pelearan contra la tiranía de El–Que–No–Debe–Ser–Nombrado y sus mortífagos.
Sin embargo, en los corazones de la gente no se manda.
Hannah Abbott había regresado al colegio por la nueva política del Ministerio, no muy feliz de entrar a sexto, y menos cuando el ambiente en Hogwarts no era el mismo de siempre. Se decidió a apoyar a Lovegood, a la chica Weasley y a Longbottom porque le parecía que tenían razón. Quería que aquel sitio del saber volviera a ser lo que era, y no una extensión más del terror.
Sus motivaciones sufrieron una ligera transformación después de que decidiera, por su seguridad, instalarse en la Sala de los Menesteres.
En aquel sitio, procuraba dar apoyo moral a los más jóvenes y escabullirse con Pomfrey para conseguir lecciones sencillas de sanación o material de curación. Le agradaba ser útil, pero al mismo tiempo no le parecía suficiente. Su madre murió por defender su postura ante la magia tenebrosa, ¿acabaría ella igual? Temía que sí, de seguir las cosas como estaban.
—Buen trabajo, Abbott.
Longbottom le dijo eso una vez, viendo cómo ella vendaba cuidadosamente la mano a un chico, y por alguna razón se puso tan nerviosa que no atinó a contestar.
La rubia pensaba que sus esfuerzos eran pequeños, casi insignificantes, que nadie los notaba. Incluso llegó a creer que ella misma resultaba invisible en el engranaje de la rebelión estudiantil.
Pero Longbottom la había notado. No importaba que le dispensara la misma cortesía que a otros en aquella habitación cambiante, o que solo quisiera mantener su ánimo. Hannah apreciaba el gesto igualmente, así que sonrió sin que él la viera y trabajó con mucho más ahínco, deseosa de repetir el encuentro y, ahora sí, poder contestar algo decente.
Poco imaginaba ella que Neville Longbottom la notó precisamente por su forma de ayudar, sencilla en apariencia pero a la vez bondadosa y humilde. El muchacho estaba convencido, desde hacía tiempo, que Hannah era una "buena chica", pero la crisis le hizo ver cuánta razón tenía.
Ninguno de los dos sabía entonces hacia dónde los llevarían sus sentimientos, pero agradecían el tenerlos en aquellas horas oscuras.
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Bienvenidos sean a mi participación del mes en la Copa de la Casa.
El reto consistía en que se nos sorteaba una casa, para así escribir sobre pareja de lo que te tocara y tu propia casa. Como soy de Hufflepuff y me sortearon Gryffindor, ¿por qué no honrar una de las parejas canon de la saga? Es poco lo que ha dicho JK respecto a Neville y Hannah, por lo que aproveché del curso 1997–1998, en el cual creo que esos dos pudieron empezar a acercarse.
Mención aparte para mis teorías sobre Hannah: lo de ella recursando sexto es comprensible si en HP6 se marchó del colegio cuando su madre fue asesinada "y desde entonces no habían vuelto a verla". Por otro lado, que sea la sanadora de emergencia en la Sala de los Menesteres recuerdo haberlo leído por primera vez en un fic de Nea Poulain, y considerando lo que luego soltó JK (que Hannah quería ser la enfermera de Hogwarts), pensé que encajaba.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
