DISCLAIMER: Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling para mi desgracia y la de mi cuenta bancaria. Yo solo tomo prestados los nombres para hacer posibles las historias de mi alocada mente siempre sin animo de lucro.

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CAPÍTULO 1: El inicio de todo.

El Gran Comedor está abarrotado. Los alumnos están sentados en sus respectivas mesas disfrutando de la copiosa cena, que tras un día largo de estudios, todos agradecen.

El banquete es exquisito: pescados al horno, carne asadas con diferentes tipos de salsas, patatas, ensaladas y una gran variedad de postres.

Los jóvenes saborean la cena mientras charlan amigablemente sobre las últimas novedades de la jornada. El tema principal de conversación para la gran mayoría es el siguiente partido de quidittch entre las dos casa enemigas: Gryffindor y Slytherin.

El campeonato está muy apretado y cualquiera de los dos equipos podría alzarse con la copa de ganar este encuentro, así que tanto unos como otros están entrenándose duro.

-Esta tarde estuve viendo entrenar a las serpientes, Ron.- Dean Thomas, un chico alegre y extrovertido, sentado frente al pelirrojo le informa sobre sus últimas averiguaciones al guardián del equipo.- Su cazador, Branstone, es bueno. Deberás tener cuidado con él.- mientras habla señala con la barbilla a un chico alto y fornido de 6º curso.- aunque lo cierto es que no se como la escoba soporta su peso.

El comentario provoca una carcajada general en la mesa de los leones.

-A mí me preocupa más Malfoy.- dice un chico moreno y de ojos esmeralda.- últimamente vuela más rápido.

-Vagle...yop...meo...cupop de...Brangstonen...y ...tug...del hurón...

-¡Ron no hables con la boca llena!.- le regaña su amiga Hermione, que aunque no participa en el tema de conversación no pierde detalle.

-Lo siento.- se excusa éste mientras traga el último bocado. Luego se gira para volver a dirigirse a Harry.- Digo que yo me ocupo de Branstone y tú del hurón.

-Todavía no han perdido un partido, Ron.

-¡Calla Seamus! No seas gafe. Además nosotros tampoco, ¿no?.

-Perdón.- muy colorado el chico vuelve a concentrarse en su ensalada de pollo.

De repente todo el Gran Comedor se queda en silencio. El director Dumbledore se ha levantado de su asiento .

-Queridos alumnos y alumnas.- se dirige a ellos el anciano.- Como todos sabéis se acerca una fecha importante. Por todos es conocido que a finales de febrero se celebran fiestas en todo el mundo para celebrar el fin del invierno y la llegada de la primavera. Como este año no tuvimos el acostumbrado baile de Halloween por motivos que ahora no viene al caso, se ha decidido que este año y para resarcirnos festejaremos el carnaval.

El director hace una pausa para beber un poco de agua de su copa de cristal y dirigir una mirada fugaz por las distintas mesas del comedor. Tras unos segundos su suave voz vuelve a invadir la estancia.

-Pero no va a ser un carnaval cualquiera. Será uno tan especial como el de Río de Janeiro o el de Nothing Hill.- algunos alumnos se miran extrañados pues nunca han oído hablar de ellos (n/a: no saben lo que se pierden...¿dónde viven? A sí en el mundo mágico...n.n).- A la salida del Gran Comedor hay dos grandes urnas, una para los chicos y otra para las chicas. Quiero que todo el mundo a su salida escriba su nombre en un papel y lo deposite en la correspondiente. Mañana por la mañana, durante el desayuno, cada uno tendrá un sobre con el disfraz que debe ponerse.

-¿Qué?¡No podemos elegir nuestro vestido!.- varias Ravenclaw ponen el grito en el cielo ante la idea del profesor.

-Está perdiendo la cabeza.- dice Ron sin inmutarse mientras continúa devorando su postre.

-Tranquilos.- intenta calmarlos Albus.- que no van a ser vestidos raros. Se disfrazarán de un personaje histórico, ya sea real o literario. Les aviso que también hay figuras muggles. La cosa es que durante la fiesta deberán buscar a su compañero o compañera.

-Definitivamente está loco.- corrobora Harry.- ¿Será la edad?

-No sé pero deberíamos llamar a San Mungo, ¿no creéis?.

-Ron, Harry callad que sigue hablando.- les corta su amiga castaña.

-Pues de eso va la fiesta queridos niños, de "parejas históricas".- el revuelo que se había empezado a formar con las últimas palabras del director, es, ahora un guirigay.- ¡Ah! Y no se pueden cambiar las papeletas, ya que tanto los disfraces como la pareja van acorde con la personalidad, gustos y sentimientos de cada uno de vosotros.

La fiesta se celebrará de aquí en quince días. Y ahora, continuad con la cena.

Dicho todo esto el hombre vuelve a sentarse para continuar hablando con la profesora McGonagall, a la que ha dejado a mitad de una rica receta de tarta de manzana.

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Uno a uno los alumnos van dejando sus nombres en las finas urnas de cristal que han aparecido mágicamente al término de la cena. Las chicas parecen mucho más ilusionadas cuando escriben su nombre y lo depositan dentro.

La cara de los chicos es otro cantar. Muchos están más que preocupados. Habían pensado que ese año se libraban de bailar, y al final no ha sido así. Aunque muchos consideran que este método para elegir parejas es mucho más fácil, ya que se ahorran el mal trago de tener que pedírselo a las chicas.

Hermione mira fascinada como cada vez que alguien deja el papel con su nombre, la urna parece tragárselo. Otro método de Dumbledore para asegurarse de que nadie hace trampas.

La castaña es la última en meter el papelito. Sólo Malfoy queda en el pasillo, el cual le dirige una mirada de intenso odio cuando ella pasa a su lado para alcanzar a sus amigos antes de que lleguen al retrato de la Señora Gorda.

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El sol se cuela entre las pequeñas rendijas que deja la marquesina de la ventana de la torre de Gryffindor. La luz da de lleno en una larga cabellera castaña. La chica abre los ojos lentamente tardando no más de unos segundos en enfocar el techo de su habitación. Se incorpora en la cama para luego estirar los brazos acompañado de un bostezo. Mira a su alrededor. Sus tres compañeras de cuarto todavía duermen, así que aprovecha para ir a ducharse. Al salir se dirige al armario. Le gustaría ponerse algo especial como unos vaqueros, pero sabe que no puede. Resignada saca el uniforme y comienza a vestirse. Cuando acaba ve con el rabillo del ojo como sus amigas empiezan a danzar por la habitación.

-Chicas, me voy a despertar a Harry y a Ron.

-Si, ve.- le dice Parvati todavía desde la cama.- que si no llegarán tarde.

-Yo se me de otra que también lo hará como no despierte ya.- le regaña Lavander tirándole su almohada a la chica.

-Ya voy...-dice bostezando.

Hermione sale de la habitación riendo por las discusiones que siempre tienen las dos chicas. Su otra compañera de cuarto, Marissa, es mucho más tranquila.

Cruza el pasillo de las chicas. A través de las puertas escucha la agitación del interior de cada una de las habitaciones. Sabe que la mayoría están nerviosas porque hoy recogen las tarjetas con su traje para el carnaval.

Ella se siente rara, porque al contrario que al resto de jóvenes no es algo que le preocupe demasiado. Los exámenes están cerca y se está plantando siquiera asistir. Aunque conociendo a su amiga Ginny irá, porque está la obligará ha hacerlo, seguro. A la pelirroja le encantan todas estas celebraciones.

Sube con cuidado las escaleras que llevan al cuarto de los chicos. Al llegar frente a la puerta de sus amigos se detiene a coger aire unos segundos. Después, abre muy despacito. Lo primero que ve es el rostro de Dean dándole los buenos días. La castaña le devuelve el saludo con una sonrisa. Más allá Neville y Seamus se están vistiendo, mientras que Harry acaba de salir del baño. Ron, sin embargo, continúa durmiendo a pata suelta, por lo que la joven se acerca a la cama del muchacho. Se inclina sobre él, sus labios casi rozando su oreja. Parece que va a susurrarle algo al oído, pero nada más lejos de la realidad.

-¡Ronald Weasley despierta!.- dice la chica a media voz imitando la de la madre de éste. Ron pega un salto increíble y se levanta de una vez. De pie, ve a Hermione riéndose, al igual que el resto de sus compañeros.

-Ya te vale, Mione.- le dice algo cabreado. Menos mal que tiene buen despertar, cosa que la chica agradece desde hace casi siete años.

-Os espero fuera.- les dice entre risas la joven saliendo al pasillo ir a la sala común.

Allí se encuentra a Ginny que parece estar de muy buen humor. La chica lleva su pelirroja melena recogida en una cola, lo que le da un aspecto algo más infantil, pero que es la perdición de más de un chico en la escuela.

-Bueno días, Mione. Esperando a los chicos, supongo.- la aludida responde con una inclinación de cabeza.- mira por ahí vienen.

El moreno y el pelirrojo bajan las escaleras. Ron todavía se está poniendo el jersey del uniforme.

-Buenos días, Ginny.- le dice su hermano.- ¿Estás nerviosa por la fiesta?

-La verdad, sí. Quiero saber que me voy a poner, porque la pareja la tengo clara.- dice picarona mirando a Harry. Éste le devuelve la sonrisa y cogiéndola de la cintura la aproxima hacia si para darle un suave beso en los labios.

-Más te vale que la tengas, cariño, porque si no soy yo, pienso descuartizar al chico en cuestión.- Ginny ríe ante la ocurrencia de su novio y le da otro beso.

-Ala tórtolos, vamonos que encima llegaremos tarde hoy.

Y así, los cuatro amigos abandonan la sala común para ir a desayunar.

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En la mesa de Slytherin todo el mundo calla. Unos porque están concentrados en acabar los deberes retrasados que tienen que estregar esa misma mañana, otros porque están desayunando, pero la gran mayoría lo hace porque no quiere mirar el contenido de los sobres que están delante de cada uno con su nombre escrito en el dorso.

La primera en abrirlo es Pansy Parkinson.

-¡Cleopatra!.- dice contenta.- No me lo puedo creer..¡ja! soy una faraona, la más grande y famosa...¡quién será mi Marco Antonio?.- intrigada mira a su alrededor para ver si averigua algo pero se da por vencida al ver como la gente prefiere callar las impresiones que tienen al ver el contenido del pequeño sobre.

Poco a poco el comedor se va llenando de exclamaciones o suspiros de disgustos, según lo que les ha tocado.

Sin embargo hay alguien que no abre sus sobre. Prefiere hacerlo en la soledad de su habitación, porque considera que todo esto es una gran tontería. El chico en cuestión es alto y muy atractivo, con una larga cabellera rubia recogida en una fina trenza, una piel blanca como la nieve más pura y unos ojos tormentosos, que sin duda son el sueño de la mayoría de las chicas del colegio.

Tranquilamente, Draco Malfoy acaba de desayunar, y con un movimiento elegante propio de su refinada educación se levanta para dirigirse a las mazmorras. Sin embargo, no se olvida del sobre, al que guarda en el bolsillo interno de su túnica.

Al mismo tiempo que el hermoso joven sale, los cuatro leones entran en el gran comedor.

Al sentarse en su sitio ven como por arte de magia (n/a: más bien por obra de Dumbledore) aparece el dichoso sobre con su nombre finamente escrito.

Nerviosa, Ginny lo abre. Se lleva una grata sorpresa cuando lee el nombre de su personaje: Ginebra, reina de Camelot.

-Creo.- dice la chica.- que no podían haber elegido mejor.

Temeroso de lo que le pueda salir, Harry abre el sobre con las manos temblándole ligeramente. Una sonrisa se dibuja en su rostro al conocer al suyo.

-Lancelot.- dice al oído de la pelirroja. Ésta le abraza y le da un beso tierno en la comisura de los labios.

Ron lo abre al mismo tiempo que el moreno, pero al contrario que éste no dice su contenido a nadie. No es que le desagrade pero primero le gustaría saber quién es la chica que le acompañará.

-¿Tú no lo abres, Mione?.- le pregunta intrigada la pelirroja a su amiga.

-Luego lo haré.- se encoge de hombros.- ahora hay que desayunar que sino llegaremos tarde.

Ginny se resigna porque sabe que luego ella se lo dirá de todos modos. Además piensa, que a lo mejor le da algo de vergüenza abrirlo delante de Ron. Ella sabe lo enamorada que está su amiga de su hermano. Y no entiende como no es capaz de ver que él también lo está.

Después del desayuno se dirigen a las clases. Ginny se despide del Trío Dorado y se va junto con Luna Lovegood hacia los invernaderos para clase de Herbología.

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No es hasta el descanso de la media mañana cuando la castaña abre su sobre. Se ha apartado del grupo, sentada bajo la sombra de un pequeño árbol de una de los patios del colegio.

Se escucha correr el agua cristalina que cae por una fuente con forma de pegaso, el cual se está abriendo paso entre las nubes. El ligero vapor de agua que se forma a la caída del trasparente líquido y el sol que se cuela entre las ramas de los árboles del patio, provocan que aparezcan pequeños arco iris. La poca nieve que queda en el suelo es la muestra de que se aproxima el buen tiempo.

A Hermione le encanta ese lugar, es el único sitio, además de la biblioteca donde se siente en armonía consigo misma.

Cierra los ojos y suspira profundamente antes de mirar el nombre escrito en la pequeño pergamino.

"Eloísa" lee la joven.

"¿Quién será?" se pregunta la castaña de ojos miel "¿En que me pareceré yo a ella?¿Quién será la pareja de esta mujer?"

Las preguntas se agolpan en su cabeza, así que decide ir al único sitio donde sabe que encontrará las respuestas a todas ellas: la biblioteca.

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Bueno, hasta aquí l primer capítulo, que más bien es una especie de prólogo.

¿Qué les parece la historia? ¿La continúo?

La verdad que la historia que ronda por mi cabecita es original, diferente a otras cosas que he leído y me gustaría que me dijeran si continúo o no.

Si quieren saber quien es Eloisa y su historia deberán esperan al siguiente capítulo, pero tranquilos que pienso actualizar rápido.

Besos

Nos leemos

LittleSweet

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