Despedida a Milo de Escorpio.

Hace un día espléndido, el sol cálida y enérgicamente alumbra en el exterior, y yo, escribo. Sólo es una carta más, la última, para ser concreta, ya que no hay razón por la cual seguir de pie observando como se me escapa la vida entre los dedos por que a usted, caballero, le parezca lo más apropiado. Reitero, lo ha sido todo en mi corta vida, mientras que yo para usted, sólo una joven e inexperta aprendiz, una pequeña compañera de aventuras y tal vez llegué a ser también una amiga con algo de importancia en tu irregular existencia.

Aún recuerdo los días en los que, juntos caminábamos sonrientes por entre las multitudes, dejando caer a cada paso algún irrelevante comentario sobre nuestra vida cotidiana o pasada. ¿Recuerda también las noches que en compañía el uno del otro malgastábamos el aire entre risas y confesiones? Yo, si. ¿Y las tardes frías caminando por las calles de esta ciudad sin pronunciar palabra para así no atraer más al frío de la época? Yo, si. Tal vez le recuerde las explicaciones que me otorgaba al hacer algo que llegaba a disgustarle, y los intentos en vano por mi parte de seguir todas ellas, para no escuchar reproche alguno por su parte.

Me enseñó a vivir libremente, y sus consejos eran siempre bienvenidos, hasta los más complicados de seguir. Intenté ser lo que esperaba y deseaba, llegar a ese especial límite que colocó poco después de encontrarnos por primera vez, pero desgraciadamente, no lo conseguí.

Ya no se me permite escucharle, ni verle, ni tan siquiera imaginarle, me repuso en su vida, al igual que yo haré con usted, después de haber prometido lo contrario, mas eso fue hace ya tanto tiempo, que apenas merece que lo recuerde, cuando el mundo a mi alrededor me consumía y solo usted me daba cobijo y me reconfortaba entre las paredes de su dormitorio, entre sus brazos, y llegaba siempre a darme algo más de esperanza sobre la vida, aunque no pareciera posible albergarla. Consiguió que dependiera más de su presencia que de la mía propia, pero luego, se aburrió, creció, y dejó de lado su antigua y anteriormente preciada muñeca, para proseguir con alguien ajeno a mi su camino. Lo entiendo, lo entendí, y lo entendería, si hubiera algo de futuro para nosotros.

No imaginé que una despedida pudiera ser tan… tan ligera. No imaginé que la nuestra, aquella que debería pertenecernos sería, existiría, y menos, que fuera de esta manera tan fácil y simple.

Destacado caballero de Escorpio, frío, calculador y vengativo, es hora de pronunciar en voz alta las últimas líneas que le dedicaré: Hasta la vista.

("Nunca fue tan breve una despedida,

Nunca me creí que fuera definitiva,

Nunca quise a nadie en mi vida."

Héroes del silencio.)