N/A: Me da hasta apuro publicar esto ahora, teniendo en cuenta que lo escribí hace más de un año xD Pero bueno, ahí lo dejo, que me hacía ilusión ser la primera en escribir sobre esta pareja. ¡Y encima en el canon! xD
Anna se quita las gafas de sol con un rápido ademán y mira alrededor, alzando las cejas. Puede sentir que alguien la vigila desde hace rato.
Se vuelve hacia atrás para comprobar que Manta y Tamao no están demasiado cerca y se encara a una de las rocas del camino. Las cuentas del rosario resuenan en el árido paisaje cuando Anna lo lanza hacia la parte de atrás de la roca.
Se oye un grito masculino y un chico cae pesadamente al suelo levantando una nube de polvo. Tiene los brazos pegados al cuerpo y el torso envuelto por el rosario.
-¿Quién eres tú? –le espera Anna, cruzado los brazos.
El joven, que aparenta más o menos su edad, tose por el polvo y mueve la cabeza para apartarse los mechones de pelo que le caen sobre la cara.
-¿Cómo has sabido que estaba aquí?
Anna frunce el ceño y da un tirón brusco del rosario, haciendo que el muchacho, que estaba empezando a incorporarse, caiga de cabeza al suelo.
-No te importa –dice ella-. ¿Vas a decirme quién diablos eres?
El chico levanta la cabeza y, con una sonrisa tranquila, sin saber que tienta a la muerte al no obedecer a Anna, dice:
-Ahora entiendo por qué estaba tan interesado en ti...
La ira de la itako crece por momentos, y no duda un instante en clavarle el zapato en las costillas al tipo ése por ser tan insolente.
-¡Te he hecho una pregunta!
-¡Ah! –se queja él- ¡Nichrome! ¡Me llamo Nichrome!
Anna deja de patearle y estira hacia arriba del rosario para obligarle a ponerse en pie.
-Bien, Nichrome. ¿Y por qué me sigues?
La joven se acerca mucho a su cara cuando le habla –con la intención de ser amenazante, supone-, y Nichrome podría contarle las pestañas. Al final el señor Hao ha resultado estar en los cierto con eso de que la tal Anna es cautivadora.
-Te sigo porque soy un pache y mi obligación es vigilar que no le lleves ninguna ayuda al participante Asakura.
Anna le examina con desconfianza, pero las ropas de Nichrome corroboran su pertenencia a la tribu organizadora del torneo, y no tiene más remedio que recoger su rosario y liberarle de las ataduras. El pache se sacude la túnica y una larga trenza, que había permanecido oculta por el rosario, asoma tras él.
-Antes has dicho que alguien estaba interesado en mí... ¿A quién te referías? –inquiere Anna, aún recelosa. Hay alfo que no le cuadra con ese individuo.
-Al jefe Goldva –responde Nichrome por inercia-. Le interesa tu forma de tomarte el torneo, y tu... fuerza.
Ella sigue sin fiarse, y le mira con los ojos entrecerrados.
-Vale, no voy a ayudar a Yoh de ninguna forma, así que puedes dejar de seguirme.
Anna hace un ademán de marcharse por donde ha venido, pero Nichrome la coge del brazo y la detiene. La itako le mira inquisitivamente y parece a punto de pegarle una bofetada de esas que dejan marca. Misteriosamente, no lo hace y se limita a observar con sorpresa el punto donde le está tocando.
Nichrome se acerca a su rostro y su mano desciende por la piel suave y pálida de ella hasta llegar a la muñeca.
-Cuando te encuentres con el señor Hao, no dudes en abofetearle.
No es un susurro, pero tiene un tono confidencial que lo hace parecer algo prohibido. Nichrome lo ha dicho sonriendo a unos centímetros de su cara, eso de que es un sicario de Hao –bueno, no lo ha dicho, pero ha quedado más que claro-, y ahora Anna ya sabe qué es lo que no le cuadraba con ese tipo. Y, aun así, deja que se dé la vuelta y se marche, con la trenza ondulando tras él como una serpiente.
Anna frunce el ceño y se va en la dirección contraria, pisando con fuerza y levantando polvo a su alrededor. Maldito idiota. Cuando se encuentre con Hao, le va a dar su hostia y la de su sicario.
