Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece

El dios Eros andaba de aquí para allá en su templo en el Olimpo, iba a pasar unos días en el Santuario de su tía favorita, la diosa Athenea; la cual ahora estaba en su forma humana y eso lo iba a mantener entretenido un par de días. Sin mencionar que le encantaba la compañía de la Diosa de la sabiduría y la justicia, porque sus charlas eran por demás profundas.

El dios se preguntó que forma debería de llevar para presentarse ante su prima, se quedó quieto un momento, bueno es algo que ya decidiría después, necesitaba darse prisa.

El Dios no sabía si llevar sus flechas o no, al final decidió llevarlas por sí acaso, todo era preparativos y caos en su templo, no podía olvidar nada. Debía partir en cuanto antes, ya que si su madre se enteraba no lo iba a dejar ir y ya le había enviado una nota de su visita a la diosa Athenea, alias Saori Kido.

—¿Vas algún lado, hijo?

Esa voz fuerte, lo dejó temblando y es que, era mucho más aterradora que la dulce voz de su madre, aunque a decir verdad le tenía bastante menos respeto que a su progenitora. Así que lo ignoró olímpicamente (irónico, ya que estaban en el Olimpo).

Pero no contó con que su padre, el Dios de la Guerra, no era alguien que aceptara que lo ignorarán, sí bien nunca se había alzado en su contra, tampoco es que lo tratara con mucho cariño.

—¿Y bien?

El dios del amor no tuvo tiempo a responder, porque su madre entró hecha una furia, sin duda alertada por la presencia de su homólogo, con el cual, dicho sea de paso, no tenía una relación muy cordial.

—¿QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ ARES? TE HE DICHO QUE NO QUIERO QUE VENGAS.

—Afrodita, calma, sólo vine a ver a MI hijo.

—NUNCA TE HA IMPORTADO, ¿¡A QUÉ VIENE EL INTERÉS!?

El dios sabía que era el momento de salir de ahí, cuando sus padres discutían, no sé enteraban de nada más así que con pasos precavidos se dirigió a la puerta del templo.

—Un momento, jovencito—lo detuvo su madre. El dios sólo pudo suspirar.

En el Santuario ubicado en Grecia las cosas no eran diferentes que en el templo del Olimpo, los santos se afanaban en organizar todo y hacerlo todo como la diosa lo pedía y es que la visita (consensuada) de un dios, era totalmente una novedad; nunca esperaron que un dios se presentara pidiendo permiso para una visita y de forma tan pacífica.

—¿Por qué tenemos que trabajar como peones?—preguntó un molesto Seiya.

—Porque Saori así nos lo pidió—respondió Shun.

—Pero por qué nosotros, los santos de oro solo nos ven y no hacen nada.

—Bueno, según dijo el maestro Dohko, ellos están para la seguridad del lugar.

El caballero de Pegaso siguió con lo que estaba, pero maldiciendo por lo bajo tener esa tarea, ni que fueran criados y lo peor es que tenía que soportar las miradas de burla de los santos de oro y eso lo ponía de peor humor.

—Recuerdenme, ¿por qué es tan importante esta visita?—volvió a preguntar Seiya.

—Es el sobrino de la diosa, su favorito. Por no decir que es el único dios con el que en realidad se lleva bien. Así que hay que causar buena impresión. Además, nadie quiere tener problemas con el pequeño dios del amor—respondió Saga con su voz grave y seria de siempre.

—Sí es el dios del amor, ¿qué problema puede causar?—Saga soltó una gran carcajada.

—Se ve que aún son unos niños y no tienen idea de la vida—esta vez respondió Kanon.

Saga no pudo estar más de acuerdo con su hermano en esta ocasión, el amor podría causar más de un problema en ciertas circunstancias y con el dios del amor cerca, todo podría triplicarse.

—Bueno y ¿quién es el dios del amor? a todo esto.

Saga casi muere de un infarto del susto y es que como era posible que un santo de Athenea no estuviera familiarizado con la mitología, tal vez tendría que agarrar a esos niños y darles clases, sino capaz y metían la pata con el dios y eso sería un gran, gran problema.

—¿Qué acaso no les enseñaron historia y sobre mitología en su formación?

—Sí, pero no prestaba mucha atención—dijo Seiya.

Para horror de Saga, El Patriarca y algún otro santo que escuchaba vieron al caballero de Andromeda, y del Dragón asentir.

—Bueno, hermanito—dijo Kanon con cierta burla—parece que tienes un trabajo extra con estos, sino los educas, vaya lío vamos a tener.

Saga tuvo que armarse de toda la paciencia que no poseía para soportar a los chiquillos que tenía enfrente y es que sabía que no lo iban a respetar (como no respetaban a nadie), maldijo la hora en que habían mandado a Afrodita de misión, era al único al que respetaban y es que, fue el único en el que al menor intento de burla, sin aviso, mandó sus rosas piraña (y esas cosas no entendían la regla "el mismo ataque no funciona dos veces").

—El dios del amor es Eros, hijo de la diosa Afrodita, media hermana del Dios Zeus y Ares, responsable del amor entre parejas y la atracción sexual—las caras de los muchachos hizo que se pusiera rojo—y ni se les ocurra hacer bromas sobre él, hasta el mismísimo Apolo fue víctima de su venganza.

—¿Eros es el dios de las flechitas y los pañales?

Los santos de oro en ese momento se dieron por enterados que la visita del dios acabaría mal, muy mal por culpa de esos chiquillos impertinentes.

—La tradición actual lo a retratado así, pero no tiene esa apariencia, así que repito, no se les ocurra hacer broma alguna o las cosas terminaran mal.

—No sé por qué tanto preocupación, nosotros sabemos comportarnos y además sólo es el dios del amor—dijo Shun.

—Creen que acceda a darme una de sus flechas para...

—¡No se te ocurra!—Gritó Saga—No puedes pedirles favores a los dioses así como así.

—Pero vamos, si es el dios del Amor, no puede ser tan malo.

—Eros es el dios del amor, pero no la personificación del mismo, él no es filos—Saga trataba de que su paciencia no saliera por la ventana del templo.

—¿Filos? ¿Y ese quién es?—Hyoga preguntó desconcertado, le sorprendió que Camus no le haya hablado de él.

—Filos, no es un alguien, pero es la representación del amor casi en su estado más puro, es el amor hacia las personas de tu entorno inmediato, padres, hermanos, amigos, hijos. Filos es el amor que entregas aquellas personas con las que cuentas.

—Dijiste casi el más puro... ¿Cuál es el amor puro?—preguntó Shun.

—Ágape, es el amor desinteresado, uno que no te hace sufrir, pues lo entregas sin pedir nada, la verdad es que es el amor perfecto, pero pocos logran alcanzarlo... Es por eso que les digo, Eros no es Filos, ni Ágape, el amor que Eros entrega, es peligroso, demasiado.

—O vamos, Saga. Creo que exageras, ¿qué peligroso puede haber sí es amor?

—Definitivamente, son unos niños que no saben nada—Exclamó Milo.

Las cosas siguieron su rumbo entre preparativos y órdenes para mantener la seguridad, sabían que el dios solo llegaría con dos de sus querubines que se quedarían cerca de él, así que dos santos de oro se quedarían para hecerles compañía.

Saga, por su parte, continuó con sus instrucciones a los Santos de bronce; podían ser muy leales a la diosa, pero en cuanto protocolo, no sabían nada de nada; y el dios del amor era más peligroso, a su ver, que el propio Hades y es que sabía que podía enemistar sin problemas a todos los habitantes del Santuario y eso incluía a la diosa.

Todo estaba preparado para recibir al Dios del Amor, todos estaban asustados con los gritos y amenazas de Saga (que de todos era el que más miedo sentía), advirtiendo que ningún error sería perdonado. Volvió a maldecir Afrodita y su suerte.

Por fin, el día había llegado y una comitiva esperaba en el templo de Aries el arribo de Eros, el dios del amor. Que venía, en forma de un elegante empresario italiano. Un hombre demasiado apuesto.

Pues este es el primer fic que escribo y publicó, sí alguien lo lee, pues espero que le guste y me lo diga y si no, pues también jeje