Bueno... primero que todod este one ya lo habia publicado pero lo edite ya que sentia que le faltaba un poco más de historia.
No es M por nada asi que leer bajo su propio riesgo
Es un gaasaku.
Una pasión en Suna
Por primera vez me sentí inquieta, no podía creer que el Kazekage de la arena no despegara su mirada tan intensa de mí. Vi de reojo y efectivamente este me miraba solo a mí, claro que parecía ser la única que se daba cuenta de ese pequeño detalle.
Había sido enviada a una misión para entregar unos pergaminos acompañada por Sai, Naruto y Kakashi-sensei como el equipo 7; creía que iba a ser como todas las comunes misiones, pero apenas llegamos al despecho del Gran Kazekage de la arena, no despego sus ojos de mí en ningún momento, ¡me sentía a desfallecer!
-Quédense esta noche en un hotel y mañana partan para su aldea- dijo el líder del lugar, mirándome de reojo. Esa mirada me provocaba tantas sensaciones que no sabía que me sucedía, sentía que mi cuerpo ardía en llamas además que parecía como si con esos ojos pudiese traspasarme. Pero preferí ignorarlo, al fin de cuentas aunque le tenía respeto por ser el Kazekage, era cierto que seguía sintiendo un poco de miedo desde nuestro encuentro durante los exámenes chunnins.
Durante mucho tiempo me provocaron pesadillas esos ojos cubiertos de frialdad y sed de sangre. Pero bueno lo pasado pisado, él ya no tiene al demonio de una cola en su interior desde hace un año, en donde la abuela Chiyo sacrificó su vida por la de él. Al igual que ya no es un asesino a sangre fría.
Pero al menos ya pasó, me dirijo a mi cuarto sola, ya que los demás se fueron a comer, para ser sincera no me provoca en estos momentos, mayormente por el cansado día del viaje de camino y debido a que suponía que saldrían a comer con Gaara, claro que Naruto convenciéndolo en el proceso, y de verdad no tenía ganas de encontrármelo en estos momentos.
Mis pensamientos viajaron al pasado. Desde que Sasuke-kun me intento matar he cambiado mi forma de verlo, al menos no lo amo ya con descontrol enfermizo, pero aun lo quiero como el hermano que es con Naruto. Aunque aún tengo las esperanzas que volvamos a ser el equipo 7 del pasado.
Caminé por los solitarios pasillos siendo como las 8 de la noche, apenas llegué frente a la puerta de mi habitación por esa noche la abrí, pero grande fue mi sorpresa al sentir como alguien me empujaba dentro del cuarto y me tapaba la boca, al tiempo que su otra mano se instalaba en mi cintura.
Miedo era poco decir a lo que sentía en aquella entonces, forcejeaba intentando en vano liberarme de su agarre, por la fuerza pude definir que era un shinobi, hice lo posible por soltarme pero este me tenía en una penosa situación, con mi chacra al mínimo sumado el cansancio del viaje desde Konoha era un objetivo frágil. Pensaba en como huir de sin darle tiempo…
Hasta que el extraño empezó a besarme el cuello, luché contra toda mi voluntad para mantenerme recta, pero es que esas caricias ¡eran divinas! Mis piernas temblaban y sin desearlo cerraba los ojos lentamente, dejándome llevar por las sensaciones en mi inexperto cuerpo. Su lengua recorría mi piel para luego darle besos mariposas a la misma zona.
Apenas el extraño me dio un mordisco no resistí más y gemí. Al parecer le gustó, porque al instante soltó la mano que se hallaba en mi boca, la cual comenzó a darme masajes en los senos, quitándome la camisa y el sostén para juguetear con mis botones como si fueran juguetes. Era como un maldito pulpo con sus manos bajando por su cuerpo al tiempo que no me dejaba de sujetar, por la forma pude ver que pensaba que caería al piso si me soltaba, de lo cual yo estaba vergonzosamente también de acuerdo.
Válgame dios, no podía literalmente pensar en nada, se sentía tan bien, mi Inner estaba como en shock al parecer ella no estaba mejor que yo. Lentamente me llevó a la cama y me recostó como si fuera hecha de porcelana, ahí cuando estuve sobre el colchón, pude ver cabellos rojos fuego, y ojos agua marina perfectos, el tatuaje de amor, grandes ojeras alrededor de esos verde aqua, era Gaara el cual había formado parte de mis pensamientos todo este tiempo.
No sabía qué hacer, su mirada era tan intensa que estaba segura que podría quemarme con ella. Sentía en mi vientre caricias internas, no entendía como con una simple vista de esos ojos verdosos lograba ponerme así, era mil veces peor que la que me dio en su despacho.
Me besó sus labios presionando los míos con fiereza, mordió mi labio con una intensidad increíble, su lengua entró a mi boca, estudiaba cada rincón de la misma, como si quisiera grabársela para siempre, por sus movimientos supuse que no esperaba que correspondiera, pero para su mala o buena suerte mi mente no estaba en función y le respondí con igual fervor.
Sentí como se sorprendió al ver que participaba en el demandante beso, probablemente no se esperaba mi voluntaria colaboración, pero no tardó en intensificarlo haciendo que el aire de mis pulmones se fuera de repente dejándome casi desfallecida.
Con sus dedos jugaba con mis pezones ya erectos, era tan bueno en lo que hacía que en ese momento no sabía ni como me llamaba, solo era consciente de sus magnificas manos al igual que su rasposa y dulzona lengua dentro de mi cavidad, me quitó con una lentitud horrible la falda y shores además de mis penosas bragas color rosa, las prendas terminaron en algún lugar de la habitación. Y para ser sincera no me importaba.
La camisa la retiré rozando su pecho bien formado, sintiendo como su piel se erizaba bajo el contacto de mis dedos. Era excitante y algo que nunca me hubiera creído, su piel era rasposa pero suave al mismo tiempo, como la arena se podría decir.
Le quité torpemente los pantalones, a lo que sentí como en medio del beso soltaba una ronca risa por mi inexperiencia, pero que esperaba, quisiera o no era una virgen hecha y derecha, o al menos hasta ahora.
Se sacó los interiores, dejándome ver su GRAN erección, me quede viéndola embobada, ¿¡Esa cosa iba a entrar ahí!? Al ver el pánico en mis ojos su mano derecha toma mi barbilla con delicadeza y me besó, este no fue como los demás, era lento y tierno con tanta dulzura que albergaba logró calmarme. Lo que al sentir que mis hombros se relajaban continuó con su tarea.
Un roce de intimidades nos causó a mí un gemido y a él un gruñido. No resistió más al parecer ya que me penetro de una sola vez. Me dolió, y como no, era enorme, pero se detuvo al ver mis lágrimas y me dio ligeros y tiernos besos en la sien, parpados, mejillas, labios.
-El dolor ya va a pasar- murmuró con voz ronca a mi oreja quedándose quieto en su lugar.
No comprendía como el gran Sabaku no Gaara podía llegar a ser tan cuidadoso con migo, pero la manera en la que silenciosamente me intentaba aliviar el dolor me llegaba al corazón antes nunca lo hubiera creído, pero ahí estaba bajo su perfecto pecho, al parecer formado por los ángeles, dándome besos por toda la cara para relajarme, y podía sentir perfectamente que él quería moverse, pero se frenaba por mi comodidad.
Queriéndole recompensar le di un suave beso en los labios, acompañada por mi mejor sonrisa. Este ladeo la boca en un intento de sonrisa de vuelta, al parecer más tranquilo consigo mismo, Gaara dio embestidas lentas pero profundas, el dolor se iba y solo quedaba puro placer, haciéndome sentir que tocaba el cielo. Yo entrelace mis piernas en su cadera echando la cabeza para atrás por el inmenso placer. Seguimos cada uno rodeado por una capa de sudor y las respiraciones frenticas, vi sus ojos, y estaban bañados de deseo, lujuria, pasión y algo que hizo que mi corazón diera un vuelco.
-Di mi nombre- me pidió al oído bajando lentamente el ritmo de las misma. Lo intente, pero mi cuerpo no reaccionaba, hasta que sentí que casi desparecían las gloriosas estocadas, cosa que no deseaba para nada del mundo.
-Gaara- susurré a su oído que pareció encantarle ya que aumento el ritmo de las mismas haciéndome perder la cabeza. Mi lengua de ahí no pareció frenarse ya que lo único que hacía era repetir su nombre entre gemidos y jadeos, dejando que dentro de esas cuatro paredes sea el único sonido que se oiga además de sus roncos suspiros.
-¡Gaara!- grité obteniendo un gruñido en respuesta. Me corrí como si un espejo fuera rota, sentí que mi cuerpo se tensaba antes de que una descarga de electricidad recorriera cada parte de mi ser, como si un espejo se rompiese y dejé que todo mi peso cayese sobre el colchón. Sentí las brazos del peli rojo tensarse y luego relajarse al tiempo que calentaba mi ser dejándome con su cálida semilla en mi interior.
Él no pudo resistir más, ya que cayó a un lado mío, y llevo uno de sus brazos por mi cintura provocando que pegara con su pecho sintiendo como se regularizaban sus latidos del corazón. Seguía aun conmocionada por lo que acababa de pasar. ¡Acaba de perder mi virginidad con la misma persona que hace años había intentado matarme! Y lo peor de todo es que no me arrepentía de nada. Respiré profundo y lo miré fijamente a los ojos.
-Kazeka…-agarrando todo el valor que tenia intente hablar pero me calló con un beso ardiente, el cual me dejo sin ningún tipo de aliento, a lo que al separarse de mí pegó su frente a la mía.
- Solo dime Gaara- me susurró aun a escasos centímetros de su rostro.
-Si es así cada misión ya quiero pedirle permiso a Tsunade-sama para venir de nuevo a Suna- dije jugando pensando lo que sería volver a disfrutar de las sensaciones que me provocó hace un rato.
-¿Quién dijo que te irías Sa-ku-ra?- o si ya me había atrapado y dudaba que con su posesividad me dejara ir, pero para ser sincera no me molestaba en lo absoluto…
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Bye...
