SUMMARY: A pesar del título es un S-R. ¿El resumen? Bueno: Sirius hace algo que no debe por razones un tanto extrañas y el resultado implica que Remus y él tengan que pasar el día juntos… No preguntéis más, mejor leed y sabréis de qué va esto.

DISCLAIMER: Todos los personajes son de Rowling. Yo sólo he aprovechado que existen para narrar su historia.

ADVERTENCIAS: Esta historia es slash. Contiene relación chico-chico. Si no te agrada el tema no sigas leyendo, ok? Si decides seguir adelante… espero que te guste

N/A: He recibido tantas muestras de apoyo por el tema del plagio que he decidido que no era justo dejar de publicar. No voy a dejar que alguien a quien ni siquiera conozco decida por mí. Así que aquí está, el primer capítulo de una nueva historia. Sólo os pido si la véis por ahí publicada que la ignoréis y si queréis leerla o mandar reviews lo hagáis en esta página.

Gracias.


LA CHICA DE REMUS

1. La poción

-Unas gotas de jugo de sauce, un par de pétalos de hortensia… ¡y listo!

Sirius miró la botella que sujetaba con una mueca que pasó del orgullo al desagrado en menos de un segundo.

-Al menos espero que funcione –gimió-, porque este mejunje tiene que estar realmente asqueroso.

El líquido tenía un color entre verde y marrón y olía a carne quemada y a yogurt rancio. Aspiró aire y, cerrando los ojos, bebió la poción de un trago, casi sin respirar.

Repugnante.

Tuvo que hacer un esfuerzo para tragarla entera y no vomitarla. No recordaba haber probado algo tan asqueroso en toda su vida. Cuando se hubo calmado un poco, después de sacar la lengua un par de veces para hacer desaparecer el amargo sabor, se asomó ansioso al espejo, esperando percibir los cambios.

No advirtió nada raro, pero pensó que quizás los efectos de la poción no eran instantáneos.

Esperó.

Y esperó.

Y todavía esperó un poquito más.

(Sirius Black no era precisamente paciente)

-¡Maldita sea! Puta poción. ¿En qué me he equivocado?

Revisó sus notas con rapidez, buscando algún error, una medida equivocada, lo que fuera. Pero para su desesperación no encontró nada revelador. Todo parecía estar bien.

-¡He seguido todos los pasos! Las medidas son correctas, los tiempos de espera también. Los ingredientes estaban en buenas condiciones… ¿Qué ha salido mal?

Con un suspiro soltó los apuntes sobre el suelo, enterrando la cabeza entre sus brazos. Estaba claro que se había equivocado en algo y eso sólo significaba que tendría que seguir intentándolo. ¡Desde el principio! Pero no ahora. Ahora se iba directo a la cama. A descansar.

Dándose por vencido, recogió sus cosas (apuntes, vaso, redomas…) y se ocultó bajo la capa que había cogido prestada a James. Era suficiente de momento, había pasado varias horas con la poción y estaba muy cansado. Al día siguiente era sábado y afortunadamente no había que madrugar, pero necesitaba dormir si no quería estar de mal humor durante todo el día. Reprimió un bostezo y susurró la contraseña a la dama gorda del cuadro.

Cuando entró en la habitación procuró no hacer ruido para no despertar a sus compañeros, que dormían plácidamente. Sonrió al escuchar la fuerte respiración de Peter. ¡Y luego dice que no ronca! Pasó junto él y después de soltar todos los objetos debajo de la cama, se acostó. Ya lo recogería todo al día siguiente. Se tapó con las mantas y soltó un suspiro cuando al fin se encontró a salvo y caliente en su cama. ¿Qué había ido mal? Tenía todos los ingredientes, había seguido todos los pasos uno por uno… Pero estaba claro que tenía que haberse equivocado en algo. En la cama de al lado, Remus se giró, hasta quedar de cara a él y Sirius lo vio sonreír en sueños.

Seguro que sueña con algo dulce.

Al día siguiente había escapada a Hogsmeade. Bostezó y echó la colcha sobre su cabeza. Ya pensaría en aquello por la mañana, cuando estuviera descansado. Repasaría de nuevo los apuntes y volvería a intentarlo. Pero ahora necesitaba dormir.

-Mañana –murmuró con los ojos fuertemente cerrados, hecho un ovillo bajo las mullidas mantas.

Y cayó dormido.


Sirius salió del baño todavía medio dormido. Se había lavado la cara y una toalla colgaba sobre sus hombros desnudos. Todavía hacía frío por las noches, pero le gustaba dormir sin la parte de arriba del pijama, decía que así estaba más cómodo, pero los demás sabían que lo hacía para presumir de sus maravillosos pectorales. Aunque se muriera de frío en esos primeros días del invierno. (N/a: Siempre tan endemoniadamente presumido ). Cuando miró a su alrededor sólo vio a Remus, de espaldas a él, vistiéndose. Los demás debían haber bajado ya a desayunar.

Sirius bostezó. No había dormido muy bien, había tenido un fuerte dolor de estómago toda la noche, seguramente a causa de la poción. De hecho había llegado a vomitar dos o tres veces, y había tenido que prepararse una infusión caliente para relajarse. Vamos, que al final había pasado toda la noche en vela.

-Buenos días –saludó con voz cansada.

Remus se giró sobresaltado, la camisa a medio abrochar y una expresión de sorpresa en el rostro.

-¿Perdona?

-He dicho buenos días.

Por alguna inexplicable razón Remus parecía realmente confundido.

-¿Qué haces aquí?

Sirius hizo una mueca.

-Pues ya ves –contestó con aburrimiento mientras se dirigía a su cama-, acabo de salir del baño y pensaba vestirme para bajar al comedor antes de que retiren el desayuno.

-Sí, eso ya lo sé –Remus parecía nervioso, como si no supiera muy bien cómo abordar el tema-. Lo que quiero decir es… ¿Por qué estás aquí¿Qué es lo que quieres¿A quién buscas?

-¡Vamos, Remus! –aquello empezaba a resultar molesto-. ¡Es muy temprano para jugar a las adivinanzas! No he dormido bien¿vale? Tengo un sueño de mil demonios y estoy muy cansado, así que no me jo…

-Mira, sencillamente no me parece justo: si nosotros no podemos entrar en vuestro dormitorio, no entiendo por qué…

-¿Nuestro dormitorio?

El licántropo carraspeó nervioso.

-Está bien. ¿De dónde eres¿Ravenclaw¿Slytherin?

-Remus, si no dejas de decir tonterías…

-¡No, escúchame! No me importa quién te haya traído –sus ojos se desviaron hacia la cama de Sirius y por alguna extraña razón se sonrojó-. Seguro que lo habéis pasado muy bien mientras los demás dormíamos. ¿Utilizasteis un hechizo silenciador? Bueno, no me importa, pero él ya se ha marchado y si no sales ahora mismo de aquí no tendré más remedio que llamar a la profesora McGonagall.

-¿Pero estás loco?

-¡Y haz el favor de taparte!

Sirius parpadeó confuso.

-¿Que me tape¡Maldita sea, Moony, si no me das una explicación ahora mismo vas a tener problemas!

Remus estaba perplejo.

-¿Conoces mi apodo¿Quién te lo ha dicho?

-Vamos –Sirius chasqueó la lengua molesto-. Como si no lo supieras. ¡Yo fui el primero en llamarte así!

Remus se sentó en la cama completamente aturdido.

-¡¿SIRIUS?!

-¡Qué!

El joven se tapó la boca con las dos manos y aún así su exclamación ahogada fue claramente audible.

-¡Por las barbas de Gandalf…¿Pero qué te ha pasado?

-¿Cómo que qué me ha pasado? Mejor dime qué es lo que te pasa a ti, Remsie, estás muy raro desde que te has levantado, no dejas de decir cosas absurdas.

Remus se puso en pie, aunque parecía que hacerlo le costara un enorme esfuerzo.

-Sirius¿Te… te has mirado al espejo esta mañana?

-¿A qué viene eso ahora?

-¿Te has mirado? –repitió.

-No. Ya te he dicho que he dormido mal, no me apetecía ver las ojeras, gracias.

Remus se mordió los labios preguntándose por dónde empezar.

-Pues tal vez deberías hacerlo.

-¿Por qué?

-Es que… bueno, digamos que estás un poco cambiado.

-¿En serio?

Sirius se llevó una mano al pelo, para comprobar si había cambiado, pero seguía lo mismo que siempre. En ese momento, Remus dirigió la mirada hacia su pecho desnudo, invitándole a hacer lo mismo. Sirius resopló y bajó la mirada, para encontrarse…

-¡Oh, mierda!

Remus soltó una risita ante la reacción de su amigo, pero se apresuró a camuflarla con una tos cuando vio su mirada asustada.

-¿Qué demonios es esto?

-¿De veras quieres que te lo diga?

-¿Pero, pero, pero… cómo…, cuándo…¡¡¿POR QUÉ?!!

-¿A mí me lo preguntas¡Tú sabrás qué es lo que has hecho!

-¡Nada!

-No sé por qué, pero no te creo.

-¡Te aseguro que yo no he…! Oh.

-¿Cómo que "oh"?

Sirius forzó una sonrisa que resultó bastante falsa.

-Verás, te vas… te vas a reír en cuanto te lo diga.

-¿Eso crees? Pues venga, estoy esperando.

-Mejor no.

-¿No qué?

-¡No te lo digo!

Sirius se tapaba la cara avergonzado.

-Vamos, haz el favor de no comportarte como una…

-¿Como una qué¿Como una chica¡¡Soy una chica!!

-¡No hace falta que me grites! Ya veo que eres una chica. ¡¡Y haz el favor de taparte!! No soy de piedra¿sabes?

-¡No digas tonterías! Aunque tenga estas…, estas…; ¡Grrr! Aunque tenga este cuerpo sigo siendo yo¿de acuerdo? Espera –se detuvo asustado-, si soy una chica eso significa que no tengo… ¡¡MIERDA!!

-¡Sirius, por favor!

Su amigo tenía la mano dentro de los pantalones.

-¡¡Ha desaparecido!! –lloriqueó.

-¡¡Me da igual!! Si no te tapas ahora mismo salgo corriendo a buscar a la profesora.

-No lo harías.

-Ponme a prueba.

-Cobarde.

Pero temiendo que Remus cumpliera su amenaza, finalmente Sirius tapó su pecho como mejor pudo con la pequeña toalla.

-¿Te parece bien así?

-Sí. Y ahora será mejor que te tranquilices y me cuentes…

-¡Sirius, Remus¿qué os queda?

La voz de sus amigos les llegó animada y cantarina a través de la puerta cerrada.

-¡Mierda!

Sirius empezó a mirar alrededor con nerviosismo, como un animal enjaulado, sin saber muy bien qué hacer.

-¡No les digas nada, Remus, por favor! –gimió con desesperación.

-Pero ellos pueden ayudarte…

-¡Si James se entera se estará burlando de mí durante el resto de mi vida!

-Te lo tendrías merecido.

-¡¡LUPIN¡Si en algo aprecias nuestra amistad…!

-¡Está bien, de acuerdo! –y añadió en voz baja-. No sé por qué siempre me acaba convenciendo.

Remus le lanzó entonces la camisa de su pijama que aún estaba sobre su cama. Justo a tiempo. Aún no había abrochado un botón cuando James y Peter entraron por la puerta.

-¡Vamos, vosotros dos, si no os dais prisa os quedaréis sin desa…yu…no…¿Remus?

El muchacho intentó sonreír, mientras Sirius se daba la vuelta, concentrado en los malditos botones, ocultando su cara para evitar ser reconocido.

James alzó las cejas con expresión de asombro.

-Vaya, lo siento, no queríamos molestar, pero no sabíamos que estabas… ocupado.

-No, espera, James, esto no es lo que parece…

-No importa. No tienes que explicarnos nada –James cogió a Peter del brazo, el cual miraba la escena con asombro: Remus a medio vestir y una chica de espaldas abrochándose la camisa de su pijama… porque aquella era su camisa, seguro, Peter la reconoció enseguida. Entonces…, eso significaba…-. Peter y yo ya nos íbamos.

-¿Ah, sí?

-James, puedo explicarlo.

Pero el joven no parecía querer escuchar una explicación. Guiñó un ojo cómplice antes de empujar a su otro amigo hasta la puerta.

-No importa, Remus, hablamos luego. ¡Buena suerte!

Y la puerta se cerró dando un sugerente portazo.

-¡Genial! –masculló Remus-. A saber qué idea absurda habrá pasado por la mente de esos dos. ¡Y todo por tu culpa! –pero la expresión de enfado desapareció cuando se volvió hacia su amigo para encontrarlo sentado sobre su cama, abrazándose con fuerza-. ¿Estás bien?

-¿Tú qué crees?

Remus se ruborizó. Le resultaba extraño encontrarse en aquella situación: tratando de consolar a una chica vestida con su ropa… aunque eso de que era una chica era algo relativo. Pero tenía que admitir que Sirius, en su forma femenina tenía un cuerpo precioso. (Al menos por lo que había podido ver). Y su rostro, aún más dulce, resultaba irresistible con aquella expresión de tristeza. Los ojos parecían incluso más azules y el pelo oscuro cayendo suavemente sobre su rostro le daba un aire encantador. Y además parecía tan vulnerable… Y eso sin contar con que llevaba puesto su pijama.

Sirius… llevaba puesto… su pijama…

Remus sacudió la cabeza y buscó unas palabras de ánimo.

-No es para tanto, tampoco estás tan mal.

Al parecer no eran las palabras adecuadas, porque los ojos de Sirius lo miraron espantados.

-¡Remus!

-¡Vale, vale! Hmmm… ¿Has pensado ya qué vas a hacer?

-Iré a la biblioteca a buscar información y a comprobar mis notas. Tengo que averiguar qué es lo que ha salido mal. Debo solucionar esto cuanto antes. Me acompañarás¿verdad?

-Pues…

-¡Por favor! No puedes dejarme solo en un momento así, necesito que estés conmigo. ¡Por favor, Moony!

-Está bien.

Sirius se lanzó en sus brazos con un grito de felicidad.

-¡Gracias, Moony, eres el mejor!

-¡Maldita sea, no me abraces¡No, no, suelta!

Sirius se apartó un poco y lo miró con una sonrisa divertida.

-¿Te molesta? Vamos, no me dirás que es la primera vez que te abraza una chica.

-¡Vamos, déjalo! –protestó ruborizado.

-¡Pero qué mono eres!

Y le plantó un beso en la mejilla. Remus lo apartó nervioso.

-¡Si vuelves a hacer eso…!

Pero Sirius no pudo saber qué iba a pasar si volvía a hacerlo, porque en ese momento, justo cuando lanzaba sus brazos al cuello del licántropo, llamaron a la puerta.

"Toc, toc"

(Es que llamaron de forma muy educada)

La escena se congeló, como si hubieran dado al pause a uno de esos reproductores de video muggles: con Sirius y Remus medio abrazados en una situación bastante comprometida.

-¿Sí?

Pero no duró mucho y pronto la escena volvió a ponerse en movimiento: Sirius se soltó y salió corriendo para esconderse en el baño y Remus suspiró y se dirigió a la puerta. Al abrirla se encontró a James y Peter esperando con cara angelical.

-¿Qué? –preguntó suspicaz, alzando una ceja al más puro estilo slytherin.

-Hemos olvidado los guantes –aclaró Peter, disfrazado con su cara de niño bueno-. Hace frío.

Remus les indicó que podían entrar.

-¿Dónde está? –preguntó James en voz baja.

-En el baño.

Peter se apresuró a coger sus guantes y los de James.

-¿Desde cuándo estás con ella, Remus?

-¿Cómo se llama?

-¿Lo sabe Sirius?

-¡Qué bien escondido lo tenías!

-Ya está bien –contestó el muchacho un poco cansado de sus comentarios-. Será mejor que os marchéis.

-¿No vas a venir a Hogsmeade? –preguntó Peter extrañado.

-¡Pues claro que no! –explicó James dándole un codazo-. Aprovechará para estar un rato a solas con ella¿verdad? Ahora que nosotros nos vamos y la habitación queda vacía… -y soltó una risita sugerente.

-¿Y qué, ya la has besado¿Hasta dónde habéis llegado? Porque ésa era tu camisa¿verdad?

Remus los empujó hasta la puerta.

-¡Espera¿Sabes dónde está Sirius? No ha bajado a desayunar y tampoco está aquí. ¿Te ha dicho dónde iba?

-Eh… Dijo que os vería en Hogsmeade, que tenía algo que hacer antes. Va a coger el pasadizo.

-Oh –James parecía un poco decepcionado-. Si estaba planeando algo podía habérmelo dicho.

-Sí. Tienes razón, podría haberlo dicho –dijo Remus mirando hacia la puerta del baño.

-Bueno, pues entonces nos vamos.

-Adiós.

-¡Y buena suerte!

-Deja el pabellón bien alto¿eh? Contamos contigo.

-Verás cuando Sirius se entere…

Cuando estuvo seguro de que se habían marchado, se acercó al baño y llamó con suavidad.

-¿Sirius?

Abrió la puerta casi con miedo, para encontrarse a un sonriente Sirius observando con atención la imagen reflejada en el espejo que había sobre el lavabo, la cual parecía más que feliz de encontrarse allí. El reflejo no dejaba de moverse y contonearse de un lado a otro, observándose desde todos los ángulos posibles y diciendo cosas como: ¡Vaya piernas! Y qué piel tan suave. Y mira esto, no tienes nada de grasa. ¡Y qué cintura! Chica, eres un bombón.

Sirius se volvió hacia su amigo con una sonrisa de disculpa.

-No estoy tan mal¿eh?

Remus lo cogió del brazo y lo alejó de allí, la voz del espejo empezaba a darle dolor de cabeza.

-Bien. Ahora quiero que me cuentes qué es lo que ha pasado, porque si quieres que te ayude lo primero que tienes que hacer es explicarme cómo… ¡Sirius¿Me estás escuchando?

El joven, que se había levantado los bajos de sus pantalones para observar mejor sus nuevas y torneadas piernas lo miró con una mueca de desagrado.

-Oye, Remus.

-¿Qué?

-Creo que tendría que depilarme. ¿A ti que te parece?

-¿?

Remus apartó la pierna que su amigo tenía extendida hacia él para que la viera más de cerca.

-¡De acuerdo! Si no te lo vas a tomar en serio me marcho. Tengo mejores cosas que hacer que quedarme aquí perdiendo el tiempo contigo.

-¡Espera!

-¿Cómo puedes ser tan, tan… infantil? Pensar en depilarte cuando tendrías que estar ocupado en buscar una solución a este problema. ¿Es que no te importa lo que piensen de ti¿Es que no vas a hacer nada? Pues entonces me voy, porque si tú no estás dispuesto a colaborar yo no tengo por qué seguir aguantando esto.

-¡¡Moony!!

En ese momento Sirius se abalanzó sobre él para impedir que se marchara y se lanzó con tanta fuerza que perdieron el equilibrio y los dos cayeron al suelo abrazados. Sirius se sentó sobre Remus mientras se frotaba la cabeza dolorida.

-¡Ouch!

-Sirius…

-¿Qué?

-¿Quieres hacer el favor de levantarte?

Aquello era realmente incómodo. Aunque no dejaba de repetirse que era su amigo, lo que Remus veía era a una chica medio desnuda sentada sobre sus piernas. Y bueno, si pensaba que era su amigo el que estaba allí, en esa postura, era aún peor.

Sirius parpadeó confuso.

-¿Qué?

-¡¡Que te levantes de una vez, idiota!!

Y apartándolo a un lado consiguió ponerse en pie.

-¿Se puede saber qué te pasa? Creía que ibas a ayudarme y desde el principio no haces más que buscar excusas para salir corriendo.

¿Que qué le pasaba? Bueno, Sirius era realmente estúpido si no se daba cuenta de la situación. ¿Y cómo reaccionaría él si una chica guapa se le abrazara cada dos por tres? Bueno, Remus estaba bastante seguro de lo que haría y sólo de imaginárselo las mejillas volvieron a ponerse coloradas. Tendría que ser muy paciente si no quería cometer una tontería.

-Bueno, lo primero que tenemos que hacer es buscar un uniforme de chica. No puedes andar por ahí con mi ropa. Además, te queda grande.

Sirius extendió los brazos y se miró con atención. Las mangas del pijama de Remus le tapaban las manos, ya que al ser una chica había perdido altura y algunas tallas.

-Tienes razón. Ey, Moony, ahora eres más alto que yo –replicó feliz. Pero Remus intentó no hacerle mucho caso.

-Vamos, hay que buscarte ropa.

-¿Pero cómo lo haremos? No podemos entrar en el… Oh –su rostro se iluminó-. Yo sí puedo, ahora soy una de ellas.

A Remus no le gustó nada la expresión ávida de su rostro.

-¡De eso nada, no vas a entrar en el dormitorio de las chicas!

-¿Y por qué no?

-¡Porque, porque…!

-Vamos, Moony, no seas envidioso –lo reprendió Sirius con coquetería aferrándose a su brazo. Y luego le susurró al oído:-. Te lo contaré todo.

Remus cogió su muñeca para mantenerlo a distancia.

-¡He dicho que no!

-¡Pero necesito ropa! –protestó-. ¡Tú mismo lo has dicho!

Con los labios apretados y el ceño fruncido parecía una jovencita caprichosa pidiendo una golosina.

-Iremos a la lavandería. Los elfos no suelen hacer preguntas. Y si las hacen les diremos que tu uniforme se ha manchado. ¡Vamos!

Todavía agarrándole de la muñeca, Remus lo obligó a salir tras él al pasillo, pero antes de dar dos pasos se cruzaron con una chica de Gryffindor que subía a su habitación. La chica los miró sorprendida.

-H-hola –saludó cortada.

Fue en ese momento cuando Remus se dio cuenta de algo: Sirius era una chica, llevaba su camisa del pijama y él iba a medio vestir, descalzo y con la camisa sin abrochar. Sirius devolvió el saludo a la chica con una sonrisa, pero Remus, colorado hasta las orejas, tiró de él con fuerza para obligarle a entrar de nuevo en el dormitorio. La chica los miró con asombro hasta que la puerta se cerró de golpe ante sus narices. Hasta ella llegaron las voces airadas del interior. Discusiones de pareja. Se encogió de hombros y se dirigió hacia la sala común, para contar a sus amigas lo que había visto. Después de todo Lupin era uno de los chicos más guapos de su casa, no era la única interesada en su vida privada.

Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Sirius sonreía de oreja a oreja.

-Vaya, Moony, es la primera vez que te veo tan alterado como para cometer una tontería semejante.

-¡Cállate!

-Salir a medio vestir a la escalera, arrastrando a una pobre e indefensa chica contigo –movió la cabeza de un lado a otro, chasqueando la lengua-. No es muy propio de ti. Pero me alegro, veo que por fin estás madurando.

-¿Sí? Pues no puedo decir lo mismo de ti, señor "Buscaproblemas"

-Vamos, vamos, cálmate, lobito.

-¡No me llames así!

Remus se abrochaba la camisa con rapidez.

-Además, yo no busco problemas –dijo Sirius muy serio-. Más bien los problemas son los que siempre parecen saber por dónde ando… Lo cual es ligeramente preocupante.

-Ya… Venga, nos vamos.

-¿Te has puesto los zapatos?

La mirada de Remus acalló sus carcajadas en el acto. Cuando el lobo se enfadaba era mejor no provocarlo.

-Coge la capa.

-No tengo frío, gracias.

-¡La de James! –Remus estaba exasperado-. ¡No irás a salir de aquí tan tranquilo!

-¿Y por qué no? Ya nos han visto.

Remus se acercó al baúl de James y después de buscar un rato en su interior sacó un trozo de tela que parecía plata líquida.

-Póntela.

-Pero, Moony…

-¡AHORA!

Sí, definitivamente era mejor no provocarlo.

Continuará…


N/a: hasta aquí el primer capítulo de esta nueva historia. Serán un total de 6 capítulos, así que estaré por aquí durante unas semanas. Gracias a todos los que leéis, espero seguir viéndoos por aquí (ya sabéis lo que se agradece un comentario). Un beso y hasta el próximo capítulo.

DAIABLACK