Capitulo I - "Los recuerdos"
Se encontraba apoyado en una de las mesas de madera de la sala, en el borde de la misma se encontraba una copa con vino. La oscuridad invadía la habitación y la única luz que se asomaba provenía de la lejana habitación al final del pasillo, su dormitorio.
-Debes dormir... -Se dijo a sí mismo mientras tomaba el ultimo sorbo de vino-
Al acabar su bebida, que después de tanto tiempo se había convertido en una costumbre, se dispuso a ir a su dormitorio. Todas las noches antes de dormir se tomaba una copa de vino, lo ayudaba a alivianar su dolor... el dolor de su corazón. Con el sabor del vino aún en su garganta entró en su cama y sintió como el cansancio se apoderaba de él.
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"Mi dulce niña,
Mi dulce amor".
Era un bello día de Febrero; el Sol se asomaba y los pájaros adornaban el día con sus hermosas melodías. Sofía y Damián se encontraban abrazados en la cama, toda la noche se habían demostrado su amor incondicional. Las sábanas los cubrían a medias y el Sol alumbraba poco a poco esa habitación llena de pasión. Damián abrió poco a poco los ojos y sintió como recorría su cuerpo una gran sensación de bienestar, era lo mejor que había sentido en toda su vida, ahora sabía lo que era amar, lo había descubierto con ella, su bella niña, quién estaba a su lado todavía dormida. Él sonrío y llevo su mano a sus preciosos cabellos, podía notar como el color café claro de su pelo cambiaba al darle el Sol, se asomaban pequeños reflejos rubios. Se entretuvo por un rato deshaciendo algunos de sus rulos y poco a poco fue bajando su mano, recorriendo de ésta manera todo su cuerpo, desde su cuello hasta sus hombros y sus brazos, y poco a poco su mano se fue deslizando hasta sus pechos, sintió esa zona más elevada que el resto de su cuerpo y siguió hasta su cintura y luego sus piernas, volvió a hacer el mismo recorrido de regreso, y sintió como ella suavemente se despertaba. Un suspiro de placer salió de su boca, la cual luego se convirtió en una amplia y cálida sonrisa, la única sonrisa que lo hacía olvidarse de todos sus problemas, la única sonrisa que lo hacía sentir especial, por que así se sentía el cuando estaba con ella. Se abrazaron suavemente y Damián poso sus labios en los de Sofía, entregándole un suave beso que luego se convirtió en uno más pasional.
-Te Amo.. -Le dijo Sofía con su suave voz y lo siguió besando-
-Yo a ti, no sabes cuánto... -Le respondió Damián-
Ella significaba todo para él, era su dulce amor, su cielo, su ángel y el amor era enteramente correspondido. Ambos estaban destinados a estar juntos toda la vida.
-Prométeme que nunca me vas a dejar -Le dice Sofía mientras recorre con su dedo el pecho de él-
-Lo prometo -Le respondió Damián mientras agarraba ese pálido dedo y lo besaba suavemente- Jamás te dejaré.
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Un ahogado grito silencioso lo despertó, de un golpe se sentó en la cama y se llevo las manos a la cabeza, tenía tantas ganas de llorar, no podía entender por que soñaba lo mismo todas las noches. Se volteó y miro el reloj de la mesita de noche, eran las 4:37 de la mañana y debía levantarse a las 6, todavía quedaba algo de tiempo para descansar. Sintió como una cálida mano rodeaba su cintura acompañada de una voz femenina.
-¿Estás bien? -Preguntó la mujer con un tono suave y sensual-
-Sí, sólo tuve una pesadilla. -Un tono seco y frío dominó la oración-
-Entonces vuelve a dormirte, Damián -Le respondió la mujer ésta vez con un tono de amargura-
Damián decidió hacerle caso y volvió a acomodarse en la cama, esperando solamente no volver a tener ese sueño de nuevo.
Las horas pasaron y al dar las seis de la mañana el despertador empezó a sonar. Damián se despertó cansado, no había podido dormir bien esa noche, pero eso no importaba ya, ahora tenía que ir al trabajo y nadie ahí se iba a preocupar de las pesadillas que lo atormentaban. Se despertó y se percató que la cama estaba vacía... ¿A dónde se había ido ella?. Se levantó y caminó al baño, abrió la regadera y se despojó de su pijama, que en realidad era solo un pantalón azul oscuro, que a pesar de ser holgado, lograba resaltar sus dotes masculinos. Sintió el calor del aire y supo que el agua ya había calentado lo suficiente.
Dieron las 7 de la mañana y Damián se encontraba en el estacionamiento de "D Productions" aparcando su lujoso automóvil. El era el presidente de la compañía y por lo tanto el dinero no era un problema para él. Gozaba de un buen sueldo que le permitía darse lujos que otras personas no podían, sin embargo, su corazón se encontraba en un laberinto sin salida, y no precisamente uno divertido. Trataba de ver el lado positivo de las cosas y algunas veces lograba sonreír, el único problema es que las veces que había sonreído podían contarse con una sola mano, no podía olvidar a su ángel, a su niña de cuentos, a su Sofía.
"D Productions" era la compañía de muebles más cotizada de toda Alemania, y su sede principal quedaba en Berlín, por lo tanto Damián debía vivir ahí o al menos cerca. Era una idea que no le llamó mucho la atención al principio, ya que le gustaba ser libre, no le gustaba estar atrapado por nada ni nadie. Sin embargo, encontró una bella casa ubicada a las afueras de la ciudad de la que se enamoró totalmente. Estaba ubicada en una colina y para llegar a ella debías conocer la dirección, ya que se encontraba casi oculta en una estratégica posición que la convertían en una casa bastante exclusiva. Al estar ubicada en una colina contaba con un hermoso paisaje casi irreal y como si no fuera suficiente contaba con un jardín inmenso lleno de flores, árboles y espacio para todo tipo de mascota. Damián todavía recordaba cuando aún estaba de venta y su amada lo convenció de ir a verla...
-Sé que te va a encantar, es preciosa-Decía Sofía emocionada, mientras bajaba la ventana del carro para sentir la brisa en su rostro- Cuando la vi supe que era para nosotros, ahí construiremos nuestra familia-Respiro hondo para luego exhalar, amaba a la naturaleza y le encantaba el olor a pinos que se sentía camino a esa casa- Y además huele bien-Se río.
Damián no podía dejar de sonreír, su felicidad era la suya. Cada vez que la veía sonreír sentía su corazón dando saltos, amaba verla reír. Tomó su mano y dio vuelta a una última curva para encontrarse con un gran portón que automáticamente se abrió, el vendedor los esperaba. Al frente había un camino no muy largo de piedras con orquídeas a los lados que terminaba en una hermosísima casa de ladrillos con flores de todos los colores. Ella tenía razón, era preciosa.
-Nunca te equivocas-Dijo Damián mientras la veía con una sonrisa en su rostro-Eres perfecta.
-No lo soy-Le respondió Sofía con las mejillas ruborizadas-
Esa tarde la pasaron en esa casa, la recorrieron completa y se enamoraron de ella. Damián podía imaginar su vida con Sofía en ella, iban a tener a sus hijos ahí y envejecerían juntos en esa misma casa. El dormitorio principal era una obra de arte, tenía una chimenea de piedras y un balcón que daba al jardín, era un lugar romántico y sagrado, sólo para su Sofía y él.
El ascensor abrió sus puertas en el último piso y rápidamente Damián se incorporó a la realidad. Caminó con paso firme hacia su oficina mientras escuchaba los murmullos que venían de sus empleadas, era algo normal, estaba acostumbrado. Él sabía que despertaba deseo en las mujeres y después de Sofía intento calmar su dolor en muchas, desde jóvenes hasta señoras de alta sociedad. Pasó por delante del puesto de su secretaria personal y la saludó con una sonrisa mientras abría con sus varoniles manos la gran puerta de su oficina. Colocó su maletín encima de su escritorio y sacó algunas carpetas que guardo debajo de su musculoso brazo, al cual lo cubría un perfecto traje color negro, que hacia contraste con la camisa azul clara que llevaba. Su cabello café oscuro era largo, aunque no demasiado, alcanzaba para amarrarse una pequeña cola atrás y así lo llevaba siempre, excepto cuando dormía. Sus hermosos ojos azules combinaban con su camisa y le daban un aspecto aún más atractivo. Su voz era fuerte, masculina, y su cuerpo era el resultado de mucho gimnasio y actividades al aire libre.
Salió de su oficina y se dirigió a la sala de reuniones donde lo esperaban. Entró y saludo a todos con un cálido "Buenos días", que jamás levantaría sospechas de la pesadilla mental por la que Damián pasaba. Se sentó en la gran silla del final de la larga mesa y observo que un puesto adelante suyo estaba vació. El sonido de la puerta abriéndose se escuchó y detrás de la misma salió la figura de la persona que faltaba.
Era una mujer muy bella, de figura esbelta y una altura por encima del promedio. A su paso dejaba un aroma exquisito que completaban a la ya por sí sola hermosa mujer. Estaba vestida con una falda negra algo provocativa y una camisa manga larga de color blanco, que sutilmente transparentaba la ropa íntima femenina que llevaba abajo, en uno de sus brazos llevaba una chaqueta color negro que combinaba con su falda y en el otro llevaba un maletín. Su paso era firme y decidido, a pesar de llevar unos altos tacones que dificultarían el caminar de muchas mujeres. Su cabello era negro como la noche y lo llevaba recogido en un elegante moño. Sus ojos eran azules como el cielo, hermosos para quienes no la conocían, pero vacíos para los que sí. Llego a su asiento pero antes de sentarse se presentó:
-Buenos días a todos. Yo soy Laura Müller, la vice-presidente de "D Productions" y también esposa de Damián Müller-Sonrió, mientras debidamente acomodaba sus cosas y se sentaba-
Laura era una mujer muy hermosa, pero también muy celosa y exigente. Sus padres eran los dueños de "D Productions" y Damián le debía a ella su trabajo actual. Cuando la conoció el estaba junto a Sofía y no tenía mucho dinero, Laura depositó su confianza en él y lo hizo ascender hasta la presidencia. Ella lograba todo lo que quería, lo que no la hacía una persona muy amigable cuando perdía. Sin embargo, era una gran persona y estaba enteramente enamorada de Damián. Lamentablemente, él no podía decir lo mismo. Su corazón solo ha pertenecido a una sola mujer en su vida: Sofía, y aunque le tiene un gran cariño a Laura, jamás podría amarla.
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"Tal vez encontraré las razones,
tal vez te volveré a encontrar".
Ese bello día nueve de febrero, Sofía y Damián se encontraban de viaje en Brandeburgo, se habían amado toda la noche y no deseaban levantarse de esa cama llena de sus olores y pasiones, pero debían. Damián preparo un baño caliente y se metió en la bañera. Sofía lo sorprendió. Estaba parada en la puerta del baño con una ceja levantada y una sonrisa sensual, su cuerpo estaba cubierto con una bata de delgada tela, que dejaba ver las formas de su cuerpo femenino. Damián no pudo evitar el calor en su cuerpo, la necesitaba, la necesitaba una vez más.
-Ven aquí -Le dijo casi en un susurro. Podía sentir la excitación recorrer su cuerpo-
Sofía se acerco lentamente mientras soltaba lentamente el lazo de su bata.
-Ven... -Le repitió Damián, quien no podría aguantar ni un segundo más sin ella, la necesitaba-
Sofía se paro enfrente de él mientras sus delgadas y bellas manos abrían poco a poco la bata, la bajó sensualmente hasta sus hombros y dejó que la gravedad hiciera el resto del trabajo. La bata cayó a sus pies, dejándola desnuda frente a él, frente a su amado. Poco a poco se incorporó junto a él en la bañera.
-Oh... -Un suspiró salió de la boca de Damián, quien la agarro por la cintura y la posó encima de él, para luego sentirla una vez más-
Podía ver su cuerpo mojado en frente al suyo, su cabello caía en sus hombros y los suspiros que dejaba escapar él los respiraba, sentía la agitación y veía como el agua mojaba el piso. Sus varoniles manos la sostenían fuerte. Su cabeza se poso en medio de sus pechos y su lengua recorrió el sitio.
-Ah... -Susurraba Sofía, ante las dulces caricias de su amado-
Los gemidos de satisfacción inundaron todo el lugar y la fuerza del acto cada vez se hacía mas fuerte.
-Te Amo... -Decía Sofía casi sin voz, inmersa en el placer-
-...Yo a ti... -Le respondió Damián mientras sentía esa cosa deliciosa llamada orgasmo recorrer su cuerpo.
El acto de pasión terminó y abrazados en la bañera con agua caliente se quedaron hasta que se reincorporaron, era tarde y debían partir.
-Adiós mi vida. Nos vemos en la casa-Le dijo Sofía a Damián mientras le entregaba un beso apasionado en los labios-
-Adiós. Te Amo -Le dijo mientras terminaba de subir las maletas de Sofía en su carro- Llegaré muy tarde. No me esperes despierta.
-Es mi placer esperarte despierta, así que lo haré.-Le dijo sonriendo mientras se montaba en su automóvil- Que te vaya bien.
Damián se despidió con la mano mientras veía partir a Sofía en su automóvil. Debía ir a una reunión antes de volver a Berlín, pero ella tenía que regresar primero que él para planificar "una sorpresa", que más tarde Damián se enteraría era su boda, la de él y ella, la de Sofía y Damián, la de ellos. Algo lo retuvo y se quedó mirando como el automóvil desaparecía a lo lejos.
Esa sería la última vez que la vería...
