Disclaimer: Ni Los Juegos del Hambre ni sus personajes me pertenecen; son propiedad de Suzanne Collins. Este fic participa del reto especial "Ave atque Vale", del foro "Hasta el Final de la Pradera".


Tormenta

Peeta Mellark

El paso del tiempo ha dejado de tener sentido, encerrado en aquella habitación de paredes blancas y luces brillantes. Las luces no se apagan nunca, e incluso por momentos parecen mucho más intensas. Intento no mirarlas demasiado, aunque a veces no da mucho resultado.

Como un insecto obnubilado por la intensidad, a veces no puedo evitar perderme en el blanco brillante, deseando poder fundirme con él, que seamos uno solo. Imaginando que tengo alas, y que ellas me llevan hacia aquello que tanto anhelo, hacia esa luz brillante que parece llamarme en todo momento.

Es entonces cuando todo en mi mente se vuelve brillante, y el blanco de las luces es reemplazado por miles de recuerdos, caóticos, brillantes, dolorosos.

A veces la tormenta dura mucho, tanto que parece interminable. A veces dura demasiado poco, dejándome con el temor de que en cualquier momento regrese con mayor intensidad. A veces me encuentro deseando que todo termine, porque el dolor de cabeza es tan intenso que supera a todos los otros dolores. A veces pienso que debo resistir, y una voz en mi cabeza dice que yo soy más fuerte que ellos.

Pero desearía poder encontrar una forma de… de demostrarle al Capitolio que no le pertenezco, que soy algo más que una pieza en sus juegos.

La voz suena extraña incluso en mi mente, y no tengo la fuerza suficiente para poner en palabras lo que ella dice. Pronto es opacada por otras miles de voces, que una y otra vez me demuestran que no soy lo suficientemente fuerte, que siempre fui manipulado, que siempre fui una pieza en sus juegos.

Llega un punto en que ya no sé dónde me encuentro. Así como el tiempo el espacio también se ha borrado, y la habitación de paredes blancas ha sido reemplazada por un sinfín de escenarios, todos diferentes pero al mismo tiempo todos similares.

¿Es una pesadilla?

Quiero pensar que sí, pero después de haber sido torturado, de haber muerto tantas veces de formas diferentes ya no recuerdo el significado de la palabra. Una y otra vez el ciclo se repite en diferentes lugares, y parece que nunca va a terminar.

¿Cuántas veces me ha matado? ¿Cuántas veces ha asesinado a todos los que me importan sólo para hacerme daño? ¿Cuántas veces he visto su cara sonriendo, su boca soltando carcajadas mientras me infringía daño, mientras me rompía en mil pedazos?

Y por más que suplico, a veces a los gritos, a veces, cuando tengo la boca cosida, en silencio, que todo termine, ella nunca se detiene. Disfruta haciéndome daño, disfruta con cada gota de sangre que sale de mi cuerpo, con cada grito, con cada lágrima derramada.

Es como una tormenta. Fuerte, decidida, implacable.

Y ahora la tormenta nunca termina. Siempre arrecia.


Hola! Aquí el primer drabble que debía contener como regla una frase calcada de los libros. En este caso es una frase (está en cursiva) de Peeta, que vuelve a aparecer entre sus pensamientos.

Espero les guste.