Los personajes son de RIB y FOX. Lo único que me pertenece es la historia...
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Say You'll Stay
Capítulo Uno.
El avión descendía suavemente entre las nubes de Nueva York. El sol se coló por su ventanilla, traspasando los lentes que tenía frente a sus ojos. Definitivamente habían sido el mejor regalo que su padre le pudo haber hecho, aparte de la enorme fiesta de cumpleaños por sus 17. Porque, lo único mejor que las exclusivas fiestas de Kurt Hummel eran sus diseños exclusivos. Y bueno, el ser su única hija debía tener algún tipo de beneficio, especialmente porque mantenía al margen de la prensa su relación.
Por supuesto que Madison Hummel era una de las favoritas para los paparazzi neoyorquinos, quienes no perdían la oportunidad de retratarla en alguno de los exclusivos diseños de Kurt Hummel, aunque las oportunidades en las que había compartido los flashes de las cámaras habían sido más bien escasas. Unas cuantas de sus vacaciones en el Mediterráneo, otras cuantas de cenas en París, pero las de Nueva York eran más bien de ocasiones contadas en que ambos habían sido captados mientras trataban de hacer una vida normal.
El estómago de la castaña se revolvió cuando sintió que el aterrizaje era inminente, y que sí, su verano de ensueño en California había terminado de verdad. Dejo salir un suspiro y concentró su mirada en el aeropuerto que comenzaba a vislumbrarse frente a ella.
Cuando la castaña salió finalmente sonrió efusivamente al ver a su padre frente a ella, esperándola tal y como lo había prometido. La chica se apresuró y corrió hasta poder estar en brazos de su padre.
-¡Maddie, amor! Te extrañe tanto…-Hummel apretó a su hija contra su cuerpo, perdiéndose en el espacio de su cuello, asegurándose de que era real: su princesa había regresado a casa.
-Yo también te extrañe mucho papá…
-¿Qué tal San Francisco cariño? ¿Te sucedió algo interesante?-Preguntó el diseñador mientras sostenía a su hija entre sus brazos
-Humm, no… Ya sabes como es mi padre, siempre metido en el trabajo. Así que solo disfrute de largos paseos, de leer mucho y de ir de compras. ¡Encontré la mejor tienda de ropa de la vida papá!-Dijo la chica con una expresión emocionada. Su padre respondió con una sonrisa efusiva a su hija.-Es completamente de ropa vintage, pero es muy exclusiva. Es de una chica que se llama Isabel y que es muy dulce. Quiero ir en invierno para poder renovar mi guardarropa, será lo mejor en el mundo.
-¿Estás diciéndome que tú, la hija de Kurt Hummel, fue a una tienda, y no compró nada? Vaya, eso sí que es nuevo.
La chica le dedicó una de las característicamente Hummel bitch glares al hombre que estaba junto a su padre. Se soltó de su agarré y abrazo efusivamente al hombre de ojos verdes y cabello cobrizo que le sonreía con la misma efusividad que ella a él.
-Yo también te extrañe Sebastian. Y por supuesto que compré… Pero sabes que una Hummel nunca tiene demasiada ropa en su closet.
Los dos hombres rieron ante la sonrisa coqueta de Madison, sabiendo que sí, definitivamente era una Hummel. Smythe se aseguró de que llevaran todo el equipaje de la chica, mientras que Kurt escuchaba atentamente a su hija, que trataba de convencerlo de introducir un aire boho a su colección primavera-verano que se estrenaría en unas cuantas semanas. Al salir del aeropuerto abrazada por su padre, sentir el sol neoyorquino y enfrentar a los paparazzi de nuevo, una sonrisa se insertó en su rostro. Podía amar los veranos en casa de su padre en California, pero Nueva York solo había una, y estaba feliz de estar de nuevo en casa.
…
-¡Papá! No pensé que verdaderamente fueras a venir por mí.
Blaine Anderson sonrió al ver a su hijo mayor traspasar las puertas del aeropuerto. El mes que había estado fuera había sido una locura, y mentiría si dijera que no había extrañado a su hijo. Extendió sus brazos y dejo que fuera Mason Anderson quién lograra que ambos cuerpos colisionaran. El hombre mayor sonrió y apretó a su hijo hacía si, acostumbrándose nuevamente a tener a su bebé entre sus brazos.
-No me perdería ninguna oportunidad de tener a mi bebé conmigo después de que se fuera todo un mes a la gran manzana. Tenía que asegurarme de que no regresaras con un Starbucks en la mano.
Mason le mostró la lengua a su padre, provocando que ambos hombres rieran.
-No con Starbucks… Pero si con un nuevo guardarropa, cortesía de mi padre.
-¿Te obligó a ir de compras?-Preguntó el mayor de los Anderson mientras tomaba una de las maletas de su hijo y comenzaban a caminar hacia la salida.-Porque, sino mal recuerdo, eso puede llegar a ser una tortura.
-No, no me obligó… Solo que tengo toda la nueva colección de S&H, y algunas de las piezas de la nueva colección de mi padre. En realidad no están tan mal… Supongo que con mi vieja ropa de aquí quedarán perfectas.
-Y ahí es cuando comienzo a dudar que seas Anderson…-Dijo Blaine, bromeando mientras salían del aeropuerto.
-¡Oye! Que yo no tenga tu obsesión con las corbatas de moño es más culpa tuya que mía. Tenía que rebelarme a ti en algún momento de la vida.
-Bueno, me alegra entonces que ya te hayas rebelado.-Dijo Blaine tontamente mientras abría la cajuela de su auto, metiendo las pocas cosas que su hijo traía consigo.-Y por cierto, si tienes la nueva colección ¿Dónde la metiste?
-Ah, tío Jeff dijo que la mandaría por paquetería hoy, así que con un poco de suerte llegará mañana o el día siguiente.
-¿Viste a Jeffrey? ¿Te van a mandar ropa por paquetería?-Dijo el mayor mientras cerraba y abría la puerta del conductor, introduciéndose al auto al tiempo que su hijo hacía lo propio.
-Sí, y sí… Algo así. En realidad la van a mandar en una de las vans de S&H, porque dijo que se rehusaba a dejar su valiosísimo trabajo de más de un año en manos de una inepta aerolínea. Aun así me llevó juntó con tío Nick a varios juegos de béisbol, así que supuse que lo menos que le debía era el respeto a su trabajo de un año y no decir nada. –afirmó el menor mientras comenzaba a reír. Una sonrisa se formó en el rostro del conductor al oír a su hijo.
-¿Y disfrutaste tu estancia en Nueva York?
El adolescente asintió lentamente. –Sí, supongo que sí. Ya sabes que papá estaba trabajando mucho para el desfile de la temporada que viene, entonces mis mañanas eran muy largas. Fui a un montón de cafeterías a trabajar en mis composiciones, visité los museos, caminé por Manhattan… Y papá y yo usualmente preparábamos la cena, y esperábamos hasta que… dieran las siete y cenábamos.-Dijo el chico, moviendo sus dedos nervioso en su regazo. Su padre notó el gesto y suspiró. Sabía que su hijo quería protegerlo (y lo agradecía), pero él no tenía ninguna culpa.
-¿Quieres decir que preparaban la cena hasta que llegaba Sebastian?
-Que normalmente era a las siete…-Respondió su hijo, sonrojándose ferozmente al verse atrapado. Blaine sonrió: Mason era igual que su padre. –Lo siento papá, yo no quería incomodarte con eso…
-Hey campeón, está bien… Nada de lo que pasó es tu culpa…-Un silencio se instaló en el auto antes de que Blaine fuera quien retomara la conversación. –Además, me alegra saber que están bien. Y lo más importante, que tú te divertiste.
-Sí, creo que si me divertí. Fui con papá a la premiere de una película muy interesante. Y después de eso fuimos a cenar hamburguesas a Brooklyn. Pensé que mi padre querría ir a la fiesta a la que lo invitaron, pero parecía como que no quería que nadie lo viera. Fue algo muy raro…
El padre tensó la mandíbula, pero mantuvo su vista al frente. Mason notó el movimiento, pero trató de no preguntar. Sabía que tener que hablar de su otro padre no era algo que Blaine particularmente disfrutara.
-Supongo que simplemente quería mantenerte para sí mismo. En fin… Llamó tu tío Cooper. Él, Helen y Hailey vendrán para la cena.-El chico levantó una ceja, incrédulo de las palabras de su padre. Blaine rodó los ojos. –Traerán pizza.
El chico asintió gustoso. Eso sí sonaba a la familia Anderson que conocía.
-¿Y qué planeas hacer en los siguientes días?
Mason dudó un poco antes de responder. –Estaba pensando en ir unos días a la casa de Los Ángeles. –Blaine le dirigió una mirada, dudoso del porqué de la decisión de su hijo, pero no dijo nada. –Quiero ir para componer un poco.
-¿Y no puedes componer en la pequeña casa que tienes en San Francisco, en la que tienes un estudio de grabación incluido? Claro, es mejor ir a Los Ángeles.
Mason rodó los ojos. Desde que lo había estado pensando, sabía que su padre diría algo así.
-Es sólo que… Sabes que es mi año senior, y que es hora de ponerse serios de verdad.
-Okay… Te escucho hijo.-Respondió Blaine, dirigiéndole una mirada de confianza a su hijo.
-Bueno, en este verano también estuve haciendo búsqueda de universidades en Nueva York y, aunque algunas me llamaron mucho la atención…
-Por favor dime que no Tisch ni Juilliard…
El chico tragó saliva. Su padre suspiró al gesto, sabía que este día llegaría eventualmente… Pero de alguna manera, prefería la idea de que eventualmente no sería en un futuro cercano.
-Papá…
-No, Mason. Yo… tú eres muy inteligente y sabio. Y sé que elegirás lo mejor para ti, sin importar lo que yo quiera para ti… O inclusive lo que tu padre quiera.
-En realidad, eso es lo que quería decirte. Fui y fue como si me hubiesen reconocido. Tanto en NYU como en Juilliard me dijeron que se sentirían honrados en que estudiara ahí y bla bla bla… Ya sabes cómo son en la costa este.
Blaine río, porque sí, puede que el día eventualmente llegara, pero su hijo podía ser tan parecido a Kurt como era parecido a él.
-Okay, te escucho.
El chico sonrió emocionado. Sabía que estaba eligiendo lo correcto.
-En fin, a pesar de cuan honrados estarían-Dijo Mason mientras rodaba los ojos -, decidí que seguiría con mi plan original: Berkley.
-¿Berkley?-Preguntó su padre, asombrado de la decisión de su hijo -¿Qué pasa con Londres? Creí que tu sueño era la Royal Academy of Music.
-Lo era… Pero me di cuenta de que en realidad mi sueño es la música, y de que puedo hacer mi sueño realidad desde casa. Además, Berkley es una buena universidad… y no creo que puedas sobrevivir sin mí.
Blaine río ante el comentario de su hijo. –Te agradezco que te preocupes por mí Mason, pero tú tienes que tomar tus decisiones y vivir tú vida. Si quieres ir a Londres, ve a Londres. Creo que uno de mis antiguos compañeros de la escuela está viviendo allá, así que te tendré vigilado.
Fue el turno de Mason de reír. –Sé que así será papá. Pero sé que es lo correcto. Además, ¿Por qué dejaría mi casa en San Francisco que tiene su propio estudio de grabación por un decrépito departamento en Londres?
-Hey, nadie dijo que te mandaría a un departamento decrépito.
Mason rodó los ojos. –El punto es el mismo papá. Puedo estudiar aquí en una de las mejores universidades, puedo grabar, y puedo hacer una pasantía contigo. Tengo todo aquí ¿Por qué iría a Londres?
Blaine asintió, y no dijo nada más. Mason notó que el brillo en los ojos de su padre había bajado considerablemente. Suspiró y rompió el silencio nuevamente.
-Papá, si quieres que vaya a Londres puedo hacerlo… Es sólo que-
-No, Mason. No.-Dijo su padre dirigiéndole una rápida mirada antes de volver su mirada al camino.-Yo quiero que tú hagas con tu vida lo que mejor te parezca. –Blaine tragó. Sí, había cosas que tendría que decirle a su hijo, pero… tal vez podría mantener la ilusión por unas horas más. –Es solo que no puedo creer que ya estés a punto de entrar a la Universidad.
-Papá…
Mason se estiró y rodeo a su padre por la cintura, recargando su cabeza en el hombro del hombre mayor. Sonrió y dejo salir un suspiro.
-¿Entonces si podré ir a componer a Los Ángeles?
Blaine rodó los ojos. Si había algo de lo que estaba seguro, era que Mason siempre obtenía lo que quería… Bueno, casi siempre.
…
-¡Y por eso es que estoy muy emocionada por la semana de la moda de este año!-Dijo Madison felizmente mientras colocaba un tazón de cristal en la mesa del comedor, mientras que Sebastian se aseguraba de colocar la mesa.
-Vaya Maddie, no sabía que habías pensado tanto en esas cosas. Pensé que querrías disfrutar de tu verano haciendo… otro tipo de cosas.-Le dijo Sebastian cuidadosamente, ganándose una mirada asesina de Kurt.
-Por supuesto que he pensado en eso Seb. Cualquier neoyorquina que se respete ha pensado en eso desde toda la vida. Haré una pasantía en Donna Karan durante mi año senior, seré aceptada en Parsons, y después fundaré mi propia línea de ropa. Por eso tengo que trabajar este mes en hacer una carpeta de excelencia, para que me acepten y se den cuenta de que mi talento es innato, y no me lo heredó solamente mi apellido.
-Cariño, me alegra mucho que quieras comenzar a abrirte camino por ti misma-Dijo Kurt mientras dejaba la lasagna en medio de la mesa y se acercaba a su lugar, aceptando gustoso la copa de vino que le ofreció Sebastian. –Pero, ¿no estás interesada en hacer una pasantía en S&H? A tú tío Jeff y a mí nos vendría muy bien un poco de ayuda… O podrías ayudarme con mis diseños, sabes que confío mucho en ti y tu buen juicio para cuestiones de moda.
-No papá-Dijo Madison mientras se sentaba, justo frente a Sebastian y al lado de su Padre. Se acomodó la servilleta y levantó la cabeza para enfrentar a su padre, dejando que su largo cabello se acomodara a uno de los lados de su cabeza –Eso es justo lo que no quiero hacer. Sabes que me encantaría trabajar con ustedes en algún momento… Pero quiero comenzar por mí misma, y mostrarle al mundo que mi trabajo habla por mí mismo, y no por el de mi apellido.
-¿Y cómo piensas que reaccionaran cuando se den cuenta en tus papeles que tú apellido es Hummel?-Preguntó Sebastian curioso.
-Elemental, mon cher: utilizaré mi otro apellido.
Kurt se atragantó con el vino que estaba tomando, recibiendo unos pequeños golpes por parte de Sebastian, que verdaderamente disfrutaba la reacción de Hummel. Madison rodó los ojos: ese era el momento en el que se preguntaba por qué su padre no había estudiado teatro musical o artes dramáticas.
-¿Disculpa? Te he criado, alimentado, vestido, educado, y dado cualquier cosa que me hayas pedido en los últimos 17 años para que me digas que utilizarás el apellido de tu padre ¿Acaso es una broma Madison?
-Papá, deja de ser tan dramático. Sólo será hasta que se den cuenta de que soy talentosa por nacimiento, no por apellido. Será el mejor año de mi vida en Nueva York. –Dijo la chica antes de comer un poco de su ensalada.
-Si yo fuera tú, no estaría tan segura…-Dijo esta vez Kurt, entreteniéndose con la pasta que tenía frente a él. Sebastian le dirigió una mirada preocupada, pero se abstuvo de hacer comentario alguno.
-¿De qué hablas papá? ¿Crees que no será el mejor año de mi vida?
-Precisamente eso pienso princesa…
-¿Por qué lo dices?
-Porque este año no harás pasantías con Donna Karan… O vivirás en Nueva York, si viene al caso.
-¿Cómo que no estaré viviendo en Nueva York? ¿Finalmente harás lo que te dije toda la vida y te trasladarás a Paris?-Preguntó Madison emocionada. Al darse cuenta de sus palabras, volvió a preguntar- ¿Nos mudamos a Paris?
Sebastian le dirigió una mirada asesina, relajada ya que era la hija de su pareja y no su propia hija, pero aún así, lo suficientemente dura como para que Madison se diera cuenta de su error. Kurt dejo salir un suspiro pesado. Tomó la mano de Sebastian y dirigió la mirada a las esmeraldas que esperaban impacientes por encontrarse con él. Kurt sonrió antes de enfrentar a su hija, que se veía simultáneamente aterrada e intrigada.
-Tu abuelo está hospitalizado. Volveremos a Ohio, entrarás a la escuela ahí.
Y, tan rápido como una brisa, todos los planes de Madison se fueron a la basura. Pero no podría ponerse peor… ¿Cierto?
…
-Extrañaba a tío Cooper, tía Helen y Hailey…
Blaine se volteó extrañado hacia su hijo, que lavaba los trastes mientras el limpiaba el desastre que era la cocina después de que Cooper Anderson hubiera entrado a buscar papas, pero las frutas y las especias decidieron rebelarse e iniciar una revolución en tu cocina Blainers.
-Definitivamente ya no soportas unos cuantos días en Nueva York…
-No, no es eso… Es que… Los extrañaba.
Blaine asintió, y dejó salir un suspiro pesado. No quería hacerlo, no después de la plática que habían tenido ese día.
-Solo dímelo papá.
-¿Cómo es que siempre sabes cuándo oculto algo?-Preguntó el mayor de los Anderson mientras se sentaba en la mesa y señalaba una silla frente a él para que su hijo se sentara. El chico asintió y dejo sus labores domésticas para poder sentarse. Blaine suspiro y apretó sus ojos hasta tomar la mano de su hijo y finalmente relajarse. –Mason, hay… hay algo que tengo que decirte, y no estoy seguro de cómo lo tomes hijo.
-Tan relajado como tú, espero. ¿Qué pasó?
Blaine tragó saliva pesadamente. –Tú abuela ha estado un tanto enferma. Al principio tu tío y yo creímos que no era nada, especialmente porque ella insistía en que no era nada, pero hace dos semanas se desvaneció en las escaleras.
-¿Qué? ¿Por qué no me habías dicho nada?-Demandó Mason.
-Entre otras razones, porque me enteré hace tres días. Tú abuela fue hospitalizada y se hizo pasar por una persona muda hasta que le dieron calabazas en la comida. Entonces mandaron a llamar a tu tío Cooper, que eventualmente me llamó a mí.
-¿Y cómo está la abuela?
-Está… bien. Supongo. Cooper dijo que la veía bien, pero que aun así era necesario…
-¿Qué es necesario?
Blaine dejó salir un suspiro pesado. Aquí vamos. –Que alguien se quede a cuidarla permanentemente en Ohio.
-¿Mis tíos se mudaran a Ohio?
-No Mason, esa es la cuestión. Cooper acaba de ser ascendido y lo cambiaran por seis meses a Marruecos.
-Entonces quién… Oh.
Blaine apretó la mano de su hijo antes de cerrar los ojos y finalmente soltar un suspiro. –Mason, nos mudamos a Ohio.
Prometí que tenía cosas en camino, y esta es sólo una de ellas. No prometo fechas, ni horarios, ni nada. Sólo prometo que este será un viaje muy interesante y espero que me acompañen a lo largo de él. Dejen sus comentarios y gracias por leerme.
