Autor: Srita. An
Pareja: Sasuke/Hinata
Género: Romance/Drama.
Disclaimer: Cada quien sus cosas, Naruto no me pertenece y no deseo que lo haga. Porque me gustan más las cosas ajenas que las propias.
Beta Reader del Preludio-1: Luka-Sama. Del 2-¿? S/B.
Advertencias: Ooc, AU, lenguaje soez, violencia poco moderada.
Rapsodia a la tristeza.
«"Una vez que esto termine te acompañare a donde quieras, ya sea al infierno o debajo de las sabanas."
—Alguien a una cortesana.»
1era. Parte: El escarnecer de las plumas.
Preludio.
La primera vez que Sasuke visito aquel lugar tenía 15 años, y aún era demasiado joven para muchas cosas.
Madara fue quien lo llevo.
Ese día la lluvia caía a cantaros por toda la ciudad, inundando las coladeras que soltaban un fétido olor al momento de gorgotear. Un típico día de lluvia que promete tener secretos escondidos tras el incansable sonido de las gotas al caer.
Él y Madara se encontraban frente a una floristería, que en lo alto tenía un enorme letrero de madera que recitaba en hermosas letras doradas y cursivas la leyenda: La florería; que resaltaba cual cana blanca en una espesa cabellera negra, en ese asqueroso barrió lleno de basura y ratas, él pensó que aquello era de lo más estúpido, y arrugo la nariz al oler el horrendo hedor proveniente de todos lados, sin embargo relajo aquella expresión en el momento en que Madara, abrió la puerta de aquel negocio sonando un tintineo proveniente de la campana que colgaba encima de ellos y un fuerte aroma dulzón azoto sus fosas nasales.
Un dulce aroma que atraería a cualquiera. Como abeja a la miel.
Sasuke enarco una ceja al ver el enorme contraste que producía el estar dentro o fuera de la floristería respectivamente; afuera todo era un lio de calles inundadas, negocios abandonados y perros callejeros famélicos, mientras que por dentro el lugar parecía sacado de un cuento de hadas, con decenas de flores de todos los colores y tamaños, elaborados arreglos adornaban mesillas, y una que otra planta medicinal o rosas, colgaban de sus tallos en exquisitos ramos de naturaleza seca. Las paredes eran de un suave tono lavanda y los estantes de madera negra estaban atiborrados de cajas de Te e inciensos.
Sasuke dejo de prestar atención al lugar en el momento en que Madara poso una de sus largas y toscas manos en su hombro. El muchacho lo miro en una incógnita, pero el hombre llevo su dedo índice hasta los labios en un ademan que le indicaba que guardara silencio, Sasuke conocía esa mirada en los ojos de Madara, de que pronto entendería todo.
El menor formo una línea recta y rígida con la boca, y frunció aún más el entrecejo en señal de su descontento, odiaba la sensación de no saber qué ocurría a su alrededor.
Madara ignoro el gesto y avanzo hasta la única vitrina, que exhibía diferentes tipos de flores prensadas y que en la parte superior tenía una campanilla de recepción, que brillaba como si fuera de oro.
Sasuke se preguntó:
¿Cómo podía existir algo así en un lugar tan lúgubre como ese rincón de la ciudad?
Después de todo, para ir por aquellos lares tendrías que ser un pobre infeliz que desea comprar droga o un suicida en potencia; llego a una sola conclusión: algo ocultaba esa florería.
Su instinto le gritaba que algo ocurriría.
Su teoría fue casi comprobada en el momento en que un hombre de anteojos, ojos amables y sonrisa ladina, vestido con una elabora Yukata de bordados, acudió en cuanto se hizo sonar la campanilla.
Madara lo saludó efusivamente y luego los presento como Kabuto el ayudante del dueño de la florería y Sasuke su lindo protegido, el muchacho hizo un esfuerzo monumental por no vomitar ante aquel verbo descriptivo.
—Ah ya veo. Es el joven del cual nos hablaste. —Madara asintió. —El hermano menor de Uchiha-san. —Continúo y Sasuke apretó los dientes al escuchar lo último.
—Cumplió 15 hace una semana. —Hablo Madara y el menor se preguntó internamente a que venía eso.
—Apenas 15. ¿No cree que sea muy joven? —Cuestiono Kabuto y le hecho una mirada fugaz al muchacho.
¿Acaso todo ser que conocía debía recalcarle su edad en la cara?
Madara golpeo el hombro de Sasuke quien seguía con el rostro completamente rígido.
— ¡Tonterías! Esa edad tenía Itachi e incluso yo la primera vez que venimos.
Sasuke puso interés en aquella extraña declaración, tratando de descifrar esas palabras y el sospechoso brillo en los ojos de Madara.
Kabuto suspiro y guardo las manis entre las mangas de su Yukata de manera que quedaran ocultas en el traje, él a pesar de los años de conocer aquella familia, seguía sin entender a los Uchiha.
—Uchiha-kun le mostrare un catálogo. —Dijo esta vez prestándole su atención al menor.
—Escoge bien muchacho. —Madara le palmeo la espalda, y Sasuke quien se había mantenido al margen de la situación hasta el momento, exploto.
— ¡Joder, ¿De qué mierda hablan?! —Los hombres callaron algunos segundos, hasta que Kabuto reacciono y golpeo el puño en la palma de su otra mano.
Una expresión que solo un idiota podía usar.
—Oh, ¿Madara-san no te ha dicho? —Cuestiono y lanzo una mirada desaprobatoria al otro hombre, quien encogió y luego dejo caer los hombros.
—Quería que su regalo fuera una sorpresa. —Expreso y un tic surgió en la ceja del menor, Kabuto rio.
—Entonces esta vez me toca explicar. —Hablo divertido, era de las pocas ocasiones en que podía darse el lujo de ver la cara de sorpresa de algún cliente nuevo. —Dígame Uchiha-kun ¿le gustan las flores?
—No.
—Un cliente difícil ehh~. —Kabuto se llevó la mano al mentón, este Uchiha era interesante, casi tanto como el amable Itachi y su retorcida manera de hacer el bien. —Tendré que sacar la artillería pesada. —Declaro. — ¿Le gustan los pájaros? Contamos con algunos especímenes realmente maravillosos.
—Preferiría que le dieran algo de acuerdo a sus estándares. Después de todo quiero creer que es su primera vez en este tipo de situación. —Declaro Madara y Sasuke lo miro con rencor al seguir sin comprender absolutamente nada, mientras Kabuto asentía.
Sasuke estaba más que frustrado, aquellos hombres apenas lo tomaban en cuenta y eso hacía que su ego hirviera de la rabia. Hasta el momento lo único que lograba entender era que Madara lo llevo a ese negocio con la intención de darle un regalo por su cumpleaños, pero en que parte de la cabeza de ese hombre cabía la idea de que él deseaba una estúpida maseta con plantas como regalo; al menos también le ofrecieron aves, que pese a ser una lata, en algún momento de su vida convivió con ellas a gran medida. Su madre amaba los pájaros.
Él bufo como respuesta.
—Madara-san ha pedido que le ofrezcamos algo que se adapte a usted; es joven y por lo tanto inexperto en… —Kabuto carraspeo intentando disimular una risilla. —Ciertas materias. —A completo y el muchacho lo maldijo mentalmente. —Por lo tanto le ofrezco un lindo Ruiseñor, es un pájaro sorprendentemente ocurrente, usted solo tendrá que disfrutar de ya sabe, su compañía.
Sasuke se cruzó de brazos severamente irritado ante tal opción, en su mente tenía la idea de que le ofrecieran un ave más exótica, pero no estaba dispuesto a permanecer más tiempo en ese lugar que le daba tan mala espina.
Y entonces justo cuando iba aceptar, un viejo recuerdo, tan enterrado en sus memorias que ni el mismo era consciente de poseerlo, llego a su cabeza en una descarga eléctrica que dilato sus pupilas.
«–Una vez un Mirlo me hablo…»
La nostalgia lo invadió ante aquella voz y dedos cálidos que jugaban con su cabello, y él sin estar consiente aun de lo que decía, hablo.
—Un Mirlo. —Trago seco. —Quiero un Mirlo. —Repitió con voz firme.
Si iba aceptar un pájaro, seria aquel, aunque en realidad no estuviera muy seguro del porqué.
Kabuto sonrió. Una sonrisa demasiado ancha y ladina como para pasar desapercibida.
—Usted tiene un gusto idéntico al de su hermano. —Dijo y acto seguido les pidió que lo acompañaran.
Él los guio por la única puerta trasera del local, los tres avanzaron por un largo pasillo. Sasuke aun desconcentrado por el descubrimiento de aquel recuerdo incompleto, trato de ignorar el hecho de que mientras seguía absorto en sus pensamientos, hubieran llegado a un elevador que estaba impregnado con aroma a tabaco, Kabuto les dijo que un cliente que llego antes que ellos disfrutaba demasiado de los puros que ofrecían.
A estas alturas el menor no se sorprendió cuando el elevador los dejo en un pasillo considerablemente largo.
Kabuto detuvo el paso y volteo a verlo.
—Uchiha-kun. —Lo llamo con tono sereno, que él relaciono con hipocresía al igual que la sonrisa ladina que le profesaba. —En este lugar solo tenemos tres reglas. —El hombre levanto el dedo índice. —Primera, todo lo ocurre aquí se queda aquí. —Alzo el dedo corazón acompañando al anterior. –Segunda, absténganse de maltratar más de lo debido a nuestros productos, claro si son desobedientes o lo agreden puede regañarles e incluso golpearles, pero tenga cuidado con que no se le pase la mano, después de todo no son desechables y se comparten con otros clientes. —Levanto el dedo anular. —Tercera, jamás se les quita la marcara.
Sasuke poso su mirada en Madara y lo miro con extrema desconfianza, el hombre le dio una sonrisa chueca.
—A este lugar solemos venir las personas de nuestro estatus para divertirnos un rato. —Dijo Madara con voz ronca.
La mente de Sasuke comenzó a conectar todo justo en el momento en que, quedaron frente a una enorme puerta de madera con detalles de flores y aves tribales gravadas en la misma.
Kabuto toco 4 veces con un extraño ritmo y por debajo de la puerta se deslizo una tarjeta con un pétalo prensado, al anfitrión solo le bastó con darle una mirada fugaz para reconocerlo.
—Lirio blanco. —Pronuncio y la enorme puerta se abrió lentamente, dando entrada a los tres varones, y entonces en la mente de Sasuke todo cobro sentido.
Aquel lugar era un prostíbulo.
A favor de la Campaña "Con voz y voto",porque agregar a favoritos y no dejar un comentario es, como han dicho otras autoras:"como manosearme la teta y salir corriendo."
18/10/2014. Sábado.
