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Aniversario

Shikamaru se encontraba tumbado en el césped. La brisa le movía el pelo con delicadeza y llevaba hasta su nariz el olor de hierba fresca. El rocío matutino que todavía se evaporaba incrementaba la intensidad del olor. Ese olor tan agradable que siempre conseguía llenarle de paz.

El sol acariciaba su rostro con delicadeza y mantenía su cuerpo templado. Las sombras de algunas hojas de los árboles protegían sus ojos de la intensidad lumínica y le dejaban descansar.

Perezoso, de vez en cuando entreabre los ojos y observa el cielo sólo para comprobar si hay alguna nube con alguna forma interesante.

"No hay muchas nubes hoy" pensó sintiéndose ligeramente decepcionado. Pero aquel día nada iba a estropearle la felicidad aparte del recuerdo.

Porque por fin era verdad y las nubes ya no eran su felicidad. O al menos no su única. En el pasado él sólo habría estado interesado en dormir y mirar las nubes para poder olvidarse de las preocupaciones. Olvidarse de los regaños de su madre. Olvidarse de la presión de su padre por comportarse como un adulto.

Shikamaru todavía no sabía ni siquiera si lo que él hacía era por fin comportarse como un adulto. Hacía lo que le dictaba el corazón, simplemente. Para él, la figura de su padre siempre fue muy importante. Un tipo tan serio, tan inteligente, y tan importante. Se preguntaba si algún día lo alcanzaría.

Su padre, su viejo. Hacía seis años desde que él había fallecido. Su pequeño mundo que siempre le empujaba con fuerza hacia convertirse en un adulto, de pronto se precipitó al vacío.

Su madre, su problemática madre. De repente se encontró sola. Sin el compañero con el que había decidido pasar toda su vida.

Shikamaru no quería darle importancia al significado de ese día, y sin embargo, estaba ahí tirado sin parar de recordar.

El viento cambió su trayectoria para permitirle apreciar nuevos aromas. Aromas que no sólo le llenaban de paz sino que eran capaces de sanar las heridas de su corazón, llenándolo por completo.

Un olor a vainilla con un poco de jazmín. Algo así diría que es. Le da pereza abrir los ojos y mirar.

No.

Le da miedo abrir los ojos y ver que no es real.

Siente que su brazo izquierdo se queda dormido. Alguien se remueve a su lado cuando él intenta levantar el brazo.

Abre los ojos por completo. Se aleja del mundo de sus sueños

El exceso de luz le impide ver. Los abre y los cierra esperando a que sus pupilas se acostumbren. Se frota los ojos con el índice y el pulgar de su mano derecha.

Y por fin puede ver.

Gira su cabeza hacia la izquierda y lo puede ver con claridad.

Recostada en su brazo se hallaba la mujer de su vida. Aquella con la que había compartido un montón de tiempo durante su adolescencia y por fin, un día decidió que sería con ella con la que compartiría el resto de su tiempo. El resto del tiempo que le quedara en el mundo terrenal y probablemente en el otro mundo, si lo hubiera.

El cabello rubio ceniza se movía con el viento. La mujer tenía los ojos cerrados descansando plácidamente. Sus ojos rasgados eran bonitos incluso estando cerrados.

Aquel olor a vainilla y jazmín provenía de ella.

Él sonrió ampliamente.

Shikamaru intentó de nuevo acomodar su brazo sin despertarla. Pero no lo consiguió. El movimiento de su brazo la despertó.

Ella entreabre los ojos. La luz le molesta. Trata de acostumbrarse. Cuando por fin lo consigue, observa en silencio al estúpido sonriente marido.

Tiene los ojos verdes, verdes oscuros. El color favorito de Shikamaru.

Ya no tiene sentido aguantar. Él necesita su brazo.

Impulsivamente la atrae hacia su pecho para que se recueste ahí y no en el brazo. Pero no puede ponerla en su sitio porque ella se resiste. Pone una mano en su pecho tratándo de impedirlo.

- ¿Qué haces? – dice ella molesta. Y entonces frunce el ceño y mira hacia abajo.

Su mirada se dirigía hacia un sitio de dónde provenía un calor muy agradable. Shikamaru no lo había notado hasta el momento porque hasta hacía poco estaba profundamente sumido en sus cavilaciones.

Hay otra persona entre ellos. Una personita. Un pequeño niño de unos cuatro años con el pelo color azabache cómo él. Acurrucado de lado entre los dos con sus dos manitas bajo su cara para no tocar la hierba con la mejilla.

Ese par de personitas estaban ahí. Le estaban haciendo compañía desde hacía quién sabe cuánto rato. Porque a veces se olvida, pero la mujer de su vida también es la segunda persona más inteligente que había conocido, aparte de su propio padre.

Ella lo sabía. Ella sabía cuánto significaba ese día para él. Y ella había ido a acompañarle en ese momento. Había subido la colina con su pequeño tesoro en brazos y se había tumbado junto a él deliberadamente.

Shikamaru contempla la escena con una sonrisa dibujada en sus labios.

El movimiento de los dos lo había despertado y el pequeño niño bostezó sonoramente.

Shikamaru sonrió aún más si cabe mirando a su mujer que también sonreía cuando el pequeño niño de ojos verdes se levanta apoyándose en sus bracitos. Se frota el ojo derecho con la mano hecha un puñito y dice:

- Mendokusei otōchan…


Tenía muchas ganas de escribir esto... estoy llorando ahora.

RIGHT IN THE FEELS

No sé si escribiré un cap, no sé si escribiré mil...

~WTK