Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, es de su respectivo autor.
LUNA
Ella y sus ojos de niña dieron con el mundo. Tan lleno y en ocasiones… vacío al mismo tiempo, personas extrañas y conocidas pasaban unas a otras y se saludaban o solo se ignoraban por que no tenían comunicación entre ellas.
Eran tantas, tantas, que era imposible contarlas. Tan parecidas: de cabellos negros y ojos oscuros… como ella, de cabello negro que se veía así aún más en la noche.
Sus ojos de niña veían mucho la noche, por que era hermosa y, solo en ocasiones, no era igual a las otras. Por que a veces había muchas estrellas y a veces no había ninguna, cuando comienza el cielo es de azul oscuro hasta dejar al negro brilloso.
Y la luna, tan hermosa como ninguna. A veces era llena, a veces no se veía nada y en ocasiones solo su lado derecho o izquierdo. Y lo más importante, era única, no había otra luna en el cielo que igualara la belleza de la primera, no había ninguna que le arrebatara la gloria a la otra.
Ni una sola. Era única, grande y hermosa. Kikyo sabía que solo la luna sería la única hermosa con su plateado y bello resplandor y esta iluminaría para siempre y no sería comparada ni con las estrellas… hasta que vio a un niño, de traje rojo y extraño, de colmillos y ojos dorados y lo más importante… su cabello.
"Sus cabellos son como los de ella"
Desde ese día, Kikyou supo que nadie se igualaría a la luna, ni ese niño a ella. Por que la luna es inerte, hermosa e ilumina a todo el mundo, ese niño estaba vivo, respiraba y por algún motivo sentía que su presencia solo la iluminaba a ella y a nadie más.
Sus cabellos eran como los de ella, como la luna grande y majestuosa que se cernía arriba sobre sus cabezas. Y ese niño era como ninguno, con su entusiasmo y buen recorrido, con lo habilidoso y su fuerza, pero lo único verdaderamente importante… es que solo la iluminaría a ella.
Hasta el final. Inuyasha haría eso hasta el día que ella muera.
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