Summary: Draco Malfoy lee pensamientos ajenos, pero uno en especial llama su atención. Harry Potter piensa en el rubio y no precisamente como un enemigo, más bien como un "fruto prohibido".

Notas: Regalito para mi queridísima ultra best friend in the World, también mi compañera fiquera y por supuesto, mi socia: Deelit Este fic está dedicado con mucho gusto para ella en este 1st of june, para sus 16 añotes cumplidos (ya ves, tu presentimiento de que ibas a morir a los XV fue erróneo) y que siga cumpliendo más y más (por lo menos hasta que acabe el fic). Ésa fue mi hermana gemela malvada, no hagas caso, bueno… vive más años. Más a parte acaba el fic vale? XD.

Bueno, y gracias a todos los que sintonizan este fic, espero que les agrade XD y dejen un rewicito (tu también Dee), aunque sea peque, para el nuevo comienzo de esta locura y continúen leyendo, no se me pierdan… y pues si no les gusta, ni modo (espero que por lo menos a Dee le guste, que si no, no vuelvo a dedicarle nada –y espero que continúes leyendo, malvada-). Basta de hablar. Síganle leyendo.

Advertencia: Contenido slash… shonen-ai, tal vez yaoi… significado: Alejaos homofóbicos con malas intenciones. Leelo: bajo tu propio riesgo. Bienvenidas fikeras adoradoras de lo gay y de la hermosa y sublime pareja: Harry x Draco. Amor, erotismo y todo lo que conlleva la relación.

Notas IMPORTANTES:

"---": Pensamientos

"---": Pensamientos de Harry

¤ Pensamientos Ajenos ¤

Producción, dirección, blabla: Anne Darket®

Dedicado con mucho cariño: Deelit (0dz!tα)

Capítulo Primero: Abre y cierra la mente…

Agradecimientos especiales a: LadyMoon

La gloriosa y escultural figura del joven, cuyo cabello rubio inconfundible y ojos plateados, había sido manchada, embarrada y apestada por una sustancia parecida al color de la berenjena, con un terrible olor a leche putrefacta y de una viscosidad semejante a la de la clara de huevo. El enrojecido rostro podría ser a causa de sus recientes vacaciones a Cabo, o bien por la furia incontrolada que amenazaba con explotar en una maldición imperdonable contra el torpe de Neville Longbottom, éste último sin saber si correr, quedarse inmóvil o desaparecer. Finalmente, el profesor perteneciente a la materia que estudiaban se acercó, con paso acelerado y firme. Severus Snape no toleraría tan grave falta contra la figura "indefensa" de su queridísimo ahijado, cuya única culpa había sido haber estado frente al torpe Gryffindor.

-Cincuenta puntos menos para Gryffindor por su falta, veinte menos por haber atentado contra un Slytherin y otros veinte por quedarse boquiabiertos sin ayudar en nada. Limpiarán todo el desastre que han causado en este instante.- Gritó a los confundidos leones que se encontraban, para su desgracia, en el mismo grado que Neville y por lo cual no reprocharon, porque si miraban fijamente el rostro intimidante del maestro, descubrirían con temor que un tic correspondiente al "estoy totalmente enojado, no contradigan o les irá peor" no paraba por más que él, controlador de sus emociones, lo deseaba. A parte, sólo era cuestión de blandir su varita.- ¿Draco?- el chico volteó, estableciendo contacto visual con el profesor- ve a limpiarte.

El rubio obedeció sin objeción, varios "gatitos" ya habían empezado con risitas al ver la "graciosidad" provocada por uno de sus compañeros. Salió eufórico, tajante y más agresivo de lo normal, o al menos así lo vieron algunos; no antes de darle un empujón que hizo perder el equilibrio al pobrecillo Neville, pero él, indudablemente, se había ganado una razón más para ser odiado por las serpientes. En una mesa alejada del tumulto, un chico de ojos esmeraldas, una joven de cabello castaño muy alborotado y un pelirrojo, observaban la divertida escena, sin atreverse a alzar la voz, suficientes puntos perdidos por el día. Aunque, no cabe la duda de que ver a Draco con una sustancia babosa cubriéndole el cuerpo, era magnífico para empezar el día.

Volviendo al rubio pegajoso, caminaba hacia la entrada de la casa de Slytherin, pensando en saltarse la siguiente clase por una excusa que bien valía la pena usar. Al entrar a la sala común no divisó a nadie, todos, seguramente, estarían en sus clases matutinas. Bien, eso lo calmaba mucho más. Entró al espacioso cuarto que estaba reservado con una placa grabada con su bellísimo nombre y que pendía de la puerta, en un hechizo de levitación; se miró en el espejo y no le pareció por nada gracioso su aspecto. Se aseó con un movimiento de varita, quitando el pegamento que traía adherido y fue a tomar una refrescante ducha que habría durado todo el periodo de la clase de Transformaciones, sino fuese porque un chico de su clase, afro-americano por nacimiento, irrumpió en el sublime acto… ¡claro! por órdenes de la maldita McGonagall. Tuvo que interrumpir su baño y vestirse, después de haberse secado con un hechizo. Salió para ir a la maldita clase de Transformaciones, para su desgracia.

Lo bueno o malo, dependiendo del punto en que lo vean, antes de que pudiese llegar Draco Malfoy siquiera a la mitad del recorrido para ir al salón donde se impartía su materia menos favorita, un repentino mareo le llegó como por arte de magia y tras ello vino un desmayo inevitable, con el desagradable golpe contra el duro suelo por el que caminaba. La inconciencia repentina, le provocó un sueño involuntario; una serie de voces confusas que gritaban "¿Qué pasa? ¡Draco Malfoy está inconsciente! ¡Se lo merece! ¡Es un tonto! ¡Babotas!". Pronto descubriría que tales voces no eran ruidos provenientes de un sueño, ni de su realidad; porque al abrir los ojos y recuperar un poco la conciencia, cayó en la cuenta de que las voces seguían como si nada, a pesar de que nadie, ¡Nadie! hablaba. Tapó sus oídos en un vano intento por ahuyentar todo aquel ruido que se amontonaba a su alrededor; rápidamente, el padrino adorado del chico se acercó a su ayuda, pero Draco se sentía terriblemente mal, el espantoso dolor le taladraba la cabeza y la desesperación de no poder alejarse de aquella pesadilla, no ayudaba mucho al hecho de hacer que el rubio se sintiera mejor, al contrario, contribuía a la gran labor de "vuelvan loco a Draco Malfoy".

-¿Qué pasa, Draco?- preguntaba el profesor Snape al ver como Draco contraía sus piernas hacia el pecho y tapaba con torpeza y locura sus oídos. Pronto aplicó un hechizo tranquilizador. Al ver como Draco volvía a caer en un profundo sueño, lo levantó, cargándolo en sus brazos, y lo llevó a la enfermería, donde la amable señora Pomfrey aseguraba con rotundidad que el joven Sly estaba perfectamente, sin golpes en el cuerpo y mucho menos en la cabeza. Severus, preocupado, se quedó a lado de la camilla del señor Malfoy, esperando que despertara pronto del letargo en el que lo había metido; sin nadie más que él a su lado.

Nuevamente, cuando Draco recuperaba el conocimiento de todo lo que lo rodeaba, escuchó la voz de alguien cercano y muy conocido; Era fuerte, varonil y sin tono alguno, sin dudarlo afilió aquellas características a la voz perteneciente a Snape. "Y ahora, ¿qué voy a hacer? Tal vez fue por la culpa de Longbottom." Abrió los ojos y lo vio, era su padrino y profesor, el único en aquel saloncito. Ocupaba una silla a un lado de su cama.

-¿Draco? ¿Cómo te sientes?- "¿Estará bien? ¿Y si no lo está? ¿Si sufre de amnesia o algo peor? Lucius me colgará sin pensarlo dos veces, tengo que remediarlo aunque esté mi siesta de por medio"

-No tengo amnesia, al menos recuerdo que hace unos momentos me cayó una viscosa masa de poción sin nombre que había salido de las torpes manos de Neville. Descuida, Lucius no te colgará, tal vez sólo te mate con un Avada Kedavra y no creo que tu siesta esté en juego debido a que, obviamente, estoy en perfectas condiciones. En pocas palabras, sí, estoy bien.

-Draco, no deberías entrometerte en los pensamientos de los demás- "Usaré oclumancia, ahora no podrá leer mis pensamientos; aunque me pregunto ¿cómo carajo penetró mi barrera que siempre está alerta?"

-Pues, aunque uses oclumancia sigo leyendo los pensamientos y la verdad es que no tengo la más mínima idea de cómo lo hago. Tal vez sí fue la poción que preparó el apestoso gryffindor.- Se frotó los ojos con los dedos de la mano izquierda. Estaba débil. De pronto, escuchó unos pasos detrás de la puerta, eran chicas a juzgar por sus pensamientos. "Maldita Melissa, es una perra que quiere andar con mi novio, pero no se lo permitiré". Mientras que la otra chica tenía en mente: "¿Cómo le bajaré a Helena el novio? Yo soy mucho más bonita". Pero a Draco no le interesaba oír tanta cursilería, así que cerró la mente y descubrió algo insólito y que lo maravilló. Se percató que cuando hablaba con Snape, le interesaba lo que pensara y abría su mente para recibir los mensajes, mientras que con las bobas que pasaban frente a la enfermería, no le importaban en absoluto y si cerraba su mente no entraba nada a su cabeza que no fueran sus propios pensamientos. Podía controlarlo a su antojo con gran facilidad. Y para que su querido profesor no lo retuviera más para ir a hacer travesuras, se hizo el sorprendido y… - Ya no lo puedo escuchar. No lo sé, es como si hubiera perdido el don.- Para ver qué tanto había convencido a su autoridad, penetró en su cabeza. "¿Dirá la verdad?"

-Apuesto que está pensando aún en su maravillosa siesta que le quitaré si no me "recupero".

-Creo que está mejor, señor Malfoy, podrá irse en cuanto la señor Pomfrey le de el alta.

-Tengo que ponerme al corriente de lo que hicieron hoy, porque si no, mañana la profesora McGonagall me molestará por faltar y por no hacer la tarea. En serio, necesito irme.- Draco vio como Severus lo meditaba, y aceptaba moviendo la cabeza en afirmación y poniendo los ojos en blanco.

-Gracias.- gritó Draco cuando iba saliendo.

Caminó por los largos pasillos de Hogwarts, esperando encontrarse con su presa; mas... nadie aparecía para que él probara aquel talento sin igual que le había regalado un pobre leoncito, nada más por ello, no sería el primero al que molestara. Más bien pensaba en un chico de lentes con ojos de esmeralda brillante, de cabello azabache muy despeinado, con sonrisa boba que a pesar de todo era blanca y brillante, con una cicatriz singular y nada usual, parecida a un rayo…

Harry Potter, a quien esperaba encontrarse, apareció repentinamente, en uno de los pasillos, con la mirada perdida; aunque al ver a Draco, se tornó furiosa, caprichuda.

-¿Potter? No me lo puedo creer, que casualidad.

Pero aquello no era casualidad.

"Se supone que debe estar en la enfermería, aturdido e incapaz para que yo lo visite, le ayude y tal vez, si antes que yo me vaya aún no está despierto, lo bese".

-¡¿Qué dijiste Potter?!- dijo Draco, sorprendido, no se esperaba tal pensamiento.

-Nada Malfoy, alucinas- "Espero que sea conmigo"

-¡¿Yo?! ¿¡Contigo!?

-¿Conmigo qué?

Quiso no leer sus pensamientos, pero era inevitable.

"Maldito Malfoy, siempre queriendo atraer la atención de cualquiera; ¿por qué no se puede conformar con mi atención? ¡Oh! porque es Malfoy… Si él supiera…"

Pero Draco no quiso saber más, salió corriendo despavorido. La broma ya no le gustaba para nada…

Continuará…

Bueno, he aquí mi locura. Gracias por leer y si dejan comentario me sentiré, a parte de agradecida, feliz y lista para subir el siguiente capítulo.

∙∙∙● Adelanto: ●∙∙∙●

Capítulo Segundo: Lo que Harry quiere…

¿Rewicito? Go! XD