Ya caía el atardecer y se podía observar, en la lejanía, un tren. En este había un pequeño chico de cabellos dorados que tenía la cabeza apoyada en el vidrio de la ventana; parecía que estaba dormido pero solo tenía los ojos cerrados… estaba pensando en que haría cuando el recorrido terminara y llegara a Central.

El vagón, en el que se encontraba Ed, estaba desolado, pues claro, los alquimistas tienen su propio vagón, debido a la gran importancia que representan para el Estado, aunque para muchos otros, solo eran los perros de los militares.

-Ese maldito recuerdo- era lo que pensaba Edward, mientras una de sus manos le cubría la cara y la otra intentaba formar un puño, pero por una extraña razón, no lo podía hacer. Una cristalina lágrima se hizo visible en su cara, que luego empezó a deslizarse por su suave piel hasta que cayó en su pantalón.

No podía decir exactamente lo que sentía, pero estaba seguro de que "ese hecho" no lo dejaría de atormentar hasta que lo superara.

Dura y penosa frustración hacia aquel día, o en otras palabras, la noche de ese corriente día, en el cual, todo había cambiado tan repentinamente sin siquiera poder detenerlo por su cuenta.

¿Se había dejado llevar por el momento por las pecaminosas intenciones de alguien desconocido por él… pero que albergaba dentro de él?

Eso simplemente era confuso con solo reflexionarlo, pensar que no había sido él, eso era engañarse a si mismo Estaba más que claro que lo que había ocurrido, había ocurrido en contra su propia voluntad.

Cerró sus ojos y suspiró quedadamente, en los últimos días había estado muy pensativo, no sabía porque se torturaba de esa forma: Quería olvidar todo y lo único que lograba era recordarlo con más claridad que la debida.

Tomó ese forzoso viaje solo para evitar ver a quién detestaba, desde aquel día y para siempre. Un amigo, solo eso desde hace tiempos muy lejanos, pero ahora solo era un persona a quien odiaría cada segundo de su vida y muerte. No le importaba si terminaba o no la misión que le había sido encargada por el Coronel, solo quería alejarse y perderse.

El trayecto del tren desde la ciudad del Oeste hasta Central era demasiado cansador, por el solo hecho de que se tardaban aproximadamente siete horas para llegar a destino; además en esta época del año, (primavera) el calor azotaba a lo largo del recorrido.

En Risembull, ciudad rural con vastos terrenos llanos dedicados especialmente a actividades agrícolas, en su gran mayoría; todo era tranquilo como de costumbre, aunque en la casa de los Rockbell, pasaba todo lo contrario, como de costumbre para todos.

En el Comedor había un gran desorden, en especial en la mesa que estaba llena de cables y herramientas de los automails que supuestamente estaba reparando.

-¿¿¿¿¡¡¡¡QUÉ!!!!????- gritó la rubia muy alterada y luego hizo volar una carta que estaba leyendo. Ese simple trozo de papel había bastado lo suficiente para hacerla enojar, aunque muy comúnmente se enojaba por todo lo que no fuera de su agrado.

-¿Qué pasa?- dijo Alphonse, mientras mantenía distancia de la rubia. Ciertamente, era altamente peligroso acercarse a ella en momentos como ese, ya que con solo estar a su alrededor, las incoherentes amenazas con su famosísima llave golpeadora eran convertidas en golpes, dolorosos para quien los reciba. Por esa razón, lo primero que se le vino a la cabeza fue esconderse detrás del perro, mientras aún se mostraba levemente asustado y tembloroso. [¿Muy original no es cierto?]

Winry muy enojada le contestó- Es tu hermano, ahora me escribe una carta diciendo que no podrá venir, ¡¡¡Lo voy a matar!!!- exclamó enfurecida y luego agarró una llave mecánica, con la cual, empezó a amenazar a Al, hasta que entró Pinako.

-¿Qué es todo este alboroto?- dijo mientras se acomodaba su pipa. Odiaba las rabietas de la consentida de Winry, pero por lo menos, solo eran rabietas pasajeras.

-Es que… - se puso la mano en la cabeza y dejó la llave sobre la mesa que estaba a su lado- Ed no podrá venir para mi cumpleaños. –su voz había cambiado radicalmente; de una exaltada y chillona voz a un delicado y simple susurro.

-De seguro, tuvo algo urgente de último momento, algún trabajo que hacer.- dijo Al mientras se acercaba a Winry. Él también se molestaba al saber que su nii-san siempre hacia enojar a Winry, solo por diversión, pero esta vez, al leer la carta, notó que no era una casual broma sino que eso iba en serio.

-Todos no podemos cumplir con tus caprichos- argumentó Pinako intentado no ser tan dura. Adentrándose más en el comedor, dirigió su fija mirada a los gestos de ella para ver como reaccionaba.

-Pero él no me puede hacer esto- dijo ella con un puchero notable ante la vista de los otros dos.

"Le iba a decir que lo amo y le iba a pedir que sea mi novio, pero no. Ahora él se ve a Central para hacer algo importante y me deja sola… otra vez, esto no es justo. No puedo siempre esperarlo con los brazos abiertos, ya no más"Ed me prometió que iba a estar aquí y ahora no cumple.- Golpeó la mesa y salió corriendo hacia el exterior de la casa.

-Winry, no es así…- gritó Al intentando evitar que se fuera pero Pinako lo detuvo con solo extender su brazo.

-Ella es muy consentida, tiene que entender que todo el mundo no es de ella. –explicó Pinako. –Y que tampoco nadie es de ella, eso los incluye a ambos, hijos de Hohemheim.- aludió irónicamente mientras dejó escapar un poco de la sustancia que emanaba su pipa.

-Eso lo sé, pero me preocupa que mi nii-san no pudiera venir y que otra vez la decepcione a ella, últimamente lo está haciendo muy seguido. – dijo Al preocupado, pero a su vez, él también notaba que su hermano se había distanciado de ellos desde hace meses y verdaderamente no quería separarse de él, otra vez no.

-Ya sabes cómo es el, así que no te preocupes.- dijo la bajita mientras caminaba hacia la cocina y sacaba a Al de sus vagos pensamientos.

Al quedando solo en esa habitación prefirió salir a fuera para ver cómo estaba Winry; casualmente se la encontró en las escaleras de la entrada. Sin pedirle permiso alguno, se sentó a su lado para hacerle compañía.

-¿Aún estas triste? - preguntó mirándola fijamente mientras permanecía cabizbaja.

-Si, un poco.- se limpió de a poco las lágrimas que tenía y alzó su mirada – Yo quería que viniera para confesarle algo muy importante. Pero siempre es la misma historia.

Al se quedó mudo. "¿Confesarle algo?"

El sol ya había desaparecido y lentamente aparecían las primeras estrellas nocturnas junto con una cálida brisa se podía sentir.

"Creo que ya se lo que le iba a decir a mi nii-san, pero mejor me aseguro"- ¿Qué es lo que le ibas a confesar?-preguntó un poco confundido e intentando no sonar muy obvio.

Winry se ruborizó- Eh… Etto, creo que primero se lo iba a decir a Ed pero tú eres su hermano y guardaras el secreto. –dijo tímidamente.

-Si, supongo que sí, pero dime ¿Qué le ibas a decir a mi nii-san?- preguntó un poco ansioso o más que eso, ante la esperada respuesta de ella.

La pelirrubia tomó un poco de aire - Le iba a decir que lo amo, que lo quiero a mi lado, que él es el único que puede cuidar mi corazón, por eso le iba a preguntar, si quería ser mi novio. –en síntesis, una confesión había mencionado ante el pelicastaño.

Una repentina brisa fría hizo que el pelo de Al se moviera de manera brusca, dejándolo consciente de lo que había escuchado, deseando desde su interior que solo se tratara de mentiras, solo mentiras.

-Entonces era eso… –dijo decepcionado."Esto no puede estar pasando, ella si quiere a mi nii-san." –se recalcó mentalmente. Quiso contradecirle pero se detuvo ya que ella lo interrumpió.

-Si, ahora guarda mi secreto y no se lo cuentes a Ed, excepto si yo digo que se lo digas- esbozó una gran sonrisa que se notaba en su contenta cara -Vamos Al, ya hay que entrar adentro. –dijo para luego levantarse y entrar a la casa, dejando a su paso, un aura positivamente alegre.

Al quedó solo, no sabía bien porque pero esas palabras de Winry lo habían dejado en medio de un solo pensamiento… "…que lo amo…" Propiamente habían salido de los quejumbrosos y sinceros pensamientos de la pelirubia. Pero algo andaba mal, ya que, sintió que una simple pero enigmática presión se apoderaba de él, hasta el punto de pensar que esas tres palabras debieron haber sido suyas…

"¿¿Por qué?? Siempre pensé que Winry quería a Ed solo como un amigo y hermano pero ahora me dijo que lo ama. ¿¿Por qué?? Yo… no se qué pasó…- miró al cielo nocturno.- ¿Por qué me siento mal? Siento… que ella no puede enamorarse de él, porque… alguien ya lo ama… pero yo no soy esa persona… ¡no lo soy! El es mi hermano mayor que siempre me protegió… no lo…¿ puedo amar?- se calmó por segundos, pero luego, una punzada junto con una mera imagen de los dos pelirrubios juntos como novios, lo estremeció hasta incluso odio habérselos imaginado. –Winry… tu causaste esto… tu amor… hacia él… ¿Por qué siento que tu fuiste la espina que atravesó mi corazón? ¿Por qué estoy celoso de ella?... No es posible, no estoy celoso porque ella lo ama… yo solo pienso en sus buenos tratos, en su forma de ser, su promesa… su cercanía… nuestro ansiado reencuentro… hermandad… ¿Acaso estoy pensando algo que no es… o siento algo por mi nii-san?

Todas sus interrogantes confundían sus pensamientos. Se quedó admirando la oscuridad del cielo, mientras dejaba que su mente se calmara de esa complicada situación. Entre tantas estrellas pudo distinguir una fugaz, Al la miró detenidamente hasta que desapareció. Su brillo era muy radiante, cualquiera la pudo haber visto.

-Nii-san… yo… "Esto está mal… ¿pero si es así?-cerró sus ojos y cuando pensaba continuar con la frase, escuchó un molesto ruido que lo hizo entrar en razón. Se imaginaran quien fue el ruido: Winry, que gritaba-Al, ya es hora de la cena.

Él mencionado se levantó algo frustrado ante lo que pensaba decir y entró rápidamente. La cena que lo esperaba era una exquisita comida preparada por la pelirrubia, que últimamente estaba aprendiendo a cocinar mejor de lo que sabía ya que siempre terminaba quemando todo. El pelicastaño olió el suave aroma a comida recién preparada pero no estaba de ánimos para comer, por eso, se fue directo a su habitación sin dar explicación alguna de su repentina decisión.

Entró al cuarto que le había sido asignado desde hace varios meses atrás, debido a que se había mudado a esa casa, por una razón, Ed había estado metido en muchas misiones por parte del ejército y ya casi no se veían. Se habían reencontrado en un mismo mundo, pero aún se mantenían distanciados como si algo les impidiera estar juntos. Con algo de lentitud, se puso su preciado pijama que tenía estampada una carita de gatito en la parte de adelante; eso había sido bordado por Rose, antes de que volviera a Lior, y se soltó su largo cabello castaño. Luego, apagó la luz de la lámpara de su mesa de luz y, finalmente, se recostó en la cama. Acomodando sus almohadas y las blancas sabanas que lo cubrían, intentó dormir pero su mente no cooperaba. Sus últimos pensamientos antes de quedarse dormido fueron muy confusos e inquietantes.

"Se que no fueron celos… pero si no lo fueron, entonces que fueron o que son. ¿Qué es esta aberración…? no puedo… yo no puedo… imaginarme que él… me ame. –Sacudió su cabeza – No es posible, ya me lo estoy imaginado… Un Edward que me diga te amo cada vez que me vea… eso es totalmente imposible en todos los sentidos, el jamás… podría decírmelo – Afirmó algo, que le terminó doliendo sentimentalmente.

"¿Qué es lo que verdaderamente siento por ti? ¿Te quiero como un hermano o algo más?

El silencio dominó la habitación y también, el sueño dominó a Al.

El recorrido del tren iba a terminar en las primeras horas de la mañana según estimados cálculos suyos. Mientras tanto, él permanecía mirando a través de la ventana, el hermoso cielo estrellado; esta vista le traía viejos recuerdos de su infancia. Como él y Al salían a la noche y se recostaban en los tiernos pastos para observar el cielo estrellado y encontrar las constelaciones o inventarles nuevos nombres a ellas. Se había tomado la gran parte del viaje, reflexionando y pensando sobre muchos asuntos, tantos que no podía recordar cada uno de ellos.

-Viejos recuerdos, si los podría revivir… -se pausó y suspiró- Otra vez, ahora solo me agobia esa horrible sensación que la siento tan presente en mí.

-¿Por qué tuvo que pasar?- le preguntó al denso aire que lo rodeaba. De esa forma se desahogaba, pero quería que por lo menos alguien le respondiera a sus dudas y el porqué de cada una de ellas.

En un intento desesperado de mantenerse estable y evitar recordar todo, pensó en una persona, en la cual confiaba, pero que de alguna forma se había distanciado solo por el bien de ambos, más por el bien del otro, que el de él mismo.

- Al te necesito a mi lado…- exclamó con un tono de voz apagado.

Él había sido la fuente de su sentido de vivir, la promesa de recuperar sus cuerpos. Pero igualmente, muchas personas, tantas habían ayudado a construir su futuro y su camino a seguir.

Muchas… y entre una de ellas se encontraba ese tan desagradable Coronel… Roy Mustang. ¿Que había hecho en su vida? Era una duda, pero sabía que de algo había servido, de algo que aún desconocía.

Parecía que él no iba a dormir en toda la noche. Su triste mirada reflejaba lo que sentía en su interior y cada segundo aparentaba sufrir más. Apoyó su cabeza en la ventana y siguió viendo el paisaje.

Silencioso, calmo y frío paisaje nocturno que estaba compuesto de sombras y luces de lunas y estrellas.

Una noche especial, en la cual, los sentimientos y pensamientos se dejan llevar en lo profundo de la oscuridad.