1. La Partida
EL mundo está ya en paz y armonía. Ozai fue vencido y encarcelado junto a su desquiciada hija Azula, sin poder alguno que les ayude a escapar. En los corazones de nuestros amigos reina la alegría y el amor encontrado, pues Zuko será rey y Mai su esposa, Sokka encontró un amor singular en Suki, la guerrera. Por su parte, por fin el amor entre Katara y Aang es una realidad, y hasta se han comprometido para casarse pronto. El único corazón que continúa solitario es el de Toph, la maestra-tierra.
Nos encontramos a la chica ciega paseando sola, por los jardines de la casa que comparte con sus amigos en Ba Sing Tse. Katara se le acerca pues nota que está lejana, con la mente puesta en otra parte. Quizá en la imagen de cierto ladrón…
— Hola Toph — le dice la morena con cortesía — ¿Por qué estás aquí? Adentro la estamos pasando bien, Sokka ha inventado nuevos chistes…
— Sí, lo sé — contesta la aludida secamente —. Pero no me siento muy bien amiga. No entiendo qué es lo que me pasa, es extraño pero como que estoy vacía, como que me falta algo.
— Pues, no sé — dice Katara reflexionando —. Pero vamos, anímate un poco. Zuko no tarda en llegar con Mai, y adentro estamos Sokka, Suki, Aang y… yo…
Katara se detuvo al ver la cara de su amiga. Había caído en la cuenta de qué le ocurría.
— Ya comprendo Toph. Extrañas a Lee y a sus sobrinos, ¿verdad?
— S-sí, creo que sí — aceptó la chica ciega —. Durante la lucha, no dejaba de pensar en ellos, su recuerdo me acompañó siempre. Incluso te confieso algo, siento un poquito de envidia hacia ustedes, porque ya tiene a sus amores a su lado.
— Paciencia amiga — la conforta la morena —. Mira, esta noche lo hablaremos con los demás y veremos la forma de regresar a la aldea donde está Lee.
— ¿De verdad, harías eso Katara? — dice Toph esperanzada. Su rostro se ilumina ante la idea.
— ¡Claro que sí amiga! Ya verás, muy pronto estaremos en camino.
Ambas chicas se abrazan, y a Toph le resbalan un par de lagrimitas de felicidad. Se iba a cumplir la promesa de matrimonio entre Lee y ella. Pero le esperaba una amarga sorpresa. Al llegar la noche, Zuko y Mai anunciaron la inminente celebración de su boda, por lo que debían quedarse a prepararlo todo. No es nada fácil organizar una boda real, aún siendo el rey. Además, debía presentar a su pueblo formalmente al Avatar, y qué mejor que presentarlo junto con su prometida, la más hábil y experta maestra-agua de aquellas tierras.
— ¡¿Pe- pero es que yo no merezco ser feliz como ustedes? — grita Toph decepcionada de sus amigos — ¡Yo también luché a su lado, yo me sacrifiqué dejando a Lee y a mis sobrinos lejos, para que no sufrieran!
— Bueno Toph, sí pero… — dice Aang, tratando de razonar con su amiga. Pero ella no está para escuchar razones.
— ¡¿Pero qué "pies ligeros"? ¡Ah ya sé, soy menos que ustedes porque pueden ver y yo no! ¡Por eso me hacen a un lado, por eso primero están ustedes, y hasta el último la ciega!
— ¡No, no es cierto Toph! — dice Sokka — Sabes que eres importante para nosotros.
— ¡¿Ah sí? ¡Vamos, demuéstramelo, demuéstrenmelo todos!
— Oye chica, trata de calmarte — dice Mai interviniendo —. No vamos a arreglar nada así.
— ¡No quiero que me arreglen nada! — dice Toph furiosa, levantándose de la mesa y echando a correr a la puerta — ¡Yo puedo arreglármelas sola, ya lo verán!
La chica ciega sale corriendo de la casa y Suki intenta seguirla, pero Katara y Sokka la detienen.
— No Suki — dice Katara —. Dejémosla sola un rato, cuando se le pase volverá y hablaremos con calma.
— ¿Pero, y si comete una locura? — dice la guerrera preocupada. Siente admiración por Toph desde que la conoció.
— Naaa, no lo creo — dice Sokka con tranquilidad —. Se le pasará, ya lo verán.
Mientras, Toph estaba oculta cerca, sintiendo en sus pies el ir y venir de todos en la casa. Por fin, ya más tarde, Zuko y su novia se retiraron, y mientras que Suki y Sokka se iban a dormir, Aang y Katara se quedaron sentados afuera, esperando a que su amiga volviera. Toph recordó una de las lecciones de Zen, el samurái; y fue lo suficientemente paciente para esperar a que el sueño los venciera, y se acercó a hurtadillas a la casa.
A la mañana siguiente, Suki sale de la casa y despierta a la pareja que estaba afuera, visiblemente alarmada.
— ¡Chicos, chicos despierten! ¡Toph se fue, de algún modo tomó sus cosas y se fue!
— ¡¿C-cómo dices? — contesta la morena despertando de repente — ¡No es posible, ella no nos abandonaría!
— ¡AAAAJJJUUMMMM! ¿Qué pasa, por qué tanto escándalo? — dice Sokka saliendo de la casa aún adormilado.
— ¡Rápido Sokka, vístete pronto, hay que buscar a Toph! — lo apremia Aang tirándole agua encima y luego secándolo con aire.
— ¿A dónde habrá ido? — pregunta Suki.
— Probablemente a buscar cómo volver a la aldea — contesta Katara pensando hacia dónde caminaría Toph.
— ¡Hey, mis mapas no están aquí! — grita Sokka desde la casa.
— No entiendo — dice Suki a Katara — ¿Cómo va a hacer para usarlos? Ella no puede ver, y aunque pudiera ver los mapas, sólo Sokka puede leerlos.
— Quizá busque a alguien que se los lea — dice Aang —. Adelántense a buscarla, yo iré a enterar a Zuko de todo y los alcanzaré con mi planeador.
Así diciendo, todos se pusieron en acción. Las habilidades de Suki y su experiencia para rastrear se combinó con las enseñanzas de Garg para cazar que les dio a nuestros amigos. Pero parece ser que Toph también había aprendido bastante bien sus lecciones, pues se negaba a aparecer. Aang logró alcanzarlos, y trajo consigo algunos mapas de la región, facilitados por Zuko.
— Zuko dice que organizará una partida de búsqueda — explica el Avatar —, nos alcanzará en cuanto pueda, quiere abarcar más terreno, dado que Toph de por sí es buena para ocultarse. Y si le sumamos que Lee nos enseñó a "hacernos invisibles"…
— Por favor Aang — dice Katara preocupada —, ni se te ocurra pensarlo. Quién sabe cuánto haya caminado por la noche, no sabemos cuánta ventaja nos lleve. Pero si usó esa habilidad, quizá la hayamos pasado y ni siquiera nos percatamos.
— Seguiré por el aire mientras haya luz de día — contesta Aang —. Tal vez logre verla, o encuentre un poblado o alguna casa habitada donde pudiéramos preguntar.
Katara asiente, y despide a su amado con un beso. Aang despega, y los demás continúan la búsqueda, esperando que a Toph la haya vencido el sueño.
