Ranma ½ y todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.

Two Shot

SERENDIPIA

La mañana se presenta mucho más lluviosa de lo esperado, los truenos no se hacen esperar y las densas nubes grises cubren el cielo en su totalidad. Nerima, un lugar al que no creí que volvería.

Los recuerdos de este sitio no son ni gratos ni molestos, simplemente son… aunque no he de negar que siempre me han causado intriga. Mi vida aquí fue extraña pero no aburrida y al final de todo, siento que algo quedó inconcluso en este lugar. Carraspeo la garganta como si fuera un método para escapar a mis pensamientos y continúo alistándome. Miro por la ventana que da al pequeño balcón de mi habitación, bueno, de la habitación de hotel en el que nos hemos hospedado. El reloj de la pequeña mesa a un lado de la cama marca las siete de la mañana. Debí haber contenido mi impulso de ver nuevamente la hora, pues la cercanía del momento acordado me hacía sentir nervios. ¿Dije nervios? Eso no tiene ningún sentido.

Sacudo mi cabeza como si eso fuera a disipar mi revoloteo mental y emocional. Un último trago a esa taza de café no me viene mal, aunque pensándolo bien debí haber tomado un té para relajarme, probablemente el café combinado con mi estado actual es lo que me deja en peores condiciones. Reviso por última vez mi aspecto en el espejo de tamaño mediano. Acomodo la molesta corbata, nunca me han gustado, siento que me ahorcan a propósito. Pero no hay opciones, es lo que debo llevar para la ocasión… la desafortunada ocasión. Suspiro con pesadez.

-Si pudiera no estar presente… -dejo escapar de mis labios con cierta ansiedad. Unos golpes en la puerta me toman por sorpresa.

-¡Ranma! -otro par de golpes -Ya nos vamos muchacho, te esperamos afuera.

-¡Ya voy! -le respondo a mi padre.

Puedo notar la ansiedad y pesadez en su voz, imagino que si yo no me siento en condiciones él menos. Después de todo estará en medio de dos personas que son importantes en su vida pero que ahora lo necesitarán como nunca. Supongo que me corresponderá apoyarlo y no podré escapar de la oscura situación. Bajo hasta llegar al recibidor donde veo a mi padre con ese gesto que imaginé al escuchar su voz. Se le ve cansado, seguramente no pudo descansar. Yo tampoco.

Tomamos un taxi que nos llevará a la residencia de su amigo. Retiraré lo dicho, de su mejor e inseparable amigo. Miro por la ventana, no puedo hacer nada mejor, no quiero hacer otra cosa. Puedo sentir la mirada triste de mi madre que intenta ver por la misma ventana que yo. Debimos dejarla en alguno de los extremos y no en medio de los dos. ¡Pero qué cabezotas somos! Insensibles… protectores. Su respiración no es normal, a leguas se nota que tiene tapadas las fosas nasales, producto del irremediable llanto. Y ahí va de nuevo mi carraspeo nervioso. Me reacomodo en mi sitio y con el valor del que dispongo volteo el rostro hasta poder encontrarme con la mirada perdida de mi bella madre. Sus ojos marrones me miran extrañados, al parecer la he sacado de su trance. Le dedico una sonrisa, la más cálida y honesta que podría darle y tomo una de sus manos, dando un ligero apretón en señal de completo apoyo. Por su parte me devuelve la sonrisa.

-Gracias hijo -su voz, la voz de mi querida madre que siempre me consuela, sale tranquila y suave de su boca. Recarga su cabeza en mi hombro y eso nos hace sentir más tranquilos a mi viejo y a mí, pues he notado cómo deja salir el aire que parecía contener luego de ver a mamá un poco más relajada. Aunque poco nos duró el respiro.

- Hemos llegado -indica el chofer y ante su aviso, mamá pega un ligero bote.

Presiono su mano una vez más y ella me mira, me mira con angustia, pero yo le sonrío una vez más. Ella solamente asiente.

Bajamos lentos y pesados del automóvil. Los truenos en el cielo nos dan la bienvenida, aunque la lluvia se ha aligerado de camino aquí. Un pequeño desfile de sombrillas nos impide ver a sus dueños pero qué más da, después de todo no venimos a conocer gente. Mamá se aleja de mí para tomar el brazo de mi padre. Al parecer se han olvidado de mi presencia pues en cuanto pisaron el mojado césped se adelantaron.

Veo la ligera cortina de llovizna, mi piel siente la humedad y el frío; mi corazón comienza a acelerarse. Camino como todos los demás en la misma dirección. Todos vestimos el mismo color. Todos guardamos silencio. La casa es mucho más grande de lo que recordaba. Como era de esperarse, el éxito había llegado a esta familia y así pudieron ampliar su hogar. Me daba gusto, les tenía aprecio aunque no tanto como mis padres manifestaban. La casa era cálida, como sus dueños, uno podía resguardarse de la lluvia, del aburrimiento, de las maldiciones, de todo… ¿pero qué sensación es ésta? Se siente como cuando llego a casa, se siente a seguridad. Cierro mis ojos y presiono mis sienes con la mano que no sostiene la sombrilla. Sonrío con resignación. Debía admitir que había pasado unos buenos años aquí. Otra vez la sensación de nervios.

-¿Ranma? -pregunta una amable voz a mi espalda. Volteo para encontrarme con la mirada de una joven de cabellos castaños. La belleza natural de su rostro se ve ligeramente opacada por las ojeras debajo de sus ojos y la expresión melancólica pero la sonrisa amable que dibujan sus labios la sostienen, como siempre.

-Kasumi -le sonrío tan amablemente como me es posible.

-Qué gusto verte Ranma ¿hace cuánto tiempo que no nos visitabas? -preguntó con genuino interés en su voz.

-Bueno… creo que han pasado como cinco años… -le respondo a la par que me rasco la nuca con la mano libre. Sí, estoy nervioso.

-Sí, es verdad -me responde con esa sonrisa tan amable de siempre -Hemos podido verte por las noticias y en algunas transmisiones de los torneos. Papá es tu fan.

Eso me hace sonrojar ligeramente.

-No, pero ¿cómo? Tío Soun es muy bueno y… -cielos… he cometido un error -y también se escucha de la fama del Dojo Tendo como el mejor de Nerima -idiota, no debí continuar el mismo tema.

-Oh, muchas gracias -hace una innecesaria reverencia -En varias ocasiones papá le dijo a mi hermana que sería todo un suceso invitarte para dar una demostración de las únicas dos escuelas de combate libre en el país pero ella…

-¡Descuida Kasumi! -le interrumpo casi de manera grosera pero han sido mis nervios -Yo he estado ocupado y no me he dado el tiempo de proponerlo ¿ya sabes? -¡qué argumento más tonto!

-Sí, eso mismo dijo ella -sonríe divertida. Al menos me alegra que en este momento la haya hecho sonreír con mis evidentes nervios. Puedo sentir el latir acelerado de mi corazón. Dijo "hermana" y "ella" y solamente con eso tuve para desestabilizarme. El rostro de Kasumi pierde un poco la sonrisa animada y vuelve a su gesto amable pero ahora con algo de tristeza.

-Disculpa Ranma, debo seguir atendiendo -hace una inclinación de cabeza, misma que imito al instante -Estas en tu casa, así que por favor ponte cómodo y si necesitas algo de comer ya sabes dónde está la cocina. El lugar es más amplio pero la distribución es igual… por cierto… papá está en el dojo y… le dará gusto verte.

-Gracias Kasumi… -las palabras se me acabaron; ella se retira lentamente. Libero todo el aire de mis pulmones. Todo resultó ser mucho más complicado de lo que imaginé.

Avancé entre personas que no reconocí. No era mucha la gente pero la suficiente como para encontrar algunos espacios de la casa ocupados. Afuera la lluvia comenzaba a caer con mayor intensidad. Sin quererlo, mis pasos me llevan por el pasillo que conecta al dojo. Saludo con la mano a algunos compañeros de la preparatoria. No tengo ganas ni tiempo para hablar con ellos… bueno tiempo sí pero deseos no, así que un "platicamos más tarde" les calma las ansias por saber de mi supuesta fama y éxito y desde luego, acerca de ella. Me asomo a propósito al jardín para que me dé la lluvia en la cara y me obligue a cambiar el rumbo de mis pensamientos.

-Ranma hijo, ¿dónde estabas? ¿el señor Tendo preguntó por ti? -la voz de mi madre sonaba más angustiada que al inicio. Supuse que eso pasaría una vez que se encontrara aquí y que hablara con Soun Tendo.

-Iba justo para allá pero en el camino saludé a Kasumi -me justifiqué.

-Oh, Kasumi… pobrecita debería ir a ayudarla -el tono de voz de mi madre cambió un poco, tal vez no era mala idea que se acompañaran Kasumi y ella, después de todo siempre hablaban de recetas de cocina y esas cosas que les encantan.

-Sería buena idea -le sonrío y ella me corresponde, sin embargo sigue caminando a mi lado. Supongo que lo hará una vez que se asegure esté yo con el señor de la casa. Y así fue, una vez que estuve en la entrada ella se fue a buscar a la mayor de las Tendo.

Sentados en el dojo, al fondo, como dos adolescentes, veo a mi padre junto a su mejor amigo el señor Soun Tendo. Ambos recargados en una de las paredes y bebiendo sake con pequeños tragos. Sueltan ligeras risas. Me alivia un poco el encontrarme esta escena.

-¡Hijo! ¡Ranma! – me llama animado. Siempre me ha dicho hijo desde que… -¡Pero qué gusto verte! -se levanta de su sitio.

-Señor Tendo -le sonrío un poco nervioso y sin que yo pueda preverlo, me abraza, dando palmadas en mi espalda.

-Dime Tío, hijo, ya lo sabes. ¡Pero mira nada más! La televisión no te hace justicia, eres muy alto y se nota todo ese entrenamiento, muchacho. -En otro momento mi ego se habría inflado pero justo ahora no sé cómo sentirme. Supongo que bien al ser una distracción en este momento para la familia Tendo.

-¡Jajaja! es la herencia Saotome, mi buen amigo Tendo -se regodea mi padre como era de esperarse.

-No presuma Saotome, mis genes también son admirables. ¡Mire a mis hijas! Son preciosas y… - el Tío Soun paró en seco sus palabras y tristemente bajó la mirada. ¡Mierda! La estupidez quedaba claro que la había heredado de mi padre.

-Cuando quiera puedo venir a su dojo, tío Soun. Para… para una demostración de las dos escuelas, las… únicas… -intenté sonar seguro pero no me salió. Pude ver las lágrimas salir de sus negros ojos, lágrimas que limpió lentamente. Nos quedamos en silencio un momento. Nunca he sido bueno para las palabras, tal vez debí decir "lo siento", "lamento lo ocurrido"… ¡carajo! No sé qué decir. Abriré la boca para intentar.

-Gracias Ranma, será un placer hacer eso… -interrumpió mis intenciones -tal vez después… -me dio una sonrisa resignada.

Y como no era bueno con las palabras, opté por hacer una reverencia aunque parecía más la técnica del tigre caído. Pero no fui el único que pensó en eso, mi padre me imitó haciendo lo mismo justo a mi lado. Escuchamos el llanto discreto del señor Tendo. Me sentí fatal. Ni mi padre ni yo nos atrevemos a levantar la cabeza, pero pienso que el estar aquí le da a entender que le acompañamos en su dolor. Al cabo de unos minutos mi padre se levanta para acercarse a su amigo. Me parece una escena tan íntima entre dos viejos e inseparables amigos que yo opto por hacer una reverencia más y me retiro.

No estoy seguro de cuánto tiempo estuve con mi padre y tío Soun pero para cuando salgo, ya no hay la misma cantidad de personas que cuando llegamos. Tras recorrer prácticamente toda la casa, al menos las áreas comunes, me asomo a la cocina y la escena me conmueve. Mamá abrazando a Kasumi. La segunda llorando más que la primera. Y al igual que antes, siento que invado un momento íntimo. Decido ir hacia otra parte de la casa.

La lluvia ahora es furiosa.

Encuentro un lugar tranquilo, lejos de personas, en un nuevo sillón individual y me quedo ahí, mirando esa agresiva cortina de gotas que caen del cielo. Y por más que haya estado ocultando mis nervios, mi cuerpo me recuerda que siguen ahí pero ahora mezclados con ansiedad, pues falta una persona. La busqué discretamente con la mirada por todos los rincones. Por eso es que me di cuenta que había menos gente. Pero ella no estaba. Me paso las manos por la cara en señal de frustración. Ahora caigo en cuenta de que, eso inconcluso que dejé aquí, no era una cosa. Ese algo inconcluso es una mujer…

-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Continuará…

:)