Estaba orgulloso de su pequeña.
Muchos padres dicen o piensan de esa manera a lo largo del universo y más allá. Normalmente cuando hacían algo que ellos querían. No en su caso.
Estaba felicitando a su hija por enfrentarse a él. Por ser tan valiente como para ir al Nexus y enfrentar sus manipulaciones en los cuatro reinos de Oblivion. Por ser capaz de vencer a su novio adoctrinado mientras su amigo vencía su mano derecha. Por elegir vivir una vida humana en Mortalis en lugar de elegir el poder sin limites que podría haber tenido si estuviese a su lado.
Tal vez Arella tenia razón. Tal vez debería centrarse en el equilibrio en lugar de destruir todo en lo que básicamente era una rabieta a escala cósmica. Ella le había enseñado que hay otras formas de Caos que no tienen porque implicar destruir todo. Después de todo, su nacimiento, todos los nacimientos, son un caos ya que no sabes que puede surgir o como los resultados se desarrollaran. También había creído imposible mezclar la esencia misma de Caos y Orden en un solo ser y mucho menos juntarle con un feto humano y que este llegase a sobrevivir.
Además, si se pasaba de la raya era más que probable que se pusiese en el punto de mira de sus jefes y eso no era agradable.
Oh, si. Él era un dios. Pero dentro de la escala de divinidad él y Arella apenas llegaban a una gran categoría. De hecho, era perfectamente consciente de que era solo un fragmento del Abaddon real, que controlaba el Caos en innumerables universos similares al suyo aunque distintos por detalles grandes o pequeños.
Pero incluso ese Abaddon y esa Arella solo controlaban una pequeña parte del todo absoluto mientras sus jefes habitaban en el centro real de la Creación. Se estremeció solo con pensar en ellos.
Volviendo de nuevo los ojos a su hija en Mortalis decidió que tenia que arreglar sus problemas familiares, comenzando con su mujer y acabando con su hija y aparente futuro yerno, aunque dudaba que le perdonasen lo del lavado de cerebro.
Probablemente solo pasarían unos pocos millones de años para su próxima rabieta pero tenia que hacer todo lo posible para que fuera lo más equilibrada que pudiese.
Es imposible para el Orden existir sin Caos. Y, francamente, prefería una coexistencia relativamente agradable que una guerra sin cuartel entre ambos, como había visto de reojo en otra creación.
Ahora, se pregunto, ¿como puedo empezar a hacer las paces?
