DISCLAIMER: Hameln no Violin Hiki es un manga de Watanabe Michiaki distribuido por Gangan Comics. Me swears it.

(Para E, con mis disculpas)


Mientras todos dormían, Sizer arrancó una de sus plumas y humedeció su punta con la sangre que manaba de una herida leve que había insistido en no atender.

Escribo esto porque sé que nunca lo leerás; y si lo leyeras, no lo creerías; y si lo creyeras, no pensarías que es para ti.

Te amo. ¡Maldita sea, te amo! No es la mejor manera de decirlo, lo sé. Veo a las otras turbarse y confesar con rodeos, pero yo no puedo hacer eso. No porque me dé pena. No porque no esté segura. No porque algo así vaya a arruinar mi reputación.

El problema es que sé que preferirías morir antes que aceptar la posibilidad de que yo, de verdad, te quiera.

Comprendo que te sientas así. Aunque parezco (no, soy) un ángel, mis alas ya estuvieron manchadas de sangre alguna vez. Disfrazo la flauta más dulce bajo la apariencia de una guadaña. Simplemente no soy la princesita que buscas.

Por eso, aunque leyeras esto, y lo creyeras, y te dieras cuenta de que lo escribí para ti, eso no va a cambiar el hecho de que tú no me amas.

No sé si te autoengañas o sólo pretendes jugar conmigo cada vez que dices que me quieres, sólo sé que eso no es cierto. Me miras, me tratas y me hablas igual que a cualquier otra. O tienes un autocontrol increíble (sabemos que no es así) o no soy significativamente diferente para ti. Desconozco mucho de estas cosas, pero Hamel y Flute no está en esta situación.

Tal vez te agrado. Tal vez te atraigo. Pero eso no es suficiente. Una parte de mí quiere aceptar esas migajas porque (lo reconozco) las necesito desesperadamente y es lo máximo que puedo conseguir, ya que gran parte del tiempo sigo actuando como un mazoku. Pero la otra parte me dice que mientras más alto llegue, más dolerá la caída.

Las dos tienen razón, y yo… estoy tan aterrada que no puedo resolver esto. La única salida que nos queda es ésta: detente.

Deja de sonreírme. Deja de hablarme. Deja de sangrar por la nariz. Deja de ser amable conmigo, para que pueda olvidar que soy una mujer y vuelva a ser una máquina de guerra, porque si no lo haces mi estúpido corazón seguirá susurrando que tal vez sí

Hamel se revolvió en sueños y arrojó a Oboe contra un árbol. Sizer apenas tuvo tiempo para arrojar el papel y la pluma al fuego.