Disclaimer: nada del potterverso me pertenece

Nota del autor: este fic es para Miss Lefroy :)

Esta es una historia sobre los Fundadores de Hogwarts, pero no la típica historia sobre los fundadores, de la cuales hay muchas, algunas realmente buenas. Esta es una historia sobre los Fundadores vista a ojos de un personaje original, en este caso, a ojos del primer alumno seleccionado para Slytherin.


1

Primeras impresiones

Los frágiles y pequeños botes navegaban por las gélidas y tranquilas aguas de aquel Lago. Los alumnos podían sentir que en aquellas negras aguas había algo que se movía.

—No temáis al calamar gigante si no queréis que él os tema a vosotros —dijo el barquero que los llevaba.

De pronto, ante ellos, imponente y majestuoso, el enorme castillo de Hogwarts. Sus torres y atalayas hacían parecer a aquel lugar una enorme fortaleza, pero a la vez un sitio cálido y acogedor.

Pronto desembarcaron en un muelle, donde el barquero los guió hasta el interior de una gruta que los llevó hasta un enorme vestíbulo. Allí, una mujer bajita y regordeta los esperaba.

—Bienvenidos a Hogwarts. Este es un día muy especial, pues sois los primeros alumnos que serán seleccionados para la escuela. Sois los primeros de, espero, muchas generaciones que están por llegar. Mi nombre es Helga Hufflepuff. Acompañadme, la Ceremonia de Selección está a punto de empezar.

Entraron a un enorme salón comedor. Cuatro mesas completamente vacías de personas se encontraban a ambos lados del pasillo central por donde ellos caminaban. Miles de velas flotaban en el aire. Y por encima de ellas, el cielo nocturno visto a través de un techo al descubierto. Sólo cuando se fijaron más, vieron que era un hechizo capaz de hacer ver el cielo de fuera.

Llegaron ante un taburete donde reposaba un sombrero de cuero. Detrás había una mesa con tres personas, cada una ataviada con vivos colores. Un hombre alto y pelirrojo con túnica escarlata y dorada. Una mujer muy bella con vestido azul y bronce. Y un hombre de aspecto simiesco, con túnica esmeralda y plateada. Esperaron allí. La mujer bajita y regordeta sacó un pergamino.

—Ahora seréis seleccionados. Uno a uno os iré llamando, os pondré el sombrero y seréis elegidos para una Casa.

Y así, uno a uno, los alumnos fueron llamados, hasta que...

—¡Ketteridge, Bowman!

El aludido caminó hasta el taburete. Se sentó y la mujer le puso el sombrero. Inmediatamente, este gritó:

—¡Slytherin!

El hombre de aspecto simiesco aplaudió, pues había resultado ser el primer seleccionado para Slytherin. Bowman Ketteridge se sentó en uno de los taburetes de la mesa de la derecha, que estaba pegada a la pared. De momento estaba él y sólo él. Y en cierto modo se sintió privilegiado, pues era el primer alumno seleccionado para aquella Casa de aquel colegio. No sabía si aquello se convertiría en un hecho histórico, si en un futuro la gente hablaría de Bowman Ketteridge, el primer alumno oficial de la Casa Slytherin, pero Bowman se aseguró de saborear cada segundo de aquel instante.

Sin embargo, pronto una nueva alumna fue seleccionada para Slytherin. Bowman no le hizo ni el menor caso. Siguió atendiendo a la Ceremonia, viendo como nuevos alumnos llegaban a su Casa. Finalmente, el último alumno fue seleccionado para Ravenclaw. Tras eso, a la mujer bajita y regordeta se le unieron los dos hombre y la mujer que estaban sentados en la mesa. Cada uno bajó las escaleras hasta posicionarse delante de la mesa que le correspondía. El hombre de aspecto simiesco se puso muy cerca de él, estudiándolo detenidamente. Bowman le devolvió la mirada, enfrentándolo. A fin de cuentas, no tenía miedo a nada. Pero el hombre simplemente lo miraba con curiosidad, quizás por tratarse del primer alumno de su Casa.

—Bienvenidos a Hogwarts —dijo el hombre pelirrojo, el cual parecía llevar la voz cantante —. Mi nombre es Godric Gryffindor. Ella es Helga Hufflepuff —dijo mientras señalaba a la mujer que presidía una de las mesas centrales —. Ella, Rowena Ravenclaw —mencionó mientras señalaba a la otra mujer —. Y él, Salazar Slytherin. Somos los cuatro fundadores de esta escuela, los cuatro magos y brujas que han dado nombre a las Casas que ahora pertenecéis, las Casas que representan una serie de valores elegidos por nosotros y que van más allá de los colores que llevéis o los animales que os representen. Puede que no lo sepáis, pero acabáis de entrar en la historia. Sois los primeros alumnos de la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, los primeros alumnos a los que seguirán las futuras generaciones. Sentíos, pues, plenamente orgullosos.

Bowman miró al resto de alumnos. Algunos parecían orgullosos. Otros, simplemente, no sabían qué hacían allí. Pero Bowman sí que se sentía orgulloso, además doblemente, porque no sólo era de los primeros alumnos de esa escuela. Era el primer alumno de Slytherin.

Gryffindor continuó hablando:

—Así pues, antes de que emprendáis esta dura marcha, debéis estar preparados. Que comience el banquete.

Sobre las fuentes doradas vacías que había sobre las mesas de repente aparecieron manjares. Bowman no se dio cuenta hasta ese momento de lo hambriento que estaba. Cogió un plato y comenzó a servirse comida. Los fundadores se sentaron en las mesas y se dedicaron a intercambiar palabras mientras comían. Sólo de vez en cuando miraban a sus nuevos alumnos. En una de esas, Bowman miró a Slytherin y este lo miró a él. Bowman no supo decir quién apartó antes la mirada.

Tras la cena, cada fundador llevó a sus alumnos al lugar donde dormirían. Slytherin llevó a Bowman y al resto de alumnos de la Casa a las mazmorras del castillo. Tras llegar a un retrato y decir una contraseña, atravesaron una pequeña biblioteca y después llegaron a una gran sala. Hacía bastante frío y el lugar era demasiado lúgubre, pero Bowman pensó que aquello no estaba tan mal.

Pronto estuvo ya metido en la cama. No hizo demasiado caso de sus nuevos compañeros, que hablaban de insignificantes conflictos muggles, de las familias de donde venían o de lo afortunados que eran de estar allí. Bowman miraba al techo mientras pensaba. ¿De verdad era afortunado de estar allí? No lo sabía, no pertenecía a una familia demasiado rica o poderosa. ¿Slytherin pediría esos requisitos para sus alumnos? No lo sabía, en verdad.

A la mañana siguiente, tras desayunar, Bowman tuvo su primera clase, la de Transformaciones con Godric Gryffindor. Tras varios días, ya tenían claro quiénes les daban clase. Gryffindor impartía Transformaciones y Defensa Contra las Artes Oscuras. Rowena Ravenclaw, Encantamientos y Astronomía. Helga Hufflepuff, Herbología e Historia de la Magia. Y Slytherin simplemente Pociones.

Cada fundador era, además, Jefe de su propia Casa. Cada día que pasaba allí, Bowman aprendía más del funcionamiento del castillo. Los fundadores habían implantado un sistema de conteo de puntos. Las buenas acciones de los alumnos, como por ejemplo saber contestar a las preguntas planteadas en clase, suponían una entrega de una determinada cantidad de puntos. Y las malas acciones conllevaban la pérdida de puntos. En el Gran Comedor había instalados cuatro relojes, cada uno lleno de cuatro tipos de piedras que contaban los puntos: rubiés para Gryffindor, zafiros para Ravenclaw, piritas para Hufflepuff y esmeraldas para Slytherin.

En cuanto al castillo, Hogwarts era un auténtico laberinto donde era muy fácil perderse. Las escaleras que llevaban a los pisos superiores se movían a placer, de modo que si querías ir al piso tercero podías acabar en el séptimo. Los terrenos circundantes del castillo eran enormes, igual que el gran Lago. Los fundadores, además, estaban construyendo un estadio de quidditch.

Pero no era oro todo lo que relucía dentro del castillo. Se podía notar cierta tensión entre Gryffindor y Slytherin, especialmente durante las clases, pues Slytherin siempre acababa beneficiando a los alumnos que eran hijos de magos, así como más aún a los que eran de su propia Casa, mientras que a los alumnos de otras Casas los infravaloraba. Y si eran hijos de muggles, los despreciaba.

Una noche, cuando Bowman iba a irse a dormir, oyó una discusión.

—No puedes dejar que tus ideales interfieran en tu labor educativa, Salazar.

—Desprecio a esos jóvenes, Godric. Es un sacrilegio que aprendan los nobles conocimientos de la magia. No nacieron de familias mágicas, no merecen aprender magia.

—Merecen aprenderla tanto como el que más, Salazar. Por ello te pido que los trates de igual manera que tratas a tus alumnos.

—No puedo hacer tal cosa.

De repente, los dos fundadores se percataron de la presencia de Bowman.

—Ketteridge, diez puntos menos para Slytherin por escuchar conversaciones ajenas —dijo Slytherin — Bowman se marchó de allí —. ¿Así te gusta más, Godric?

Gryffindor miró seriamente a su compañeros antes de marcharse.

—Señor Ketteridge —llamó Slytherin a Bowman.

—Señor —dijo Bowman.

—Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas.

—Lo sé, señor. No volverá a pasar, señor.

—Eso espero.

—Señor, ¿hay algún problema.

Slytherin, que estaba a punto de irse, se volvió.

—¿Problema? No, tranquilo. Los fundadores hemos trabajado en perfecta armonía para construir este santuario, señor Ketteridge, pero naturalmente no siempre estaremos de acuerdo en todo.

—¿Se refiere al tema de los alumnos hijos de muggles?

Slytherin miró a Bowman de manera seria.

—Godric y yo tenemos pensamientos enfrentados en ese tema. Él cree que todo el mundo apto para aprender magia puede aprenderla. Yo creo que la magia debería ser un conocimiento esclusivo de los magos. Esa es la cuestión que más nos enfrenta a ambos. ¿Usted qué opina?

Bowman se quedó pensativo ¿Que qué opinaba? A Bowman le daba igual si los hijos de muggles podían aprender magia o no, no trataba con ellos como tampoco trataba con los hijos de magos. Pero supuso que Slytherin querría oír lo que iba a decirle.

—Supongo que no deberían aprender esos conocimientos.

—Justo la respuesta que estaba creyendo. Pero, ¿de verdad lo crees? Buenas noches, señor Ketteridge.

Bowman vio al fundador alejarse. Tras eso, volvió a su Sala Común, con las palabras de Slytherin rondándole la cabeza. ¿De verdad creía eso?


Bowman Ketteridge

El nombre es la combinación de nombre y apellido vistos en los Cromos de Ranas de Chocolate que aparecen en el videojuego para PC de la Cámara Secreta: Bowman Wright, inventor de la snitch dorada, y Elladora Ketteridge, bruja que descubrió las propiedades de las branquialgas. Mi personaje de Bowman no tiene relación alguna con estos personajes.