A/N: Bueno, digamos que es mi primer fanfiction, así que espero no decepcionarlos. Por lo menos léanla y después me cuentan (aunque no les guste.)

Sinceramente no me importa

Capítulo 1

-¿Vos que decís Sirius? A mí me parece que no- dijo James Potter mirando a su mejor amigo.

Sirius pareció pensarlo un momento.-mmm- dijo moviendo negativamente la cabeza. –Solamente alguien que nunca estuvo con una chica puede ir a contarle a McGonagall que vos estabas a las tres de la mañana con Kate.

-Solamente un estúpido puede contarle a McGonagal- respondió James mirando nuevamente a Tom, con aquella mirada que podría asustar a cualquiera. Tom intentaba parecer calmado, pero estaba visiblemente nervioso.

-Vamos, está entrando Flitwick- les dijo Remus que pasaba por detrás, a sus dos amigos, tirando levemente de la túnica de James.

Tom se sentó mirando sus libros y pudo escuchar a Sirius que decía: -tiene razón, vamos. Estas cosas se arreglan después de clase.

Cuando Flitwick entró a clase, Tom parecía haber olvidado completamente el asunto pero Lily Evans, que estaba sentada a su lado, podía ver como las gotas de sudor caían por su frente. Había intentado ignorar aquella conversación, pero cuando James Potter decidía humillar a alguien, no lo hacía muy privadamente que digamos, sino en un aula llena de alumnos o en medio del gran salón.

-Tranquilizate Tom- le dijo, más en tono de orden que como consejo de una amiga, sin quitar la mirada del frente. Pero en vez de recibir una respuesta, Lily sintió la mirada de su compañero clavada en su mejilla y tuvo que girar la cabeza para mirarlo.

Tom la miraba incrédulo. –Digamos que no es muy fácil tranquilizarse cuando Potter o Black te dicen que te van a agarrar a la salida, ¿no te parece?-

Lily esbozó una sonrisa y volviendo a clavar su mirada en el pizarrón le dijo:

-Hablas de él como si fuera un dragón o algo así.- Y luego creyó escuchar en respuesta algo así como "es peor."

Afortunadamente en ese momento pasó el profesor repartiendo un cuestionario y Lily se libró de aquella conversación.

Apenas tocó el timbre Lily tomó sus libros y se apresuró a alcanzar la puerta, no quería llegar tarde a su evaluación de Aritmancia, pero alguien la detuvo.

Se dio vuelta para enfrentar nuevamente con el rostro sudoroso de Tom. –Perdoná- dijo, dándose cuenta de que la estaba retrasando,- pero necesito hablar con vos un segundo-. Al ver que Lily miraba el reloj agregó:- nada importante, podemos hablar después.

Lily sonrió ante la comprensión de Tom. Le contó sobre su evaluación y acordaron encontrarse en el almuerzo.

Sin embargo, al llegar al gran salón después de su evaluación, Lily se encontró con sus dos amigas, Laura y Camila, pero no vio a Tom. Pensó en esperarlo mientras que almorzaba, pero media hora más tarde se cansó y pensando que quizá se habría olvidado de su encuentro, se dirigió a las puertas de roble donde casi chocó contra él.

-Lo siento-, dijo Tom. –Tuvimos una hora menos porque Kettleburn está enfermo y almorcé antes.

Antes de que Lily pudiera responder, la tomó del codo y la llevó por las escaleras y dentro de un aula vacía.

-Eh, mirá, no te quiero quitar mucho tiempo. No es nada importante, pero... –Tom nunca había sido muy bueno con las palabras.- ¿Te puedo hacer una pregunta?

Lily le sonrió y levantando las manos le dijo:- para esto estoy acá, ¿no?-. Siempre le había simpatizado Tom. Era tímido y siempre recibía reprimendas en clase por torpezas o pequeñas confusiones. La gente no le tenía mucha paciencia pero a Lily le agradaba.

Tom intentó continuar: -Todos saben que a vos... ¿cómo te digo? No te simpatiza mucho James Potter, no?

-Bien no me cae- dijo Lily sin quere ir más lejos. Era verdad que nunca le había agradado James, pero tampoco se podía decir que lo odiara.

-Bueno- prosiguió él- pero vos sabés... Te la hago corta. James vive molestando a todos los que le caen mal. Las chicas no le dicen nada porque a todas les gusta. Los profesores tampoco le ponen mucha disciplina por eso de ser capitán de Quidditch y uno de los mejores alumnos, aunque no llegó a ser prefecto por el número de detenciones que tenía. Los chicos que se llevan mal con él obviamente no le pueden decir nada, porque sino él y su amigo Black, lo matan y los chicos que son sus amigos se ríen de lo que hace. Entonces yo pensé... la única persona que no está en ninguna de todas esas condiciones... sos vos.

Lily parecía entender a dónde se dirigía, pero Tom no la dejó hablar aún.

-Además, vos sos Prefecto, podrías hablar con los profesores. Vos sabés todo lo que él hace. Vos lo ves cuando sale de la Sala Común a las tres de la mañana y no sé cómo hace para no ser descubierto. Y aparte, él no te podría hacer nada a vos. Pero vos nunca le decís nada...

Al llegar a este punto de la conversación, Lily no pudo contenerse más y largó un pequeña carcajada. –No se trata del miedo que yo le tenga a Potter, Tom. Es todo lo contrario.

Tom parecía confundido y Lily continuó.

-Lo que James quiere es exactamente lo que tiene-. Pero para Tom, ella solamente estaba mezclando cada vez más las ideas.- Todo el mundo adorándolo, o teniéndole miedo. Nadie se atreve a desafiarlo, porque él se cansó de demostrar que a todo el mundo le va mal cuando hacen eso. Pero el día que todos se olviden del gran James Potter, ese va a ser el día que él desaparezca. Cuando vos le dejes de tener miedo él te va a dejar de molestar porque ya no le va a causar... satisfacción. Ahora, si yo voy y hablo con un profesor o le digo algo a él, entonces él me va a empezar a molestar a mí.-

Tom parecía comenzar a entender el punto de vista de Lily, pero no pudo acotar nada porque en ese momento se abrieron las puertas del aula.

Por ellas entraron James y Sirius, con un aspecto que parecía que estaban decididos a matar a alguien.

-Mirá vos. Lily Evans y Tom Stanford-. Dijo James acercándose. – Y yo que pensaba que a vos no te gustaba tener novio-

Lily se limitó a mirarlo a los ojos, pero no respondió. No quería seguirle el juego.

-Dejala en paz Potter- intervino Tom, pero Lily lo interrumpió: - dejá Tom, yo me arreglo- dijo sin sacar su mirada de la de James.

Éste último, al ver que Lily no tenía nada más para decir, prosiguió: - No sé si te diste cuenta Evans, pero estás exactamente donde no tendrías que estar.

Lily no respondió y James pareció perder la paciencia.

-Disculpame Evans-, le dijo- pero ¿vos sos muda o algo así?

Sirius esbozó una sonrisa y Tom estaba comenzando a enrojecer por la bronca.

-O capaz que no tengo nada que decirte Potter- respondió Lily manteniendo la mirada fija.

James se quedó mirándola unos segundos y después, acercándose tanto que Lily podía sentir su respiración en el cuello, le susurró al oído: -ah, sí? Porque yo tengo un montón de cosas que decirte, después si querés hablamos en privado.-

A pesar del tono que usó James para decir esto, Tom lo escuchó y saltó de su silla acercándose hasta estar casi tan cerca de Lily como James, quien pareció recordar su presencia.

-Volvé a sentarte Tom- le dijo Lily sin mirarlo y después de pensarlo unos segundos retrocedió unos pasos pero se quedó parado.

James contempló la situación y dándose vuelta regresó al lado de Sirius, diciendo: -bueno Evans... hagámosla corta. Vos no tendrías que estar acá, si te vas y hacés como que no viste nada, capaz que este día puede ser como otro de los tantos aburridos que tenés.

Lily cruzó las piernas acomodándose en su sitio. –Y.. si McGonagall me pregunta que pasó acá, que le digo?

Sirius habló por primera vez. Encogiéndose de hombros le respondió:- Veamos, ¿qué tal algo así como..."yo no vi nada"? James sonrió aprobando la idea de su amigo, pero Lily negó con la cabeza.

-Eso sería mentir-, respondió.

-Ay, me parece que no conoce esa palabras Sirius- dijo James mirando a su amigo como si algo le preocupara. – te olvidaste de ese detalle. Pero enseguida se dio vuelta y caminó hacia la puerta. Al llegar a ella la mantuvo abierta mientras decía: -vamos Lily, no la hagas más complicada.

-Si yo me voy, Tom se va- respondió ella impasible.

-Eso te va a costar un poco...- pero James nunca llegó a terminar su frase porque en ese momento la expresión del rostro de Lily se convirtió en una de malestar, su piel se volvió blanca como el mármol y en menos de un segundo se desvaneció sobre el escritorio donde había estado sentada, cayendo desmayada sobre el suelo.

La situación tomó completamente por sorpresa a todos en aquella aula. Apenas pudo reaccionar, Tom avanzó hasta donde yacía Lily repitiendo su nombre, imapciente, pero James se le adelantó y sin pensarlo demasiado la tomó en sus brazos y llegó tan rápido a la enfermería que cualquiera hubiera pensado que se había aparecido.

Depositó a Lily en una cama vacía e inmediatamente, ella abrió los ojos. James no podía creer lo que sucedía, estaba completamente confundido, ¿cómo podía Lily haber despertado tan rápidamente? Sin embargo ella parecía comprender completamente la situación y hasta parecía causarle gracia porque le dedicó una amplia sonrisa que sólo consiguió aumentar su confusión y mal humor.

Sin embargo en ese momento sus pensamientos fueron interrumpidos por la enfermera, madame Pomfrey, quien con un gesto de la mano echó a James y Tom de la enfermería argumentando que necesitaba revisar a Lily en privado.

James no quería discutir, y al salir escuchó a Lily asegurarle a la enfermera que se encontraba en perfecto estado, sólo le había bajado la presión porque no había comido nada en todo el día. Para tranquilizarse James seguía repitiéndose que no podía haber sido todo una farsa, es decir… se habría dado cuenta, no?

Pero, al salir Madame Pomfrey de la enfermería diez minutos después escuchó frustrado sólo la misma explicación que había oído de Lily.

Esa noche Lily leía el profeta diario recostada en su cama en la enfermería. Madame Pomfrey le había prohibido volver a clases, quería asegurarse de que recibiera por lo menos tres comidas abundantes antes de marcharse. Eso significaba que tendría que pasar la noche allí y eso no le agradaba demasiado.

Sin embargo había pasado todo el día en compañía de sus amigas quienes habían ido a visitarla y se habían marchado sólo diez minutos más tarde para la hora de la cena.

Cuando Lily terminó su comida pensó que debería descansar y se disponía a apagar la luz de la vela cuando la cortina se abrió revelando, para su desilusión, a un muy ofendido James Potter, quien parecía intentar ocultar su enojo detrás de una falsa sonrisa.

-Evans, ¿cómo te va?- le dijo sentándose en una silla a su lado- Espero que no estés demasiado débil como para poder mantener una conversación conmigo, no?- continuó sarcásticamente.

Lily se limitó a mirarlo a los ojos por primera vez con una mirada que demostraba claramente que una conversación en ese momento con él no era exactamente lo que hubiera deseado.

James no pareció notarlo porque prosiguió manteniendo su ironía:- espero no haberte ocasionado un transtorno muy fuerte esta tarde.

-No, no te preocupes, me bajó la presión nada más- le respondió ella deseando que esa conversación terminara.

-Y en un momento muy oportuno - acotó él-no?

Lily suspiró, demostrando que esa conversación la aburría.

-Está bien, está bien, te la hago corta- se apresuró a decir James- no te metas, está bien? Es un tema mío y de Tom. No vas a estar defendiéndolo cada vez que tenga un problema conmigo o con quien sea, o sí?

Lily sonrió. –Yo no me meto James, vos me metiste. Yo estaba en ese aula en ese momento y no lo iba a dejar a Tom ahí para que vos lo usaras de bolsa de boxeo. Además, lo que yo hago o dejo de hacer es tema mío nada más, está bien?

Diciendo esto, se hundió entre las sábanas tapandose hasta el cuello y volteando para no tener que verlo. A esto prosiguió un largo silencio que fue interrumpido justo cuando Lily había empezado a pensar que James se había marchado de forma realmente silenciosa.

Sobresaltándose sintió como le susurraba en el oído de forma casi imperceptible: -No te metas, Lily. Me caes bien, en serio, no quiero que nos peleemos.

En ese momento se dio vuelta, como si no fuera a creer sus palabras a menos que lo mirara a los ojos. Lo que vio la sorprendió tanto que preferiría no haberlo hecho. James la miraba con sinceridad y sus ojos transmitían confianza.

Entonces, para su horror, Lily vio como, lentamente James acercaba su cara a la de ella hasta que sus labios rozaron los suyos. Sintió como sus mejillas se ruborizaban y toda la cara le ardía. Sus ojos castaños la miraban tan intensamente que sintió como la mente se le ponía en blanco.

Entonces, antes de que pudiera reaccionar, James giró la cabeza hasta alcanzar la oreja de lily y susurró: casi Evans.

Luego se levantó y abandonó la habitación dejando a lIly sintiéndose más humillada de lo que se había sentido en su vida.