Título: Albus Potter y el legado de la serpiente

Disclaimer: Todos los personajes que aparecen en esta historia son propiedad de J.K. Rowling, lo único mío es la trama.

Resumen: Albus encontrará un objeto que hará cambiar su vida por completo, lo que no sospecha es que ese cambio afectará negativamente a más de uno, y propiciará el regreso de un señor oscuro.

Nota: Saludos! He decidido comenzar una nueva historia, esta vez con Albus Potter de protagonista. Procuraré hacer los primeros capítulos lo mas llevaderos posible, ya que sino la historia acabaría bastante cargada y aburrida en los primeros capítulos, así que seguramente me salte bastantes clases y me olvide un poco de la estructura que siguen los libros de Harry Potter, pero espero que el resultado os guste. Ya tengo pensada toda la historia y la voy a dividir en varios cursos, ya veremos como queda todo jejeje Por cierto, tengo pensado también incluir relaciones entre hombres mas adelante, ya avisare cuando estén cerca para aquel que no quiera seguir leyendo XD


Primer curso: El brazalete de plata

Capitulo 1: Albus llega a Hogwarts

Albus se despidió de sus padres y su hermanita Lily hasta que los perdió de vista al doblar una esquina. Seguidamente cerró la ventanilla y se encaró a su prima Rose que le esperaba para ir a buscar un compartimiento libre. Arrastrando las maletas llegaron al final del tren y solo encontraron un compartimiento prácticamente vacío, pero en él se encontraba aquél chico rubio que vieron en el andén.

- ¿Tu que dices Rose? ¿entramos?

- No nos queda mas remedio... Los demás sitios están ocupados, así que si queremos ir sentados tendremos que entrar aquí.

Así que entraron y saludaron tímidamente al rubio.

- Disculpa, ¿podemos sentarnos aquí? Es que los demás compartimientos están llenos – dijo Rose.

- Si claro, adelante.

Colocaron sus maletas en el armariete no sin cierta dificultad, y al fin se sentaron juntos de cara al rubio que ahora miraba por la ventana con aire distraído.

- Bueno... – cortó el hielo Albus, un poco incómodo por el silencio – dime Rose, ¿a qué casa de Hogwarts crees que irás?

- Pues creo que iré a Gryffindor, aunque no me importaría ir a Ravenclaw... Lo que está claro es que a Slytherin no voy a ir. Ya oíste lo que dijo mi padre en el andén...

En ese momento el chico rubio giró la cabeza profiriendo un bufido y miró a Rose con cierto aire de disgusto.

- ¿Qué quieres decir con eso? ¿qué tiene de malo ir a Slytherin?

- Pues que prácticamente todos los magos oscuros se han forjado en esa casa. ¿Te parece poco? – respondió Rose.

- Quizá tengas razón, pero eso no quiere decir que Slytherin sea una mala casa, sino que ha habido algunas personas que han pertenecido a ella y se han malogrado.

Albus pensó que quizá su hermano había exagerado un poco con la reputación que tenía Slytherin, y que lo que acababa de decir ese chico sonaba bastante razonable.

- ¿Así que tu quieres ir a Slytherin? – le preguntó Albus.

- Todo indica que iré. Todos los miembros de mi familia han acabado en ella, y a decir verdad, creo que prefiero salir elegido Slytherin antes que acabar siendo un Gryffindor o un Hufflepuff.

Rose abrió la boca para protestar, pero en ese momento alguien llamó a la puerta y seguidamente la abrió un chico de cabello castaño bastante alto y que parecía bastante nervioso.

- Perdonad... ¿Está libre ese asiento? Es que me he entretenido hablando con mi hermano y ahora ya no encuentro ningún sitio...

- Claro, pasa – dijo Albus.

- Gracias – dijo el chico cerrando la puerta a sus espaldas. Colocó su maleta y seguidamente se sentó. – Me llamo Dustin Robins, ¿y vosotros?

- Yo soy Albus Potter y ella es Rose Weasley.

- Y yo soy Malfoy, Scorpius Malfoy.

Dustin dio la mano a todos aunque se quedó mirando a Albus largo rato y al final se decidió a hablar.

- ¿Tu padre se llama Harry Potter?

- Sí, ¿cómo lo sabes? – dijo Albus extrañado.

- ¡Wow! Esto si que no me lo esperaba... Tu padre es famosísimo.

- Es cierto Al. Aparece en el último capítulo del libro de Historia de la Magia de este año. – dijo Rose.

- ¿Y tu cómo lo sabes? ¡No me digas que te has leído ya todos los libros! – dijo sorprendido Albus.

- Pues claro, no pretenderías que empezara el curso sin saber nada.

- ¿Y qué dicen de él en ese capítulo? – preguntó Albus.

- Pues explican los enfrentamientos entre Tío Harry y Lord Voldemort, el mago oscuro mas poderoso de todos los tiempos. Desde que era sólo un bebé de tan solo un año, hasta los 17 años, cuando lo derrotó finalmente en Hogwarts.

- ¿De verdad no sabías nada de la historia mas famosa de tu padre? – preguntó Dustin extrañadísimo.

- Pues no, la verdad. Papá nunca nos ha explicado nada de eso ni a James ni a Lily ni a mi.

- Bendita inocencia... – dijo por lo bajo Scorpius, por lo que se ganó una mirada de desaprobación por parte de Rose.

En ese momento pasó el carrito de las golosinas, y todos compraron bastantes dulces, excepto Scorpius, que alegó no tener hambre.

Albus, después de comer dos dónuts de calabaza abrió una de las ranas de chocolate que compró, y al mirar que cromo le había salido se sorprendió bastante, ya que ese cromo era el último que le faltaba para completar su colección. Era ni más ni menos que Crispin Cronk, y después de ver la imagen le dio la vuelta para leer la inscripción.

Crispin Cronk (1795-1872)
Famoso por mantener esfinges en su traspatio a pesar de los avisos que había recibido del Ministerio de Magia. El Ministerio le dio la última oportunidad, y luego envió a Cronk Azkaban.

Así pasaron las horas y empezó a oscurecer, el paisaje que se veía por la ventana había cambiado muchísimo, ahora solo se veían montañas y bosques y empezaba a llover.

- Chicos, creo que deberíais empezar a poneros el uniforme – dijo Rose dirigiéndose a Albus y a Dustin, ya que ella y Scorpius ya venían de casa con el uniforme puesto.

- Tienes razón, no debe faltar mucho para llegar – dijo Albus, que se levantó junto con Dustin para buscar el uniforme en la maleta.

Finalmente llegaron a la estación de Hogsmeade y se dispusieron a bajar del tren. Nada más poner el pie en el andén, Albus miró por encima de la masa de alumnos para ver si distinguía la gran silueta de Hagrid, ya que su padre le había advertido que iría a buscar a los alumnos de primero para conducirlos hasta el castillo. Al fin lo vio al final de la estación, vestido con un chubasquero que parecía una tienda de campaña y portando un fanal. En ese momento Hagrid llamaba a los alumnos de primero para que lo siguiesen.

- ¡Hagrid! ¡Cuanto tiempo sin vernos! – exclamó Albus.

- ¡Hola Al! Menuda noche se avecina... ¡Acabaremos todos pasados por agua! – dijo Hagrid, y al momento se dirigió al resto de los alumnos – ¡Los de primero seguidme para ir al castillo!

Hagrid los condujo hasta la orilla del lago donde les estaban esperando una multitud de barquitas. Al fondo se divisaban las luces que sin duda pertenecían al castillo, a lo que todos hicieron una exclamación de asombro.

- ¡Subid en grupos de cuatro personas! ¡Sólo cuatro por barca! – advirtió Hagrid, mientras señalaba las barcas.

Albus, Rose, Dustin y Scorpius se subieron en una, al tiempo que Hagrid se montaba en una él solito. Al subirse el último alumno las barcas se pusieron en marcha. La lluvia caía con mas fuerza que antes, así que la travesía se les hizo bastante fastidiosa. Navegaron surcando las negras aguas del lago, hasta que entraron en una especie de cueva bajo la montaña y se detuvieron en una especie de embarcador. Calados hasta los huesos, subieron por un pasaje bastante inclinado y salieron al aire libre otra vez, mojándose todavía mas de lo que estaban.

Finalmente subieron las escaleras y entraron en el castillo. Allí les recibió un mago de pelo moreno y algo regordete, era el profesor de botánica Neville, a quien saludaron Rose y Albus.

Hagrid les dejó con Neville y despidiéndose, entró al Gran Comedor.

Neville les condujo hasta una habitación contigua al Gran Comedor y una vez dentro les dijo:

- Bienvenidos a Hogwarts, soy el profesor Longbottom y en seguida podrán entrar en el Gran Comedor para someterse a la selección de las casas a las que pertenecerán. Hay cuatro y son Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Vuestros méritos se recompensarán con puntos a la casa que pertenezcáis, y romper las normas hará que perdáis puntos. Al final de curso la casa que tenga más puntos ganará la Copa de la Casa, un gran honor. Bien, creo que no me dejo nada por decir. La ceremonia tendrá lugar dentro de unos instantes. Hasta entonces esperad aquí hasta que venga a buscaros.

La espera se les hizo eterna. Dustin preguntó cómo lo hacían para seleccionar a los alumnos, y Rose contestó rápidamente que te tenías que poner el Sombrero Seleccionador, y éste te decía a que casa pertenecerías.

Finalmente, el profesor Longbottom les pasó a recoger y les condujo al Gran Comedor, al que entraron todos en fila bastante avergonzados al ver a los alumnos mayores sentados en sus mesas. Albus miró al techo encantado del que tanto había oído hablar a su hermano y vio que estaba todo lleno de nubarrones negros, al igual que en el exterior.

Finalmente el profesor se detuvo al lado de un taburete que sostenía un gorro bastante viejo. En ese instante todo el comedor se quedó en silencio y el sombrero empezó a cantar una canción que hablaba sobre las cuatro casas y sus fundadores. Al terminar, todos aplaudieron y el profesor Longbottom desenrolló un pergamino con todos los nombres.

- Cuando diga sus nombres deben subir al estrado, sentarse en el taburete y ponerse el sombrero. Entonces éste dirá a qué casa pertenecen – dijo, al tiempo que empezaba a leer el pergamino –. ¡Abbott, Kenneth!

Un chico muy bajito y rubio, que parecía muy tímido, se sentó en el taburete y se puso el sombrero que le tapó la cabeza por completo.

- ¡Hufflepuff! – exclamó el sombrero.

En la mesa de Hufflepuff resonaron los aplausos, al tiempo que el chico se quitaba el sombrero e iba corriendo a sentarse en su mesa.

- ¡Baddock, Stuart!

- ¡Slytherin! – gritó el sombrero, y Stuart corrió a sentarse en la mesa de Slytherin.

El profesor Longbottom siguió llamando a los alumnos hasta que llamó a Scorpius.

- ¡Malfoy, Scorpius!

- ¡Slytherin! – dijo el sombrero.

Ya quedaba menos.

- ¡Potter, Albus!

Albus se llevó un sobresalto al sentir su nombre, al tiempo que un murmullo general se oyó por el comedor. Se dirigió al taburete, se sentó y se puso el sombrero que le tapó los ojos.

Entonces el sombrero empezó a hablarle a la oreja en voz baja.

- Veamos... no es tan fácil como tu hermano, veo que eres inteligente y buen compañero, veo valor y mucha astucia... qué caso mas complicado.

Albus estaba hecho un lío, ya no sabía que casa prefería. Su padre le había dicho que un gran director fue de Slytherin y Scorpius había acabado allí, pero su prima seguro que acababa en Gryffindor...

- Bien, creo que Slytherin te hará sobresalir por encima de los demás, por lo que considero que harás bien si vas a... ¡Slytherin!

Todo el Gran Comedor se quedó mudo, sólo se oyeron unos cuantos aplausos apagados en la mesa de Slytherin. Albus se quitó el sombrero y miró a la mesa de los profesores buscando a Hagrid, y este le miró con cara de no creer lo que estaba viendo. Así que se levantó, y se dirigió a la mesa de Slytherin, dónde se sentó al lado de Scorpius, que le hizo un sitio.

La ceremonia prosiguió hasta que le tocó el turno a Dustin Robins, que acabó en Gryffindor, a Lorcan y Newt Scamander, dos gemelos que acabaron ambos en Ravenclaw, y Rose Weasley que acabó en Gryffindor.

Desde la mesa de Slytherin, Albus vio que James le miraba con su sonrisilla burlona y movió los labios diciendo un claro: lo sabía.

Albus le giró la cara mirando así a la mesa de profesores de nuevo, al tiempo que la directora se levantaba de su asiento.

- Bienvenidos todos, soy la directora Minerva McGonagall. Antes de comenzar con el banquete querría dejar claros unos puntos. Los alumnos de primero prestad atención, y los alumnos de cursos superiores también convendría que escucharan. En primer lugar, decir que no se puede hacer magia en los pasillos ni se permite el uso de artículos de broma, cuya extensa lista encontrarán en la puerta del despacho del señor Filch. También está totalmente prohibido acceder al bosque al otro lado del campo de Quidditch. Y hablando de Quidditch, las pruebas de selección a los equipos se efectuarán en dos semanas. Aunque he de recordar que los alumnos de primero no pueden presentarse a dichas pruebas.

- Bien – continuó la directora –, dicho esto considero que puede empezar el banquete, que aproveche.

Dicho esto, los platos vacíos se llenaron por arte de magia de comida, dejando lugar a un magnífico banquete. Albus se sirvió de todo un poco y bebió zumo de calabaza.

En ese momento atravesó la mesa flotando un fantasma bastante siniestro que arrastraba unas cadenas con aire taciturno.

- Oye Scorpius, ¿sabes quién es ese fantasma?

- Claro, mi padre me lo dijo. Es el fantasma representante de Slytherin, el Barón Sanguinario.

- ¿Y por qué le llaman así?

- ¿Ves esas manchas mas claras que tiene en su pecho? Dicen que son de sangre.

Así siguieron hablando hasta que el banquete finalizó y la directora se volvió a levantar.

- Bien, ahora que ya han acabado deberán salir del comedor siguiendo a los prefectos hasta sus respectivas residencias, allí se les comunicaran las contraseñas y todo lo demás. Buenas noches.

Seguidamente todos se levantaron, al tiempo que los prefectos llamaban a los alumnos de primero para que los siguieran. Albus se despidió a lo lejos de Rose y Dustin mientras el prefecto de Slytherin les conducía hacia las mazmorras. Descendieron las escaleras y fueron pasando por varios pasadizos bastante enrevesados. Albus empezó a temer perderse algún día por ese verdadero laberinto y no saber encontrar la residencia, hasta que al fin llegaron a un trecho de muro descubierto y repleto de humedad. Allí se detuvo el prefecto y dijo: la contraseña es Astuto Salazar ¡recordadla bien!

Acto seguido se abrió una puerta disimulada en la pared, dejando paso a una sala bastante amplia. Había lámparas que colgaban del techo que lo iluminaban todo con una luz verdosa, en una pared había una gran chimenea y a su alrededor multitud de sillones de estilo bastante barroco. En la pared opuesta a la chimenea había dos puertas que, según lo que el prefecto les explicó, conducían a los dormitorios de los chicos y las chicas.

Albus se dirigió junto a Scorpius y los demás chicos a los dormitorios, así que abrieron la puerta y caminaron por un pasillo lleno de puertas con el nombre de un par de alumnos cada una, hasta que al final llegaron a una con los nombres de Scorpius Malfoy y Albus Potter. Albus se alivió al ver que no dormiría con un completo desconocido, así que abrió la puerta y se encontró en un dormitorio con baño propio al fondo y dos camas con baldaquín, una a la izquierda y la otra a la derecha. Pudieron ver que su equipaje ya se encontraba a los pies de sus respectivas camas y se pusieron el pijama.

Albus, nada mas tumbarse en su confortable cama, se durmió al instante.